lunes, 10 de abril de 2023

Cantando a pleno pulmón su inconfundible canto como preludio de la primavera. Buscarla pintoja (Locustella naevia).

Como a cualquier aficionado a la observación y fotografía de la naturaleza, la llegada de la primavera me produce una gran alegría, ya que es la estación del año en la que más cambios se producen en la naturaleza y en el ambiente.



Su llegada lleva asociado entre otros, un aumento de las temperaturas, hay más luz, se producen cambios de horarios, y consecuentemente, hacemos más actividad al aire libre. También por primavera la naturaleza brota y en ella florecen las plantas, reverdecen los árboles y podemos observar como progresivamente van llegando a nuestro país un buen número de las aves migratorias.



Además en primavera las aves empiezan a marcar sus territorios de cría y el cortejo nupcial, por lo que cantan mucho más y eso hace que seamos más conscientes de su presencia.



Según científicos de la Universidad de Oxford, las aves tienen un gen encargado de producir una molécula sensible a la luz (opsina) en el hipotálamo, una parte del cerebro que controla el sistema nervioso, el hambre, el sueño y la actividad sexual. Es en primavera cuando esta molécula decide ponerse en marcha y activar el sistema reproductivo de las aves, lo que explica que canten más, ya que como sabemos, las aves cantan por dos motivos, para proteger su territorio, y para aparearse. Normalmente es el macho el que atrae a las hembras con su canto y refleja así su estado de salud conforme otros machos.



En mi caso particular, salir a pajarear por el campo y poder detectar el particular canto de la protagonista de ésta nueva entrada, marca indefectiblemente la llegada de la que para mí es la mejor estación del año, la primavera.



Acostumbran a llegar a lo largo del mes de marzo y nos acompañaran hasta finales de verano, aunque cuando más fácilmente las podremos observar es al comienzo de la primavera, cuando el macho se expone mientras corteja a la hembra. Transcurrida esa primera fase, resulta sumamente complicado poderlas observar ya que se vuelven mucho más discretas dedicándose a sacar adelante a su prole.



Como muchos ya sabréis, la Buscarla pintoja es un ave con un carácter un tanto esquivo y enigmático, lo cual dificulta notablemente su observación, teniendo que recurrir en la mayoría de los casos a detectarla únicamente por su peculiar y característico trino que delata su ubicación.



Han sido varios ejemplares a los que he podido observar y fotografiar en el inicio de esta primavera en distintas ubicaciones del concejo de Gozón (Asturias), y como ya viene siendo habitual, me ha resultado más fácil detectarlas por su inconfundible canto que por la visión directa.



Una vez localizadas, me he encontrado con buscarlas que me han permitido acercarme a escasos metros mientras cantaban sin inmutarse y por el contrario otras han resultado extremadamente tímidas y desconfiadas.



Como muchos de vosotros ya conoceréis, a la Buscarla pintoja se la localiza relativamente bien por su característico y monótono canto similar al de una Chicharra (así se la denomina en asturiano), pero se pasa la mayor parte del tiempo comiendo y moviéndose por la espesa vegetación (zarzas, tojo, matorrales, bardiales, arbustos…) sin dejarse ver casi nunca, a no ser que, como ocurre en esta época del año, se encuentren en pleno flirteo nupcial. No es de extrañar pues, que sea uno de esos pájaros de los que desde siempre se ha dicho, es mucho más fácil detectarlos por su inconfundible canto que por la visión directa.



Como parte de ese cortejo, los machos se exponen en posaderos al descubierto, entonando sus estridentes y mantenidos trinos, con la garganta blanca inflada, moviendo la cabeza lentamente a un lado y a otro y con la cola desplegada en alto. En ocasiones, también podemos ver a la pareja adoptar posturas insinuantes y realizar rápidas persecuciones, volando entre la maleza.



La Buscarla pintoja es una especie de ave paseriforme de la familia Sylvidae y género Locustella que vienen a medir unos 12-14 cm de longitud, con una envergadura que pueden alcanzar los 20 cm. Su peso puede llegar a los 18 gr. No existe dimorfismo sexual en esta especie, aunque las hembras son ligeramente más pequeñas que los machos.



Por la parte superior son de color pardo grisáceo con tintes oliváceos y está muy moteada de rayas oscuras formadas por el centro negro de las plumas.



Tienen el obispillo del mismo color que el dorso, pero un poco más claro y sin apenas pintas.



Las alas son cortas, anchas, redondeadas y tienen el borde externo blanquecino.



Los flancos son de color blanquecino cremoso con pintas alargadas de color pardo oscuro.



El píleo es de un color pardo rojizo, algo más oscuro que el del dorso y está uniforme y finamente listado de un color más oscuro.



La cara es de color parduzco con la zona de las auriculares más oscura y la parte inferior más blanquecina. Tienen una corta y discreta banda superciliar blanquecina.



Los ojos son grandes, con el iris de color marrón y están rodeados de un fino anillo periocular blanquecino muy acusado.



El pico es medianamente largo, delgado, más ancho en su base y puntiagudo. Es de color pardo oscuro con el culmen y el extremo inferior negruzcos y la base de la mandíbula inferior pardo amarillenta.



El mentón y la garganta son blanquecinos.



En cuanto a la coloración de las partes inferiores hay que destacar que esta especie se considera dimórfica, ya que unas son de color ocre blancuzco y otras amarillentas, sin que ello tenga relación alguna con la edad o el sexo.



La cola es larga, redondeada, muy ancha y acabada en punta debido a que tiene las rectrices centrales un poco más largas que las laterales.



Las plumas infracobertoras de la cola son de color beige pálido y están moteadas de pequeñas rayas que son bastante visibles, ya que tienen el hábito de elevar la cola.



Las patas son medianamente largas y de color pardo rosáceo.



Los jóvenes se parecen a los adultos pero por la parte superior son de color más pardo rojizo y tienen los ojos de un color marrón más oscuro que el de los adultos.



En cuanto a su comportamiento decir que es bastante críptico, dados sus hábitos retraídos y esquivos, permaneciendo bien oculta entre la vegetación, donde a veces se la puede ver corriendo a lo largo de ramas de arbustos con extraordinaria agilidad.



Vuela muy poco y cuando lo hace, lo efectúa con rapidez y en vuelo directo para calarse en picado o introducirse sin pensarlo entre las ramas del matorral más próximo. Muy pocas veces vuela largas distancias al descubierto.



Cuando canta y se siente intimidada por la proximidad del observador, deja inmediatamente de cantar, observa y se cala en el matorral, desapareciendo en su interior o volando a otro cercano, para volver a cantar en el mismo posadero una vez haya pasado el potencial peligro.



Normalmente se detecta su presencia por su peculiar canto tipo “sirrrrrrrrrr” que recuerda al de una chicharra o grillo cebollero, o incluso al sonido que se produce al rebobinar un carrete de pesca o al de una rueda de bicicleta girando con el piñón libre. Como curiosidad decir que la traducción de su denominación inglesa “Grasshopper warbler”, sería la de “curruca de saltamontes”, en clara alusión a su característico canto y a su costumbre de moverse entre la hierba a pequeños saltitos evitando levantar el vuelo salvo que sea necesario.



Es un trino continuado, muy sostenido y de bastante duración (de 30-45 seg, a 2 min), rápido, con una sola nota, que normalmente escuchamos en primavera.



Debido a que tiene un tono elevado, se le puede escuchar a gran distancia (hasta 400 m). La intensidad de la percepción acostumbra a variar (efecto de “ir y venir”) dependiendo del viento y de los frecuentes giros de la cabeza, a un lado y a otro, que el ave efectúa mientras canta.



No siempre canta al descubierto. A veces lo hace oculta entre las ramas y muy a menudo a baja altura. Su canto se hace insistente al amanecer y sobre todo en las primeras horas de la noche y por él podemos conocer la fecha de su llegada a la península Ibérica y calculamos más o menos cuando nos deja en el otoño.



Sus hábitats preferidos son las zonas bajas por debajo de los 600 m de altitud y en concreto los prados de hierba alta (campiñas cercanas a la costa) con bardales o parches de matorral denso (tojos, brezos, zarzas…). También les gusta frecuentar zonas con abundante vegetación palustre, cañaverales, juncales, espadañales, carrizales y las marismas.



Su alimentación es a base de insectos (odonatos, ortópteros, hemípteros, lepidópteros, tricópteros, dípteros) y sus larvas, arácnidos, hormigas, pequeños caracoles y lombrices. Algunas veces, consume bayas de saúco y de otros arbustos.



Están distribuidas por las zonas templadas de Europa (desde Irlanda y el norte de España hasta el S.O. de Siberia y Asia central) y falta en las áreas más norteñas (Islandia, norte de Escandinavia) y en las más meridionales (entorno mediterráneo).


Se trata de un ave migrante transahariana, de aparición estival en Europa, que inverna en el África tropical. El paso prenupcial se detecta entre marzo y mayo (con máximos a principios de mayo) y el posnupcial se extiende desde julio hasta octubre (con máximos en septiembre).



En España es un ave poco frecuente que en migración puede observarse por toda la península, pero como especie nidificante, su distribución se restringe a la franja húmeda cantábrica, desde el norte de La Coruña hasta la frontera con Francia, con los mejores núcleos en tramos costeros de Asturias y el País Vasco.



El periodo de reproducción lo realizan entre los meses de abril a junio. Ambos sexos construyen un nido en el suelo o cerca de él, con forma de copa y lo sitúan, muy escondido, entre la espesura de la vegetación. Para su elaboración utilizan hierbas, hojas secas y ramitas para posteriormente, tapizarlo en su interior con plumas y pelos.



La puesta se compone habitualmente de 3-6 huevos. La incubación dura 14 días aproximadamente y es llevada a cabo por ambos sexos. Los pollos son cebados por la pareja y abandonan el nido alrededor de los 12 días de edad, pero siguen siendo atendidas por sus padres durante algunos días más. Excepcionalmente hacen dos puestas anuales.



La principal amenaza que puede afectar a la especie radica en la alteración y destrucción del hábitat rural por repoblaciones forestales (coníferas y eucaliptos) o su transformación en suelo urbanizado o de infraestructuras en la franja costera y el uso indiscriminado de plaguicidas que afecte a su principal fuente de alimentación.



La buscarla pintoja se considera “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

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