viernes, 29 de marzo de 2019

Nuestra recién nombrada “Ave del Año 2019”. Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus). Mazaricu pataprieta.

El pasado martes 26 de marzo tuve la satisfacción de poder observar y fotografiar a tres ejemplares macho de Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) que hicieron un alto en su periplo migratorio prenupcial y que hacían gala de su bello plumaje nupcial en los arenales de la playa de Bañugues (Gozón. Asturias). 


Aunque el día era soleado debido al anticiclón que parece se ha establecido en nuestro país en estos días, la existencia de fuertes ráfagas de viento dificultaba notablemente la observación de aves, ya que no resultaba fácil mantener el pulso para observar con los prismáticos e incluso el equilibrio. Mucho más complejo resultaba poder mantener firme la cámara fotográfica para evitar fotografías movidas. 


La mejor manera para evitar esta contrariedad y conseguir realizar unas cuantas fotografías aceptables de estas bellas limícolas, pasaba por echar cuerpo a tierra y guardar la correspondiente distancia de seguridad, en la que los chorlitejos se encontrasen cómodos y no se sintieran en ningún momento intimidados. 


Quiero recordar aquí, que las fotografías que aparecen en esta entrada están realizadas con un potente teleobjetivo (600 mm) con una cámara SRL (con sensor APS-C que multiplica por 1,6) por lo que se convierte en una distancia focal real de 960 mm. Además de esto, todas las imágenes están convenientemente recortadas en su edición, con lo que su aparente aproximación es aún mayor, aunque irreal. 


Esa circunstancia climatológica adversa también se trasladaba a estas pequeñas limícolas a las que se las podía ver adoptar posturas medio agachadas o inclinadas para evitar ser arrastradas por las fuertes rachas de viento mientras se alimentaban o desplazaban por la arena. 


Como la mayoría de vosotros ya sabréis, el Chorlitejo patinegro ha sido recientemente reconocida como el “Ave del Año 2019” tras ganar la votación popular organizada por SEO/BirdLife y que se espera sirva para impulsar acciones que mejoren la conservación y concienciación de esta ave a lo largo de ese año. 


Esta especie se ha impuesto en la votación popular a los otros dos candidatos, el Alcaudón real (31%) y el Aguilucho cenizo (33,5%), con un 35,48 % de los votos en la campaña anual promovida por SEO/BirdLife dedicada a concienciar sobre las aves en peligro y mejorar su conservación. 


Se calcula que esta especie cuenta con aproximadamente 35.000 parejas reproductoras distribuidas sobre todo por Europa y Asia, aunque también puede encontrarse en América y África". De esas 35.000 parejas reproductoras, se estima que la población en España podría de unas 5.000 parejas, estando repartidas en el litoral español y áreas húmedas de Andalucía y de Castilla-La Mancha. 


La población del Chorlitejo patinegro se ha visto reducida en los últimos diez años, siendo de hasta un 70% en el caso de Málaga, lo que le ha llevado a ser incluida, además de en el Libro Rojo de las Aves de España (como “Vulnerable”), en el Listado de Especies Silvestres, a nivel nacional, donde figura como 'Protección Especial'. Por ello, parece lógico que se resalte la radical disminución de Chorlitejo patinegro en la Península Ibérica. 


El Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) es una pequeña ave limícola de aspecto algo menos rechoncho que el del Chorlitejo grande, con el que en esta época comparte hábitat. No es nada habitual en nuestra costa cantábrica, aunque sí en la mediterránea y en la vecina comunidad gallega, lugares donde lamentablemente, la actual población reproductora muestra una tendencia negativa desde hace años. 


También conocido popularmente como “frailecillo blanco”, “chorlo nevado” o “pollito de mar”, el Chorlitejo patinegro es un habitante característico de playas, arenales costeros, saladares y lagunas, unos hábitats que últimamente han sufrido intensamente un acusado proceso de transformación para conseguir un mantenimiento del turismo, llevando a cabo algunas actividades, al principio consideradas como inocuas, pero que a la larga están provocado su progresiva disminución. 


Es el caso, por ejemplo, de la limpieza mecánica de las playas o el paso de máquinas cribadoras que provocan la pérdida de un hábitat singular, la retirada de acumulaciones de algas, con lo cual deja a la playa sin sus beneficios, y que en otras ocasiones, puede suponer la pérdida de sus nidos. 


El Chorlitejo patinegro es una pequeña ave limícola perteneciente al Orden de las “Charadriiformes”, familia “Charadriidae”, que vienen a tener unos 15-17 cm de longitud, una envergadura que puede alcanzar los 45 cm y un peso de unos 50-55 gr. En esta especie existe un cierto dimorfismo sexual en lo referente al colorido de su plumaje. 


En la época estival (plumaje nupcial), los machos tienen las partes superiores de color pardo grisáceo. 


Las alas son de color pardo y al igual que ocurre en el Chorlitejo grande, presentan una banda alar blanca que es muy visible durante el vuelo. 


La cola es corta y estrecha y por la parte superior es de color marrón oscuro con las rectrices externas de color blanco, también muy similar a la del Chorlitejo grande. 


En el píleo podemos diferenciar tres coloraciones diferentes: negra en su parte anterior, de color anaranjado, algo grisáceo, la parte central y de un color naranja intenso, algo rojizo, en la zona posterior (nuca). 


Además presentan una franja negra en la parte superior de la frente que se funde con la zona negra de la parte anterior (negra) del píleo.


El resto de la frente es de color blanco al igual que las cejas y la cara, la cual presenta una gruesa brida negra que va desde la base del pico hasta el ojo y también una mancha negra, mal definida, en las plumas de las auriculares. Detrás de estas manchas, se puede apreciar una zona de color naranja intenso que se une al de la parte posterior del píleo, que como anteriormente vimos, es del mismo color. 


Tienen la garganta de color blanco que se confunde con el color, también blanco, de su cuello, formando en su conjunto una especie de collar que lo rodea por completo. 


En los lados de la parte superior del pecho, presentan unas manchas negras a modo de collar incompleto que no llega a cerrarse por el centro, al igual que ocurre en los juveniles del Chorlitejo grande. 


La parte inferior es de color totalmente blanco. 


El pico es corto, delgado, recto y puntiagudo y es totalmente de color negro. 


Los ojos son grandes, de color marrón muy oscuro y están rodeados de un finísimo anillo periocular de color blanquecino. 


Las patas son medianamente largas y como su nombre común indica, son de color gris negruzco o negro. 


En la temporada de invierno las partes laterales negras del pecho se vuelven de color marrón al igual que ocurre con el píleo que es totalmente de color marrón. 


Por su parte las hembras tienen el dorso de color marrón arena. Carecen de la barra frontal negra que tienen los machos aunque algunas pueden tener una barra de color marrón que es más estrecha que la de los machos. 


La brida y la zona de las auriculares en vez de ser negras son de un color marrón más oscuro que el del cuerpo. En ellas el color naranja-rojizo que tienen los machos en la zona posterior de la cara y del píleo es sustituido por el color marrón. También en ellas, las manchas que tienen a ambos lados de la parte superior del pecho, son de color pardo en vez de negro. 


Los jóvenes son como las hembras con plumaje nupcial (verano) pero por la parte superior tienen aspecto escamoso ya que las plumas tienen los bordes blanquecinos. 


Tienen un carácter muy nervioso y vivaz, encontrándose casi siempre en alerta, intentando detectar la presencia de un posible enemigo. Cuando corren lo hacen con más rapidez que el Chorlitejo grande, y si es necesario, huyen corriendo y no se deciden a volar hasta el último momento. 


A modo de simple curiosidad, decir que los chorlitejos y los correlimos son las aves limícolas más pequeños que podemos encontrar en nuestras playas, pero que tienen comportamiento diferente cuando intentan esquivar las olas o cuando se levantan asustados y echan a volar, ya que los correlimos habitualmente se dirigen hacia el mar y en cambio los chorlitejos lo hacen hacia el interior de la costa. 


Su hábitat preferido durante la temporada invernal y durante los pasos migratorios son las playas de arena y de guijarros de las costas, y concretamente en zonas algo apartadas del mar donde crecen almojos y salicornias o en las dunas y marismas. 


Durante la época de cría se encuentran en las playas arenosas o con abundantes restos depositados por las mareas, así como en las lagunas saladas del interior donde exista poca vegetación. 


Su alimentación en áreas de interior se compone fundamentalmente de insectos (adultos y larvas de escarabajos, moscas, hormigas e invertebrados acuáticos), arácnidos, lombrices y gusanos, mientras que en zonas de agua salada su principal alimento lo constituyen los moluscos y los crustáceos. 


Como el resto de chorlitejos y chorlitos, el método de captura que utilizan estas aves es de la carrera y pausa: detectan a las presas visualmente y después corren hacia ellas. 


Su distribución muy amplia, pudiéndolos encontrar en casi todos los lugares del mundo. Están presentes en América del Norte y del Sur, África, Asia y en Europa donde cría principalmente en torno a los mares Mediterráneo y Negro. Se reconocen varias subespecies, de las cuales la “alexandrinus” es la que está presente en Eurasia y en el norte de África. 


En la Península Ibérica se localiza fundamentalmente por todo el litoral mediterráneo, el litoral atlántico de Andalucía y algunos puntos de la costa gallega, así como en diversas localidades del interior de Andalucía y en La Mancha. Se reproduce también en Baleares y Canarias, pero no aparece en Ceuta y Melilla. 

SEO/BirdLife

En España son resientes habituales aunque su número aumenta durante el invierno merced a las aves que llegan desde Europa occidental y central, como Francia, Países Bajos y Alemania, para invernar. 


El periodo de reproducción lo realizan entre los meses de abril y agosto, generalmente en junio. Crían tanto en pequeñas colonias como en solitario. Pueden efectuar dos puestas al año, la primera en abril o comienzos de mayo y la segunda entre finales de mayo y junio e incluso alguna más en caso de pérdida de alguna de ellas. 


El comportamiento reproductivo de las parejas está condicionado por la amenaza de los depredadores ya que practican una poligamia secuencial, es decir que si la primera nidada llega a buen término, la segunda la realizan con una nueva pareja (los machos se comportan como poligínicos, es decir, están con varias hembras y a veces también hay hembras poliándricas, es decir, una misma hembra se reproduce con varios machos). Por el contrario, si hay muchos depredadores, las parejas de chorlitejos cambian de comportamiento y se comportan como monógamas. 


Construyen el nido en el suelo aprovechando alguna oquedad en el suelo de arena a la rodean con trozos de conchas, pequeñas piedrecitas o algas. La puesta se compone normalmente de tres huevos moteados y de color similar a la arena, que son depositados por la hembra en la arena sin prácticamente ningún tipo de protección, ya que su verdadera protección la constituye su aspecto críptico, que les permite pasar completamente desapercibidos. 


La incubación dura 24-27 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, a las pocas horas de nacer abandonan el nido y pueden desplazarse y alimentarse por sí mismos, a pesar de lo cual son atendidos por ambos progenitores durante aproximadamente un mes. También los pollos nidífugos, corren al poco de eclosionar, permaneciendo inmóviles, confiando en el camuflaje que le proporciona la coloración de su plumaje con el entorno. 


Ante la presencia de intrusos en la zona de cría, si cree que pueden poner en peligro su nido, bien tenga huevos o pollos, el Chorlitejo patinegro simula tener un ala rota, se descuelga dando gritos y alejándose de las inmediaciones del mismo. Si el depredador lo sigue, en la falsa creencia de que podrá capturarlo y comérselo, cuando considera que está suficientemente alejado del nido, levanta el vuelo y desaparece. Sin embargo, esta inteligente estrategia, lamentablemente no sirve para luchar contra un nuevo enemigo: las máquinas limpiadoras de las playas. 


Las principales amenazas para esta especie son la pérdida de hábitat, entre otras, por la expansión urbanística y la eliminación de zonas de vegetación dunar debido a la “limpieza” de playas. Asimismo, inciden negativamente en esta especie, las molestias por la presencia humana (turismo masivo y algunas formas de ocio en las playas) durante la época reproductiva (verano) y la predación que sufren sus huevos y crías por parte de gatos domésticos en semilibertad o perros sueltos, que se unen a sus depredadores naturales como las gaviotas, zorros, ratas, etc. 


En el interior, además, sufre los problemas habituales de nuestros humedales, especialmente la escasez de agua por la sobreexplotación de acuíferos o la apropiación de estas áreas para nuevos usos agrícolas. 


Al Chorlitejo patinegro se le incluye en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “Vulnerable” y aparece considerado como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

viernes, 22 de marzo de 2019

El pequeño gran tenor troglodita. Chochin común (Troglodytes troglodytes). Cerrica.

Desde que me inicié en la publicación de éste blog, todos los años cuando entra la primavera me gusta dedicarle una entrada a algún ave que, de alguna manera, me evoca su llegada. 




En ese sentido, éste año quiero dedicarle la primera entrada de la, para mí, favorita estación del año a un diminuto pajarillo que no por ser muy habitual en nuestro entorno, deja de tener una belleza y características muy particulares. 





Como ya habréis averiguado, me estoy refiriendo al Chochin común cuya denominación científica como “Troglodytes troglodytes” viene a poner de manifiesto la costumbre que habitualmente tiene este pajarillo de construir unos elaborados nidos con forma esférica con un pequeño orificio de entrada y ubicarlos en los huecos de los árboles, de las paredes, de los muros o de los taludes, a modo de “cueva o caverna”. Su significado etimológico “perteneciente a la familia de las aves que viven en las cavernas”, proviene del latín “troglodytae-arum”: trogloditas, habitantes de las cuevas o cavernas (que se meten en las cavernas). 




Se trata de uno de los pajarillos más pequeños de nuestro entorno tan solo superado por los reyezuelos (sencillo y listado), aunque la costumbre de levantar verticalmente su pequeña cola hasta los 90 grados y su corto cuello, contribuyen notablemente a dar la apariencia de ser aún más pequeño. 





Pero el hecho de su pequeño tamaño no es óbice para que no se deje hacer notar, ya que unido a esa característica forma de elevación y sacudida de su cola, está la de su constante y llamativa forma de cantar para defender su territorio y atraer a sus potenciales parejas. Esta característica se hace especialmente notable cuando se inicia la temporada primaveral y comienza el periodo reproductivo. 





Si eres aficionado a la observación de aves y más aún si lo eres a la fotografía de la naturaleza, se hace muy difícil no disparar una y otra vez el obturador de tu cámara cuando te encuentras a este pequeño pajarillo subido a lo más alto del brezal o de la vegetación de sotobosque en general, lanzando a los cuatro vientos sus estridentes y traqueteantes reclamos. 





Hay ocasiones en que le ves haciendo unos esfuerzos tan grandes y constantes emitiendo sus reclamos, que yo en más de una ocasión he llegado a pensar que iba a caer desmayado por el esfuerzo o la falta de respiración. 





Reforzando esa posibilidad de quedarse exhausto, está la costumbre que adopta este pajarillo tras desgañitarse con sus reclamos de cerrar los ojos, como expresando que no puede más. Bueno al menos esa impresión me da a mí. 





Lo cierto es que constituye todo un espectáculo verle en lo más alto de una ramilla con su pequeña cola elevada totalmente en vertical y el pico abierto a tope entonando sus reclamos en todas las direcciones. 





Otro de los ambientes típicos en los que te puedes encontrar habitualmente a este pequeño pajarillo, es en lo más espeso de la vegetación (brezales, zarzales, maleza de bardiales… etc) adoptando una actitud parecida a la de las currucas, moviéndose continuamente, pero eso sí, siempre haciéndose notar con sus potentes y reiterados trinos. ¡Todo un fenómeno! 




De lo que no he sido capaz de averiguar con cierta credibilidad, es el origen de su peculiar denominación común como “Chochin”, aunque existen varias teorías que van desde a connotaciones sexuales (tanto femeninas, como masculinas), a la tal vez más probable que es la que aparece en el Diccionario de Nombres Vernáculos de Aves de Francisco Bernis (Gredos, 1994) que remite el término originalmente a “chorchín”, un diminutivo de “chorcha”, nombre propio de la Chocha perdiz, la becada, a la que nuestro pajarillo “se asemeja por su plumaje pardo barreado". 





Lo que sí que existen son numerosas y muy diferentes denominaciones vernáculas entre las que me parece interesante mencionar estas: “almendrita”, “castañita”, “culebrín”, “escarchabrezales”, “nuez”, “pájaro garbanzo”, “ratón” o “cerrica” (Asturias) …, entre otras. 





Me ha parecido interesante conocer las conclusiones a las que han llegado en un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Salamanca, los cuales consideran que los reclamos y cantos del Chochin común se han vuelto más complejos en las áreas urbanas, ya que tienen que lidiar con altos niveles de ruido ambiental. 





Estos científicos crearon un descriptor acústico que mide la variabilidad de las canciones y han analizado los cantos del Chochín común (Troglodytes troglodytes) en tres ambientes diferentes:urbanos, periurbanos y rurales, para evaluar el impacto del ruido en sus vocalizaciones. 





Esos investigadores han podido llegar a la conclusión de que, debido al ruido de fondo, la variabilidad de su canto aumenta con el ruido de la ciudad y sus notas se prolongan. “Los chochines urbanos desarrollan canciones más complejas, con frecuencias más altas y notas más largas que los rurales, mientras que las aves periurbanas ocupan una posición intermedia”. 





Para explicar por qué aumenta la complejidad del canto urbano existen posibles respuestas. “Puede deberse a un fenómeno adaptativo para hacerse oír y comunicarse con otros individuos debido a la presencia de mayor cantidad, intensidad y variedad de ruido”. 





Otra posibilidad no excluyente, es que todas las aves aprenden a cantar por lo que escuchan y la alta variabilidad de ruido hace que desarrollen canciones más complejas. “Algunas especies como los gorriones urbanos cantan de forma muy similar a los pitidos de los semáforos cuando está en verde para peatones”, asegura uno de estos expertos. 





El Chochin Común (Troglodytes troglodytes) es una pequeña ave paseriforme perteneciente a la familia “Troglodytidae”, género “Troglodytes” que vienen a medir entre 9 y 10,5 cm de longitud y una envergadura que ronda los 13-17 cm. Su peso puede llegar a los 11 gramos. En esta especie no existe dimorfismo sexual. 





Su aspecto general es el de un pajarillo de muy pequeño tamaño, de aspecto compacto, con un cuerpo rechoncho, sin apenas cuello y una gran cabeza. 





Sus partes superiores son de color pardo rojizo y están profusamente vermiculadas de color pardo oscuro y negro. 





De ese mismo color pardo rojizo son las alas, las cuales presentan abundantes barras transversales marrones y con algunos puntitos blancos en las plumas escapulares. 





Sus partes inferiores y los flancos tienen un color blanco pardusco rojizo con abundantes vermiculaciones finas de color marrón oscuro. 




La cabeza y la nuca son también de color castaño rojizo, pero algo más oscuro y no están vermiculados. 





La garganta y el pecho son de color blanco sucio. 





En la cara destaca la presencia de una gran ceja de color beige pálido que se extiende por detrás del ojo. 





El pico es relativamente largo, fino, muy puntiagudo, está ligeramente curvado hacia abajo y es de color negruzco en la mandíbula superior y de color hueso en la mandíbula inferior. 




El iris de los ojos es de color pardo muy oscuro, casi negro. 





La cola es corta, estrecha, tiene el extremo redondeado y es de color castaño rojizo con muchas barras horizontales marrones oscuras. Cuando se excitan suelen levantar la cola en ángulo recto y moverla nerviosamente. 





Las patas son largas y de color carne o pardo anaranjado. 





Las diferencias entre edades y sexos son muy sutiles y resultan difíciles de reconocer en el campo. En líneas generales, los jóvenes suelen tener el tono rojizo del plumaje más acusado que los adultos. Por la parte inferior son más oscuros que los adultos. Tienen algunas rayas en la cabeza y en la nuca. 




Como ya mencione anteriormente, el canto, tanto del macho como de la hembra, es muy potente para su tamaño y consiste en un trino limpio y sonoro que recuerda al de un canario. Su reclamo de llamada es un chasquido semejante a un traqueteo, tipo “cherrr, cherrr, cherrr”. 






Canta durante todo el año y en la práctica hay que decir que en otoño e invierno lo hace intermitentemente, pero en días soleados con inusitada fuerza. 





Tienen un carácter bastante inquieto y no paran de moverse continuamente entre el matorral, siendo difícil su contacto visual, pero no tanto el auditivo, pues suelen ser bastante ruidosas emitiendo sus cantos y reclamos. 





En el suelo o en las ramas de los árboles puede detenerse un momento para cantar o lanzar su seca y trepidante llamada o voz de alarma, elevando la cola o abriéndola en abanico, con frecuencia moviéndola de uno a otro lado. 





Son unos pájaros muy sensibles al frío por lo que es frecuente encontrarlos agrupados en las cajas nido para dormir y para combatir el frío durante los duros inviernos. En esas circunstancias de frío, también acostumbran a refugiarse en grupos y en huecos de construcciones rurales humanas, en sus nidos abandonados y en los nidos de otras aves como son las golondrinas, ya que la conservación del calor es imperativa para estas aves y los inviernos muy severos les ocasionan fuertes mortandades. 





Su distribución es común en toda Europa. En Asia se extiende desde el norte de Irán y Afganistán a Japón. También está presente en Norteamérica y norte de África. Es migratoria sólo en las zonas más al norte de su área de distribución. 


En España son residentes habituales, pero en la temporada fría sus poblaciones se ven incrementadas con la entrada de invernantes. Están presente en la mayoría del territorio peninsular, Baleares y Ceuta, aunque se presentan de forma más escasa y fragmentaria en la mitad sur de España. Faltan por completo o son muy escasos en las zonas de grandes extensiones cultivadas de La Mancha, Castilla y León, Extremadura, regiones áridas de los valles del Guadalquivir y del Ebro, y subdesiertos de Murcia y Almería. Faltan en las islas Canarias y Melilla. En España habitan dos subespecies: en el norte aparece la “T. troglodytes”, presente en todo el resto de la Europa continental, en tanto que en el centro peninsular se mezcla con la subespecie “T. kabylorum”, distribuida también por el sur de la Península, el litoral mediterráneo, el norte de África y Baleares. 


Sus hábitats preferidos se encuentran en los sotobosques ribereños, zonas de vegetación palustre, bosques caducifolios umbríos con malezas espesas y preferentemente espinosas, zarzales y setos. En el sur de la Península suelen encontrarse en los pinares, alcornocales y encinares con gran cantidad de sotobosque y también en arboledas con espacios abiertos y arbustos espinosos. 





Su alimentación es estrictamente insectívora a base de insectos y sus larvas, así como de arácnidos. También comen semillas pequeñas. 





Su periodo de reproducción abarca entre los meses de abril y julio. Habitualmente realizan dos puestas por temporada. Los chochines son polígamos y un macho se aparea con varias hembras. El macho construye varios nidos mullidos, que obliga a visitar a todas las hembras de la vecindad. 




El nido es una estructura esférica con un agujero en su parte superior que construyen cerca del suelo, entre la maleza de plantas espinosas, en lugares variados, pero siempre en el interior de algún tipo de hueco: entre la leña, en los huecos de los árboles, de las paredes, de los muros o de los taludes. Para su elaboración utilizan hierbas y musgo. La puesta se compone habitualmente de 3-9 huevos y la incubación, que es llevada a cabo en solitario por la hembra, dura entre 16-20 días. Los pollos son alimentados por ambos padres y abandonan el nido cuando tienen unos 15 días de edad. 




Esta paseriforme no presenta particulares problemas de conservación en Europa, aunque localmente pueden darse factores de riesgo relacionados con talas, roturaciones de matorral y degradación de sotos y humedales. El chochín común se encuentra incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.Chochin Común (Troglodytes troglodytes).