Hace ahora aproximadamente un mes que tuve la oportunidad de poder disfrutar observando y fotografiando a la protagonista de ésta nueva entrada, un ejemplar de primer invierno de Collalba isabel (Oenanthe isabellina). Una preciosa ave paseriforme que en nuestro país está considerada como una rareza ocasional, ya que sus avistamientos en España no sobrepasan la veintena de casos desde que se hacen registros (Lista de las aves de España. Edición de 2022 de la SEO BirdLife).
Desde que fue localizada el pasado 19 de noviembre por Manuel Antonio Suárez Caballero en un prado costero cercano a la playa de Verdicio (Gozón-Asturias), hemos sido muchos los aficionados que disfrutamos de su presencia.
Como si de una “estrella” de cine se tratara, si en las últimas semanas te das una vuelta para ver que publican las redes sociales y los blogs de “pajareros” de Asturias y alrededores, no es nada extraño encontrar a nuestra ave “estrella” a la que la mayoría dedican una entrada.
A éste respecto, yo no he querido perder esta oportunidad y, aunque un poco más tarde que los demás, me quiero sumar a esos muchos aficionados al pajareo y compartir con los que os dignéis a visitar mi blog, las fotografías que a mí más me han gustado de las muchas que le he podido realizar a nuestro pájaro “estrella”.
Nada más localizarla, inmediatamente me llamó la atención la gran confianza que, al igual que otras aves no acostumbradas a la presencia humana, ponía de manifiesto. En ocasiones, era ella por su propia iniciativa, la que se aproximaba a escasos metros de nuestra posición y a la de otros aficionados con los que pude compartir esos momentos difíciles de olvidar.
Compartía ese reducido hábitat del prado costero, con un pequeño grupo de bisbitas pretenses y con algún que otro Colirrojo tizón a los que disputaba por momentos las mejores zonas para alimentarse de insectos e invertebrados.
En otras ocasiones tenía por costumbre desplazarse al arenal playero para descansar y aprovechar los escasos rayos de sol que aparecían.
Como acostumbra a ser habitual y característico de ésta especie, se la podía observar adoptando su típica postura erguida valiéndose de sus alargadas patas.
Ni que decir tiene que los momentos más fotogénicos se daban cuando se acicalaba su bello plumaje.
Aunque tampoco estaba nada mal cuando ahuecaba el plumaje corporal para guarnecerse del frío a la vez que encogía su cuello, dando la apariencia de una verdadera bola de suaves y esponjosas plumas.
Otro de los posaderos habituales que frecuentemente utilizaba eran las estacas que delimitaban el prado y que me permitieron conseguir unos fondos más homogéneos y desenfocados.
También le gustaba utilizar las cercas de alambrada existentes por la zona, para descansar y acicalar su plumaje.
Entrando en materia para conocer las principales características de ésta bella Collalba isabel (Oenanthe isabellina), decir que se trata de una especie de ave paseriforme de la familia “Muscicapidae”, aunque antes su género (Oenanthe) se clasificaba en la familia “Turdidae”. Vienen a medir unos 15-17 cm de longitud pudiendo alcanzar los 27-31 cm de envergadura. Su peso puede llegar a los 30 gr. Existe un mínimo dimorfismo sexual en esta especie.
Como muchos de vosotros ya sabréis, el nombre común de la collalba se debe al color blanco de la cola (“colla” “alba”) y del obispillo que se hacen muy visibles en vuelo, pero que habitualmente permanecen ocultos en reposo. Por su parte el nombre científico (Oenanthe) tiene un origen curioso: “Oenanthe” viene del griego antiguo “Oen” (vid) y “ante” (flor): es decir, “flor de la vid” haciendo alusión a que estas aves regresan en su migración al mediterráneo cuando las vides florecen.
Lo que a mí particularmente de entrada me ha llamado la atención ha sido la procedencia del “apellido” de su denominación común, es decir lo del término isabel. Pues bien, tras informarme al respecto he podido averiguar que ese término “isabel” no proviene, como parecía aparentar, de ningún personaje más o menos relevante, sino de la coloración general de su plumaje.
“Isabelle” (versión francesa) e “isabella” (versión alemana) de la palabra, es un color amarillo grisáceo pálido, leonado pálido, marrón crema pálido o pergamino. Se encuentra principalmente en la coloración del pelaje de los animales, particularmente en el color del plumaje de las aves y, en Europa, en los caballos.
Está descrito el isabelinismo como un trastorno genético de la pigmentación que se observa en las aves. Su denominación se deriva de la palabra color y es una forma de leucismo causada por una reducción uniforme en la producción y expresión de melanina, lo que da como resultado áreas del plumaje en la parte posterior del ave, normalmente negras, muy descoloridas, o isabelline, en apariencia.
El origen de la palabra no está claro; la incertidumbre provocada por esto ha generado varios intentos de proporcionar una etimología y ha dado lugar a una leyenda destacada. El primer uso registrado de “isabella” como el nombre de un color en inglés fue en el año 1600, para describir un artículo en el inventario de vestuario de Isabel I de Inglaterra.
Se han propuesto algunas teorías sobre el origen del nombre del color. Según una leyenda popular, el nombre proviene de la Infanta Isabel Clara Eugenia de España; Durante el asedio de Ostende, que comenzó en julio de 1601, se afirma que Isabel juró no cambiar su “turno” (una espacie de camisola interior que se usaba junto a la piel para proteger la ropa del sudor y los aceites corporales) hasta que terminara el asedio, esperando una rápida victoria para su esposo, el archiduque Alberto de Austria. Dado que el asedio duró más de tres años y finalmente terminó en septiembre de 1604, se afirma que la decoloración de su “turno” en ese intervalo llevó al nombramiento del color. Sin embargo, esta teoría fue descartada por el Oxford English Dictionary ya que la palabra estaba en uso antes de que comenzara el asedio.
Una variación de la leyenda se refiere a Isabel I de Castilla y el asedio de ocho meses de Granada por parte de Fernando II de Aragón a partir de abril de 1491. Este asedio terminó en enero de 1492 y nuevamente se dice que resultó en un cambio desgastado perteneciente a una Isabel.
Como se puede apreciar en las siguientes imágenes, la Collalba Isabel (Oenanthe isabellina) guarda un considerable parecido con su pariente la mucho más habitual en nuestro entorno, Collalba gris (Oenanthe oenanthe) cuando luce su plumaje otoñal. A éste respecto adjunto alguna de las últimas fotografías que de la Collalba gris pude obtener en el pasado mes de septiembre en la zona del cabo Peñas.
Machos y hembras de ésta especie guardan un gran parecido, pero ellos tienen el plumaje en general más contrastado. Un plumaje que por la parte superior es de un color pardo arenoso claro (Isabel), excepto el obispillo que es blanco.
Por la parte inferior son de color blanco cremoso con unos tintes ocráceos más intensos en la zona lateral del cuello, en el pecho y en los flancos.
Las alas son anchas, algo redondeadas y de color pardo arenoso claro con las plumas del álula de color negro que contrastan mucho con las del resto del ala. Ésta es una característica peculiar de ésta especie.
La cola es medianamente larga y de color blanco con un dibujo negro en forma de “T” invertida que en su inicio en la base de la cola (donde acaban las rectrices centrales) es muy corto, pero que termina en una franja terminal negra muy ancha.
La cara es de un color arena-ocráceo claro con una mancha parduzca amarillenta en la zona de las auriculares. Presentan una gruesa brida de color negro en los machos (más marcada) y parda en las hembras, que va desde el pico hasta el borde anterior del ojo. También tienen una lista superciliar o ceja que resulta más blanca y ancha por delante del ojo que por detrás, al revés de lo que sucede con la Collalba gris.
El píleo es de color pardo arenoso oscuro.
La garganta y la zona por debajo de la brida, junto a la base de la mandíbula inferior, son de color blanco.
El pico es corto, fino, puntiagudo y de color negro. Como puede apreciarse claramente en varias fotografías, a éste ejemplar le falta el extremo distal de la parte superior del pico.
Los ojos tienen el iris de color marrón oscuro y están bordeados por un fino anillo periocular de color blanquecino.
Como ya comenté antes, otra característica de esta especie son las patas largas (tarsos) y de color negro.
El área de reproducción de la Collalba isabel se encuentra en Eurasia, desde puntos del sureste de Europa, como Grecia y Ucrania, hasta Mongolia, la región de Transbaikalia (Siberia) y el norte de China. Es una especie muy migradora, e inverna en el Sahel, África oriental, Arabia, Oriente Medio y el noroeste del subcontinente indio.
En España apenas hay 20 citas y está considerada como una rareza ocasional, siendo las citas muy escasas y restringidas a zonas costeras.
Su hábitat de reproducción es en zonas abiertas de clima cálido y seco (estepas, semidesiertos y bordes de desiertos) y, preferentemente, en terreno llano u ondulado.
Se alimentan fundamentalmente a base de insectos y sus larvas, sobre todo hormigas y coleópteros, así como de lombrices.
Su periodo reproductivo va desde abril a junio pudiendo llegar a realizar dos puestas por temporada. Construyen el nido en algún agujero del suelo o en las madrigueras abandonadas de los roedores, como son las ardillas terrestres; para su elaboración utilizan hierbas y pequeños palitos, después lo tapizan con pelos y plumas. La puesta se compone habitualmente de 4-7 huevos y la incubación dura 14 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido alrededor de los 15 días de edad aunque siguen siendo atendidas por los padres durante unos 15 días más.
Muy bueno José Ignacio, fotos estupendas y muy didáctico.
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