Para cualquier aficionado a la observación y fotografía de aves, tener la posibilidad de encontrarse con la más grande de las rapaces nocturnas europeas, es una experiencia que difícilmente podrá olvidar.
Si además ese encuentro ocurre con la luz de día, en medio del campo, con un ejemplar totalmente silvestre (no de cetrería, ni de propiedad privada) y a escasos metros de distancia, la experiencia se convierte en inolvidable.
Anteriormente, allá por 2014, tuve la oportunidad de poder observar a esta increíble rapaz nocturna, a una más que considerable distancia, en el P. N. de Monfragüe (Cáceres), donde acostumbra a criar todos los años. Entonces, tan sólo pude obtener alguna fotografía testimonial de esa observación.
La experiencia actual tuvo lugar el pasado lunes 10 de abril de 2023, cuando andaba de pajareo a eso de las 19:00 h por una de las muchas dehesas cercana a un humedal entre los términos municipales de El Escorial y Zarzalejo (Sierra de Guadarrama. Madrid) a la que se accede por una conocida vía pecuaria.
Mientras me encontraba solicitando permiso al capataz de una finca que allí se encontraba, para que me permitiera poder observar y realizar alguna fotografía en una pequeña laguna que existe dentro de esa propiedad privada, nos pegamos un buen susto al percatarnos que a escasos metros de entre unas rocas cercanas, echaba a volar un ave impresionantemente grande que inmediatamente pudimos identificar como un Búho real.
A toda prisa Intente obtener alguna fotografía de ese increíble encuentro esperando que, al remontar el vuelo, pudiera obtener alguna fotografía volando cuando se alejara de la zona, pero no conseguí ver ese alejamiento porque realizó un vuelo relativamente corto posándose en otro grupo de rocas cercano.
Animado por mi acompañante, que no salía de su asombro al haber tenido tan cerca a esa increíble ave, nos acercamos a la zona donde intuimos que se había posado de nuevo y allí en lo alto de una roca, a muy escasos metros de nuestra posición, nos encontramos de sopetón con la impresionante figura de éste precioso Búho real.
Nos quedamos medio paralizados para no asustarle y yo inmediatamente intenté conseguir realizarle alguna fotografía antes de que, presumiblemente, se fuera de nuevo. Para conseguirlo, tuve que reducir al máximo la distancia focal que me permitía mi teleobjetivo, para evitar así que se saliera del encuadre.
Increíblemente, en todo momento él búho parecía estar tranquilo a pesar de nuestra cercanía y tras unos cuantos minutos que dedicó a observar el nuevo entorno que le rodeaba, decidió abandonar de nuevo esa posición y trasladarse al interior de un cercano arbusto que me pareció se trataba de un enebro.
Allí quedó medio oculto en el interior de ese frondoso arbusto, pero, inevitablemente, esos maravillosos y enormes ojos de color anaranjados, le delataban fácilmente.
Al ver ese extraño comportamiento, enseguida llegamos a la conclusión de que la causa de que no huyera más fácilmente de la zona podría ser debido a que tuviera algún tipo de lesión en alguna de sus alas.
Ante esa más que factible posibilidad de que el ave estuviese herida, llegamos a la conclusión de que dejarle allí tirado podría tener un trágico final, ya que tal como me comentaba mi compañero, por allí abundan los zorros y los meloncillos (mangosta) y si no era capaz de volar con soltura sus posibilidades de supervivencia serían escasas.
Tras unos minutos de deliberación, mi compañero de experiencia se ofreció a intentar capturarle del interior de ese arbusto, mientras yo intentaba atraer su atención en la dirección contraria a la que él pretendía abordarle, echándole por encima la única prenda de tela de la que disponíamos y que tan solo se trataba de una sudadera.
Tras lanzársela para intentar impedirle la visión sin que obtuviera unos buenos resultados, decidió con un enorme arrojo, meter los brazos en el arbusto y atraparle con una gran facilidad.
He de reconocer que yo tenía los vellos de punta ante la posibilidad de que mi compañero fuera atacado por esa enorme ave, máxime si estaba herido y se viera acorralado, pero su valentía y gran destreza me dejo totalmente sorprendido y al poco tiempo consiguió inmovilizarle las garras y sujetarle con las alas plegadas.
Yo inmediatamente me puse en contacto telefónico con la guardería forestal de la zona para informarles del suceso y del posible mal estado del ave y, si lo considerasen oportuno, trasladarle a un centro de recuperación de aves (GREFA) que hay en la localidad cercana de Majadahonda (Madrid).
Tras acordar un punto de encuentro cerca de la carretera más próxima me informaron que en pocos minutos se personarían allí.
Durante aproximadamente 15 minutos de espera hasta que se personaron dos agentes forestales, tuve la oportunidad de conseguir un buen puñado de fotografías de ésta impresionante ave, en la que se puede apreciar su enorme belleza con el máximo detalle. No portaba anilla de identificación alguna.
Tras introducirle en una caja de cartón nos confirmaron que lo trasladarían a ese conocido y especializado centro de recuperación de aves.
He querido esperar unos días en compartir estas fotografías en mi blog para poder tener la información del estado de ese búho y de las posibles lesiones que pudiera tener.
Según me informaron telefónicamente el ave había sufrido una electrocución habiéndole afectado a una de las garras y presumiblemente también algo a la visión, aspecto éste que puede suponerle una seria merma para poder retomar su libertad, ya que como la mayoría ya conoceréis, estas aves se valen de su gran sentido de la vista y del oído para conseguir capturar a sus presas.
También me informaron de que no presentaba problemas en sus alas y si algo de deshidratación y de hipotermia, así como que nuestra actuación había sido en todo momento la correcta ya que si no lo hubiéramos capturado sus posibilidades de recuperación hubiesen sido muy escasas. Nosotros no pudimos identificar externamente (en vivo o en las cercanas fotografías) ningún signo de lesión aparente, ni en sus garras, ni en sus ojos.
Aprovecho la ocasión para destacar algunas de las peculiaridades más llamativas de esta especie de ave rapaz nocturna y que nos permitirá conocerla mejor. El Búho real (Bubo bubo) es la más grande de las rapaces nocturnas europeas. Su envergadura alcanza los 1,80 m y pueden llegar a medir hasta los 75 cm de longitud. Su peso puede llegar hasta los 4 Kg. No existe dimorfismo sexual en esta especie aunque, al igual que ocurre con la mayor parte de las aves rapaces, las hembras por lo general son algo más grandes que los machos.
Además de su gran corpulencia y robustez, destacan especialmente de su anatomía su voluminosa cabeza rematada por largas “orejas” (penachos cefálicos) en la que resaltan unos bellos y grandes ojos de color naranja intenso que tienen una disposición frontal.
A propósito de sus ojos comentar la curiosidad de que no tienen ningún tipo de movilidad. Están muy próximos entre sí, y siempre miran de frente, por lo que para apreciar lo que tiene a su alrededor, el búho debe girar toda la cabeza pudiendo llegar a girarla hasta los 270º en ambas direcciones (derecha e izquierda) e incluso hacia arriba y hacia abajo (con un ángulo de 90 grados). La manera como consiguen hacerlo es sumamente compleja, aunando las 14 vértebras de su cuello con orificios muy amplios y con la existencia de arterias expandidas.
Esos grandes ojos están protegidos por tres párpados. Son dos párpados externos y uno interno. Con el superior parpadea, con el inferior duerme y con el tercero, que se cierra de forma interna, se limpia los ojos.
También llaman la atención unas potentes patas emplumadas rematadas por unas fuertes garras de color pardo anaranjado claro que están provistas de unas grandes y afiladas uñas de color negro. Esas garras combinadas con su corto pero potente pico, lo hace un depredador letal, capaz de apresar piezas de un tamaño considerablemente superior al suyo propio.
Otra de las curiosidades de los búhos que llama la atención, es que es la única especie de ave que no tiene buche, así que lo que come pasa a ser digerido inmediatamente. Al cabo de unas horas regurgitan unas bolas (egagrópilas) formadas por huesos, pelos y plumas que su estómago no ha podido digerir.
El Búho real (Bubo bubo) es una especie de ave “estrigiforme” de la familia “Strigidae”. También es conocido como el “gran duque” de los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. Su denominación científica deriva de la onomatopeya de los sonidos que emite, que suena como su denominación “bubo, bubo”. Tanto machos como hembras, estas con una voz algo más aguda, emiten un profundo y grave “buhuu”, que puede escucharse a gran distancia. Durante la época de celo, las parejas se contestan con una serie más rápida de notas cortas, terminadas con el reclamo típico: “bu-hu-hu-hu, buhuu”.
En cuanto a su distribución decir que están presentes en Europa, Asia y norte de África.
En nuestro país se encuentra ésta especie se encuentra bien repartida por prácticamente toda la Península, aunque escasea o falta en la región cantábrica y en el cuadrante noroeste, así como en la franja pirenaica, en las regiones más intensamente cultivadas de ambas Castillas y el valle del Guadalquivir. Se halla ausente en los dos archipiélagos, Ceuta y Melilla. En España son residentes habituales y aunque son sedentarios los ejemplares jóvenes realizan movimientos de dispersión.
Tienen un carácter reservado y solitario, pudiéndose instalar en los más diversos hábitats, desde los bosques hasta las estepas, la tundra e incluso los terrenos semidesérticos aunque prefieren los cortados rocosos próximos a terrenos de labor e incluso a los vertederos de basuras.
El búho real tiene una actividad principalmente nocturna, como la mayoría de las especies de búhos, con los principales focos de actividad en las primeras horas después del atardecer y las últimas horas antes del amanecer.
Esta habilidad para cazar prácticamente en una oscuridad total, es clave para su supervivencia y es posible gracias al elevado desarrollo de sus sentidos de la vista y el oído.
Su vuelo es tremendamente silencioso debido a que sus plumas rémiges tienen los bordes desflecados que minimizan la fricción del aire, evitando el más mínimo ruido que pueda alertar a sus presas. Además poseen unas alas amplias que les permiten planear y minimizar el aleteo, que es lo que crea la mayor parte del ruido de un ave voladora.
Los búhos, como otras rapaces, tienen posaderos habituales desde los que otean la actividad a su alrededor, esperando que una presa delate su presencia, momento en el que caen desde el cielo en perfecto silencio.
Su dieta se compone de pequeños mamíferos, principalmente roedores, aunque también cazan aves y más raramente peces, anfibios o insectos. Son capaces de matar a otras rapaces, a otros búhos, zorros e incluso crías de ciervos.
Los búhos han adquirido para los humanos un simbolismo próximo al misterio, la magia y la brujería. Para algunas culturas es un animal sagrado símbolo de la sabiduría e incluso de las ciencias médicas, para otras, todo lo contrario, siendo un animal temido por considerarlos seres asociados al mal.
Los búhos no tienen depredadores naturales, estando su población limitada por la acción del hombre. Las poblaciones de búho se recuperan en territorios que quedan despoblados. La disminución de su presa fundamental (el conejo), los accidentes con tendidos eléctricos, los atropellos y la caza furtiva constituyen sus principales problemas de conservación.