domingo, 17 de enero de 2021

Desde Norteamérica a Avilés (Asturias), un año más fiel a su cita invernal. Gaviota de Delaware (Larus delawarensis).

No podía dejar pasar la ocasión para, un año más, dejar constancia en mi blog de la visita de una atípica gaviota muy viajera que por cuarto año consecutivo la tenemos de visita en un pequeño parque urbano del centro de Avilés (Asturias). 



Todo hace pensar que tras su llegada a finales del mes de diciembre pasado, permanezca entre nosotros hasta el inicio de la temporada primaveral, cuando se supone que volverá a su lugar de procedencia situado en una amplia franja de la costa Este entre Estados Unidos y Canadá, su lugar de cría. 



Fue a mediados de diciembre de 2017, cuando era una joven gaviota que lucía un plumaje propio de primer invierno con un cierto parecido al de la Gaviota cana (Larus canus), mucho más frecuente en Europa, y con la que incluso se la podía llegar a confundir. 

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

Gaviota cana de primer invierno (diciembre 2020)

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

Gaviota cana de primer invierno (diciembre 2020)

Las principales diferencias de la Gaviota de Delaware con la gaviota cana con la que guarda su mayor parecido (no sólo en el tamaño), sobre todo con el plumaje del primer invierno, se pueden resumir como: 

La G. cana tiene el dorso de un color gris azulado más oscuro que el de la G. de Delaware 

La cabeza de la G. cana está menos moteada que en la G. de Delaware. 

El pico de la G. Cana es más estrecho y de color rosado más apagado, así como la franja transversal negruzca. En la G. de Delaware están mucho más marcados y contrastan más. 

Los ojos de la G. Cana son más redondeados y tienen el iris oscuro, mientras que en la G. de Delaware son un poco más rasgados y con el iris más claro. 

Como se puede apreciar en las imágenes, la Gaviota de Delaware en ese su primer invierno (julio-abril), tienen el dorso de color pardo grisáceo y de aspecto escamoso. El panel alar es de color gris muy pálido. Habitualmente presentan en las escapulares, algunas marcas oscuras en forma de medialuna. Las plumas terciarias tienen los bordes pálidos finos. La cola muestra un patrón variable con una banda terminal oscura bien definida. 

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

En la cabeza, cuello y pecho presentan estrías muy uniformes. La frente y la garganta son de color blanco. Su grueso pico, tiene la base rosada que le hace contrastar notablemente con la punta negra. El iris es pardo oscuro. Las patas son rosáceas. 

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

Gaviota de Delaware de primer invierno (diciembre 2017)

Al año siguiente, a mediados del mes de diciembre de 2018, nos volvió a visitar, pero como es lógico, luciendo un plumaje de segundo invierno (septiembre-abril), muy parecido al del ejemplar adulto en esa época invernal, con la excepción de que las puntas de las alas presentaban manchas negras más extensas. Las puntas de las primarias son blancas. 

Gaviota de Delaware de segundo invierno (diciembre 2018)

Gaviota de Delaware de segundo invierno (diciembre 2018)

A veces mantiene algunas plumas pardas en las alas y la cola. El pico adopta una apariencia tricolor, siendo amarillo con la base rosada y la punta color marfil. El iris de sus ojos es de color amarillo parduzco más oscuro que en el adulto. 

Gaviota de Delaware de segundo invierno (diciembre 2018)

Gaviota de Delaware de segundo invierno (diciembre 2018)

Posteriormente, el día 30 de noviembre de 2019 se la volvió a detectar en el mismo parque de Ferrera (Avilés). Se trata de un parque público de estilo inglés situado en pleno centro de Avilés (Asturias) en donde se puede disfrutar de una gran arboleda, zonas amplias de pradera, jardines y un pequeño estanque con patos, ocas que comparten con un buen número de gaviotas que aprovechan el alimento que con frecuencia les proporcionan los viandantes.

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2019)

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2019)

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2019)

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2019)

Al parecer, nuestra protagonista se encuentra lo suficientemente a gusto en ese parque como para cada temporada invernal volver a él y eso a pesar de que son relativamente frecuentes los escarceos de los perros sueltos que acechan a todo tipo de aves sin que sus dueños los controlen, así como el acoso casi constante que el resto de gaviotas de las denominadas como “grandes” realizan a la buena de la Gaviota de Delaware. Ante semejante situación, uno no llega a comprender como puede tener ganas de realizar semejante viaje, todos los años, para venir a ese pequeño parque. 



Ante un caso como el de ésta gaviota que teóricamente se desplaza todos los años a nuestro país a pasar el invierno, uno enseguida se plantea el gran dilema de si realmente podemos afirmar tal circunstancia, o por el contrario, tal vez esta gaviota cuando llega la primavera, retorne a otro lugar más septentrional de Europa, donde se reproduzca y permanezca el resto del año en compañía de otras especies de gaviotas afines. 



Evidentemente, eso no lo podremos conocer con seguridad mientras no se produzca a su marcaje (anillamiento, emisor satélite con o sin GPS o por geolocalizador) aunque todo apunta a que, efectivamente, es muy probable que, año tras año, la mayoría de esos escasos casos de migradoras de larga distancia, realicen ese largo viaje debido a un cierto marcaje genético que desde que son jóvenes les hace migrar a nuestras latitudes cada año. 



Se podría pensar que, al igual que supuestamente ha ocurrido con otras especies de aves de Norteamérica que cada año nos visitan en nuestras costas asturianas, su llegada se asocia a fuertes temporales habituales en ésta época del año que les hace desviarse de su ruta migratoria hasta llegar a nuestras costas, pero el caso de nuestra protagonista es diferente ya que es el mismo ejemplar el que, año tras año, nos visita en un área muy pequeña y concreta, el parque de Ferrera de Avilés. 



Aunque parezca increíble, la opción que lo expertos consideran como más plausible es la de que, efectivamente, todos los años realice ese largo periplo migratorio desde Norteamérica a nuestro pequeño parque, al igual que lo hacen otras muchas especies migradoras de largo recorrido y de cuyas proezas, hemos dado cuenta, siempre que hemos podido en este blog. 



La presencia de gaviotas de Delaware en Asturias se ha dado desde hace tiempo, aunque siempre en escaso número. Las localizaciones que yo recuerde más habituales en los últimos años habían sido fundamentalmente en Gijón (Parque de Isabel la Católica, playa de San Lorenzo, río Piles y puerto del Rendiello), así como en la playa de Bañugues o en Moniello (Gozón. Asturias), e incluso creo recordar que también se vio, en Trasona (Corvera), Playa de la Griega (Colunga), ría del Eo y Ribadesella, pero, hasta que hace cuatro años llego nuestra protagonista, no tengo idea de que existieran registros en Avilés. 



El caso es que nuestra entrañable gaviota, llegada la temporada de otoño/invierno debe realizar un largo viaje de cerca de 5.000 Km, cruzando el Atlántico hasta llegar a Avilés (Asturias), ya que se trata de una especie neártica que se distribuye desde el norte de California (EE.UU.) hasta la Columbia británica (Canadá), y desde la región de los Grandes Lagos hasta Terranova (Canadá). 


Normalmente, durante la época invernal, esta gaviota se desplaza al sur de sus lugares de nidificación, distribuyéndose por Estados Unidos, Golfo de México, Mar Caribe y Centroamérica, aunque desde mediados de la década de los 70 se ha convertido en un vagabundo regular por el Oeste del Paleártico, apareciendo cada vez más regularmente en Europa occidental, especialmente en Reino Unido, donde se ha registrado su presencia durante todos los meses del año, pero también en Francia, Portugal y España. 


Aunque en España su primera cita fue de un ave capturada accidentalmente en una red de pesca el 18 de enero de 1951 (Vigo, Galicia), es desde los años 70, cuando su aparición comenzó a ser cada vez más frecuente y en las siguientes tres décadas, el número acumulado de aves vistas en esos países fue aumentando llegándose a acercar a los dos mil avistamientos. Por este motivo, esta gaviota fue eliminada de las listas de rarezas de los países citados. En España estuvo considerada como rareza hasta el año 2006. 



La distribución y fenología en la Península Ibérica es la típica de las gaviotas neárticas (que se reproducen en América del Norte), con máxima presencia en las costas del noroeste durante el invierno. Las regiones que acumulan más citas son Asturias y Galicia, estando también presente, aunque en escaso número, en las costas mediterráneas y de Andalucía occidental. La Gaviota de Delaware es la gaviota neártica observada en mayor número en Europa Occidental. 



La mayoría de los registros que se han citado en España, corresponden a ejemplares de primer invierno y aunque se recogen datos para todos los meses, estos se acumulan en invierno (entre noviembre y abril, con un pico en enero). Se ha podido comprobar que algunas parecen regresar a los mismos lugares en inviernos sucesivos, por lo que a la hora de censarlas, se podrían dar duplicaciones. 



La Gaviota de Delaware (“Larus delawarensis”) es un ave “Charadriiforme” de la familia “Laridae”, género “Larus”, que proviene del término griego “laros, -ou”, gaviota y de la especie “delawarensis”, es decir, del estado norteamericano de Delaware (Estado de Ohio). Se trata de una especie monotípica. 


Es una gaviota de mediano tamaño que vienen a medir unos 46-54 cm de longitud, con una envergadura de entre 112-124 cm y un peso de unos 550 gr, aproximadamente. Hasta el tercer año de su vida, no alcanza su plumaje de adulto. Los machos son, aproximadamente, un 7% más grandes que las hembras. 



En temporada invernal (agosto-abril) el plumaje del adulto tiene la cabeza, cuello, partes inferiores y la cola de color blanco. 



La cabeza muestra un rayado oscuro más intenso en la nuca y alrededor de los ojos 



Por su parte, el dorso es de color gris pálido, con las puntas de las alas negras y las “ventanas” blancas, de esas puntas de las alas, son de reducido tamaño. 



Las partes desnudas son más apagadas adquiriendo un tono más gris verdoso. 



Presenta una característica franja o anillo negro subterminal en su grueso pico, de ahí su denominación en inglés “Ring billed gull”, o lo que es lo mismo, “Gaviota de pico anillado”. 



En esta edad adulta, los ojos tienen el iris de color amarillo pálido, así como las patas. 



En verano (marzo-octubre), presenta un anillo ocular rojo, mientras que el pico y las patas se tornan más brillantes. 



En esta edad presenta un cierto parecido con la Gaviota cana (“Larus canus”) aunque la Gaviota de Delaware es algo más corpulenta, con las partes superiores de un gris más claro, “espejo” blanco más pequeño en la punta negra de las alas, con el pico más grueso y con la característica banda transversal negra cerca del extremo del pico (también puede presentarlo la Gaviota cana). Las patas son amarillas, al igual que el iris de los ojos (marrón en la G. cana). 

Gaviota cana plumaje de adulto (diciembre 2020)

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2020)

Gaviota cana plumaje de adulto (diciembre 2020)

Gaviota de Delaware plumaje de adulto (diciembre 2020)

Su voz es un “caiou” estridente, un “ka-ka-ka” y una serie de notas muy agudas. (enlace), (enlace 1)



La Gaviota de Delaware acostumbra a alimentarse de forma oportunista a base de invertebrados acuáticos y terrestres (cangrejos, lombrices de tierra e insectos), peces, aves y sus huevos, grano, basura y pequeños mamíferos. Lo hace tanto en zonas abiertas, como estuarios, lagos, praderías y vertederos. 



Sus técnicas de alimentación son variadas, recogiendo sus presas mientras vuela, camina o nada. A menudo se zambulle desde pequeña altura o desde la superficie. Se han registrado comportamientos de cleptoparasitismo, es decir, que se aprovecha de presas o alimentos que otro animal ha capturado. También tienen la costumbre de seguir a barcos de pesca y tractores de los arados. 



Se trata de una especie migratoria, invernando a lo largo de costas, estuarios, puertos, ríos, embalses, vertederos y colectores de aguas residuales. Ocupa sus lugares de cría desde principios de abril y los abandona desde mediados de julio. 



Normalmente cría cerca del agua (salada, salobre o fresca) en islotes de lagos y en praderas húmedas, tanto de la costa, como en el interior. Forma grandes colonias. Los nidos son construidos por ambos miembros de una pareja reproductora. Construyen un voluminoso nido en el suelo cerca de rocas, maderas o vegetación y para ello utilizan material de plantas muertas, incluyendo ramitas, ramas, hierbas, hojas, líquenes y musgos. Los nidos pueden estar intercalados con los de otras aves acuáticas y son reutilizados año tras año. En él deposita 2-4 huevos, que incuban, tanto el macho como la hembra, durante 25-28 días. Los pollos vuelan a los 37 días y alcanzan la madurez sexual al cabo de 3 años de edad. 



En lo referente a su estado de conservación, comentar que a nivel global, según los criterios de la UICN (Birdlife Internacional, 2010) se la considera una especie de “Preocupación menor”, debido a su amplio rango de distribución, la tendencia positiva de su población y el tamaño de la misma que está estimada entre un total de 1,5-2 millones de parejas reproductoras. En España, donde es una especie invernante con una población residual, no se la considera amenazada según la aplicación de los criterios de la UICN.

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