lunes, 10 de enero de 2022

Triste final para un ave limícola con un vuelo migratorio muy largo. Azor común (Accipiter gentilis), Aguja colinegra (Limosa limosa), Archibebe común (Tringa totanus), Martín pescador (Alcedo atthis).

El pasado sábado 08 de enero de 2022 en compañía de dos buenos amigos (Josluga y Juanqui), decidimos dar una vuelta de “pajareo” por el entorno de la ría de Villaviciosa (Asturías). El objetivo principal era el conseguir fotografiar a una preciosa hembra de Martín pescador (Alcedo atthis) que últimamente se ha dejado ver por el entorno de la senda peatonal que une El Salín con El Cierrón. Una vez localizada y tras permanecer un buen rato observando sus movimientos rutinarios, conseguimos (unos mejor que otros) realizarle alguna fotografía, que en mi caso fueron de carácter testimonial, ya que están sometidas a un cierto recorte.




Una vez conseguido ese objetivo, decidimos ampliar el campo de observación en busca de nuevas especies por la zona, hasta que pudimos dar con un pequeño bando de archibebes comunes (Tringa totanus) que se alimentaban en una pequeña “playita” que se había formado en uno de los márgenes de la ría al bajar la marea.




Enseguida nos llamó la atención la presencia de un acompañante de ese pequeño bando de archibebes que destacaba por su mayor tamaño y su imponente pico. Rápidamente Josluga nos comentó que se trataba de una hermosa Aguja colinegra (Limosa limosa) que, al igual que sus compañeros de bando, se alimentaban en la zona intermareal picoteando en la zona embarrada en busca de algún invertebrado.




Mientras los archibebes se desplazaban en grupo por la orilla mostrando constantemente un comportamiento bastante inquieto y desconfiado, emitiendo cada poco sus sonoros y aflautados sonidos, la aguja se mantenía cercana a ellos pero en uno de los laterales del pequeño bando.




Nos pudimos recrear observando las evoluciones de los archibebes comunes que aún luciendo su plumaje invernal, su belleza era incuestionable. Mientras la Aguja seguía alimentándose en un extremo del bando.




Habían pasado tan sólo unos pocos minutos de que hubiéramos comenzado a fotografiarlos cuando, sin un motivo aparente, los archibebes iniciaron el vuelo en desbandada emitiendo sus característicos sonidos de alarma. Inmediatamente después Juanqui nos exclamó que había habido un ataque fulminante de un ave rapaz a una de las limícolas. De "ipso facto" dirigimos nuestros objetivos a esa zona y enseguida pudimos descartar de que se tratara de un Halcón peregrino y para sorpresa nuestra, pudimos confirmar que se trataba de un hermoso ejemplar de Azor común (Accipiter gentilis) que había atacado a la Aguja colinegra a a la que mantenía atrapada inmóvil entre sus potentes garras en la orilla donde se estaba alimentando.




Se podía observar como el ave apresada permanecía inmóvil de espaldas contra en suelo con su largo pico apuntando hacia arriba e intentando una mínima defensa, abriendo y cerrando su afilado pico, sin poder alcanzar al Azor que no dejaba de mirar a ambos lados para asegurarse de no ser increpada por otras aves mientras terminaba de dar muerte a la aguja.




Poco a poco el pico de la aguja que había permanecido en posición vertical intentando una defensa imposible, fue cediendo hasta que alcanzó la horizontalidad, confirmando de esa marea su muerte.




Fue entonces cuando el Azor ya se dispuso a llevarse a su pesada presa a un lugar más seguro para alimentarse tranquilamente de ella.




Dado lo pesado de la Aguja, el Azor se vio obligado a tener que realizar una nueva parada nada más iniciar el vuelo, para afianzar más a su presa y podérsela llevar a buen recaudo.




Tras realizar una pequeña pausa de descanso y acomodar de una manera más equilibrada a su presa, el Azor retomó de nuevo el vuelo.




Al final consiguió remontar el vuelo y medio salvar un pequeño talud de tierra que bordeaba los límites de una finca próxima a ese margen de la ría, en el que había una zona de arbolado y desde donde casi seguro había permanecido inicialmente el Azor observando a sus potenciales presas.




Digo medio salvar porque desde el arbolado de esa pequeña finca salieron al encuentro del Azor dos córvidos que le obligaron a tomar tierra con su presa a los pies del muro de contención de la finca y que ya escapaba a nuestra vista. Adjunto una imagen puramente testimonial del ataque del córvido y del aterrizaje forzoso del Azor a pie del muro de contención de la finca.




Evidentemente, la interesante observación que pudimos disfrutar no dejaba más que poner de manifiesto lo que son las leyes de la naturaleza, pero no por ello nos llegó a provocar una gran pena al pensar que la buena de la Aguja colinegra habría conseguido recorrer un largo periplo migratorio desde sus territorios de cría en el norte de Eurasia.




No debemos olvidar y debemos valorar de una manera extraordinaria, que las agujas son unas extraordinarias viajeras durante sus migraciones. Concretamente la Aguja colipinta (Limosa lapponica)  ostenta el récord del vuelo sin paradas más largo registrado para un ave migratoria (comprobado por medio de seguimiento por satélite) y que llego a alcanzar los 11.000 km. Para más información al respecto os recomiendo ver ésta entrada de mi blog:





También nos supuso una gran sorpresa el poder observar a un Azor común en un entorno como el de la ría ya que su hábitat más habitual son las zonas boscosas (hayas, robles, pinares, encinas…) y más de montaña que a nivel del mar.

6 comentarios:

  1. Impresionante!vaya momentazo!
    Enhorabuena!
    Saludos desde León

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    1. Muchas gracias José Alberto. Sí, si fue un momentazo difícil de olvidar y que duró apenas unos minutos. La ley de la naturaleza. Saludos y buen año.

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  2. Felicitaciones, imponentes tomas e interasantÍsimo BLOG.

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  3. Me vas a ruborizar, Paco. Muchas gracias, eres muy amable. Saludos.

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  4. Enhorabuena por el momento vivido, su documentación y relato. Un saludo.

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    1. Muchas gracias por tú amable comentario. La verdad es que fue una observación muy impresionante. Estar fotografiando a una estupenda Aguja colinegra y en un suspiro verla atrapada en las garras del Azor. Saludos.

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