Pues sí, la verdad es que he estado reflexionando durante un buen rato, sobre qué curruca es la que me parece más guapa y reconozco que he tenido serias dudas entre la Curruca rabilarga, a la que ya dedique una entrada en el pasado diciembre y ésta que presento ahora y que sinceramente, me tiene encandilado por su colorido y elegancia, me estoy refiriendo a la Curruca carrasqueña (Sylvia cantillans).
Todo ello, sin menospreciar a la recientemente publicada Curruca mirlona o a las mismísimas Currucas cabecinegra, zarcera o a la mismísima tomillera, que también merecen estar en el ranking de las más bellas, pero, desde mi particular punto de vista, en un segundo nivel.
Pero bueno, considero que lo más oportuno es que cada cual elija su curruca preferida, pero mientras eso ocurre, yo con esta entrada, voy a pretender inclinar la balanza hacia ésta que es mi favorita y que casualmente, es una de las últimas currucas que he tenido el placer de fotografiar.
Al igual que me pasó este verano con la Curruca mirlona, con la Curruca carrasqueña he disfrutado de lo lindo, al coincidir con ella en plena naturaleza, sin hides, comederos, bebederos o demás artilugios, en un entorno totalmente campestre y con una luz espectacular que todo aficionado a la fotografía busca para poder inmortalizar esos momentos tan especiales que nos brindan esos pequeños animalillos y que a veces me hacen dudar si no estarán posando a propósito, para que nosotros podamos apreciar su belleza con todo su esplendor.
Si esa belleza somos capaces de trasladarla a unas buenas instantáneas y la complementamos con un conocimiento más o menos exhaustivo de sus costumbres y comportamiento, no es de extrañar que esta afición al “pajareo” nos enganche y nos haga dedicar una buena parte de nuestro tiempo de ocio.
Sentimentalismos al margen, con esta nueva entrada voy a intentar profundizar en el conocimiento de las características más interesantes de esta bella especie de curruca.
La Curruca carrasqueña o Sylvia cantillans al igual que la mayoría de las currucas, no son nada fáciles de fotografiar ya que es una especie que posa pocas veces al descubierto y corrientemente permanece oculta entre la vegetación.
Tienen un tamaño medio de unos 12 cm de longitud y su envergadura puede alcanzar los 19 cm. Su peso puede llegar a los 11 gramos. Podemos decir pues, que son de las currucas más bien pequeñas, asemejándose al tamaño de la Curruca zarcerilla, aunque su habitual posicionamiento en actitud erguida, les da un aspecto más esbelto.
En esta especie existen unas pequeñas diferencias entre los machos y las hembras que a continuación voy a describir.
Los machos tienen la cabeza y la parte superior de color gris plomizo que contrasta con las características bigoteras blancas de esta especie y con la garganta y la parte superior del pecho que son de color rojo ladrillo. Son precisamente esas bigoteras blancas, junto con la cola más corta, las dos principales características diferenciadoras con la Curruca rabilarga, a la que tanto se parece.
Cuando cantan o se sienten amenazadas pueden erizar las plumas del píleo, dando una imagen muy característica de esta especie.
Tienen un pico fino, puntiagudo, de color pardo-amarillento con la parte superior y la punta negruzcos.
Los ojos son pequeños, de color castaño y están rodeados de un anillo ocular y periorbital de color rojo ladrillo muy llamativo.
La parte inferior del pecho y los flancos son de color rojizo más claro y el vientre blanquecino.
La cola es larga y es de color gris-parduzco con las rectrices externas de color blanco y algo de blanco en la punta de las demás plumas.
Las alas en la zona de los hombros son de color pizarroso. Las plumas primarias y las secundarias son de color marrón.
Las patas son medianamente largas y tienen los tarsos y pies de color rosa parduzco.
La hembra y los jóvenes son como el macho pero más apagados y de un tono general más gris parduzco, sobre todo en el dorso. La cabeza no es tan gris plomiza como la del macho.
Los ojos también están rodeados de un anillo ocular de color rojizo u ocráceo pero más tenue que en el macho y el periorbital es blanquecino.
La garganta, el pecho y las partes bajas tienen un tinte rosáceo. El vientre es blancuzco y la bigotera blanca, aunque mucho más difuminada que la del macho.
Su reclamo, es similar al que emiten otras currucas y consiste en algo parecido a un ¡¡tchek, tchek, tchek!!, seco y chasqueante que repite continuamente.
Su canto consta de una sucesión de estrofas algo carraspeantes, que se suceden rápidamente y que prolonga con un gorjeo musical.
Suele cantar desde lo alto de un arbusto o en la rama baja de un árbol, pero también y en esto no se diferencia de las demás currucas, oculta entre la vegetación de un matorral o arbusto. Ocasionalmente canta cuando se eleva en vuelo, descendiendo a continuación con alas desplegadas.
Sus hábitats preferidos son las zonas de montaña (sobre todo entre los 600 y los 1.000 m.s.n.m.) donde abunda el matorral mediterráneo (jarales, brezales, retamares) y también los encinares, pinares, sabinares y dehesas que tengan gran cantidad de sotobosque así como en los matorrales y zarzales próximos a las riberas de los ríos.
Como ya comentamos al principio, se trata de un ave muy escondidiza, difícil de ver, que se mueve con discreción pero de manera incesante por el espesor de esos tupidos matorrales y que se averigua su presencia sobre todo por sus cantos o reclamos.
Su vuelo es ondulante, realizando un batir de alas fuerte que no se alarga en el tiempo, posándose rápidamente a cobijo entre las ramas.
Se distribuyen por el sur de Europa, en el suroeste de Asia y en África.
En España se distribuye ampliamente por casi todo su territorio, incluidas las Islas Baleares, pero falta en Canarias, la mayor parte de la franja cantábrica, Levante y otras zonas del interior peninsular, como La Mancha, sur de Extremadura y Andalucía occidental.
En nuestro país se encuentran dos de las cuatro subespecies que existen: la subespecie "Sylvia cantillans cantillans", que se encuentra en la Península y en las Islas Baleares y la "Sylvia cantillans moltonii", que se encuentra en las Islas Baleares.
En la Península Ibérica son habituales durante el período estival y durante los pasos migratorios.
El paso prenupcial tiene lugar entre febrero-mayo, y el postnucial entre agosto-octubre. Sus áreas de invernada se localizan al sur del Sáhara y en el África tropical.
Su alimentación es fundamentalmente a base de insectos y sus larvas (saltamontes, chinches, lepidópteros, hormigas, arácnidos, etc. que complementa y durante el otoño e invierno con bayas, semillas de plantas herbáceas y frutos (moras, higos, lentiscos, etc.).
El periodo reproductivo abarca los meses de abril a julio, durante el cual pueden efectuar dos puestas por temporada.
Los dos progenitores construyen un nido con forma de cuenco en los arbustos o un pequeño árbol. Utilizan para su elaboración ramitas delgadas y hojas, después lo tapizan con hierbas, plumas y pelos.
La puesta consta de tres a cinco huevos que son incubados principalmente por la hembra durante 10-12 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 12 días de edad, pero siguen siendo atendidas por ambos progenitores durante algunos días más.
No se considera una especie amenazada, dada su amplia área de distribución y a sus tendencias estables o ligeramente positivas. Además, no es muy exigente en cuanto a sus requerimientos de hábitat, ya que puede ocupar una amplia variedad de ambientes. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas está clasificada como “De interés especial”.
Pues si que es posible que sea la más guapa sin menospreciar a las rabilargas, cabecinegras, mirlonas,..., jejeje. Lo que no hay duda son las pedazo de fotos que le has hecho, son una pasada. Gran reportaje José Ignacio, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUna vez más te doy las gracias por tu elogioso comentario. Yo no se si a los demas visitantes les gustará, pero a mi me encanta y disfrute un buen rato con ellas. Saludos.
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