El pasado domingo 14 de abril a primera hora de la mañana, tras darme aviso un colega pajarero, tuve la oportunidad de observar y fotografiar desde el interior de mi vehículo a éste precioso ejemplar de Archibebe oscuro (Tringa erythropus) que, haciendo gala de su denominación común, lucía un plumaje muy cercano al nupcial.
El lugar de aparición fue la conocida charca de la localidad de Coneo (Gozón. Asturias) y, tras el aviso, acudimos allí otro pajarero muy habitual de la zona y yo mismo.
El espectáculo era sumamente atractivo para cualquier aficionado a la observación y fotografía de aves, ya que, además del Archibebe oscuro (Tringa erythropus) pudimos diferenciar un buen número de especies de aves limícolas que compartían esa ubicación y a los que les dedicaré la siguiente entrada al blog.
Entre ellos pudimos diferenciar a cuatro andarríos bastardos, otros tantos archibebes comunes y seis combatientes (uno cojo). A esas especies iniciales, días más tarde se les unieron otros cinco combatientes (total 11), dos ejemplares de Chorlitejo grande, al menos un Chorlitejo chico, dos Correlimos zarapitin, dos correlimos comunes y un Archibebe claro. También varios zarapitos trinadores, alguna gaviota interesante y, por supuesto, varios ejemplares de Ánade azulón con sus recientes crías.
Cómodamente sentados en nuestros vehículos pudimos realizarles un buen número de fotografías, intentando, en la mayoría de los casos, realizarles fotografías de cuerpo entero evitando el gran estorbo que significaban para conseguir ese objetivo, la enorme cantidad de restos de troncos de plantas de maíz.
Quedaba manifiestamente demostrado que desde dentro de los vehículos esas aves no se alteraban lo más mínimo, llegándose a aproximar a escasos metros de nuestra posición, mientras picoteaban la superficie del agua en búsqueda de alimento.
Yo particularmente estaba disfrutando de lo lindo observando tan próximas a esa limícolas y en particular al Archibebe oscuro que, luciendo ese tan particular plumaje, se erigió como el principal protagonista de la charca y de nuestros objetivos.
Pero todo apuntaba a que la alegría iba a durar poco tiempo, ya que pude observar como a cierta distancia se aproximaba a nuestra posición una mujer que venía paseando a su perro suelto por el camino en el que nos encontrábamos parados y que bordea la charca.
No podíamos hacer nada al respecto pues la buena señora no tenía otra opción que pasar al lado de las aves y con toda seguridad las iba a levantar.
Ante la eminente levantada de las aves, tan solo me quedaba preparar mi cámara con la configuración más apropiada para, con un poco de suerte, poderlas fotografiar en vuelo.
Esos augurios, como no podía ser de otra forma, se cumplieron y afortunadamente pude conseguir un puñado de fotografías en vuelo de ese grupo de limícolas.
Afortunadamente, en vez de alejarse definitivamente de la charca, una vez agrupadas en vuelo, se decidieron a volar en círculos y se volvieron a posar en la charca una vez termino de pasar la señora con su perro, con lo cual pudimos continuar con la sesión fotográfica.
No habían dado las diez de la mañana cuando otra dificultad más difícil de esquivar invadió, poco a poco, la charca. Se trataba de una densa niebla que dificultaba enormemente su observación y más aún el poderlas fotografiar adecuadamente.
Nueve días después, el 23 de abril paseé de nuevo por esa charca para ver cómo había evolucionado la presencia de esas limícolas y de nuevo pude observar y fotografiar al Archibebe oscuro durante unos escasos minutos, pero suficientes para poder conseguir alguna que otra fotografía.
Enseguida me llamó la atención observar que su plumaje parecía ser aún más oscuro que el del ave que yo había podido fotografiar allí días antes.
Tras volcar las fotografías obtenidas en el ordenador y compararlas con las primeras conseguidas, enseguida me pude percatar que se trataba de un segundo ejemplar luciendo un plumaje aún más oscuro que el anterior y prácticamente con su plumaje nupcial en su totalidad.
Ese día se encontraba solitario, sin otras limícolas que le acompañaran. Su estancia en esa charca fue muy efímera y no es de extrañar pues en ambos días de observación pude constatar las repetidas visitas que realizaban sobrevolando la charca los aguiluchos laguneros, algún que otro Milano negro e incluso un Gavilán residente habitual de la zona.
Ante tales acosos repetitivos, parece lógico que las limícolas que se movían por la charca, eligieran las zonas con más tucos de maíz que, de alguna manera, dificultarían ser cazadas por esas aves rapaces. Eso sí, su observación y fotografía se complicaban notablemente.
Tres días después de la observación de ese segundo ejemplar, pude localizar y fotografiar, no sin dificultades, a un tercer ejemplar de Archibebe oscuro en una rastrojera no muy lejana de esa charca de Coneo.
Se encontraba acompañado de un nutrido grupo de zarapitos trinadores y de alguna que otra Aguja colipinta, constituyendo un grupo que, como viene siendo habitual es esos bandos tan numerosos, presentaban un comportamiento sumamente cauteloso y ante la presencia, aunque fuera a distancia, de cualquier ser humano o vehículo parado, salían volando de la zona.
Como se puede comprobar en las fotografías que le pude realizar a bastante distancia y una vez efectuado el correspondiente recorte en su edición, se trataba de un ejemplar con un claro plumaje de transición y nada que ver con los dos anteriormente descritos.
Se encontraba muy parado dormitando continuamente y gracias a eso se le podía localizar a tanta distancia, ya que tanto sus parpados, así como el anillo periocular, ambos de color blanco, resaltaban notablemente.
Tras observar estos tres ejemplares diferentes de Archibebe oscuro luciendo tres diferentes plumajes, enseguida me vino a la memoria la última entrada que le dediqué a esta singular especie. Ocurrió hace cuatro años a finales del mes de septiembre en un entorno privilegiado como es el de la Reserva Natural Parcial de la Ría de Villaviciosa.
En esa ocasión lucia un plumaje totalmente claro que nada tenía que ver con los que ahora os presento. De hecho en ésta época su plumaje se vuelve tan claro que se considera que es el más pálido de todos los archibebes que habitualmente podemos ver por nuestro país (A. claro, A. común, A. fino). Es por ello por lo que me ha parecido oportuno adjuntar alguna fotografía de esa ocasión para que se pueda apreciar la gran transformación que el plumaje de ésta ave lleva acabo para pasar la época reproductiva.
Parece increíble la transformación que se produce en pocos meses pasando de un color de su plumaje en general muy oscuro, casi negro, a como lo podemos ver en temporada postnupcial que, como se puede apreciar, presenta un dorso de color gris muy claro y blanco en la zona ventral y en el pecho.
El Archibebe oscuro a mi particularmente es un ave que siempre que he podido verla en Asturias me ha producido una gran satisfacción ya que, como luego veremos, no es un ave especialmente frecuente por estas latitudes. En nuestro país se concentran, sobre todo, en las marismas del Guadalquivir y el delta del Ebro, enclaves que acogen hasta el 85% de los efectivos.
Como ocurre en otras muchas especies de aves limícolas, observarlas luciendo su bello plumaje nupcial, apenas lo podemos lograr en nuestras latitudes, ya que sus áreas de reproducción se localizan en las zonas más septentrionales de Escandinavia y Euroasia (taiga y tundra ártica).
El Archibebe oscuro es un ave limícola de tamaño mediano, con un parecido importante con el Archibebe común (Tringa totanus) pero con un aspecto más estilizado que le proporciona sus patas y pico más largos que aquel. Tienen un tamaño de entre 29-33 cm de longitud y una envergadura de 61-67 cm. Su peso oscila entre los 135-250 gr. No hay dimorfismo sexual en esta especie. Normalmente se observan individuos solitarios o pequeños bandos.
Como comentaba anteriormente, a la hora de describir los rasgos característicos de esta especie de limícola tenemos que distinguir claramente dos tipos de plumaje; el de invierno, que es el que podemos ver habitualmente nosotros en nuestro territorio durante las migraciones y a lo largo de la invernada, y el de primavera/verano o nupcial, que es el que le proporciona realmente su denominación de “oscuro”.
En periodo nupcial el adulto presenta una característica coloración casi negra en pecho y vientre con un barrado blanco en los flancos, un moteado blanco en la parte superior y festones claros en las plumas del dorso.
Tienen una mancha grande ovalada blanca en forma de “cigarro puro” en la parte inferior de la espalda que se extiende hasta la cola.
En vuelo con las alas extendidas, éstas no presentan en su zona posterior la banda blanca que exhiben los archibebes comunes.
Los ojos son grandes, de color marrón oscuro y con un marcado anillo periocular blanco.
El pico es largo y fino con una leve curvatura cerca de la punta y es de color negro, excepto en primera mitad de la mandíbula inferior que es de color rojizo (en el A. común es roja toda la base).
Las patas son color rojo sucio, casi negras.
La cola es corta y estrecha; es de color negro con barras horizontales blancas.
Como comentaba anteriormente, el Archibebe oscuro se reproduce en las zonas más septentrionales de Escandinavia y Euroasia (taiga y tundra ártica) durante los meses de mayo a julio.
Las hembras son las primeras en salir hacia las zonas de invernada en África occidental a través del estrecho de Gibraltar, dejando a los machos incubando la puesta. Poco después los machos, junto a los juveniles, partirán también hacia dichas zonas para pasar el invierno.
En España aparece de forma escasa como invernantes habituales, sobre todo en la cuenca del Mediterráneo (delta del Ebro) y las marismas del Guadalquivir. No obstante este número aumenta con los pasos migratorios de marzo-mayo (prenupcial) y julio-octubre (postnupcial). En Asturias los podemos ver sobretodo en el paso prenupcial, aunque eso sí, en un reducido número de ejemplares.
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Su hábitat fundamental en periodo de cría se encuentra terrenos encharcados en bordes forestales de zonas de tundra del norte de Europa y Asia. Durante la invernada ocupa humedales de interior (lagunas y cultivos inundables), deltas de ríos, arrozales, salinas y marismas.
Estas aves se alimentan preferentemente durante las bajamares, rebuscando pequeños invertebrados en las llanuras fangosas así como insectos, gusanos, crustáceos o moluscos. Debido a su tamaño puede alimentarse en aguas más profundas que el resto de archibebes y andarríos.
Se alimenta palpando y picando en aguas relativamente profundas, a veces incluso nadando.
Suelen anidar en bosques abiertos de pinos, en bosques talados y cerca de ciénagas. Para hacer el nido aprovechan una pequeña depresión en el terreno entre la vegetación, la cual recubren con de hojas, tallos y plumas.
La puesta se compone normalmente de 4 huevos. La incubación dura aproximadamente unos 24 días. Las crías son nidífugas y a las pocas horas de nacer abandonan el nido.
El Archibebe oscuro aparece incluido en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
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