viernes, 24 de enero de 2020

Diversidad, belleza y buena compañía en la ría de Villaviciosa. (Parte 1). Ánade real (Anas platyrhynchos), Cerceta común (Anas crecca), Alcaudón real (Lanius excubitor), Ánade rabudo (Anas acuta), Porrón europeo (Aythya ferina), Archibebe común (Tringa totanus), Halcón peregrino (Falco peregrinus), Avefría europea (Vanellus vanellus), Garceta común (Egretta garzetta).

A lo largo de lo que lleva transcurrido del mes de enero, he tenido la oportunidad de acudir en varias ocasiones a ese maravilloso entorno que constituye la ría de Villaviciosa para los aficionados al “pajareo” y a la fotografía de la naturaleza en general. 




Acompañados de una excelente meteorología y con abundante agua en las diversas charcas que allí se forman, hemos podido disfrutar de un gran número de especies de aves que a los muchos aficionados que allí acudimos nos permitieron obtener un buen número de imágenes de ellas. 




Imágenes que una vez más, ponen de manifiesto la gran belleza que estos seres tienen, así como del entorno en que se mueven y de las que, con un poco de habilidad, los aficionados a la fotografía pretendemos plasmar e inmortalizar en nuestros reportajes fotográficos. 




Diversidad de especies de aves, con una gran belleza y además el poder disfrutar de la buena compañía de un buen número de amigos y aficionados nuevos que vas conociendo y con los que compartes experiencias y opiniones al respecto de esa gran afición que nos une, que no es otra que la de la observación y fotografía de aves y de la naturaleza en general. Un plan perfecto, que invita a repetir en más de una ocasión. 




En lo referente a la diversidad, la verdad es que cuando hago un repaso de la cantidad de especies que he podido observar en esas salidas, me llego a sorprender, sobre todo si no solo tienes en cuenta las que, de mejor o peor forma, has podido fotografiar. 




En ésta primera entrada dedicada a las imágenes de especies que esos días he podido fotografiar, habría que hacer una primera referencia a la entrada anterior al blog que dedique a las esquivas agachadizas común y chica, para a continuación presentar las imágenes del primer pájaro que pude obtener nada más llegar al entorno del Cierrón a primeras horas de la mañana. Se trataba de un simpático Alcaudón real (Lanius meridionalis) que está pasando el invierno con nosotros y que no paraba emitir su reclamo desde lo más alto de un matorral. 




Un ave que a mí particularmente me cae especialmente simpática y a la que en diversas ocasiones he podido fotografiar, pero que en esta ocasión concreta me parece mucho más interesante destacar, ya que no por casualidad, es una de las tres nominadas para obtener el triste galardón de “ave del año 2020” tras someter a votación popular la SEO Bird/Life. Comparte, junto con la Codorniz común (Coturnix coturnix) y el Aguilucho cenizo (Circus pygargus), esa triste candidatura que no tiene otra finalidad que la de denunciar y sensibilizar a las administraciones autonómicas y a la población en general de los serios peligros que se ciernen sobre ellas, para que refuercen las medidas de protección y seguimiento de esas especies seriamente amenazadas. 




Al parecer, las votaciones han quedado cerradas el pasado miércoles y es muy probable que a la hora de publicar esta entrada ya se conozca cuál de las tres especies ha sido elegida como “ave del año 2020”, pero sea cual sea, lo cierto es que sabemos que esas tres especies se encuentran en un declive poblacional por causa de la destrucción de sus hábitats, la intensificación agraria, el uso de plaguicidas o el abandono rural. 




En el caso concreto del Alcaudón real se sabe su principal amenaza la constituye la pérdida de biodiversidad que causa la agricultura intensiva y que su declive poblacional es un claro indicador de la mala salud de los ecosistemas. Su elección o simplemente su candidatura como “ave del año” debería concienciar a los políticos para que apoyen una nueva Política Agraria Comunitaria (PAC) más justa y sostenible. 




Al Alcaudón real ya tuve la oportunidad de dedicarle una extensa entrada en mi blog (enlace) que titulé como “El carnicero del antifaz”, dada la costumbre que tienen de almacenar sus piezas de caza, empalándolas sobre espinas y ramas afiladas, dando la apariencia del “matadero de un carnicero. De esta forma, consiguen tener pequeños almacenes de alimento y fijar a la pieza para ir desgarrándola poco a poco para alimentarse. 




Esos aspectos ya vienen reflejados en el significado etimológico de esta familia “Laniidae” ya que proviene del término latíno “lanius-ii”: carnicero (de “lanio”: desgarrar) al que se le añade el sufijo “idus-a-um” para designación de familias, con el significado de relación o pertenencia. Es decir, el ser de la familia “Laniidae” significa pertenecer a la familia de las aves a las que se identifica con costumbres de carniceros. Por cierto, a modo de curiosidad, comentar que los alcaudones en general son pájaros de un tamaño de cabeza considerable, de ahí que el origen etimológico de la palabra alcaudón, según el DRAE, deriva del árabe “alqabtún” que significa “el cabezón”.




Unas de las imágenes que más me llamaron la atención, fue la de localizar en uno de los muchos regatos de la ría, a un gran número de patos descansando en la arena aprovechando la marea baja. 




A un lado y otro de ese regato de agua dulce se concentraban tal número de patos que me resultó imposible encuadrar en un mismo plano teniendo que recurrir a realizar varias tomas parciales, para que me entraran todos. 




Mientras unos descansaban plácidamente en la arena, otros se dedicaban a adecentar su bello plumaje o a echar algún que otro trajo de agua. 




Entre ellos se podían observar a decenas de los bellos y elegantes machos de ánades rabudos que estaban acompañados de un número similar de hembras. 




También pude observar y fotografiar a decenas de silbones europeos que al igual que en el caso de los rabudos, los machos lucen un plumaje mucho más llamativo. 




En esa numerosa concentración no podían faltar los ánades reales, algún que otro Ánade friso, un Chorlito gris y las gaviotas patiamarillas.




En un área cercana a la de esa gran concentración de patos, pude, a duras penas, distinguir a un grupo de seis archibebes comunes (Tringa totanus).




Se desplazaban lentamente por el arenal de la ría y la escasa luz que en esos momentos había, junto con el plumaje críptico que lucen en esta época, dificultaban notablemente su clara observación y fotografía. 




Sin embargo, sus coloridas patas anaranjadas, al igual que parte de sus largos picos, denotaban claramente su presencia.




Una verdadera delicia poder disfrutar de su presencia en esta época invernal.




Como contrapunto a la paz y tranquilidad que transmitía tanto pato junto, no muy lejos de allí pude captar otra serie de imágenes impactantes, como son las de observar a un Halcón peregrino dando cuenta de una pequeña ave en lo alto de un tendido eléctrico. 




No es fácil acostumbrase a ver lo que en realidad es ley de vida, pero que no por eso deja de impresionar un tanto. 




Por otro lado, la belleza de esta rapaz está fuera de discusión. 




Se trata de un ejemplar que habitualmente utiliza ese oteadero para desde allí lanzar sus ataques a pequeñas aves limícolas que frecuentan la cercana ría.




No muy lejos de la zona donde pude encontrar al Halcón peregrino, en las frecuentes pequeñas charcas que esos días abundan por esa zona, descansaba un grupo de unas doce ejemplares de Avefría europea (Vanellus vanellus).




Quise aprovechar la hora del atardecer para conseguir que la luz solar más cálida, incidiera más oblicuamente e iluminara las bellas irisaciones que presenta el plumaje de estas aves. 




Conocida por la sabiduría popular como “la embajadora del frío” parece que su presencia nos anunciara, una vez más, la llegada de unos días de frío intenso como los que estamos padeciendo estos días tanto en Asturias, como en el resto de España. 




En el libro "Las aves ibéricas en la cultura popular” podemos encontrar varios de los nombres vernáculos descriptivos que a esta ave se le da en nuestro país, como por ejemplo: “aguzanieves, aguanieve, aguafría, nevera, neverina, nevadera, nevarruzco”. Como podéis apreciar, todos hacen alusión a su aparición cuando se acerca un temporal de nieve, o a cuando el frío las empuja a latitudes más meridionales.




De nuevo por el entorno del Cierrón, resultaba prácticamente imposible no prestar atención a una confiada Garceta común (Egretta garzetta) que parecía querer llamar la atención de los paseantes con sus increíbles equilibrios en lo más alto de las vallas de la senda.




Sin alterarse lo más mínimo por mi cercana presencia, procedió a desplazarse pausadamente por la valla de madera como si de un simple pajarillo se tratara.




He de reconocer que el color negro de sus pies me ha traído por la calle de la amargura, ya que en Europa tan solo podemos ver a la subespecie nominal (E. g. garzetta) que, evidentemente, tiene los pies amarillos en todas las edades (menos intenso en los jóvenes) y plumajes posibles. Tan solo existen en el mundo otras dos subespecies, la E. g. nigripes (desde Java a Filipinas, Australia y Nueva Guinea) y la y E. g. immaculata (Australia y Tasmania) que si tienen los pies negros, pero que, evidentemente, no puede ser. A la vista de esto, solo cabe pensar que se trata de una Garceta común (E. g. garzetta) con los “zapatos sucios” por haber pisado un fango muy oscuro.




Posteriormente procedió a la minuciosa observación y limpieza de sus pies llegando a extraer una especie de espina que debería tener clavada, o al menos eso me pareció a mí.




En otra ocasión pude fotografiar a otro ejemplar de esta especie realizando las tareas propias de la pesca, para lo cual van andando por las aguas someras y realizando paradas durante las cuales remueven el fondo con sus patas con el fin de espantar y así poder detectar a sus posibles presas. 




En otras ocasiones, utilizan la estrategia de dar pequeños saltos sobre la superficie del agua, desplegando sus alas en su totalidad con el mismo objetivo de hacer que se muevan sus potenciales presas.




Unas bellas imágenes que te permiten observar en todo su esplendor su bello y níveo plumaje.




También, cuando ahuecan su plumaje se les puede apreciar las plumas largas y esponjosas que las cubre el pecho y en la espalda.




Para terminar esta primera parte de las observaciones y fotografías que he podido realizar recientemente en la ría de Villaviciosa, quiero hacerlo con unas bellas imágenes de unos narcisos en flor, que pude obtener también allí y que me hicieron pensar que ya tenemos ahí al lado a esa maravillosa temporada primaveral.



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