domingo, 27 de noviembre de 2022

Algunas de mis últimas observaciones por la costa central asturiana. Aguja colipinta (Limosa lapponica). Garza real (Ardea cinerea). Gavión atlántico (Larus marinus). Combatiente (Calidris pugnax). Archibebe claro (Tringa nebularia). Correlimos común (Calidris alpina). Chorlito gris (Pluvialis squatarola). Archibebe común (Tringa totanus).

Si la pasada semana dedicaba una entrada a "Algunas de mis últimas observaciones por la campiña gozoniega", hoy en ésta nueva entrada la voy a dedicar a compartir algunas fotografías que, a lo largo de lo que llevamos del mes de noviembre, he podido realizar a algunas especies de aves por la costa central asturiana. 




Cuando hablo de costa central asturiana, me estoy refiriendo fundamentalmente al Monumento Natural de la Ensenada de Llodero que, cómo muchos ya sabréis, se encuentra en el municipio de Avilés, en la margen derecha de la ría y en donde he realizado la mayoría de las especies de ésta entrada. Un lugar que muchas aves limícolas utilizan como refugio donde descansar y alimentarse en sus rutas migratorias.




Tal es el caso de la primera protagonista de la entrada, una Aguja colipinta (Limosa lapponica) que desde hace tiempo permanece en la zona y que impresiona con su característico pico, largo, afilado y ligeramente curvado hacia arriba(con forma de aguja). Cada vez que observo a ésta ave, me resulta sumamente difícil no acordarme de que se trata de la especie que realiza las etapas de vuelo migratorio de mayor distancia de entre todas las aves, trazando rutas que en algunos casos les llevan a recorrer más de 13 000 km sin escalas, volando ininterrumpidamente día y noche durante más de una semana.




También allí, en los días de temporal, se suelen concentrar un gran número de gaviotas reidoras para descansar, alimentarse y protegerse de las fuertes rachas de viento propias de esos días.




Una de las especies que no acostumbra a fallar en ese entorno es la Garza real (Ardea cinerea) a la que pude fotografiar luciendo su bello plumaje al iniciar el vuelo.




Durante el mismo.




Y al posarse de nuevo tras un breve vuelo y que me permitió apreciar, aún más, lo espectacular de su plumaje.




Allí, en el lugar que se posó, se las tuvo que ver y desear con un poderoso ejemplar adulto de Gavión atlántico (Larus marinus) que la estuvo acosando durante un buen rato para recuperar la posición de la que le había desplazado la garza.




Un Gavión atlántico (Larus marinus) que es la gaviota más grande y de complexión más robusta que se encuentra en nuestro entorno y que llega a alcanzar una envergadura de alas de hasta 1,7 m. Su pico grueso y poderoso le permite comer polluelos de aves marinas y crías de patos, tragándoselos enteros.




De las diversas especies que estos pasados días pude fotografiar en la Ensenada de Llodero hubo una por la que desde hace tiempo siento una gran predilección, me estoy refiriendo al Combatiente (Calidris pugnax) al que no me esperaba encontrar a éstas alturas de la temporada (14/11/2022). 




Esta especie se reproduce desde el este de Inglaterra, Países Bajos, hasta el norte de Escandinavia (Europa occidental) y a través de toda Eurasia. Algunos combatientes se reproducen también en pequeña cantidad en Bélgica y puntos del noroeste francés.




El Combatiente es un ave migradora que pasa el invierno en África, aunque algunos ejemplares se asientan durante la estación desfavorable en áreas apropiadas del sur de Europa. El paso migratorio posnupcial tiene lugar en agosto y la suelen realizar por la costa mediterránea.




En España pueden verse especialmente durante los pasos de otoño y primavera y tanto en la costa como en el interior. Se observan pocos ejemplares en la cornisa cantábrica y en Galicia. En Asturias el paso otoñal es muy escaso y casi siempre juveniles.




Se trataba de un ejemplar solitario al que a duras penas pude localizar mientras descansaba totalmente inmóvil entre las abundantes piedras que le circundaban.




Su plumaje críptico, le permitía confundirse con el medio, permitiéndole al ave pasar desapercibida mientras descansaba y así evitar el ataque de posibles depredadores.




Tuve que armarme de paciencia y esperar tranquilamente a que se despertara e iniciara las tareas cotidianas de alimentarse y adecuar su bello plumaje.




El Combatiente se alimenta tanto de noche como de día. Prospecta en el barro bajo el agua o en la arena del suelo para tomar el alimento, pero, también, de la superficie del suelo o de plantas. La dieta la constituyen insectos, gusanos, pequeños moluscos y crustáceos, ranas y peces pequeños; y, también, semillas y plantas acuáticas.




Inevitablemente, siempre que me encuentro con ésta especie, me viene a la memoria la extrañeza que siempre me produjo la referencia un tanto belicosa, tanto de su denominación común, Combatiente, como de la científica de esta especie y que me parece interesante recordar ahora.




El origen de su denominación científica, “Calidris pugnax”, que hasta hace poco se denominaba “Philomachus pugnax”, provienen de los términos “Philomachus” = “philomakos” (griego): belicoso, y “Pugnax” = “pugnax” (latín): combativo, y quieren poner de manifiesto el hecho de que los machos de esta especie realizan un complicado cortejo nupcial consistente en revoloteos, saltos, echarse, ponerse en cuclillas, erizar las plumas de la gorguera y finalmente arremeter contra los rivales a modo de lucha o combate.




Es decir, que en su denominación se ha querido remarcar el hecho de que los machos de esta especie se enzarzan en unos violentos, repetitivos y llamativos "combates" o danzas, en los que exhiben un vistoso atuendo nupcial adornándose con llamativas golas y penachos de plumas eréctiles en la cabeza, con la gorguera ahuecada y realizando danzas y movimientos característicos de las alas, así como adoptando posturas estereotipadas.




Permaneció en esa zona durante un buen rato alimentándose continuamente hasta que decidió acompañar al resto de las limícolas que le acompañaban allí para trasladarse a la zona intermareal de la zona central de la ensenada.




Otro invernante regular en ese entorno es el Archibebe claro (Tringa nebularia) del cual pude localizar hasta cuatro ejemplares.




Acostumbraba a asociarse con un pequeño grupo de correlimos comunes mientras se alimentaban.




El Correlimos común (Calidris alpina) constituía la especie de ave limícola más numerosa. 




No por el hecho de ser comunes dejan de atesorar una gran belleza luciendo su plumaje invernal.




A éste ejemplar en concreto le pude captar consiguiendo una apetitosa presa.




También pude localizar a un pequeño grupo de cinco ejemplares de Chorlito gris (Pluvialis squatarola).




Me permitieron conseguir algunas bellas imágenes realizando las tareas de aseo y limpieza de su bello plumaje.




Para terminar esta extensa entrada he querido incluir alguna especie que pude fotografiar en la playa de Bañugues (Gozón) como es el caso de éste siempre bello, Archibebe común (Tringa totanus).




A la belleza de esa ave limícola hay que añadirle en ese lugar, la belleza del entorno.  



1 comentario:

  1. Excelente entrada José Ignacio, con estupendas fotografías de las aves de nuestro litoral cantábrico. Enhorabuena y saludos. Julio

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