viernes, 18 de noviembre de 2016

El ave que ostenta el récord de vuelo más largo sin paradas. Aguja colipinta (Limosa lapponica). Aguya roxa.

Durante el pasado mes de octubre y en lo que va del noviembre, estamos pudiendo disfrutar en diferentes playas de Asturias, de la presencia de varios ejemplares de una preciosa especie de limícola que no cesan de alimentarse en la zona intermareal, y que a más de uno, nos ha permitido realizar un buen puñado de fotografías.





Llama inmediatamente la atención su bonita estética y un sobresaliente pico, muy alargado y fino, que ha dado origen a su denominación común de “aguja” y que contrasta con el de otras limícolas migradoras con las que comparte su espacio.





Pero es aún si cabe más llamativo, presenciar con qué facilidad penetran verticalmente una y otra vez, toda la longitud de su pico en el interior de la arena, a modo de como lo haría una “máquina de coser”. Parece mentira que ese gran pico entre tan fácilmente en toda su longitud y no sólo con la punta, como hacen otras limícolas vecinas.





Y la pregunta que inmediatamente nos hacemos es la de ¿cómo son capaces de localizar estas aves bajo la tierra su alimento, si no son capaces de ver en su interior? La respuesta a esta interesante duda viene dada por la presencia de los denominados corpúsculos de Herbst, que corresponden a los corpúsculos de Pacini de los mamíferos y que son unas terminaciones nerviosas que tienen en la membrana mucosa de la lengua, aberturas del pico y en otras partes del cuerpo y que les permiten a estas aves sentir las presas bajo la arena mojada o húmeda.





Al parecer estos corpúsculos los utilizan para sentir las vibraciones que ocasionan las presas al moverse en el interior de la arena. A través de ellos, estas aves sienten cambios de presión en el agua desplazada bajo la arena cuando las presas obstruyen el flujo del agua, de ahí que si la arena está seca, no les funcionan tan bien como cuando la arena está mojada.





Al hilo de esto, me parece muy interesante recordar el experimento que realizaron en China para estudiar la causa de que las palomas vuelen asustadas en estampida, previo a la ocurrencia de un terremoto. Se sabe que las palomas tienen más de 100 corpúsculos de Herbst en el periostio de los huesos de las patas (entre la tibia y la fíbula o peroné) y que estos actúan como receptores de vibración, siendo éste el mecanismo que provoca el vuelo en estampida que realizan las palomas antes de un terremoto. 





Sabido es que cuando el nervio efector de un receptor es cortado, el paso de información del receptor al sistema nervioso central, queda bloqueado. Es precisamente esto lo que se hizo a un grupo de estas palomas y pudieron comprobar que durante el periodo de observación (aproximadamente un año) en que ocurrieron tres terremotos sensibles, estas palomas se mantuvieron todas quietas antes del temblor, mientras que el grupo de palomas control, sin operar, voló en estampida antes del movimiento telúrico. Estos datos sugieren que la respuesta de las palomas está relacionada con la función de los corpúsculos de Herbst que son capaces de captar las vibraciones premonitoras del sismo.





Otra característica interesante de esta especie y que también poseen otras aves limícolas como las agachadizas o los zarapitos reales, es la denominada “rincocinesis”, que consiste en la posibilidad o facultad de doblar la mandíbula superior hacia arriba o abajo, gracias a una zona flexible en la base del pico o cerca de la punta según las especies, y que les permite abrir el pico cuando están introducido en el sustrato donde viven sus presas, logrando una delicada manipulación de éstas. Estas aves pueden abrir sólo la punta del pico, estando el resto cerrado lo que les proporciona una sensibilidad extra que les viene muy bien, ya que les permite tanto detectar por el tacto presas enterradas en el limo como capturar pequeñas partículas presentes en la superficie del agua, a las que esta mínima abertura del pico, obliga a subir sin esfuerzo para el ave por tensión superficial.





Pero a la hora de observar y fotografiar a esta llamativa especie hay algo que no debemos olvidar y que debemos valorar de una manera extraordinaria, me estoy refiriendo al record que ostenta esta especie y que no es otro que el del récord del vuelo sin paradas más largo registrado para un ave migratoria.





Efectivamente, en el año 2007, un estudio dirigido por el investigador Phil Battley, del Grupo de Ecología de la Universidad de Massey (Nueva Zelanda), demostró que la subespecie “Limosa lapponica Bauer” realizó el vuelo más largo sin paradas que ninguna otra ave había conseguido.





Para comprobar esto se realizó un seguimiento por satélite, de varias de estas aves que previamente habían sido marcadas y dotadas de un mini transmisor de localización por satélite y alimentación solar. En el primer viaje registrado (marzo), se hizo su seguimiento desde Nueva Zelanda hasta el Mar Amarillo en China y según el Dr. Clive Minton (del Australasian Wader Studies Group) "La distancia entre estos dos lugares es de 9.575 km, pero la ruta real seguida por esta ave fue de 11.026 km”. Éste es el vuelo más largo sin paradas conocido en algún ave. El vuelo duró aproximadamente 9 días. Más tarde (mayo), fue una hembra en especial de la bandada, apodada "E7", la que voló desde China hasta Alaska (6.500 kilómetros restantes) de una segunda tacada y permaneció allí durante la estación de cría. 



Meses más tarde, el 29 de agosto de 2007, esa misma ave partió en un vuelo sin paradas desde la península de Avinof en Alaska occidental, hasta el Río Piako, cerca de Thames, Nueva Zelanda, estableciendo un nuevo récord de vuelo conocido de 11.570 km en ocho días, sin parar una sola vez. Es esta última etapa la que más asombra a los biólogos.





A diferencia de otras aves migratorias, que se detienen para comer, beber o dormir y descansar durante sus largos viajes, la aguja no deja de volar hasta que llega a su destino (11.000 km desde Alaska hasta sus áreas de estación no reproductiva en Nueva Zelanda) pasando a través de ciclones, tormentas, vientos en contra, volando y volando durante días y noches. 





Se calcula que en ese largo viaje pierden la mitad de su peso corporal mientras vuelan, por lo que antes de la migración, el 55 por ciento del peso corporal es grasa acumulada para dar energía a este viaje ininterrumpido. Duermen alternando una parte del cerebro que desactivan. 





Retomando el tema que nos ocupa hoy, decir que la Aguja colipinta pertenece a la familia “Scolopacidae” y al género “Limosa”. Su tamaño oscila entre los 37 a los 41 cm de longitud de pico a cola, con una envergadura de aproximadamente 70-80 cm. Los machos pesan de 190 a 400 g y las hembras de 260 a 630 g. Existe dimorfismo sexual en esta especie, y además, las hembras son ligeramente más grandes que los machos.





Tanto en los caso de los machos como en el de las hembras hay que diferenciar dos tipos de plumaje distinto, el plumaje de otoño-invierno y el de primavera-verano (periodo reproductor).





Los machos durante el otoño-invierno, presentan un tono general grisáceo con las plumas del dorso de color pardo claro jaspeado de pardo oscuro. El obispillo es blanco y termina en punta hacia el dorso. Por la parte inferior son de color blanco.





La cabeza, el cuello y la parte superior del pecho son de color pardo claro intensamente rayado de color marrón más oscuro. 





Las alas son de color pardo claro jaspeado de pardo oscuro pero sin bandas.





La cola es corta y de color blanco con unas finas barras horizontales marrones (colipinta).





En la cara tienen una lista facial que está compuesta por una gruesa brida de color pardo oscuro que va desde el pico hasta la parte anterior del ojo y por una lista ocular también pardo oscura que se continúa por detrás de él hacia la nuca; también tienen una gruesa ceja blanquecina que va desde el pico hasta la nuca.





El pico es largo (de 7-11 cm), delgado y recto, menos en el extremo que está ligeramente levantado hacia arriba. En su base es de color rosáceo y de color negro en la mitad distal. Los machos lo tienen más corto (aprox. 2 cm menos) que las hembras.





Los ojos son grandes, de color negro y están rodeados por un anillo periocular de color blanco.





Las patas son largas (menos que las de la Aguja colinegra), de color gris muy oscuro y no sobresalen apenas por detrás de la cola cuando vuela (si, en la Aguja colinegra).





En el periodo reproductor (verano) los machos tienen la cabeza, el cuello, el pecho y las partes inferiores de color castaño rojizo (ladrillo). Las plumas de la región dorsal son oscuras con rebordes claros.





El píleo es de color pardo con un intenso rayado marrón más oscuro; también tienen algo rayada la cara. El pico es oscuro.





Las hembras tienen el plumaje generalmente más claro que el de los machos y en todos los plumajes. Durante el verano son de color anaranjado o pardo claro, salvo el vientre, los flancos y la zona caudal que son blancos.





Tienen el pico y las patas más largas que los machos. La base de su pico es de color anaranjado.





Los juveniles tienen las partes superiores de color pardo oscuro con bordes de las plumas dorsales de color crema claro. El pecho y el cuello son de color crema asemejándose bastante a las hembras, aunque con tonos más apagados.





La Aguja colipinta tienen un gran parecido con la Aguja colinegra de la que se diferencian fundamentalmente porque no tienen franja blanca en las alas, porque la cola tiene unas finas barras horizontales de color marrón en vez de franjas negras, porque el obispillo termina en punta hacia el dorso, en vez de recto y porque sus patas son más cortas, al igual que su pico el cual tiene una ligera corvadura hacia arriba que no tiene el de la Aguja colinegra.





Existen tres subespecies de Limosa lapponica:

Limosa lapponica lapponica. Cría desde Escandinavia hasta la Península de Taimir (Siberia, Rusia); inverna en las costas occidentales de Europa y África desde las Islas Británicas y Holanda hasta Sudáfrica, y también alrededor del Golfo Pérsico. Es la subespecie más pequeña.

Limosa lapponica menzbieri. Cría desde la península de Taimir hasta el delta del Río Kolyma; inverna en el sueste de Asia y en Australia. Es intermedia entre las otras dos subespecies.

Limosa lapponica baueri. Cría en el extremo nordeste de Asia al este del Río Kolyma, y en Alaska occidental; inverna en Australia y Nueva Zelanda. Es la subespecie más grande.





Como podemos comprobar, podemos encontrar a la Aguja colipinta en alguna de sus tres subespecies, en cualquiera de los cinco continentes y más concretamente criando en el norte de Eurasia y en Alaska, y pasando el invierno en áreas costeras de Europa occidental, África, sureste asiático y Oceanía.


En la Península Ibérica no cría y su presencia se limita a lo largo de los pasos migratorios de abril a junio (paso prenupcial) y finales de agosto a octubre (posnupcial) y con mucha menor frecuencia, durante el periodo invernal y aún menos, durante el verano. Las podemos encontrar fundamentalmente en las costas del Atlántico y del Cantábrico. También aparecen en el sur de Andalucía (bahía de Cádiz, estrecho de Gibraltar), el delta del Ebro y en Canarias. En el Mediterráneo aparecen muy escasamente.


El hábitat preferido de esta especie son las zonas costeras o próximas a ellas, como son los estuarios, bahías, marismas, aguazales, rías y playas, mientras que el de su pariente, la Aguja colinegra es más de interior. 





Se alimentan fundamentalmente de gusanos, insectos (pulgas de arena) y pequeños moluscos y crustáceos.





En el paso posnupcial acostumbran a emitir un graznido nasal similar a un “kwe-ke-ke-ke”, en especial al anochecer.




Su vuelo es recto, con movimientos rápidos y enérgicos, y su silueta es compacta y en forma de cruz.





El periodo reproductivo transcurre durante el mes de mayo y lo pasan en tierras del norte de Escandinavia y de Siberia.





Sus nidos consisten en una pequeña depresión que excavan en el terreno o sobre alguna elevación en terreno pantanoso o entre la vegetación rala y que luego recubren con hojas y líquenes. Ponen habitualmente entre 2-4 huevos y la incubación viene a durar unos 21 días aproximadamente. Las crías son nidífugas y a las pocas horas de nacer abandonan el nido.





En cuanto a las amenazas a las que se puede ver sometida esta especie, decir que al igual que en otras limícolas, los aspectos medioambientales que alteren o destruyan sus principales fuentes de alimentación les puede afectar notablemente, al igual que las alteraciones o destrucción de su hábitat en las zonas de reproducción, incluidas las molestias que es esa época les pueda ocasionar el ser humano. La Aguja colipinta está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.

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