viernes, 8 de marzo de 2019

Colorín, colorado, éste pájaro me ha encantado. Camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula). Picaflor.

A finales del invierno y comienzo de la primavera, los bandos del Camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) invaden los jardines y huertos de frutales (melocotoneros, ciruelos, manzanos y cerezos) que les atraen especialmente y donde metódicamente cortan las yemas de esos árboles frutales que constituyen uno de sus alimentos preferidos. 




También en esta época, este pájaro se especializa en comer o descabezar los botones florales, flores y semillas de innumerables plantas (Margarita de los Prados, Diente de León, Hierba de San Roberto, Cardillo, Ortiga, Avellano, Madreselva…) y arbustos. 




En el otoño es muy dado a comer sobre arbustos y matorrales, frutos y bayas, así como una buena variedad de semillas que pueden encontrar en el suelo a los pies de los árboles y arbustos que en esa época abundan en jardines y huertos. 




En invierno, como otras muchas especies, se dispersa fuera de sus áreas de reproducción y puede observarse en hábitats no habituales, en especial bosques de ribera donde encuentra refugio y alimentación. 




Cuando tenemos la fortuna de poder observar al Camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) no dejamos de sorprendernos del bello colorido de su plumaje, en especial el de los machos, que lucen un colorido espectacular (“el pájaro rojo” que ya así describió Aristóteles). La belleza de las hembras tampoco es nada desdeñable, aunque presentan una coloración diferente y más apagada que la de los machos. 




Si además les podemos ver cómo se las apañan para obtener su alimento favorito en ésta época (yemas de frutales y brotes de flores), adoptando con cierta frecuencia posturas acrobáticas similares a las que también recurren ciertos páridos (carboneros y herrerillos) para alimentarse, el disfrute es importante, máxime si consigues inmortalizar esos instantes en alguna fotografía que posteriormente te permitirá revivir esos inolvidables momentos en la pantalla de tu ordenador. 




Como viene siendo habitual, esos aspectos han sido recogidos perfectamente en la cultura popular de los ambientes rurales, donde no por casualidad han bautizado a este bello pájaro como “Cortabrotes”, “Quitabrotes”, “Cotonero”, “Esgromero”, Borroner”, o el de “Picaflor”, que se da en Asturias. 




Una costumbre por la que en algunos países europeos incluso son perseguidos, porque al ser muy abundantes causan muchos daños en los árboles frutales. Tengamos en cuenta que se ha estimado que el Camachuelo común puede cortar los brotes de un árbol frutal a razón de 30 o más por minuto. Afortunadamente eso hasta ahora no ha transcendido a nuestro país donde son mucho menos abundantes como para hacer temer que los daños sean irreparables, circunscribiéndose su presencia a la franja más septentrional de la península Ibérica, como luego veremos. 




El Camachuelo común (Pyrrhula pyrrhula) perteneciente al orden de las Passeriformes, familia de los Fringillidos y género “Pyrrhula”, tiene un aspecto compacto y rechoncho, sin que apenas se vislumbre su ancho cuello. Presenta unas dimensiones de entre 14 y 16 cm de longitud, pudiendo alcanzar una envergadura de entre 22 y 29 cm y un peso de hasta los 25 gr. Su esperanza de vida se estima entre los 8-10 años. Como vamos a ver a continuación, existe un marcado dimorfismo sexual en esta especie 




Los machos tienen el manto y dorso de color gris ceniza, excepto el obispillo que es blanco. 




Los lados de la cara, cuello, pecho, flancos y la parte anterior del vientre son de un vivo color rojo asalmonado. 




El bajo vientre y la zona caudal inferior es de color blanco. 




Su cabeza es grande y presentan un capirote de color negro brillante que se extiende por el píleo, la parte superior de la cara y la garganta. También incluye al ojo dentro de él, pero sin sobrepasarlo por su parte inferior. 




Los ojos son de color pardo y están rodeados de un fino anillo periocular de color negruzco. 




Presentan un pico grueso, corto y cónico de color negro. El culmen (mandíbula superior del pico) presenta el borde muy afilado, especialmente adaptado para el corte de las yemas y los brotes. 




Las alas son amplias, anchas, redondeadas y de un color negro azulado brillante con una llamativa franja blanco grisácea. 




La cola también es de color negro azulado y de longitud media larga. 




Las patas son de color pardo y de longitud media. 




Las hembras en general son de un colorido más discreto. Al igual que los machos tienen la cabeza de color negro pero más mate. 




El manto y dorso también es de color gris ceniza pero con una zona de color pardo rosáceo a la altura de las plumas coberteras. 




Durante el otoño e invierno tienen el pecho, los flancos garganta, lados de la cara, cuello y vientre de color pardo rosáceo intenso en vez de rojo asalmonado de los machos, pero en primavera y verano ese color pardo adquiere un tono café claro. 




Las alas y la cola son también negras pero menos azuladas que las del macho. 




La franja de las alas es de color blanco grisáceo en vez de gris. 




El obispillo, el bajo vientre y las plumas infracobertoras de la cola, son también de color blanco. 




Los jóvenes se parecen a las hembras pero no tienen el capirote negro, tienen la cabeza, el dorso y las escapulares de color pardo oscuro. Tienen el obispillo de color blanco cremoso, lo mismo que la franja alar. 




A pesar del llamativo colorido de su plumaje (en especial el de los machos), no siempre resulta fácil verlo. De hecho, muchas veces nos percatamos de su presencia tan sólo al oír su característico reclamo, una especie de "viup", muy lastimero, que nos advierte que por allí se encuentra este pájaro. De no ser por ello, es fácil que su presencia pase desapercibida, dada su discreción y la costumbre de estar oculto entre el follaje de árboles, arbustos y matorrales. 




Acostumbran a criar en bosques mixtos y caducifolios (hayas, avellanos, robles, abedules, etc.) con abundante sotobosque de boj o arbustos espinosos, sotos fluviales. También los podemos encontrar en zonas con matorrales, jardines, parques, huertos y campos de árboles frutales (melocotoneros, ciruelos, etc.). Es más abundante en lugares próximos a cursos de agua. 




Durante el invierno se reúnen en pequeños grupos, y aunque la población reproductora está considera como residente, habitualmente realizan pequeños movimientos altitudinales a zonas más templadas. 




Es un pájaro de carácter tranquilo y poco asustadizo, sobre todo cuando se encuentra en grupos. Los camachuelos se mueven entre los árboles y el follaje o los arbustos, realizando vuelos cortos y acompañándolos con continuas llamadas que mantienen unido el grupo. Sus periodos de mayor inquietud y actividad son las primeras horas de la mañana y al atardecer, permaneciendo perezoso y somnoliento durante largos intervalos del resto del día. 




Actualmente se reconocen nueve subespecies, que aparecen en los bosques templados de Europa y Asia, desde Gran Bretaña hasta Japón. 

En nuestro país la subespecie “Pyrrhula pyrrhula iberiae” es una especie residente habitual entre el corredor formado por el mar y las montañas del norte de Castilla y León, montes vasco-navarros y sierras prepirenaicas, al que hay que añadir el territorio gallego (baja hasta Orense y toca el norte de Portugal) y, en muy escaso número, el Sistema Ibérico. Fuera de ese tercio norte peninsular, su presencia es muy rara y no cría ni en Baleares ni en Canarias. En España su número aumenta durante el período invernal debido a la llegada de aves procedentes de Europa, época en la que se les puede ver también en la zona centro y más raramente en el sur. 



Se trata de una especie sedentaria en la península Ibérica que durante el invierno puede realizar movimientos de corto recorrido abandonando las áreas boscosas donde vive e invadiendo zonas circundantes más abiertas. Esto se da fundamentalmente en las poblaciones de áreas montañosas que descienden en altitud con la llegada del invierno. Se asume que las dispersiones habituales abarcan un radio de 5 km como mucho. 




Sus hábitats son los bosques de especies caducifolias, coníferas, zonas con arbustos y árboles dispersos, huertos y plantaciones de frutales, eludiendo normalmente campo abierto, rastrojeras y eriales. Frecuenta sotobosques, riberas arboladas, jardines y parques, incluso en zonas urbanas y es más abundante en lugares próximos a cursos de agua. Es un típico pájaro de la campiña norteña que se reproduce desde el nivel del mar hasta el límite de los bosques de montaña. 




Su alimentación es omnívora a base de yemas de árboles caducifolios y de frutales, botones florales, flores, semillas de frutos carnosos y frutos secos. En verano completa su dieta con insectos y orugas. 




Se considera que sus parejas son estables, pues se encuentran generalmente de dos en dos, macho y hembra, tanto en verano como en invierno. Entre abril y julio las parejas construyen sus nidos con forma de cuenco entre las ramas de los arbustos, en los setos o en las zarzas. Para su elaboración utilizan pequeñas ramas muy finas, musgo y líquenes, después lo tapizan con raicillas, pelos y plumas. 




La puesta comienza entre mediados de mayo y mediados de junio, pudiendo realizar segundas e incluso terceras puestas. Consta de 3 a 6 huevos. La hembra incuba los huevos durante unas dos semanas y los pollos son cebados por los progenitores con semillas e insectos hasta la tercera semana de vida, en que ya son completamente independientes. 




Aunque presenta una distribución relativamente amplia, se trata de una especie escasa y dependiente de los medios arbolados, sobre todo caducifolios. Por ello, la alteración del hábitat es el principal problema de conservación. 




Este hábitat desaparece cuando las campiñas o los bosques autóctonos de hayas y robles son reemplazados por repoblaciones de pinos y eucaliptos para su explotación maderera. Igualmente se ve afectado negativamente por la “limpieza” de los bosques, ya que depende de los arbustos para la nidificación. 




Por último, también constituye una amenaza para esta especie su captura por pajareros y propietarios de huertos frutales así como la utilización de plaguicidas en el tratamiento de árboles frutales. El uso de insecticidas no sólo puede causar muerte directa, sino que puede afectar a la fertilidad de las poblaciones. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se considera como “De interés especial”.

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