Como en años anteriores, en las últimas fechas de la primavera y primeras del verano, me gusta desplazarme a diversas zonas de la montaña central asturiana para poder observar, y si es posible fotografiar, a ciertas aves características de la media/alta montaña y a la vez disfrutar de unos increíbles paisajes que allí existen, con lo cual te aseguras el pasar unas jornadas inolvidables en plena naturaleza.
Entre las especies propias de la media/alta montaña cabe mencionar como habituales en esas fechas al protagonista de ésta nueva entrada, el Roquero rojo (Montícola saxatilis), así como al Bisbita alpino, la Collalba gris, Tarabilla norteña, los escribanos cerillo, soteño, hortelano y montesino, e incluso el Gorrión alpino y el escaso Treparriscos, entre otros. A esa interesante lista, habría que añadir a las abundantes chovas piquirrojas y piquigualdas, los buitres leonados y negros y al Alimoche entre otras. Todo un catálogo de bellas e interesantísimas especies por las que siempre merece la pena el desplazamiento.
En esa ocasión me desplace a uno de mis lugares favoritos para disfrutar de unos maravillosos paisajes y poder observar y fotografiar a un buen número de especies, me estoy refiriendo es el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa (1.689 msnm), ubicado en la zona meridional de Asturias, limitando al sur con la provincia de León y que ocupa parte de los concejos de Lena, Quirós y Teverga. Para mi esta zona de montaña es una de mis preferidas por su gran belleza, su fácil acceso y proximidad (área central de Asturias).
Al igual que en anteriores años uno de mis principales objetivos era intentar localizar a este peculiar y colorido pájaro que, tal como comentaba en el título de la entrada, según datos del Programa de Seguimiento de Aves Comunes en Primavera (Sacre) de SEO/BirdLife, la población española de Roquero rojo (Monticola saxatilis) ha experimentado un descenso de un 95% desde 1998, lo que supone tomar un peligroso camino hacia la extinción.
Estamos hablando de un ave que ya previamente a su dramático declive era realmente escasa: en 1997 se estimó que la población española podría estar integrada por tan solo unas 3.500 a 4.800 parejas. En el conjunto del continente europeo su tendencia es igualmente muy negativa: ha desaparecido recientemente de países enteros como Eslovaquia, Hungría y Moldavia y se ha vuelto extremadamente raro y localizado en otros como Italia y Rumanía.
Se barajan diferentes factores para explicar su declive, como el cambio climático y el abandono de la ganadería de montaña. Sin olvidar que se trata de un migrante de largo alcance que inverna en África al sur del Sahara, región donde se está produciendo una enorme pérdida y deterioro de los hábitat en las últimas décadas.
Como podréis comprender, ante esas negras expectativas, poder localizar y fotografiar a esta espectacular y escasa especie, resulta cada año más difícil y además, a esas dificultades habría que añadir el hecho de que se trata de un pájaro con un carácter sumamente esquivo.
De hecho, conseguir el reportaje fotográfico que ahora comparto en ésta entrada, me supuso tener que realizar tres visitas diferentes: dos a lo largo del mes de junio y otra a mediados del mes de julio que fue con la que más disfrute.
Cuando te vas moviendo por esas zonas rocosas de mediana/alta montaña por donde acostumbra a moverse, te sorprende al verle aparecer con su llamativo colorido asomándose tímidamente en el perfil de una roca en un ambiente en donde apenas hay vegetación y los colores que predominan son los grises y blancos de las rocas calizas y el radiante azul del cielo.
Comienza por asomar una colorida y llamativa cabeza azul y cuando poco a poco va cogiendo confianza, termina por enseñarte el resto de su plumaje corporal de color anaranjado llamativo que produce un gran contraste sobre el blanco-gris de su oteadero rocoso. Al verlo aparecer con su llamativo colorido te hace pensar que se trata de una especie de pájaro más propio de ambientes tropicales.
El Roquero rojo (Montícola saxatilis) es un “Paseriforme” perteneciente a la familia “Turdidae” y al género “Montícola” que miden unos 17-20 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 37 cm y un peso que puede llegar a los 65 gr. Existe un claro dimorfismo sexual en esta especie.
El significado etimológico de su denominación científica “Montícola” (Linnaeus, 1766), viene a describir que se trata de un “habitante de las montañas o montes que se cría o vive entre las peñas”, ya que “montícola” proviene del “monticola-ae”: habitante de las montañas, montañés (de mons-ntis: monte, montaña y de colo-is-ere: cultivar, habitar, vivir). Por su parte, el término “saxatilis” también proviene del término latino “saxatilis-e”: que se cría entre las peñas o que las frecuenta, propio o relativo a las piedras (de saxum-i: piedra más el sufijo -alis/talis).
El macho en la época reproductiva tiene la cabeza, garganta, cuello y espalda de un color azul grisáceo pizarroso, con una gran mancha blanca situada en la zona central del dorso, más arriba del obispillo, el cual es gris negruzco.
En la cara presenta una brida poco definida de color negruzco.
Los ojos son grandes, de color marrón oscuro y están rodeados de un fino anillo periocular de color azul grisáceo.
El pico es medianamente largo, fino, puntiagudo y de color pardo negruzco (acerado).
El pecho, el vientre y y las infracobertoras caudales son de color anaranjado.
Las alas son anchas, redondeadas, de color pardo oscuro y con las puntas de las plumas de color crema blanquecino.
La cola es corta, de color castaño anaranjado con las dos rectrices centrales de color pardo oscuro, pero la base de ellas, también es de color castaño anaranjado.
Las patas son medianamente largas y al igual que los pies, son de color pardo.
En los machos, durante el invierno, el color azulado o gris pizarra queda oscurecido por la parte superior, siendo más parduzcos, ya que muchas de las puntas de sus plumas adquieren tonos pardos en sus bordes. Por las partes inferiores, las zonas de color anaranjado, presenta muchas motas blanquecinas en los extremos de las plumas.
Las hembras en primavera/verano tienen el dorso de color pardo oscuro y aspecto vermiculado ya que las plumas tienen su extremo de color blanquecino. La garganta es blanquecina. El pecho, los flancos y la parte inferior son de color pardo blanquecino con escamas pardo anaranjadas que se va transformando en color crema según se acerca a la cloaca. Las alas son de color pardo con los bordes de las plumas de color blanquecino.
La cola es similar a la de los machos. Los ojos son grandes, de color marrón oscuro y están rodeados de un fino anillo periocular de color beige. Durante el invierno las hembras se parecen a los machos en esa misma época aunque por la parte superior su color es algo más claro. Los jóvenes resultan muy similares a las hembras aunque son más claros por la parte inferior.
Hembra (Fotografía de archivo) |
En su posadero de rocas, adopta su característica postura erguida, agitando la cola y emitiendo su canto aflautado y gorjeante, que también emite en su vuelo nupcial mientras se eleva en vertical.
De carácter bastante tímido, esquivo y solitario, es muy terrestre y se mueve saltando entre las piedras. No suele permitir el acercamiento y huye a la menor alarma para ocultarse entre las rocas. Su vuelo corto y a poca altura se asemeja al de los zorzales.
Utiliza las zonas rocosas para realizar su ciclo reproductor y de atalaya para divisar sus presas alimenticias sobre las que se lanzará a su captura en un rápido picado. También es frecuente que baje a los pastizales a buscar alimento entre la hierba.
Se alimenta fundamentalmente de insectos y sus larvas, orugas, gusanos, escarabajos, saltamontes y otros invertebrados y ocasionalmente, en otoño-invierno, de semillas, frutos y bayas.
Habita en todo el sur de Europa, Asia, y África. Se trata de una especie netamente mediterránea que no falta en lugares áridos y rocosos por encima de los 400 m en el sudeste de Francia, Suiza, Italia, Hungría, Sur de Polonia, Eslovaquia, los Balcanes, Grecia, sur de Rusia, Asia Menor y llegando por el sur de Asia hasta Mongolia.
En España son habituales durante el período de primavera/verano en los principales sistemas montañosos (Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico y Pirineos, Sistema Central y en la zona norte de las Sierras litorales valencianas y catalanas así como en puntos determinados de las Sierras Béticas). Aparece también en la Isla de Mallorca.
Emigran a finales de verano en pequeños grupos hacia el África oriental. Algunos ejemplares se quedan en la zona del Sahara a pasar el invierno pero en general todas las poblaciones europeas son transaharianas. Posteriormente retornan a los territorios europeos de cría a principios de la primavera, aunque en España el paso migratorio se observa hasta el mes de junio.
Su hábitat son zonas rocosas y pedregosas, sobre todo de origen calizo, que alternan con pastizales de altura o matorrales bajos (brezos, tojos, piornos, escobas, etc), con escasez de arbolado o ausencia total del mismo y entre los 800 a 2.100 msnm, aunque con preferencia a partir de los 1500 m.
Llegan a partir de la segunda quincena de abril y sobre todo en mayo y primero lo hacen los machos que se adelantan entre dos a tres semanas a las hembras. La retirada se realiza a finales de julio y primera quincena de agosto.
Cuando se encuentran en celo, los machos realizan un vuelo ascendente emitiendo su característico canto y cuando llegan al punto más alto permanecen estáticos unos instantes, ahí dejan de cantar para dejarse caer con las alas y la cola abiertas a un posadero donde reinician otro vuelo similar pero a menos altura. A continuación, ya cantan desde cualquier posadero.
Aunque el período reproductivo abarca de abril a junio, se realiza mayoritariamente en mayo. Construyen un nido con forma de cuenco en las oquedades y grietas existentes entre las rocas. Para su elaboración utilizan raíces, hierbas, hojas y musgo. Suelen tener una sola puesta por temporada de entre 4-6 huevos. La incubación, que realiza sólo la hembra, dura 15 días aproximadamente. Los pollos son alimentados por ambos padres y abandonan el nido en dos semanas.
Las principales amenazas para esta especie son la sobreexplotación ganadera de pastizales y matorrales de altura, el turismo descontrolado, la pérdida de hábitat y las construcción y explotación de pistas de esquí. Al roquero rojo se le considera “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Espectaculares fotos👏
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarExcelentes fotos y muy interesante la información que aportas sobre esta hermosísima especie. Enhorabuena José Ignacio
ResponderEliminarMuchas gracias Julio. Valoro mucho tú amable comentario. Saludos.
EliminarPor desgracia lo que dices es una realidad. Por aquí su bajón ha sido enorme. Preciosas fotografías. Un saludo.
ResponderEliminarBeautiful blog
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