lunes, 31 de agosto de 2015

La curruca que canta como el mirlo. Curruca mirlona occidental (Sylvia hortensis). Xiblata.

Mi primer encuentro con esta bonita especie a lo largo de este verano he de reconocer que me ha proporcionado una doble satisfacción, ya que al bonito momento de encontrarme con una especie que no había visto hasta ahora, se le añadió la de irme dando cuenta sobre la marcha, de que efectivamente, estaba delante de la famosa Curruca mirlona, más que nada por el capirote oscuro, su peculiar canto y sobre todo, por su característico ojo pálido.





Mientras iba confirmando mentalmente de que, efectivamente, se trataba de esa especie, me iba dando cuenta de los maravillosos posados que me estaba ofreciendo y de la estupenda luz que me acompañaba. Además, era consciente de que encontrarme con esa especie no es precisamente una tarea fácil, ya que es una de las currucas menos conocida y un tanto esquiva. Todo ello en su conjunto, me proporcionó unos momentos de disfrute bastante intensos.





El remate final de esa satisfacción viene cuando, ya una vez en casa, aprecias en el ordenador la belleza de ese bonito pájaro y que la calidad de las fotos conseguidas no está nada mal, siempre claro está, desde mi modesta opinión.





A partir de ese momento, tal como vengo haciendo hasta ahora en la mayoría de las entradas de mi blog, procedo a realizar una revisión más o menos completa de las características y curiosidades de este bello pájaro, para así poderlo conocer mejor y compartir con quien le interese esa información y las fotografías que voy logrando no sin dificultades.





Pues bien, la Curruca mirlona occidental que poco se diferencia de la oriental, pertenece como todas las currucas, al orden de la paseriformes, familia Sylviidae y especie hortensis.





Se trata de la curruca de nuestro entorno de mayor tamaño y corpulencia ya que pueden alcanzar una longitud de unos 15 cm, con una envergadura de alrededor de 25 cm y un peso que puede llegar a los 28 gr. 





Existen unas pequeñas diferencias entre ambos sexos.





Efectivamente, los machos son de color gris oscuro con matices parduscos por la parte superior, mientras que el pecho y los flancos son de color blanquecino con matices ocres rosados y el vientre también blanco, pero con tintes grisáceos y sin estar moteado como en la Curruca mirlona oriental.





Pero tal vez, lo más característico de ellas es la cabeza que es de color gris oscuro y que se separa del resto del cuerpo blanquecino, por una marcada línea oblicua que parte de la raíz del pico y pasando por debajo del ojo y las auriculares, llega hasta la nuca. El capirote es también oscuro y tiene la capacidad de erizarlo ligeramente en ciertas ocasiones. 





La garganta es blanquecina y el gris de la cara por su parte delantera (frente, bridas y auriculares), contrasta con el del resto de la cabeza, al ser más oscuro, casi negro, englobando a los ojos a modo de un antifaz.





Las alas en la zona de los hombros son de color gris oscuro. Las plumas primarias y las secundarias son de color pardo-negruzco con los bordes blanquecinos.





El pico es potente, fino y está algo curvado en su extremo. Es de color gris-azulado con el culmen y el extremo negruzco.





Los ojos tienen el iris de color amarillo pálido y están rodeados de un anillo periorbital de color algo negruzco.





La cola es larga, cuadrangular y de color gris-negruzco, con las rectrices externas de color blanco.





Las patas son medianamente largas y son de color gris pizarra.





Por su parte, las hembras tienen la cabeza y la parte superior de un color más gris-parduzco y en general son menos oscuras que los machos.





Los jóvenes tienen un parecido mayor con las hembras pero la parte superior es de un color pardo más oscuro que el de ellas pero a diferencia de ellas carecen del color negro en la cabeza y el iris es siempre oscuro.





Su vigoroso canto tiene un gran parecido con el del Mirlo, de ahí le viene el nombre de mirlona y consiste en un gorgojeo melodioso y aflautado de tonos graves y ritmo lento que repite con insistencia.




Sus avisos de peligro son, al igual que los de otras currucas, un repetitivo chasqueo tipo “¡¡teck, teck…!!!”, que va alternando con un “¡¡trrrr, trrrr…!!!”.




Están distribuidas fundamentalmente por el suroeste de Europa (Península Ibérica, Italia y sur de Francia) y en el noroeste de África (norte de Marruecos, Argelia y Túnez). Las zonas de invernada se sitúan al sur del Sáhara, entre Senegal y Chad.





Como especie reproductora, tienen una amplia distribución por todo su territorio, sobre todo por la región mediterránea occidental, pero de forma muy escasa en la cornisa cantábrica, Galicia, litoral mediterráneo y en las zonas desarboladas de ambas Mesetas. Se encuentra ausente en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. 





Su número se ve notablemente aumentado durante el período estival y durante los pasos migratorios hacia sus zonas de invernada en el sur del Sáhara. El paso prenupcial se produce entre marzo y junio, con máximos a primeros de mayo, mientras que el postnupcial se registra entre julio y octubre, con máximos en septiembre.





Sus hábitats preferidos son las zonas boscosas poco densas y abiertas como dehesas, pinares, encinares, alcornocales, olivares, etc. También y a diferencia con el resto de currucas, no frecuentan los matorrales y arbustos cerrados, prefiriendo moverse por las ramas y copas de los árboles.





Se distribuye desde el nivel del mar hasta los 1.500 metros de altitud (Sierra Nevada), aunque resulta escasa por encima de los 1.000 metros.





La base de su alimentación es de tipo insectívora; arañas, orugas, saltamontes, chinches, lepidópteros, etc., que complementa ocasionalmente con bayas y frutos silvestres (moras, saúcos, lentiscos, etc.).





Desde finales de abril hasta el mes de julio podemos observar a las Currucas mirlonas emparejadas y delimitando sus territorios de cría e iniciando conjuntamente la construcción del nido que con forma de un pequeño cuenco, sitúan a baja altura en la espesura de un arbusto o árbol. Para su construcción utilizan pequeñas ramas, tallos secos, raicillas y hierbas secas que después tapizan con plumón vegetal y pelos.





Acostumbran a realizar una única puesta por temporada año y solo de manera ocasional pueden hacer dos. La puesta se compone habitualmente de 3-6 huevos y la incubación que lleva a cabo fundamentalmente la hembra, dura 12-13 días aproximadamente.





Las crías son cuidadas y alimentadas por ambos padres y abandonan el nido cuando tienen unos 12 días de edad pero siguen siendo atendidas por los padres durante aproximadamente, una semana más.





A la Curruca mirlona no se la considera una especie amenazada, ni se conocen con precisión sus problemas de conservación en España ni en los cuarteles de invernada. Lógicamente, la desaparición de dehesas y otro tipo de bosques abiertos, la construcción de infraestructuras, el desarrollo urbanístico y la intensificación agrícola o ganadera pueden influir en la pérdida de su hábitat. 





El Catálogo Nacional de Especies Amenazadas la clasifica como “De interés especial”.