miércoles, 26 de febrero de 2025

De pajareo por la Ría de Avilés (Parte 2/2). Cormorán grande (Phalacrocorax carbo). Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis). Somormujo lavanco (Podiceps cristatus). Gaviota patiamarilla (Larus michahellis).

Continuo con la segunda parte (y última) de ésta mini serie dedicada a algunas observaciones de aves marinas que recientemente he podido fotografiar por la Ría de Avilés y más concretamente desde la zona de la rula, pasando por el puerto deportivo, hasta el azud del puente de San Sebastián (la zona del Centro Niemeyer), sin adentrarme más en la conocida como cola de la Ría de Avilés). El primer protagonista del que quiero compartir algunas fotografías, que me parecieron bastante chulas, es el de un Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) que pude observar en el momento justo de dar captura a una peleona anguila que no estaba precisamente por la labor de dejarse engullir por el cormorán.





Tras conseguir atraparla con su gran pico, el cormorán tenía que acomodarla para engullir en primer lugar su cabeza, pero los continuos retorcimientos de la anguila para evitarlo no se lo pusieron nada, pero nada fácil al cormorán. Una y otra vez la reintroducía en el agua sin soltarla y creo yo para facilitar el deslizamiento por su garganta y esófago.





Ya solo le quedaban unos centímetros para engullirla totalmente y todo apuntaba a que ahí acababa la lucha, pero sorprendentemente la anguila una vez engullida totalmente, no dejaba de retorcerse en el interior del cuello del cormorán (esófago) dando unos fuertes coletazos, pudiéndose apreciar esa lucha por las deformidades que se apreciaban en su cuello.





El cormorán ante tanta resistencia se defendía golpeando bruscamente su cabeza contra el agua.





A continuación procedió a realizar un estiramiento a tope de su cuello, con el fin de bajar la anguila hacia el estómago donde morirá asfixiada y atacada por los potentes jugos gástricos del cormorán.





Tras varios estiramientos de cuello y golpeos en la superficie del agua de varios minutos de duración, la anguila fue deglutida completamente y el cormorán inició el vuelo hacia el interior de la ría.





Fue toda una experiencia observar esa gran pelea y las dificultades que puso la anguila para no ser deglutida.





Y hablando de cormoranes, no quería dejar pasar y compartir el reportaje fotográfico que también pude realizar a un Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) que poco a poco se fue adentrando por la zona del puerto deportivo de la ría hasta llegar a la zona Centro Niemeyer.





Evidentemente, ni el grande ni el moñudo son ninguna “rareza” digna de especial mención, pero el primero por las dificultades que tuvo para deglutir a su presa y el segundo porque a mi particularmente siempre me ha atraído poder captar la belleza de esta ave acuática y en especial sus llamativos ojos de un llamativo color verde esmeralda, que contrastan muy notablemente con el color negro del resto de su cuerpo.





Y eso a pesar que no lucía su espectacular aspecto que luce esta especie con su plumaje nupcial en el que se puede apreciar su llamativo y característico penacho de plumas curvada hacia arriba que nace de la frente y que se asemeja a un moño. Las hembras tienen el moño algo más pequeño que el de los machos. Este moño normalmente se pierde después de la puesta, aunque algunos individuos lo pueden conservar durante varias semanas.

Fotografía de archivo 
Fotografía de archivo 
Fotografía de archivo 
Fotografía de archivo 
Su aspecto es muy parecido al del Cormorán grande, aunque los moñudos son de menor tamaño y de aspecto más estilizado, lo que le permite bucear ofreciendo muy poca resistencia al medio. Además, en el caso del Cormorán moñudo, el color de sus plumas es negro brillante (menos oscuro) con irisaciones verde satinado (sobre todo en el cuello), en vez de los tonos marrón bronce que tiene el Cormorán grande en la espalda y en las alas.





Como decía, en la cabeza tienen el característico moño de esta especie. Es de menor tamaño que la del Cormorán grande, con una frente más marcada (píleo en punta por delante y por detrás) y el cuello más estrecho que la cabeza. La cola tiene 12 plumas remeras, mientras que la del Cormorán grande tiene 14.




El pico también es más pequeño y estrecho y el final la mandíbula inferior del pico no sobrepasa al ojo, como si ocurre en el grande. En su cara tampoco presentan la característica mancha blanquecina en forma de “C” que abarca la parte de atrás de la base del pico y la garganta en los grandes. En el Cormorán moñudo, la garganta es totalmente negra y la comisura del pico, amarilla, destaca sobre el tono general negruzco. No presentan ninguna mancha blanca en los muslos, como en el caso del Cormorán grande en la época nupcial. Por último, otra gran diferencia es que al Cormorán grande se le puede encontrar tanto en el mar como en las aguas de interiores, mientras que el Cormorán moñudo solo vive en el mar.





El Cormorán moñudo es una de las aves marinas que mejores cualidades presentan para la natación ya que cuando lo hacen, las tres cuartas partes de su cuerpo permanecen sumergidas, haciendo que su línea de flotación en el agua sea muy alta lo que les obliga a llevar el cuerpo muy estirado y el pico ligeramente inclinado hacia arriba.





Como consecuencia de todas estas circunstancias, a la hora de tener que sumergirse tienen que dar un pequeño salto hacia adelante. Una vez sumergidos, sus patas palmeadas en posición trasera facilitan su impulso para el buceo y utilizan la cola como timón y las alas para equilibrarse.





La tercera especie que desde hace ya bastantes semanas podemos ver por esa zona antes descrita, es el Somormujo lavanco (Podiceps cristatus).





Estaréis conmigo en el Somormujo lavanco (Podiceps cristatus) es de por sí un ave con una belleza y elegancia especial que siempre apetece fotografiar dada su gran fotogenia.





En el otoño-invierno pierden completamente el vistoso plumaje de la primavera y se transforma en un ave blanca y negra, destacando la parte superior de la cabeza oscura y una raya superciliar blanca. El resto de la cabeza, garganta, cuello y partes inferiores son blancas en contraste con el dorso negruzco y los flancos de color pardo oscuro. El pico es de color rosado con algo de negro en la parte de arriba de la mandíbula superior, en su inicio.





Con relativa frecuencia le hemos visto en compañía del Zampullín cuellirrojo lo que nos ha permitido comparar ambas especies pertenecientes a una misma familia, la de los podicipédidos.




Como decía, pertenece al igual que los zampullines a la familia “Podicipedidae” y ambos debido al hecho de tener unas patas fuertes en una posición muy trasera, tienen una enorme facilidad de zambullirse y favorecer su propulsión durante el buceo, pero sin embargo hace que sean muy torpes en tierra firme. Además sus patas actúan como timón, reemplazando su rudimentaria cola, la cual sería menos útil en esta tarea.




Para finalizar esta entrada comparto con vosotros unas curiosas fotografías que pude realizar a una Gaviota patiamarilla (Larus michahellis) en las inmediaciones de la Rula de Avilés y que desde el primer momento pensé que se trataba de una gaviota especial. Especial no porque se tratara de una especie que pudiéramos considerar cómo escasa o rara, sino por dos circunstancias curiosas. Una de ellas, como se puede apreciar en las fotografías, es la de ser portadora de una anilla en su pata izquierda de color negro en la que aparece la inscripción AU6H con letras blancas, anillada en Avilés por el grupo MAVEA.




La otra y más curiosa, es que desde mi punto de vista se trataba de toda una gaviota gourmet, ya que la pude observar cómo se pegaba un buen atracón de percebes.





He visto en muy diferentes ocasiones a gaviotas alimentándose de muy diferentes alimentos de origen marino (peces, moluscos, crustáceos, equinodermos como las estrellas de mar), e incluso restos o despojos de alimentos que tiramos los seres humanos, entre otros, pero alimentarse de percebes es todo un lujo que no todos los seres humanos nos podemos permitir habitualmente, dado su elevado precio.





Pues bien, allí estaba ella dándose un buen atracón de unos cuantos percebes de un tamaño considerable, aunque no sin un considerable esfuerzo, teniendo que voltearlos varias veces para evitar, en la medida de lo posible la parte dura (uña) de los percebes.





Hasta aquí ésta nueva entrada que espero que os haya, cuando menos, entretenida. Gracias por vuestra visita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario