lunes, 22 de mayo de 2023

Al final, un triste reconocimiento para el Aguilucho cenizo (Circus Pygargus).

Que yo recuerde, ya en el año 2019 se propuso por parte de la organización SEO/BirdLife al Aguilucho cenizo (Circus Pygargus) a ser declarado como “ave del año 2019” con el fin de llamar la atención de aves en peligro y mejorar su conservación. Al final ese año se impuso el Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus). Eso mismo ocurrió los años 2020, 2021 y 2022 en los que el Aguilucho cenizo también figuró como candidato a ser declarado ave del año pero al que se impusieron la Codorniz común, el Vencejo común y el Alzacola rojizo, respectivamente.


Tras cinco años consecutivos de su triste inicial denominación, este año el Aguilucho cenizo ha sido declarado como “Ave del Año 2023” en la votación popular anual organizada por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) para llamar la atención en favor de las especies en peligro por su declive poblacional o las amenazas a su conservación. Las otras dos candidatas de éste año han sido el Alimoche común y la Ganga ibérica.


Después de pasar el invierno en el continente africano y recorrer miles kilómetros en su viaje de regreso, los primeros aguiluchos cenizos llegaron ya a finales de marzo a los campos cerealistas de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura.


Recientemente (08/04/2023) tuve la oportunidad de poder fotografiar en la maravillosa Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila (Zamora) a ésta bella especie de ave rapaz con la intención de poderle dedicar una entrada en mi blog y de esa manera contribuir humildemente a difundir y sensibilizar al respecto de los serios problemas que, año tras año, viene padeciendo esta especie.


Según el último censo, coordinado en 2017 por SEO/BirdLife, quedaban entonces entre 4.269 y 5.360 parejas, lo que supone entre el 23% y el 27% menos en una década, pues en el anterior recuento, en 2006, se habían contabilizado entre 5.818 y 6.934 parejas.


España constituye el país europeo más importante para la especie a nivel numérico, seguido por Francia, con 3.800-5.100 parejas, y Polonia, con entre 3.000-4.000 parejas, por lo tanto, "España tiene una gran responsabilidad en la conservación de esta especie a escala global y debe actuar en consecuencia", subraya la ONG.


El Aguilucho cenizo depende estrechamente de las grandes extensiones cultivadas de trigo y cebada, donde, a falta de los grandes herbazales que conforman en otros lugares su hábitat predilecto, instala los nidos.


A cambio de alojarse en los cultivos, el Aguilucho cenizo elimina ingentes cantidades de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras, que constituyen sus presas habituales.


Uno de los factores que merman las poblaciones de este aguilucho se produce durante la cosecha de los cereales, pues cuando se realiza durante la reproducción se registra una alta pérdida de puestas y un alto porcentaje de mortalidad de pollos.


La intensificación y los cambios en la actividad agrícola, con la cada día más frecuente utilización de cosechadoras y empacadoras, han conseguido el adelanto en la recogida de las cosechas, con la consiguiente coincidencia con la cría de los pollos y su consecuente aumento de mortalidad, que en determinadas zonas agrícolas se ha llegado a estimar de hasta el 90%.


Para proteger los nidos durante las cosechas, SEO/BirdLife, a través de varios grupos locales de la organización y otras personas voluntarias, trabaja para proporcionar medios, fondos y medidas de compensación a los agricultores para evitar que huevos y pollos sean destruidos por las cosechadoras.


A lo largo de este año ha dado comienzo una campaña para salvar nidos de Aguilucho cenizo. El objetivo es detectar los nidos y señalizarlos a tiempo, con la intención de que el agricultor no coseche el rodal donde esté ubicado, entre otras medidas, con el objetivo de salvar los pollos.


La colaboración e implicación de todos esos protagonistas es imprescindible y requiere una primera fase de localización de las áreas de cría y de la ubicación exacta de los nidos, para posteriormente, señalizar, informar y sensibilizar a los propietarios y agricultores de las parcelas donde se localizan los nidos y a los maquinistas de cosechadoras y empacadoras, entre otros.


El Aguilucho cenizo (Circus Pygargus) es un ave rapaz de la familia “Accipitridae” de mediano tamaño que vienen a medir entre 40 y 45 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 1,16 m. Existe un gran dimorfismo sexual en esta especie y además, curiosamente, aunque las hembras son de menor tamaño, su peso (unos 437 gr) es superior que el de los machos (unos 310 gr).


El macho adulto típico, tal y como su denominación común describe, es de color gris ceniza en la zona dorsal (nuca, espalda), así como el obispillo, el cual presenta una muy estrecha área blanca (base de la cola), muchas veces difícil de ver. El apellido en latín “pygargus” significa obispillo resplandeciente.


Cuando le vemos en vuelo, se puede apreciar que las alas son largas, estrechas y puntiagudas. En su parte dorsal, también son de color grisáceo pero más oscuro en las zonas internas, intermedio en el centro y más claro en las externas, con lo que en su conjunto se llegan a apreciar tres distintas tonalidades de gris. En ese dorso de las alas, destacan unas características franjas estrechas de color negro a lo largo de las rémiges secundarias y también el color negro de las primarias, las cuales tienen la quinta pluma acortada (cuatro dedos visibles en vuelo).


La cabeza, la garganta y el pecho, son de color gris ceniza oscuro. 


El pico es pequeño, está curvado hacia abajo con forma de gancho y es de color negro en su extremo y verdoso en la base de la mandíbula inferior. La cera del pico es amarillo verdosa. 


Los ojos son de un llamativo color amarillo.


Por la parte inferior, las alas están muy barradas con las infracoberteras surcadas por líneas rojizas y las secundarias con tres barras transversales, dos de ellas anchas y negras y otra, terminal, más clara (grisácea). Las primarias también son negras, pero ese color tiene una extensión mayor que en el dorso.


Las zonas inferiores son de color gris mucho más claro que llega a ser casi blanco en la zona del abdomen, en donde presenta pequeñas listas verticales de color castaño que se intensifican hacia los flancos. La parte caudal es blanquecina.


La cola es bastante larga y estrecha. Por la parte superior es de color gris ceniza pálido con unas franjas ligeramente más oscuras, mientras que por la parte inferior es blanquecina y presenta un barrado transversal de color parduzco oscuro.


Las patas son de color amarillo y en ellas destacan unos tarsos de gran longitud que acaban en unas garras provistas de unas afiladas uñas de color negro. También presentan en su parte superior, unos “pantalones” de plumas de color gris ceniza claro.


Es habitual verlos planeando a baja altura, mientras prospecta lentamente el terreno, sobre campos de labor, prados y eriales. Poseen un vuelo grácil, con una batida poderosa y elegante, colocando sus alas en forma de “V” durante los planeos, dando lugar a una silueta muy característica. Su denominación científica “Circus” procede del griego “kirkos” que significa “halcón que vuela en círculos”.


Se posa corrientemente en el suelo pero permanece la mayor parte del día volando sobre los campos de forma incansable, posándose en montones de tierra o topes de postes de cercas. También en ocasiones lo hace sobre arbustos o árboles jóvenes.


Se distribuyen por Europa, Asia y África (Marruecos). Sus mejores poblaciones se encuentran en Rusia, mientras que los núcleos más numerosos en Europa occidental aparecen en Francia y España.



Acuden a nuestro país a reproducirse siendo habituales durante el período estival. Su llegada ocurre entre los meses de marzo-abril. Se distribuyen por la mayoría del territorio peninsular, siendo muy raros en la cornisa cantábrica, en buena parte de Levante y del sureste, así como en las regiones montañosas, donde se ausenta por completo a partir de los 1.200 m de altitud. Ocasionalmente también cría en Baleares, pero falta en Canarias, Ceuta y Melilla. A lo largo de los meses de agosto-septiembre, emigran a territorios transaharianos, donde invernan a lo largo del África occidental.



El hábitat por el que tienen preferencia son las grandes extensiones cultivadas de cereales (trigo, cebada y avena), pero también frecuentan otro tipo de espacios abiertos como son los grandes pastizales, herbazales y brezales de montaña, los claros de los bosques, las marismas o los pantanos.


Su alimentación es fundamentalmente a base de pequeños y medianos vertebrados como ratones y topillos, pero también pequeñas aves, pequeños reptiles y anfibios, lombrices y grandes insectos como langostas y saltamontes.


Cazan sus presas volando a baja altura sobre los campos, pero más a menudo bordeando linderos de tierras de cultivo, orillas de arroyos, carrizales y laderas de colinas, parándose en el aire cada poco trecho, levantando las alas y estirando las patas hacia abajo con las garras abiertas. Cuando captura una presa, permanece un instante en el suelo matándola y levantando a intervalos la cabeza, mirando inquisitivamente a su alrededor hasta que vuela con ella a otro posadero donde la despedaza.


El periodo de reproducción lo llevan a cabo entre los meses de abril-mayo. Lo inician, una vez que se han establecido en sus zonas de cría, con un cortejo nupcial muy llamativo que llevan a cabo en el aire donde realizan unos acrobáticos vuelos en los que el macho y la hembra vuelan elevándose a bastante altura y lanzándose en picado con cabriolas, vueltas y nuevas subidas, todo ello acompañado de ligeros gritos de reclamo emitidos por los dos sexos y dando la apariencia de como si el macho estuviera atacando a la hembra.


Los nidos son construidos invariablemente en el suelo con tallos de cereal, gramíneas o hierba seca. Poseen un diámetro de 50-60 cm, a veces menores y son muy planos y con la copa poco profunda, no superando los 4-5 cm. Suelen protegerlos del viento dominante en la zona y del sol con un a modo de muro de plantas de tal forma que en un herbal o trigal donde hay un nido parece como si en el suelo hubiera estado echado un gran animal, pues la zona abatida supera bastante al diámetro de los propios nidos


La puesta se compone de 2-5 huevos, generalmente 3 y la incubación, que corre exclusivamente a cargo de la hembra, dura entre 27-40 días aproximadamente. Los pollos son cuidados por la hembra y alimentados por ambos adultos y realizan sus primeros vuelos cuando cuentan con poco más de un mes de vida. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 40 días de edad.


También constituyen una amenaza para esta especie; la intensificación y los cambios en los usos tradicionales de la actividad agrícola, el mayor uso de fitosanitarios (pesticidas), así como la reducción de linderos entre parcelas que disminuyen la diversidad de presas y ambientes para las aves. Por último, destacar también la amenaza que supone la caza ilegal, el uso de venenos y una intensa predación por parte de zorros, jabalíes y otras rapaces, como el milano negro. 


El Aguilucho cenizo aparece calificado como “Vulnerable” tanto en el Libro Rojo de las aves de España como en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.

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