domingo, 27 de junio de 2021

Otras aves rapaces en la primavera de Villafáfila (Parte 1 de 2). Mochuelo europeo (Athene noctua), Alimoche común (Neophron percnopterus), Águila calzada ((Hieraetus pennatus), Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus). Aguilucho cenizo (Circus Pygargus)

En mi reciente visita (28/05/2021) al incomparable marco de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila (Zamora) pude observar y fotografiar, entre otras, a un buen número de especies de aves rapaces que en ésta nueva entrada voy a compartir con los que os dignáis a visitar mi blog y que, junto con las que dediqué en mi anterior entrada al Búho campestre (Asio flammeus), vendrían a completar el conjunto de esas aves rapaces o de presa.


Se trata de especies que básicamente las podíamos catalogar como de aves que cazan presas para alimentarse, valiéndose de su pico y de sus garras afiladas que tienen perfectamente adaptados para poder desgarrar y/o perforar la carne de sus víctimas. No olvidemos que el término "rapaz" se deriva de la palabra latina "rapere", que significa, "apoderarse" o "tomar por la fuerza".


La primera ave rapaz que os presento es lo que podríamos decir un clásico de ese emblemático pueblo abandonado, en la actualidad prácticamente derruido en su totalidad, que es Otero de Sariegos. 


Un pueblo ubicado en la comarca zamorana de Tierra de Campos, entre Villafáfila y Villarín de Campos y en donde en la única edificación que actualmente se mantiene aún en pie, la iglesia, acostumbra a dejarse ver desde hace muchos años el Mochuelo europeo (Athene noctua).


Allí, en una pequeña oquedad ubicada en la parte alta de la fachada norte de su antigua iglesia, en la que, como podéis apreciar, en su construcción se utilizó como material constructivo masa de barro (arcilla y arena) mezclado con paja, pude encontrar a éste ejemplar al qué, posteriormente, de nuevo le pude fotografiar en otra edificación medio derruida próxima a la iglesia.


Se trata, como en el caso del Búho campestre, de un ave rapaz nocturna con hábitos también diurnos por el que tengo una especial simpatía, prueba de ello es que le quise dedicar la primera entrada a éste blog hace ya unos cuantos años (finales de 2014) y al que, desde entonces, he querido que figurara como icono de mi blog.


La presencia de la siguiente ave rapaz que ahora os presento me sorprendió inicialmente, ya que se trataba de un Alimoche común (Neophron percnopterus), una especie a la que estoy acostumbrado a ver en su hábitat más habitual que acostumbra a estar cercano a cortados rocosos o zonas escarpadas en donde acostumbra a anidar y en los que tengan en sus inmediaciones de parajes más o menos abiertos, con abundante ganadería extensiva, pastizales, dehesas y matorrales ralos, en los que obtiene habitualmente su alimento.



Como se puede apreciar en las imágenes, se trataba de un ejemplar subadulto, como pone de manifiesto el color blanco muy sucio de su plumaje. 



El característico plumaje de los ejemplares adultos de color blanquecino amarillento algo sucio de la mayor parte de su cuerpo a excepción de las plumas primarias y secundarias que son de color negro, no lo adquieren hasta cumplir los cinco años y hasta entonces, van pasando por varios plumajes de transición que se van aclarando en sucesivas mudas.



Un poco más tarde pude comprobar la posible justificación a su presencia en la zona, ya que en una de las cunetas de una de las sendas transitables, había unos restos de una oveja muerta de los que posiblemente se estuvo alimentando el Alimoche. Los rebaños de ovejas por la zona son bastante habituales.



En cualquier caso, fue toda una alegría poder observar en la zona al más pequeño de los buitres (el buitre sabio) que aún podemos observar el sur de Europa, y digo aún, porque se trata de una especie que en los últimos años ha sufrido un severo retroceso poblacional, pasando de ser un ave carroñera bastante frecuente en el territorio español, a estar incluida en la actualidad, en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “En peligro”. 



La siguiente ave rapaz que puede observar y fotografiar tan sólo testimonialmente, fue a una bella Águila calzada ((Hieraetus pennatuscon su característico y bello plumaje de fase clara (el más frecuente en la especie) que descansaba y realizaba ejercicios con sus alas en lo más alto e una torreta eléctrica cercana a un pequeño bosque de pinos.



Su nombre deriva del gran tamaño de sus calzas o “pantalones” de plumas. El Águila calzada está considerada como el águila más pequeña de Europa y una de las más pequeñas del mundo, de ahí que en muchas ocasiones se le mal denomine como Águililla calzada.



Su hábitat principal son las áreas forestales o semiforestales (pinares, encinares, robledales, castañares, alcornocales, etc.), dehesas, monte bajo, sierras y marismas. Su alimentación se compone normalmente de aves de pequeño o mediano tamaño (palomas torcaces, perdices, mirlos, zorzales, rabilargos, urracas, arrendajos, abubillas o codornices) y de sus huevos. También incluyen en su dieta habitual pequeños mamíferos (conejos) o reptiles (lagartos), batracios e insectos de cierto tamaño (saltamontes y langostas).  Obtiene el alimento de presas vivas, es decir no carroñea. Tiene tres técnicas de caza: Desde el aire en picados, desde posadero al acecho o cerniéndose en laderas como lo hacen las culebreras.



A continuación quiero compartir otro grupo de fotografías que pude realizarle al que está considerado como el más grande de los cuatro aguiluchos de la Península Ibérica, el Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus). Su tamaño es mayor que el del A. Cenizo (Circus pygargus), del A. Pálido (Circus cyaneus) y del A. papialbo (Circus macrourus).



Pude deleitarme viendo como un macho se cernía una y otra vez para intentar capturar alguna presa que estaba siguiendo.



Su vuelo es bajo, como los demás aguiluchos, pero más a menudo lo hace también a mayor altura, en general entre tres y cinco metros sobre el suelo o las plantas palustres, alternando cortos batidos de alas con las mismas muy elevadas.



La hembra adulta es un poco más grande que el macho, y en general de color más pardo oscuro, tanto en la zona dorsal, como en la ventral (menos contrastada).



Se trata de un ave rapaz muy perezosa y apática que no arriesga mucho al cazar, procurando hacerlo sobre presas fáciles como jóvenes aves acuáticas y otras que han sido heridas en las cacerías. Pasa grandes períodos de tiempo posado en el suelo o en arbustos muy bajos y con mucha frecuencia la junto a su pareja.



Se alimenta principalmente de pequeños mamíferos (roedores y conejos), pájaros, aves acuáticas y sus huevos, reptiles y, en menor medida, de peces y anfibios. Ocasionalmente, si escasean las presas habituales, se alimentan de algo de carroña.



Su hábitat está ligado fundamentalmente a humedales, lagunas, marismas, marjales, albuferas y zonas con abundante vegetación palustre (carrizos, eneas, juncos) aunque también puede establecerse en grandes extensiones de cereal. Para cazar suele desplazarse a campos de cultivo, baldíos o pastizales.



Continuando con los aguiluchos, comparto a continuación algunas fotografías que, a pesar de las malas condiciones climáticas (muy nublado, viento y algo de lluvia), pude realizar a otro clásico de esos bellos parajes, el Aguilucho cenizo (Circus Pygargus) .



Existe una cierta dificultad en su correcta identificación, en esta época del año (finales de mayo), ya que su parecido con el Aguilucho pálido (Circus cyaneus), residente habitual durante todo el año en esta zona, es muy importante, e incluso con el mucho más escaso (divagante ocasional) Aguilucho papialbo (Circus macrourus), que junto con el más numeroso Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus) constituyen el póker de aguiluchos de los que habitualmente podemos disfrutar en nuestro país a lo largo del año y en especial en este privilegiado entorno. 



El Aguilucho cenizo (Circus Pygargus) es un ave rapaz de la familia “Accipitridae” de mediano tamaño que vienen a medir entre 40 y 45 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 1,16 m. Como a continuación veremos, no sólo existe un gran dimorfismo sexual en esta especie, sino que además, curiosamente, aunque las hembras son de menor tamaño, su peso (unos 437 gr) es superior que el de los machos (unos 310 gr). 



En la hembra adulta típica por la parte superior, al contrario que el color grisáceo del macho, domina el color pardo rojizo, con abundantes manchas blanquecinas. Destaca en ella, el profuso color blanco del obispillo que es de menor extensión que el del Aguilucho pálido. 



Su alimentación es fundamentalmente a base de pequeños y medianos vertebrados como ratones y topillos, pero también pequeñas aves, pequeños reptiles y anfibios, lombrices y grandes insectos como langostas y saltamontes. 



Cazan sus presas volando a baja altura sobre los campos, pero más a menudo bordeando linderos de tierras de cultivo, orillas de arroyos, carrizales y laderas de colinas, parándose en el aire cada poco trecho, levantando las alas y estirando las patas hacia abajo con las garras abiertas. Cuando captura una presa, permanece un instante en el suelo matándola y levantando a intervalos la cabeza, mirando inquisitivamente a su alrededor hasta que vuela con ella a otro posadero donde la despedaza. 



En lo referente a su comportamiento, decir que es habitual verlos planeando a baja altura, mientras prospecta lentamente el terreno, sobre campos de labor, prados y eriales. Poseen un vuelo grácil, con una batida poderosa y elegante, colocando sus alas en forma de “V” durante los planeos, dando lugar a una silueta muy característica. 



Acuden a nuestro país a reproducirse siendo habituales durante el período estival. Su llegada ocurre entre los meses de marzo-abril. Se distribuyen por la mayoría del territorio peninsular, siendo muy raros en la cornisa cantábrica, en buena parte de Levante y del sureste, así como en las regiones montañosas, donde se ausenta por completo a partir de los 1.200 m de altitud. Ocasionalmente también cría en Baleares, pero falta en Canarias, Ceuta y Melilla. A lo largo de los meses de agosto-septiembre, emigran a territorios transaharianos, donde invernan a lo largo del África occidental.