domingo, 15 de agosto de 2021

Un nuevo encuentro con una bella y enigmática especie. Críalo europeo (Clamator glandarius). Cuquiellu Rial.

Para un aficionado a la observación y fotografía de aves que resida habitualmente en el Principado de Asturias, como es mi caso, desplazarse a nuestra comunidad vecina de Castilla León es una gran satisfacción, ya que además de poder disfrutar de unas condiciones óptimas de luz con cielos generalmente azules que tanto ansiamos los aficionados a la fotografía, nos permite encontrarnos con especies de aves a las que con mucha más dificultad podemos observar en Asturias.



Ese fue el caso de mi nuevo encuentro con un ave de una belleza muy especial con la que yo particularmente me emociono cada vez que tengo la oportunidad de observarla y fotografiarla de cerca. Obviamente, como podéis apreciar en las imágenes, me refiero al Críalo europeo (Clamator glandarius) que en Asturias conocemos como el Cuquiellu Rial.



Esa denominación vernácula no es casualidad ya que al igual que el familiar suyo el Cuco común (Cuculus canorus), son las dos únicas especies que podemos ver en la Península ibérica que no construyen nido, es decir, que practican el “nidoparasitismo” ya que depositan sus huevos en los nidos de otras aves cuando se produce un descuido.



A este respecto, cuando tuve la fortuna de poderle observar con el pico abierto me lo imaginaba metido en el nido de un pequeño pajarillo reclamando su alimento y a sus supuestos padres tratando de llevar a cabo la encomiable tarea de cebar a su falso y glotón hijo.



Curiosamente, este nuevo encuentro con el Críalo europeo (13/07/21) tuvo lugar en el mismo lugar (una gravera a las afueras de León) en el que le encontré en la última entrada que le dedique a él y que me permitió verle comiendo orugas de procesionaria.

Mayo 2019
Mayo 2019

Como viene siendo habitual, fue justo cuando me marchaba de allí, cuando casi por casualidad lo pude ver entre las ramas de un pequeño arbusto. Desde el interior de mi vehículo no le resultaba fácil identificar a una potencial amenaza y además yo creo que él confiaba bastante en las características miméticas de su bello plumaje.



Si queremos conocer un poco más en profundidad, debemos saber que el Críalo europeo (Clamator glandarius) es una especie de ave cuculiforme de la familia “Cuculidae” y género “Clamator”. Tanto su denominación científica “Clamator” como su denominación común en español “Críalo”, hacen referencia a los ásperos y chirriantes sonidos que emiten en sus llamadas, ya que “clamator” es término de origen latino que significa “gritador” y su nombre común en español es, como también lo es en su pariente el Cuco, de origen onomatopéyico, ya que una de sus llamadas suena similar a “kria kria” (canto garrulo).



Son aves de tamaño mediano con una longitud de entre 35-45 cm, su envergadura puede alcanzar los 60 cm. Pueden alcanzar un peso de entre 135 (hembras) y 170 gr (machos). Son ligeramente más grandes que el Cuco común y con la cola más larga. Ambos sexos tienen un aspecto similar, pero el macho es algo mayor. No se conocen subespecies.



Tal vez, lo más llamativo de su morfología sea su larga y estrecha cola escalonada, de color pardo oscuro terminada en blanco. Yo no recuerdo a ningún pájaro que nos visite o resida en la Península Ibérica que tenga la cola tan larga como la del Críalo, la cual mide alrededor de los 20 cm.



Tal como puede apreciarse en las fotografías, se trataba de un ejemplar joven. Hay que recordar que los jóvenes en general son más vistosos que los adultos ya que tienen un plumajes de un intenso color achocolatado, con las alas más negruzcas, abundantes motas blancas en el dorso y las primarias de color ladrillo oscuro. Las secundarias tienen las manchas blancas de las puntas, muy pequeñas. 


Ejemplar adulto (León 21/05/2021)

Además, los ejemplares jóvenes tienen la cabeza y la nuca de color negruzco y sin apenas penacho. Las partes inferiores tienen un color más ocre amarillento y presentan un anillo periocular de color rojo anaranjado.



Por su parte el ejemplar adulto presenta el dorso, la nuca y las alas de un color pardo grisáceo oscuro con un amplio moteado de blanco. Las partes inferiores del cuerpo son de color blanco crema con tonos amarillentos en la garganta.



La cabeza en su parte superior es de color gris plateado que llega desde la base del pico por debajo del ojo, hasta la nuca, incluyendo a las auriculares. La mitad inferior de la cara es, como la garganta, de color blanco cremoso con tonos amarillentos.


Los ojos son de color marrón oscuro y están rodeados por un fino anillo periocular de color gris. Su pico negruzco es robusto y ligeramente curvado hacia abajo.


Cuando está posado, destaca un penacho o moño de plumas dirigido hacia atrás que sobresale de la cabeza, y que levanta en determinadas ocasiones.


La cola por la parte superior es gris con el extremo de las plumas de color blanco y por debajo es gris con manchas en el extremo de las rectrices.


Las patas son de color gris y tienen dedos zigodáctilos, es decir, dos dirigidos hacia delante y dos hacia atrás.


El Críalo europeo está ampliamente distribuido por el sur de Europa (cuenca mediterránea, como la Península Ibérica, Turquía, sur de Francia, Italia y Chipre), centro y sur de África y Oriente Medio.


En España son habituales durante el período estival. Llegan procedentes de África para reproducirse y permanecen en ella desde febrero hasta septiembre aunque los adultos regresan a África antes que los jóvenes, generalmente en julio.


Se distribuye por gran parte del territorio peninsular, siendo más abundante en el sur y muy escaso en toda la franja norte y Galicia. Asimismo, evita las áreas montañosas de gran altitud. No aparece como reproductor en Canarias, Ceuta y Melilla. En Baleares se encuentra ocasionalmente, pero no cría.


Las poblaciones mediterráneas y surafricanas se comportan como migradoras, y pasan el invierno en el África tropical, donde coinciden con la población residente local. Las poblaciones del hemisferio norte inician la migración postnupcial en julio y puede llegar hasta septiembre retornando a las áreas de cría a lo largo de febrero. Aprovecho la ocasión para incluir en ésta entrada otra serie de fotografías de ésta peculiar especie que pude conseguir en Cáceres en la primavera del 2019 y que aún no había tenido la oportunidad de poderlas publicar. 



Su hábitat preferido son las áreas o campos abiertos en los que haya alguna densidad de árboles cercana (sobre todo pinares), así como sotos, campos de cultivo, dehesas, vegas, etc., desde el nivel del mar hasta los 1.300 m de altitud. Les gusta refugiarse entre lo más espeso del enramado de los árboles. Suele vivir en pequeños grupos. Aquí le podemos ver echando un sueñecito.



Su alimentación es principalmente insectívora teniendo predilección por las orugas de mariposas y polillas, incluidas las especies dotadas de defensas urticantes o tóxicas, como la procesionaria del pino, las cuales frota contra el suelo o la corteza de los árboles para quitárselos y minimizar sus efectos. También se alimentan con pequeños reptiles, hormigas, saltamontes, arañas y caracoles.


El Críalo vuela mucho de un lado para otro y a menudo permanece sobre las ramas de los árboles y arbustos esperando a que se presente la oportunidad de lanzarse al suelo con la cola levantada para capturar a su presa.


Pero si hay algo característico de la familia “Cuculidae” a la que pertenecen el Cuco (Cuculus canorus) y el Críalo (Clamator glandarius), es la de practicar el nidoparasitismo, es decir, deposita sus huevos en los nidos de otras aves cuando se produce un descuido. Esas aves acostumbran a ser las urracas (Pica pica), aunque también lo hacen en los de otros córvidos como las cornejas, cuervos o rabilargos. Son estas dos especies (Críalo y Cuco) las únicas, de las que vemos en la Península ibérica, que no construyen nido.


Al practicar el nidoparasitismo las otras aves se encargarán de la incubación y crianza de los pollos del Críalo, el cual evitará así el coste energético que supone sacar adelante a una nidada.


Pero a diferencia del Cuco común, ni la hembra ni los polluelos de Críalo sacan del nido los huevos o los pollos del huésped cuyo nido parasitan, aunque eso sí, a menudo algunas de las jóvenes urracas mueren por la falta de alimento que ocasiona la presencia de la cría de Críalo.


En compensación, se ha sabido recientemente que los polluelos de Críalo protegen el nido gracias a una secreción con un olor que repele a los depredadores que les acechan y que producen cuando son agredidos, lo cual protege tanto a ellos mismos, como a los polluelos del huésped. Esta acción protectora sobre sus hospedadores se prolonga de 16 a 18 días, antes de que los polluelos abandonen los nidos.


Se ha comprobado que de esa manera, los polluelos de la Corneja sobreviven más si un polluelo de Críalo comparte su nido, ya que las aves rapaces y los gatos depredan con menos frecuencia los nidos con crías de Críalo.


Tienen predilección como ya mencioné, por los nidos de Urraca a las cuales acechan cuando han hecho su puesta. Una vez que la Urraca detecta la presencia de los críalos, suele tratar de intimidarlos para que abandonen su cercana presencia conocedoras de sus intenciones. Los críalos machos conocen esta reacción por parte de las urracas, por lo que muchas veces las provocan haciéndolas que abandonen el nido para atacarles, momento que aprovecha la hembra del Críalo para poner sus huevos, pudiendo llegar incluso a romper alguno de los huevos de la Urraca a picotazos.



Como consecuencia de ese nidoparasitismo, los críalos evitan todas las tareas relacionadas con la crianza de los pollos parásitos: incubación, alimentación, defensa de los nidos, etc. Sin embargo, se sabe que realizan visitas esporádicas a los nidos parasitados, tanto durante el periodo de huevo, como en el de pollo y en algunos casos llegan incluso a defender los nidos.


Pero los estudios sobre el comportamiento de estas aves en relación con el nidoparasitismo no dejan de sorprender y como prueba de ello recientemente se ha descubierto que el Críalo tiene una conducta vengativa; algo muy inusual en el mundo animal. En concreto, tras depositar uno de sus huevos en un nido de Urraca o Cuervo, la pareja de críalos observa en la distancia. En el caso de que urracas y cuervos sigan incubando el conjunto de huevos, no pasa nada, ahora bien, si la Urraca detecta un huevo ajeno y en consecuencia lo tira al suelo o lo picotea hasta romperlo, la pareja de críalos irá a su nido cuando lo abandoné y picoteará y romperá todos sus huevos.


Además y por si fuera poco, se ha visto que la mayoría de las urracas que habían tirado el huevo parásito y perdido sus huevos después, parece que aprenden la lección y en sucesivas ocasiones, pasaron a aceptar el parasitismo. Con esta conducta, los críalos consiguen que las urracas aprendan la lección y se aprovechan del efecto recuerdo.


Los pollos de Críalo nacen por lo general unos días antes que los de la Urraca, por lo que unido a su mayor tamaño corporal, les sirve para garantizar su supervivencia acaparando la mayoría de las cebas.


El periodo reproductivo se realiza entre los meses de abril a mayo y el hábitat de cría coincide con el de las dos especies principales a las que parasita: la Urraca y la Corneja negra.


En una temporada pueden llegar a poner unos 16 huevos. Los pollos nacen tras 15 días de incubación. Las crías permanecen en el nido 25 días aproximadamente.


Se considera una especie amenazada en su conjunto, que ya ha desaparecido de algunas de sus áreas de reproducción (como el norte de África). En nuestro territorio, en cambio, debido a la abundancia de las especies parasitadas y a la gran diversidad de hábitats que ocupa, el Críalo no parece presentar especiales problemas de conservación, aunque sus poblaciones pueden fluctuar de unas temporadas a otras. Aparece incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría “De interés especial”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario