domingo, 7 de abril de 2019

De sorpresa en sorpresa en la ría de Villaviciosa (parte 2ª y fin).

En la presente entrada y como continuación de la anterior, quiero compartir con vosotros algunas de las fotografías que recientemente (lunes 01 y jueves 04 de abril de 2019) pude realizar en el entorno de la ría de Villaviciosa y que me supusieron alguna que otra sorpresa a la vez que me permitieron pasar unos estupendos momentos. 




Era media mañana del lunes 01 de abril y nada más llegar al entorno del Cierrón (Villaviciosa), pude descubrir a una de las principales protagonistas de esta entrada, la Polluela pintoja (Porzana porzana) a la que, en días sucesivos, pude comprobar por distintas publicaciones, que ese mismo día ya la habían localizado algunos otros aficionados al “pajareo”. 




El caso es que para mí, al desconocer esos otros avistamientos, me supuso una grata sorpresa, máxime cuando comprobé que no era solo una, sino dos, las que merodeaban en una zona bastante próxima, aunque lo cierto es que a la segunda tan sólo la pude ver durante un instante y a duras penas. 




Enseguida me vino a la memoria mi anterior y hasta ahora único avistamiento que había conseguido realizar a esta enigmática ave, precisamente en ese mismo lugar, hacía justo ahora dos años (enlace) y que, como podréis imaginar, me supuso una gran satisfacción entonces. 




Aunque, como acostumbra a ocurrir, las condiciones para poder realizar unas fotografías decentes, no eran las más adecuadas, debido a que era medio día y el sol radiante producía un contraluz importante y muchos reflejos en el agua, al final conseguí sacarle alguna que otra más o menos aceptable, que me sirven para poder ilustrar esta entrada. 




Como muchos de vosotros ya sabéis, las condiciones más favorables para conseguir encontrar y fotografiar a esta esquiva especie y a la mayoría de los rálidos (rascones, polluelas, calamones…) son las horas crepusculares y mejor en días nublados o incluso lluviosos. 




Además, no descubro gran cosa si comento que aparte de ser unas aves escasas, su comportamiento es muy solitario y tímido por lo que resulta bastante difícil verlas y aún más fotografiarlas, ya que permanecen la mayor parte del tiempo escondidas entre la densa vegetación. 




Al caminar por el suelo, lo hacen con las patas flexionadas, el cuerpo casi horizontal y con su corta levantada y moviéndola espasmódicamente, de arriba abajo, como la Gallineta común. En cuanto se sienten observadas corren a ocultarse entre la vegetación que siempre tienen cercana. Nadan bien, moviendo la cabeza adelante y atrás, pero procurando no alejarse mucho de la vegetación. No es una especie gregaria y normalmente anda solitaria. 




Sus hábitats preferidos son las extensiones de agua dulce poco profundas que manifiesten acusadas oscilaciones en los niveles hídricos y con una cobertura vegetal no necesariamente demasiado abundante, como son los humedales, marjales, lagunas, carrizales, cañaverales, arrozales y también marismas. Tienen mayores hábitos terrestres que las otras polluelas. 




Su dieta es omnívora y en ella entran desde alimentos de origen animal, tales como gusanos, lombrices, moluscos, pequeños peces e insectos acuáticos y sus larvas, como de origen vegetal, como son las plantas acuáticas, brotes, hojas, raíces y semillas. 




La Polluela pintoja está presente en Europa, África y Asia. De las principales poblaciones reproductoras, algo más de la mitad se localiza en Rusia y Bielorrusia, con núcleos también destacados en Francia, Rumanía y Ucrania. 

Aunque en España su población es muy restringida y se considera muy rara como reproductora (únicamente de unas pocas decenas de parejas), su población se hace más abundante durante el invierno (algunos ejemplares son invernantes), así como en los pasos migratorios de marzo - abril y septiembre - octubre, en los que se desplaza a los países mediterráneos hasta Oriente Medio y el mar Caspio y un importante número de ejemplares que cruza España en dirección al África tropical. 

SEO Bird/Life
Las principales referencias de reproducciones en España se han dado en las marismas del Guadalquivir y en algunos enclaves de Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco y Galicia. En Baleares es un invernante escaso y, en Canarias, accidental. En Asturias la última referencia de un posible caso de nidificación ocasional, se remonta a julio de 2000, en el Embalse de la Furta (Corvera). 




Otra de las especies que pude fotografiar ese lunes primero de abril y que ya me habían sorprendido un par de días antes apareciendo delante de mí y permitiéndome fotografiar esos íntimos momentos antes, durante y después de la copula, fue la pareja de cigüeñuelas que por primera vez en esta temporada y de forma bastante adelantada, aparecían en ese entorno del Cierrón. 




En este segundo encuentro, aunque la hembra se insinuó bastante al macho, adoptando una típica postura inclinada hacia adelante y permaneciendo inmóvil, el macho al parecer, no estaba por la labor y no se consumó la cópula. 




Eso sí, en todo momento hubo unos escarceos amorosos con un acercamiento mutuo y cruce reiterado de picos que me permitieron captar e inmortalizar con mi cámara. 





Además, los abundantes reflejos que me molestaron notablemente para poder fotografiar a la Polluela pintoja, más tarde, según avanzaba la mañana, se convirtieron en un buen aliado para poder obtener unas bellas fotografías de esta pareja de cigüeñuelas con el reflejo de sus estilizados y elegantes cuerpos en el agua. 





Una gozada de momentos que tan sólo duraron unos escasos minutos ya que al poco tiempo, ante la negativa del macho para copular con la hembra, decidieron salir volando hacía otra charca mucho más distante y escondida donde habitualmente permanecen el resto del día y donde probablemente situarán su nido. 





Lo cierto es que esa charca en concreto, debe tener algún que otro encanto que desconozco pero que atrae a ciertas parejas de aves para exhibir sus encantos y realizar sus escarceos amorosos, tan habituales en esta época. 





Digo esto porqué allí mismo, en esa charca, pude también presenciar en primera fila del patio de butacas, los pródromos de lo que llegué a pensar sería la segunda relación amorosa de otra especie, pero que al final, tampoco se llegó a realizar, al menos en mi presencia, pero que cerca estuvieron de ello. 





Me estoy refiriendo a una pareja de garcetas comunes, habituales de la zona. Una especie a la que habitualmente vemos y fotografiamos a placer y que, aunque ya estamos acostumbrados y familiarizados con ella, yo al menos, no dejo de valorar su enorme belleza que despliega aún más en esta temporada primaveral en la que lucen sus mejores galas exhibiendo su plumaje nupcial. 





Pues bien, fue exactamente en el mismo lugar que había fotografiado previamente a la pareja de cigüeñuelas, donde de repente apareció una pareja de garcetas comunes y comenzaron a realizar una especie de ritual amoroso, adoptando unas posturas poco habituales para ellas y emitiendo unos ruidosos sonidos nada habituales de manera continuada. 





Guardaban una cierta distancia entre ellas, lo cual me dificultaba, dada mi proximidad, para poder sacar a ambas juntas en una misma fotografía con mi teleobjetivo, pero tanto la una como la otra estiraban al máximo su cuerpo y largo cuello mientras ahuecaban su bello plumaje totalmente blanco en el que se podían apreciar perfectamente los penachos de plumas ornamentales de su plumaje nupcial. 




Realizaban desplazamientos cortos, describiendo un círculo y dando pequeños pasos alrededor de su pareja a la cual no cesaban de mirar y siempre emitiendo los correspondientes reclamos. 





Un bello espectáculo que me sorprendió ya que yo no lo había presenciado nunca en esta tan frecuente especie de nuestro entorno asturiano, y que al final no cuajó ya que salieron volando juntas a otra zona donde posiblemente terminarían la “jugada”. 





Desconozco, si esa especie de ritual que yo tuve la suerte de presenciar y fotografiar, corresponde al cortejo nupcial de esta especie que, según he podido leer el Atlas de la Aves Nidificantes de Asturies 1990-2010, no acostumbran a reproducirse en nuestro territorio, o tan sólo se trataba de una especie de reto territorial entre dos individuos. Lo cierto es que no dejó de sorprenderme y me pareció sumamente interesante, espectacular y bello. 





La tercera especie a la que tuve la fortuna de poder fotografiar en esas dos mañanas y que tiene una belleza fuera de lo normal (al menos para mí) es a un macho de Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) que continuamente se estaba desplazando entre la vegetación cercana a la charca donde se encontraban las polluelas pintojas. 




Una gran satisfacción poder disfrutar de este bello pajarillo al que recientemente le dedique una extensa entrada en mi blog (enlace) y al que no acabo de dejar de admirar cada vez que me encuentro con él. 




Se trata de un macho que lucía su esbelta figura con su colorido pecho (medalla blanca incluida) y que no cesaba de moverse de un lado para otro realizando pequeñas paradas en las que aprovechaba para “otear el horizonte” estirando al máximo sus patas y cuerpecillo exhibiendo su precioso pecho. 




Unas pequeñas paradas que me permitieron realizarle unas bonitas tomas en diferentes posturas y que, una vez más, pusieron de manifiesto su enorme belleza. 




A la que tan solo pude captar fugazmente, es a la que pienso yo se trataba de una hembra, la cual se desplazaba un poco más distante y se comportaba sumamente esquiva (fotografía testimonial). 




El día 04 de abril tuve también la oportunidad de pasar parte de la mañana en el entorno del Cierrón y allí pude fotografiar de nuevo a otra especie que fugazmente y a duras penas había fotografiado el primer día (30 de marzo) y de la que entonces pude obtener unas pocas fotografías testimoniales. Me estoy refiriendo a la Agachadiza común (Gallinago gallinago). 




Otra especie de ave limícola, sumamente esquiva y tímida que acostumbra a aparecer durante los pasos migratorios y la invernada, en humedales, tanto costeros como del interior y que cuesta un verdadero triunfo poder fotografiar. 




Afortunadamente, en esta ocasión tuve la fortuna de verla aparecer volando mientras esperaba la salida de la Polluela pintoja en una zona próxima, lo cual me permitió poderla seguir y fotografiar fuera de la densa vegetación por donde acostumbra a moverse. 




Poderla observar al descubierto y a una distancia, más o menos aceptable, es todo un privilegio por lo que el obturador de mi cámara sufrió un cierto calentón. 




Impresiona ver el importante tamaño de su pico prospectando continuamente el terreno en busca de alimento. 




No nos olvidemos de que se trata de la limícola que ostenta el récord de tener el pico más largo si tenemos en cuenta la proporción entre el tamaño del pico y el tamaño del cuerpo. 




De vez en cuando, también aprovechaba para echar un traguito de agua, lo cual me tuvo bastante entretenido para intentar conseguir la típica foto con relejo, pero que no se me logró mucho que digamos.





Lo que tengo claro es que si no la llego a ver llegar volando, hubiese sido difícil detectarla, dado lo críptico de su plumaje jaspeado que le proporciona un perfecto camuflaje en el entorno por el que habitualmente se mueve como son los humedales, ríos, arroyos, lagunas, campos inundados, arrozales y marismas. 





No nos olvidemos que, a la facilidad que tiene su plumaje para camuflarse, hay que añadir la característica de esta especie que cuando se sienten amenazadas se agachan y se quedan quietas, si es posible detrás de cualquier matojo, piedra, rama, etc. tras el que se sienten protegidas, de ahí su denominación común. 




Ya para terminar esta extensa entrada, quiero hacer mención a la recién llegada Lavandera Boyera (Motacilla flava) cuyas primeras imágenes pude obtener en esos días y que con su llamativo colorido alegran los oscuros hábitats por los que habitualmente se desenvuelven aves, como la Agachadiza común o la Polluela pintoja. 






Por último, cuando marchaba para casa, en el camino de vuelta, cerca del Cierrón, pude sacar unas pocas fotografías testimoniales a un invitado especial. Se trataba de una pareja de corzos (Capreolus capreolus) que se alimentaban en una pradera cerca de la carretera.




2 comentarios:

  1. He estado buscando a la polluela por aquí pero sin suerte. Fotos preciosas y el pechiazul una maravilla. Un saludo y enhorabuena.

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  2. Muchas gracias José, siempre tan amable..seguro que si insistes te aparecerá la P. Pintoja. Están viéndose mucho este año en este paso prenupcial. Saludos cordiales.

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