sábado, 14 de marzo de 2015

Adiós invierno, bienvenida primavera. La Cigüeña blanca. (Ciconia ciconia). Cigoña Cande.

Aprovechando la climatología tan favorable de la que hemos podido disfrutar estos últimos días, decidí subir hasta el Puerto Ventana a disfrutar del paisaje y ambiente de la montaña y la verdad es que resultó ser un gran deleite.




Con un día radiante de los que ya no recordaba, pude observar el gran contraste que proporciona el que ha sido un intenso invierno con sus fuertes nevadas y heladas de consideración con respecto al sol radiante, sin ninguna nube y con una temperatura fría pero sin viento, que invitaba a ir en manga corta.




Enseguida pude darme cuenta de la lucha que se establece en la naturaleza durante esa transición. Los árboles y en general todas las plantas compiten duramente con el potente frío y sus correspondientes heladas y la generación de brotes y yemas de sus ramas para poder salir adelante y poder beneficiarse de la luz y calor que el sol las proporciona. 




Esta competición se decanta, como no podía ser de otra manera, con el paso de las horas. Efectivamente, el paisaje “macro” cambia radicalmente de las primeras horas de la mañana donde, tras la noche, el frío impone su ley, a las del atardecer, donde debido a la aparición del sol, se funde la nieve y el hielo y ese paisaje varía para pasar de los tonos blancos dominantes a los verdes y pardos naturales de la vegetación. 




Y en el plano animal y más concretamente en el de las aves, da gusto pasear por la naturaleza y escuchar una gran cantidad de cantos de pajarillos que revolotean por las ramas de los árboles, iniciando muchos de ellos, sus peculiares cortejos nupciales, para lo cual van transformando sus plumajes para aparecer con sus mejores galas ante sus potenciales parejas. 




Personalmente, mis recuerdos de la infancia me hacen relacionar la llegada de las cigüeñas con el final del invierno y el anuncio de la primavera, aunque actualmente, en muchas localidades de la península esta llegada de las cigüeñas no se produce porque permanecen durante todo el año en el mismo territorio. 




Tras dejarme caer hasta la bonita localidad de Torrestío que, como aparece en la página web oficial, “es el pueblo más asturiano de la provincia de León”, tuve la suerte de coincidir con una pareja de Cigüeñas blancas que revoloteaban dibujando círculos en una zona concreta del pueblo. Allí pude descubrir que ya tenían preparado el gran nido en lo alto de un árbol y en un lugar que la verdad, daba envidia verlo por las vistas que desde allí se podían disfrutar. 




El contraste de esas dos grandes aves de plumaje blanco y negro y su gran pico y patas rojas, con el azul intenso del cielo y el blanco de la nieve, me parecieron espectaculares. 




Afortunadamente, a las bonitas imágenes de su elegante vuelo, tuve la suerte de poder añadir otras en las que se las apreciaba realizando parte de su cortejo nupcial y que ahora os presento. 




La Cigüeña blanca perteneciente al orden de las Ciconiiformes, familia de las cicóniides y género ciconia, tienen una longitud de aproximadamente 1 metro, con una envergadura de prácticamente el doble (2 metros) y un peso de entre 3,5 y 4, 5 kilogramos. 




Su anatomía es inconfundible debido a su gran tamaño y envergadura, en la que se puede observar su plumaje predominantemente blanco que comparte con el negro (primarias y secundarias) siendo éste más visible cuando la vemos en vuelo. 




Llamativo pico alargado, apuntado y rojo intenso, del mismo color que sus largas patas. 




Las alas de gran tamaño de color blanco y negro que producen un gran contraste sobre todo en vuelo, donde podemos observar su cola que es corta y blanca y de la que sobresalen sus largas patas estiradas al igual que el cuello. Los ojos son negros y el cuello es largo. 




No existe dimorfismo sexual en esta especie. 




Los individuos jóvenes tienen el pico negro (pollos) que va evolucionando hacia un pardo rojizo sucio y las patas rosáceas. 




La subespecie nominal, C. c. ciconia, está presente en el centro y sur de Europa, norte de África y occidente de Asia. Falta completamente en Gran Bretaña e Irlanda, Escandinavia así como en Italia, Islas del Mediterráneo y la mayoría de Francia. Las poblaciones más importantes se encuentran en Polonia y Ucrania, siendo la población española la tercera en importancia. 


Tradicionalmente la Cigüeña blanca era un ave migradora al África subsahariana que sólo aparecía en la península ibérica durante la época de reproducción, pero últimamente, cada vez es más frecuente, verlas invernar en ella, pasando todo el año con nosotros. A estas invernantes se les unen grandes bandos en paso procedentes de Europa, que se pueden observar, sobre todo por el centro peninsular y litoral mediterráneo, camino de África, para atravesar por el estrecho de Gibraltar a finales de agosto y en septiembre. 



Tienen un vuelo elegante, batiendo las alas lentamente y planeando frecuentemente con las alas totalmente estiradas y cogiendo gran altura aprovechando las corrientes de aire. 




En la península Ibérica se reproduce fundamentalmente en la mitad occidental pero respetando la zona cantábrica y sólo muy aisladamente en Asturias y Galicia. 


Su hábitat preferido son las zonas húmedas, pantanosas, como las albuferas, marismas, deltas de los ríos, arrozales, orillas de los ríos y lagunas y también los terrenos secos como prados, dehesas, pastizales, etc. 



Al ser una especie eminentemente sociable, lo hace cerca de viviendas humanas, campos de labranza y lugares donde pasta el ganado. También y cada vez de forma más frecuente, es habitual encontrarlas en grupos numerosos residiendo durante todo el año en lugares próximos a vertederos a cielo abierto. 



Se alimenta fundamentalmente de langostas, saltamontes, escarabajos así como ranas, renacuajos que captura en charcas, tritones, lagartijas, culebras de agua, lombrices de tierra, culebras, peces, gusanos e insectos. De forma ocasional comen algún roedor o pollos de otras aves, sin olvidarnos de los vertidos de los basureros que frecuentan.



Al parecer las cigüeñas blancas forman parejas estables que duran toda su vida y no se emparejan con otro individuo a no ser que fallezca alguno se ellos. 



El periodo de cría lo realizan entre los meses de marzo y abril y habitualmente lo hacen en colonias. 



Construyen unos nidos muy voluminosos y pesados a base de ramas, palos, raices, etc, en campanarios, chimeneas o tejados de iglesias o casonas u otras edificaciones monumentales, torres del tendido eléctrico, copa de árboles, etc. En su interior colocan tierra, barro, hierba, dejando una concavidad en el centro, forrado interiormente de hierba, musgo, papeles, trapos, plásticos, plumas y otros desperdicios. 



Los nidos son usados año tras año y por la aportación de nuevo material cada temporada de cría, pueden llegar a alcanzar un considerable peso y volumen por lo que se han llegado a producir derrumbamientos de tejados, especialmente de iglesias para lo que contribuye la acción de agentes atmosféricos como el viento y la lluvia que se llega a almacenar en el interior de ellos. 



Normalmente es el macho el que llega primero al nido e inmediatamente comienza a rehacerlo y espera en él la llegada de la hembra, que lo suele hacer pocos días después. 



El cortejo nupcial incluye la adopción de curiosas posturas y golpear de una mandíbula sobre otra emitiendo un sonido característico que se denomina crotorar. Llevan la cabeza hacia atrás hasta prácticamente tocar con la nuca su espalda. Despliegan la cola en abanico, elevan el obispillo hasta el nivel de la espalda y después se inclinan hacia delante dirigiendo el pico hacia abajo con las alas entreabiertas dando continuos aleteos con las dos alas. Este ritual lo repiten varias veces seguidas. 



La puesta se compone normalmente de 4-5 huevos de color blanco. La incubación la realizan ambos sexos aunque es la hembra la que dedica mayor tiempo y suele durar unos 32-34 días aproximadamente. 



Las cigüeñas cuidan con gran celo a sus hijos y siempre una de ellas permanece en el nido. 



Las jóvenes cigüeñas vuelan por primera vez a los 55-60 días. Aunque vuelan con los padres y se alejan del lugar, vuelven al nido a dormir. 



Sus principales amenazas son las derivadas de la transformación de sus hábitats naturales o cambios climáticos que disminuyen la disponibilidad de alimento, sin olvidarnos del uso indiscriminado de pesticidas, la caza furtiva o incluso el choque con tendidos eléctricos. 



La cigüeña blanca está considerada “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

¡Bienvenida sea la primavera!



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