martes, 24 de septiembre de 2019

Al acecho y con sus mejores galas. Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides). Garcina de Cámbaros.

Se nos acaba de terminar el verano y con ello dejamos atrás una bonita estación en la que hemos podido disfrutar de un buen número de especies a las que sólo podemos observar a lo largo de la primavera/verano ya que posteriormente se desplazan a territorios africanos a pasar el otoño/invierno. 




Tan sólo en algunas localizaciones muy concretas de nuestro país permanecerán durante todo el año un buen número de especies entre las que se encuentra la protagonista de esta entrada, la Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides). Se trata de una bella y escasa especie de ave zancuda a la que los que vivimos en el norte peninsular difícilmente podremos observar en cualquier época del año, a no ser que nos desplacemos a zonas muy concretas del resto de nuestro territorio peninsular. 




La primavera/verano es además una temporada que, para los que nos gusta la fotografía de la naturaleza y de las aves en particular, tiene otros alicientes como es el hecho de que los “días son más largos” y la luminosidad es mejor, lo cual te permite mejorar las imágenes que ocasionalmente puedes realizar utilizando las velocidades de obturación más altas. 




Otra de las grandes ventajas que tiene la primavera/verano es que las aves hacen exhibición de sus mejores galas para atraer a su sexo contrario, lo cual incrementa notablemente la belleza de las imágenes que en un momento dado podamos tomar. Además, las aves en general, se exhiben mucho más y las podemos observar despreocupadas por su seguridad y lanzando sus trinos y reclamos al descubierto desde sus perchas.




En el caso del ave que hoy presento, la Garcilla cangrejera, los cambios que desarrolla su plumaje en época nupcial son bastante llamativos y le proporciona una belleza que a mi particularmente me encanta.




Si al privilegio de poderla observar y fotografiar con su plumaje nupcial, tienes la posibilidad de poderlo realizar en su hábitat favorito y adoptando una serie de posturas y movimientos característicos cuando acecha a sus presas, la satisfacción es importante. Una satisfacción que se prolonga cuando editas las imágenes y posteriormente las visualizas detenidamente para incluirlas en el blog, lo cual te permite observar mejor los detalles de esta preciosa ave y volver a revivir esos bellos instantes. 




Impresiona bastante verla evolucionar sigilosamente en sus territorios de caza, luciendo su llamativo plumaje, con su poderoso y largo pico y sobre todo por sus ojos de un color amarillo intenso, haciendo que todo, en su conjunto, le proporcione una belleza muy particular. 




La Garcilla cangrejera es la más pequeña de las tres garcillas que habitualmente podemos ver en nuestro país (G. común, G. bueyera y G. cangrejera) y además, es con mucho, la menos abundante en nuestro entorno, la de comportamiento más tímido y esquivo, y la que mejor se mimetiza con su entorno, por lo que conseguir realizarle un reportaje fotográfico no resulta nada fácil y requiere unas grandes dosis de paciencia. Paciencia, que como acostumbra a ser habitual en la observación de aves, tiene su recompensa, ya que poder observar y fotografiar a esta espectacular ave a escasos metros es un auténtico placer. 




La Garcilla cangrejera, conocida en asturiano como “Garcina de cámbaros”, pertenece al grupo de aves zancudas de tamaño mediano pequeño con patas, cuello y pico largos. El nombre de su género procede de la palabra latina “ardeola” que significa “garcilla”, mientras que su nombre específico, “ralloides”, procede de la combinación del término latino “rallus” que significa “rascón” y la partícula griega “-oides”, que se viene a significar “semejante o parecido a”. Es decir, “garcilla semejante o parecida al rascón”. 




Por su parte el término “cámbaro” proviene del latín, “cammárus” que es el nombre común de varias especies de crustáceos marinos (cangrejos de mar) más anchos que largos, con el caparazón verde y fuertes pinzas en el primer par de patas. Algunas especies son comestibles como por ejemplo, la andarica o nécora. 




Curiosamente, la alimentación de la Garcilla cangrejera no está constituida por cangrejos, como su nombre español y también el francés (Crabier chevelu o Héron crabier) pudieran hacer creer. Solo una pequeña parte de su dieta puede estar formada por pequeños cangrejos de arena. Se alimentan principalmente de pequeños peces, anfibios, insectos acuáticos, crustáceos y moluscos. Es un ave diurna, con picos de actividad al amanecer y al final del día (crepuscular). 




De un tamaño discretamente menor que la G. bueyera, vienen a medir unos 45-50 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 90 cm y un peso de unos 300 gr como mucho. No hay dimorfismo sexual en esta especie.




Esta garcilla tiene en general, un cuerpo de color ocráceo amarillento que se intensifica durante el período reproductivo, por lo que podemos diferenciar dos tipos de plumajes distintos según la época del año.




Su plumaje habitual (invierno) resulta muy llamativo con listas de color pardo ocráceo apagado en su parte superior y más blanquecino en la parte inferior. 




La cabeza y los lados del cuello están, estriados de color grisáceo. 




Tiene el píleo rayado de negro y de su parte posterior (nuca) parten unas plumas ornamentales cortas.




La garganta, la cola y el obispillo son blancos mientras que el pecho es de color ocráceo dorado brillante. 




Las alas son totalmente blancas por encima y debajo y cuando se la puede observar volando de cerca, llama la atención por el contraste entre este color y el color pardo ocráceo del pecho y dorso. 




Los ojos son amarillos con la pupila grande negra y durante la época reproductiva tienen un anillo rojizo en su borde. 




El pico es proporcionalmente largo (5-7 cm), grueso y con forma de daga o puñal. Es de color variable aunque en el invierno generalmente es amarillo-verdoso con la parte distal negruzca, pero durante la época reproductiva se vuelve azulado en la base. La comisura de la boca no sobrepasa al ojo. 




La cola, al igual que el obispillo, es de color blanco y muy corta. 




Las patas generalmente son de color amarillo verdoso, pero la época reproductiva se vuelven más rosáceas, casi rojizas. Los dedos no son palmeados. Al volar, las patas sobresalen mucho por detrás de la cola. 




Durante la época nupcial el plumaje es mucho más llamativo, de tonos más vivos, desapareciendo prácticamente las listas de su plumaje (incluidas las de la cabeza y los lados el cuello) que se torna de un color más amarillento-castaño y muy luminoso. Las plumas de la garganta y del pecho adquieren un aspecto dorado, esponjoso y de suaves tonos pastel. 




Además en esta época desarrollan unas largas plumas ornamentales de color blanco ribeteado de negro en la parte posterior del cuello que, a modo de "coleta colgante", caen hacia la espalda y que llegan hasta el dorso.




Los jóvenes son de color pardo más apagado y oscuro y presentan un estriado más marcado de color marrón oscuro (cabeza, cuello y pecho) que los adultos (invierno/verano).




Al igual que otras garzas, cuando es descubierta, para pasar desapercibida adopta la postura de “la estatua", que consiste en mantener el cuello vertical, al igual que el pico, que apunta al cielo, manteniéndose en perfecta quietud y pretendiendo pasar inadvertida con su inmovilismo. 




Normalmente, la mayoría de los animales muestran diferentes comportamientos en función de la situación en la que se encuentra, los etólogos han descubierto que estas garzas son unas de las aves en las que mejor se puede apreciar la manera en que manifiestan el estado de ánimo. Esto lo consiguen mediante un lenguaje visual realizado con el encrespamiento o encogimiento de las plumas de la cabeza que muestran los diferentes estados de ánimos.




Cuando la erección de las plumas es muy notoria la garcilla muestra con esta actitud su grado de excitación máximo, si la excitación va disminuyendo también lo hace el grado de encrespamiento de dichas plumas. 




Son aves muy silenciosas, excepto en el tiempo de la reproducción. Al atardecer pueden oírse sus típicos gritos en busca de alimentos, a modo de graznidos roncos, tipo “cuahc-cuahc”, similares a los de la hembra de Ánade azulón.




Su vuelo es lento y podemos apreciar que sus alas son cortas y no tan redondeadas como las de otras garzas. 




Llama la atención el hecho de que al verla volar, las alas extendidas son totalmente blancas por encima y por debajo y apenas se aprecie el color pardo que exhibe en reposo, lo cual puede hacer que se confunda a lo lejos, con la Garcilla bueyera o incluso con la Garceta común. 




Al volar recoge su largo cuello como ocurre con las garzas, garcetas y avetoros (Ardeidae) y al contrario de las cigüeñas (Ciconiidae) y las espátulas (Threskiornithidae) que lo hacen con el cuello extendido. 




Suelen habitar en humedales, preferentemente cercanos a la costa y en los que exista abundante vegetación ribereña, lagunas, riberas de los ríos, albuferas, arrozales y marismas. 




Se la suele encontrar pescando en solitario en las orillas o en aguas profundas, posada en una caña. También se posa con frecuencia en matorrales y árboles. 




La alimentación de la Garcilla cangrejera no está constituida por cangrejos, como su nombre español también el francés (Crabier chevelu o Héron crabier) pudieran hacer creer. Sin embargo, una parte de su dieta en lugares adecuados, como deltas arenosos y marismas costeras, puede estar formada por pequeños cangrejos de arena, de los que habitualmente usan los pescadores como cebo.




Aunque habitualmente la podemos ver cazar de día, es especialmente activa en el crepúsculo. Caza en el entre los juncos y cañas insectos acuáticos, saltamontes, libélulas y escarabajos, así como crustáceos, moluscos, ranas y peces pequeños (normalmente de una longitud no superior a 10 cm), que constituyen la base de su alimentación. 




Fuera de la temporada de cría viven en solitario o en pequeños grupos que defienden su territorio de alimentación contra sus congéneres.




Como ave reproductora, está presente principalmente en Europa (países mediterráneos) y norte (Marruecos, Argelia y Túnez) y este de África (también Madagascar) y en la región del Cáucaso, alrededores del mar Negro, Caspio y Aral en Asia central. 




Se trata de un ave estival (aparece a finales de abril), aunque algunos ejemplares invernan en el sur peninsular. Su principal área de invernada se encuentra en el África subsahariana. No presenta subespecies. 




En España son habituales durante el período estival y aunque un pequeño número se queda en invierno en el sur peninsular, la gran mayoría emigra a África para invernar. Las principales colonias se encuentran en el delta del Ebro, marismas del Guadalquivir, albufera de Valencia, y El Hondo y Santa Pola (ambas en Alicante). Además de éstas, aparecen puntos de reproducción salpicados por la península, aunque de importancia mucho menor, como las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) y otros lugares aislados en diversas provincias de la península. 




Acostumbran a vivir en solitario, aunque a veces están en parejas. Durante la época de cría se vuelven más gregarias. 




El periodo reproductivo lo realizan entre los meses de mayo y junio, cuando habitualmente se reúnen en colonias mixtas de cría junto con otras garzas, cigüeñas e incluso moritos. 




Ambos sexos construyen el nido, a modo de plataforma a base de restos vegetales y los sitúan en árboles próximos al agua, en la vegetación ribereña, entre los carrizales e incluso en el suelo. La puesta se puede oscilar entre 4-6 huevos. La incubación, llevada a cabo por ambos padres, dura 23 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 45 días de edad y previamente son cuidados por ambos progenitores que los abastecen con alimento predigerido y regurgitado. 




La Garcilla cangrejera es una especie que en nuestro país se ha recuperado considerablemente en los últimos años (850 y 1.100 parejas), ya que sufrió un declive muy acusado hasta los años ochenta, cuando mantuvo una población mínima de tan solo unas 200 parejas. 




Sus amenazas fundamentales son la destrucción o degradación de los humedales y la contaminación del agua, sobre todo por los pesticidas esparcidos por las avionetas. Las aves mueren, tanto bajo los efectos directos de estos productos como a través de su cadena alimenticia en los estados de pollo y adulto. También hay que mencionar a la posible predación de las colonias. 




La Garcilla cangrejera está incluida en el Libro Rojo de las aves de España (2004) en la categoría de "Casi amenazada" y aparece como "En peligro de extinción" en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

2 comentarios:

  1. Aquí en Zamora tenemos alguna pareja que viene todos los años y se ha constatado su reproducción. Preciosas fotografías, impresionantes. Un saludo.

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