Continuo compartiendo algunas de las fotografías que a principios del pasado mes de abril he podido realizar a diferentes especies de aves en el entorno de la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila (Zamora). En esta ocasión comienzo por la Avefría europea (Vanellus vanellus) que tras haber permanecido en nuestro territorio los meses de más frío, aún pude encontrar algún ejemplar que me permitió fotografiarle a placer.
Al encontrarme con éste pequeño grupo de avefrías enseguida me vino a la mente la reciente experiencia vivida el pasado mes de febrero cuando como consecuencia de una fuerte ola de frio que azotó el Norte de Europa, se produjo la llegada por las costas asturianas de centenares de ejemplares de avefrías junto a a otras tantas de chorlitos dorados, en lo que se denomina una "fuga de tempero" que consiste en desplazamientos de grandes bandos de estas especies para evitar los terrenos en los que habitualmente se alimentan estas aves (prados y pastizales abiertos) que permanecieron durante días congelados.
A diferencia de entonces, cuando pudimos fotografiar varios de esos numerosísimos bandos de esas aves y que tenían un comportamiento sumamente nervioso, lo cual dificultaba enormemente el poderles fotografiar individualmente, en ésta nueva ocasión su comportamiento, al no ir en un grupo muy numeroso, fue mucho más confiado, lo cual nos permitió apreciar con más detalle las bellas características anatómicas de esta especie.
Imposible no destacar en ésta guapa especie las bellas irisaciones que presenta por sus partes superiores, incluidas las alas y la cola. Como puede apreciarse, son de color verdoso brillante con irisaciones púrpuras metálicas.
Pero si hay alguna característica especialmente llamativa en esta especie, es la de su larga cresta eréctil, compuesta por unas cinco o seis finas y largas plumas curvadas hacia arriba, que nace en la parte postero-superior de la cabeza y que se dirige hacia atrás. En las hembras y en los ejemplares jóvenes esas plumas de la cresta son más cortas que las de los machos.
Cuando la vemos volando podemos apreciar que es un ave inconfundible en las que se distinguen dos contrastadas franjas de color blanco y negro en su parte inferior, con unas alas grandes, anchas y redondeadas (mano muy ancha y uniforme).
Su vuelo es pausado y con un batir de alas bastante lento que se ha comparado con el volar de las mariposas.
También cuando está en el suelo acostumbran a correr por el suelo cortos trechos, parándose de repente, a veces ladeando la cabeza, pero casi siempre con la mirada fija en el suelo y arrancando de nuevo y doblándose para golpear con el pico la presa sin flexionar las patas.
Está dotada de una gran vista y oído. Se dice que posee un oído tan fino que puede escuchar el ligero rumor que una lombriz de tierra hace al moverse en el interior de ésta. Así se puede ver cómo la Avefría, después de observar fijamente el suelo efectúa una corta carrera y muy certeramente extrae una lombriz de un lugar donde aparentemente no había antes nada.
Un apartado preferente quiero dedicárselo a los gorriones que me sorprendieron compartiendo tres diferentes especies de ellos un pequeño territorio. Me refiero al observatorio de aves de Revellinos ubicado en la carretera general que conduce a la localidad de Villafáfila desde Villalpando, en cuya cubierta, así como en el tejadillo a dos aguas que cubre en panel informativo pude observar a una pequeña colonia de Gorrión común (Passer domesticus), un bello ejemplar de Gorrión chillón (Petronia petronia) y...
... también a una entrañable pareja del más pequeño de todos los gorriones europeos, el Gorrión molinero (Passer montanus).
Luciendo su característico capuchón de color acastañado (teja) y su llamativa mancha negra que destaca vivamente en la blanca mejilla.
Además a diferencia con su pariente el Gorrión común presenta un collar blanco, que se interrumpe en la nuca.
Otra paseriforme que pude fotografiar a placer a escasa distancia, fue a la Collalba gris (Oenanthe oenanthe).
Además, pude localizar tanto a ejemplares machos con su característico plumaje de invierno: con la parte superior y las alas con tonos pardos, antifaz negro que va desde el pico hasta el ojo incluyéndolo dentro de él pero sin sobrepasarlo por su parte superior, así como la mancha negruzca que exhiben en la zona de las auriculares...
... como con el plumaje de verano: con el dorso, píleo y nuca de color gris azulado (obispillo blanco) y la parte inferior de color ocráceo blanquecino.
En el caso de las hembras su plumaje invernal guarda un gran parecido con el de los machos en invierno, aunque el color pardo ocráceo predomina en sus partes superiores, así como la mancha de las auriculares, y siempre con la ausencia del antifaz negro característico de los machos.
Un verdadero reto supuso, como acostumbra a ser habitual con ésta especie, conseguir fotografiar a la
Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) que se desplazaba en pequeños grupos realizando continuos giros y cambios de dirección que me quiero imaginar eran para poder cazar insectos al vuelo que constituyen la base de su alimentación o simplemente para juguetear en el aire.
Como mucho ya conoceréis, la Pagaza piconegra no se zambulle en picado para pescar como los charranes, sino que se alimenta cazando insectos al vuelo, pescando en la superficie del agua y rebuscando en los campos húmedos para atrapar anfibios, pequeños mamíferos y otros pequeños animales.
Se trata de un ave estival en nuestro país (abril-noviembre) que inverna en África y que presenta un gran parecido con el Charran patinegro (Sterna sandvicensis) siendo su principal rasgo diferencial su pico corto, robusto, completamente negro (punta amarilla en el Ch. patinegro) y perfectamente adaptado al tipo de alimentación insectívora que lleva (parecido a la de los fumareles) y que le permite asentarse en ciertos hábitats interiores, tanto en el periodo reproductor como durante las migraciones, que no son ocupados por otros charranes.
Tienen la cabeza muy redondeada y con un capirote negro que incluye al ojo dentro de él y que por su parte posterior llega hasta la base de la nuca. La mitad inferior de la cara por debajo del capirote es de color blanco.
Las alas son largas (más anchas en la base), así como más redondeadas y menos anguladas que las del Charran patinegro.
Por la parte inferior son blancas. Las plumas primarias son de color negruzco.
La cola es corta, ligeramente ahorquillada y cuando está en reposo no sobrepasa la punta de las alas.
La Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) es un ave de la familia "Laridae" (gaviotas) que se puede encontrar en todos los continentes menos la Antártida. Anteriormente era denominada "Sterna nilotica". Popularmente son conocidas como charranes o gaviotines y acostumbran a vivir en ambientes marinos (costeros) de casi todo el mundo. En nuestro país la Pagaza piconegra habitualmente cría en colonias en alrededores de lagunas salobres o de agua dulce y en las riberas de los ríos, tanto en la costa como en el interior. Fuera de la época de cría también frecuenta las marismas y estuarios.
La Pagaza piconegra es una especie típicamente migradora y estival que llega a nuestras latitudes a principios de abril y parte de nuevo, una vez finalizada la reproducción, en el mes de agosto. Entre los meses de abril y junio llevan a cabo la reproducción que acostumbran a realizar en grandes colonias en las que también puede haber gaviotas y limícolas.
Un habitual en las primaveras de las lagunas de Villafáfila es el Ánsar común (Anser anser). Estoy haciendo referencia a la subespecie "Anser anser" o Ánsar común que es la más abundante que podemos encontrar en España, el de mayor tamaño y el de plumaje más claro en comparación con otros de aspecto similar como el Ánsar campestre, el Ánsar piquicorto e incluso con el Ánsar careto o el Ánsar chico.
Su lugar de nidificación preferido son los lagos con amplias extensiones de cañaverales rodeadas por prados, aunque pueden nidificar en otros hábitats, casi siempre a muy corta distancia del agua. En España en los últimos años los ánsares han empezado a criar en pequeña cantidad, pero cada vez más frecuentemente, en humedales situados sobre todo en el noreste peninsular. El periodo de reproducción lo realizan entre los meses de abril a mayo. La puesta se compone normalmente de 4-6 huevos y la incubación dura unos 28 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, abandonan el nido a las pocas horas de haber nacido.
Tanto en la época de cría como en la de invernada, el comportamiento de los ánsares salvajes es bastante curioso. Se comunican por medio de graznidos, cuya entonación y ritmo están cargados de significados diversos. Estas aves parecen estar cambiando sin cesar sus impresiones y de esta manera deciden posarse aquí o allá, o cambiar de lugar de forrajeo. Históricamente se ha alabado a los ánsares por su capacidad de vigilar si se acercan "gentes de mala vida", considerándoles superiores en esto a los mismos perros. Para apoyar esta teoría, se acostumbra a hacer referencia a que en el año 30 a. C., cuando en plena noche, mientras las legiones dormían, los galos trataron de asaltar la colina donde se encontraba el Capitolio Romano y mientras que los perros guardaban silencio, los ánsares alarmados, despertaron a Manlio (cuya residencia estaba en aquella colina) con sus potentes graznidos y batir de alas, avisando de esta manera del riesgo. Manlio al descubrir la causa y acompañado con los hombres que pudo agrupar en el momento, se apresuró al lugar en donde los galos ascendían y logró repelerlos, salvando de esta manera a Roma.
Otro protagonista obligado de esta nueva entrada es uno de esos pajarillos que cuando llega la primavera y salimos a pajarear al campo, nos anuncia con su característico e inconfundible canto el inicio de la que para mí es la estación más bella del año. Me estoy refiriendo al Escribano triguero (Emberiza calandra) al que a mí me gusta llamar "el gran tenor de nuestros campos".
Su canto es un trino muy característico (cómo un chirrido metálico) que lo repiten incansablemente, hiperextendiendo el cuello, elevando el pico y situados al descubierto en sus perchas ubicadas en lo más alto de las ramas de los arbustos, de las zarzas, en los postes o en los cables eléctricos o alambradas.
El pico del E. triguero muestra un pequeño "diente" o filo pronunciado en la mitad de la mandíbula superior muy característico que le sirve para partir los granos y las semillas. Este curioso aspecto se ha puesto de manifiesto a la hora de asignarle alguno de los nombres vernáculos por los que se le conoce como: dentón, diente, londra de muela, londra diente, pájaro del diente, etc.
Se trata de un pajarillo abundante y popular en nuestro país con un plumaje discreto de tonos pardos, terrosos y listado, que recuerda más a la familia de los aláudidos y que, como ya sabréis, incluye a las alondras, las terreras, las calandrias y las cogujadas. Además no sólo presenta una similitud con los aláudidos en lo referente al patrón de coloración sino que también tienen un cierto parecido en el hábitat y el comportamiento.
El Escribano triguero es un ave característica de los medios abiertos y agrícolas de secano o incluso regadío, dehesas y pastizales pero siempre y cuando no haya mucho arbolado. En esa temporada primaveral (nupcial) lo habitual es poder encontrar a los machos posados siempre al descubierto en un cable, una alambrada o lo más elevado de un arbusto o poste, entonando su inconfundible trino para marcar su territorio. Por su parte las hembras se suelen comportar de una manera mucho más discreta, siendo habitual verlas posadas en el suelo ocultas entre las hierbas, en donde pasan mucho más inadvertidas dado lo críptico de su color pardo que las hace mucho más indetectables.
También pude observar a la Cogujada común (Galerida cristata) de la que comparto alguna fotografía que no quería dejar de publicar.
Y para terminar, una de las especies de aves muy habitual y abundante en la estepa cerealista, me refiero a la Perdiz roja (Alectoris rufa), un ave que pude fotografiar con cierta facilidad y que a mí particularmente me parece un ave preciosa y sumamente fotogénica.
Luce ese impresionante color rojo en anillos oculares, pico y patas, que junto con sus llamativos flancos barrados y su garganta blanca y pecho moteado de negro, le proporcionan un conjunto sumamente bello.
Siempre que veo en libertad a estas preciosas aves pienso que el destino le jugo una mala pasada y las convirtió en una de las aves cinegéticas más perseguidas, motivo por el que pasa una importante regresión, en la que también está teniendo mucho que ver los problemas derivados de la alteración de los paisajes agrarios de los que dependen.
Es una especie de hábitos terrestres y sedentarias que habitualmente se desplaza a pie y que prefieren correr que volar y que cuando lo hacen es durante un corto recorrido. Su vuelo es rápido y directo, alternando fuertes aleteos con planeos en los que destacan los bordes anaranjados de la cola.
Ocupa una amplia variedad de hábitats, preferentemente en medios abiertos o con arbolado disperso, como pastizales, cultivos, matorrales aclarados y dehesas, mostrando una clara preferencia por las campiñas más diversificadas y de uso agrícola de secano extensivo. Puede encontrarse desde el nivel del mar hasta los 2.000 metros de altitud
Son gregarias, forman bandos durante todo el año, excepto en primavera, época en la que van en parejas.
Estupenda la calidad y la variedad de las especies que has podido fotografiar en las lagunas de Villafáfila, lugar que tengo apuntado en la agenda para cuando me surja la oportunidad de acercarme hasta allí. Enhorabuena José Ignacio y un cordial saludo.
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