lunes, 11 de octubre de 2021

Del blanco radiante al negro. Cigüeña negra (Ciconia nigra). Cigoña prieta. Cigüeña blanca (Ciconia ciconia).

En mi anterior entrada al blog compartía una amplia serie de fotografías que al final de la primavera pasada le pude realizar en tierras cacereñas a la majestuosa gran garza blanca, es decir a la Garceta grande (Ardea alba). En ésta nueva entrada me voy a pasar del blanco radiante de esa bella ardeida al negro de otra gran ave, no menos bella, como es la Cigüeña negra (Ciconia nigra).




Se trata, como muchos ya conoceréis, de una gran ave zancuda bastante solitaria y esquiva cuya presencia en nuestro país es escasa, siendo lo más habitual poderla observar, no sin dificultades, cuando los efectivos europeos atraviesan la península durante los pasos migratorios (febrero-abril y agosto-octubre) dirigiéndose al África tropical para invernar.




Como luego veremos su tamaño es algo menor que la de su cercano familiar, la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia), a la cual también la pude fotografiar allí en alguna ocasión y de la que adjunto alguna que otra imagen para poder comparar a ambas especies.




Las fotografías las pude realizar, cómo no, en el P. N. de Monfragüe (Cáceres) donde ésta peculiar y escasa especie constituye una de las perlas ornitológicas de ese parque nacional a donde se desplazan muchos aficionados a la observación y fotografía de aves para poderla observar en su hábitat natural.




Y no es de extrañar ya que se trata de una especie un tanto solitaria, muy esquiva y de las que solo frecuentan nuestro país unas 400 parejas, con lo cual te das enseguida cuenta del privilegio que suponen esas observaciones.




Tal como me ha ocurrido en anteriores ocasiones que he visitado ese entorno en primavera, también en esta ocasión la satisfacción ha sido aún si cabe mayor ya que, siendo conocedor de esas características antes mencionadas (solitaria, esquiva y muy escasa), he tenido la posibilidad de observarla y fotografiarla de nuevo en pleno proceso reproductor, sin que eso le haya supuesto la más mínima molestia en esos momentos claves para la subsistencia de esa especie en nuestro territorio peninsular.




Digo esto porque las imágenes de los tres diferentes nidos que en esta primavera he podido obtener en ese Parque Nacional de Monfragüe, han sido realizadas en un observatorio adaptado para ello y que se encuentra ubicado en la orilla opuesta del río Tajo, en el conocido popularmente como “el Salto del Gitano”, es decir, a una considerable distancia (imágenes muy recortadas) y sin que existiera la más mínima posibilidad de poder perturbar en ningún momento a los progenitores o a su prole. Se trata de un lugar por donde habitualmente pasan muchos turistas a disfrutar de ese peculiar entorno. 




También pude contemplar, con gran dificultad, una localización en uno de los márgenes del río Tiétar, en donde habitualmente se reunía una pareja de cigüeñas negras y que podría ser el inicio de un nuevo lugar de nidificación.




En ese caso, se trataba de una zona cercana a la Portilla del Tiétar en la que en años anteriores ya se las vio criar y que pude localizar cuando me encontraba situado en un observatorio situado en el margen opuesto de ese río, observando un nido de Alimoche común (Neophron percnopterus).




Como se puede apreciar en las imágenes, ese lugar habitual de encuentro se encontraba situado a escasos metros del nido donde un Alimoche común permanecía inmóvil, a pleno sol y soportando un calor considerable, para custodiar a sus diminutas crías de escasos días de vida que apenas se podían distinguir como reclamaban algo de alimento a su progenitor.




Volviendo a los nidos ubicados en el roquedo de Peña Falcón, conocido más popularmente como “el Salto del Gitano”, en ellos se podían observar, pero a larga distancia, los tres nidos ubicados en sendos balcones esculpidos en la roca a media altura del curso del río Tajo.




En el interior de los nidos permanecía permanentemente uno de los progenitores al cuidado los de polluelos, mientras que él otro buscaba alimento o simplemente permanecía posado en otra zona cercana al nido montando una cierta vigilancia.




Comparando los tres nidos se podía apreciar los tres distintos niveles de desarrollo de los polluelos que, en cualquiera de ellos, era de escasos días de vida.




En uno de ellos tan solo había dos polluelos aunque algo más desarrollados que en los otros dos en los que había tres polluelos algo más pequeños.




Allí pude captar una característica peculiar de esta especie que consiste en que los padres dan el alimento a sus pollos los primeros días directamente en su garganta, pero posteriormente lo hacen regurgitándolo en gran cantidad y depositándolo sobre el nido para que ellos mismos lo coman del suelo. Con este sistema se evita que los polluelos se ataquen entre ellos, evitando que los más fuertes se puedan imponer a los débiles. Ahondando en lo anteriormente comentado, en éstas imágenes se puede apreciar un desarrollo similar en los pollos de los tres nidos, lo cual indica la ausencia de algún pollo dominante sobre los otros.




Me parece interesante mencionar que en esta especie tan sólo se ha descrito el infanticidio paternal, generalmente al más pequeño, como una forma eficiente para reducir el número de bocas a alimentar en casos de dificultades importantes para conseguir suficiente alimento y poder subsistir. Lógicamente, al reducir el tamaño de la nidada se incrementa las oportunidades de supervivencia del resto de polluelos. En cualquier caso, este comportamiento es tan sólo excepcional y afortunadamente no se observa de forma habitual. Como se puede apreciar en estas deficientes imágenes, algunos estaban ya bien cubiertos de un denso plumón blanco en el que se empezaban a dibujar los colores negros propios de su especie.




También se podía apreciar en ellos, cómo en todo momento el progenitor de turno trataba de proporcionarles una cierta sombra para protegerles de la luz solar directa en las horas centrales del día.




El algún momento se podía apreciar cómo reclamaban de su progenitor algún aporte de alimento.




Como podréis comprender, fue todo un privilegio poder observar una nueva generación de ocho componentes en total, pero en tres nidos diferentes, de una especie que está catalogada en el Libro Rojo de las aves de España (2004) en la categoría de “Vulnerable” y que aparece como “En peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, lo cual te da un “chute” de optimismo al respecto de garantizar un mejor futuro de esta emblemática especie.




La Cigüeña negra (Ciconia nigra) es un ave zancuda perteneciente a la familia “Ciconiidae” que es propia de Eurasia y África. Se trata de un ave de aspecto esbelto y de gran tamaño, aunque algo menor que el de su pariente la Cigüeña blanca (Ciconia ciconia). Miden aproximadamente 1 m de longitud (entre 90-105 cm), con una envergadura que puede alcanzar los 2 m y un peso de cerca de los 3 Kg. No existe dimorfismo sexual en esta especie. La Cigüeña negra es una especie monotípica en la que no se han observado variaciones geográficas (no subespecies).




El ejemplar adulto presenta un plumaje negro por su parte dorsal, cabeza, cuello, parte superior del pecho, cobertoras alares y cola, en las que destacan unas llamativas irisaciones "metálicas" verdosas y moradas que se hacen especialmente marcadas en la época nupcial.




La parte inferior del pecho, los flancos, la zona axilar, el vientre, los muslos y las infracobertoras caudales - las cuales son extraordinariamente largas - tienen las plumas de color blanco. Las plumas del pecho son largas y forman una garguero colgante que utilizan cuando se exhiben en el cortejo.




Estos ejemplares adultos presentan en la cara una zona carnosa de piel desnuda (sin plumas) de color rojo intenso llamada “carúncula” que se inicia en la base de la parte superior del pico y envuelve al ojo.




Tienen un pico potente, puntiagudo y largo, que es de color rojo, y que en el caso de los machos, es un poco más robusto y está ligeramente curvado hacia arriba.




Los ojos son grandes y tienen el iris de color marrón oscuro.




La cola es corta.




Las alas son grandes y por la parte inferior son de color negro excepto en las axilares que presenta unos triángulos de color blanco.




Las patas son muy largas, sin plumas y de color rojo algo anaranjado. Tienen los dedos relativamente pequeños y presentan membranas interdigitales reducidas.




Si las vemos volando se puede apreciar que son muy oscuras, con partes inferiores en las que predomina el negro, salvo en el vientre, pecho y axilas. Las partes superiores son totalmente oscuras. Son buenas planeadoras y al igual que las espátulas, las cigüeñas blancas y las grullas cuando vuelan lo hacen con el cuello estirado.




En el caso de los ejemplares jóvenes, cuando abandonan el nido (nacidos en el año), se diferencian de los adultos, porque el color del plumaje del dorso, cabeza, cuello, pecho y alas es de color marrón achocolatado punteado de blanco, lo que les confiere un aspecto moteado. Carecen de irisaciones en su plumaje y tienen la carúncula de color marrón o pardo grisáceo. El color del pico y patas varía entre un blanco grisáceo a verde oliva o amarillento. Los subadultos son similares a los adultos, pero con menos irisaciones y con un pico que no es completamente rojo.




Es una especie muy solitaria y bastante esquiva que a lo sumo van en parejas y que tan solo se unen a otras cigüeñas, después de la cría para realizar la migración o a veces en algunos dormideros.




La Cigüeña negra es un ave migratoria que cría en las zonas templadas de Eurasia y se desplaza al África tropical y el sur de Asia. Además existe una población sedentaria en el África austral.


En España la mayor parte de su población es estival, aunque un buen número de efectivos europeos atraviesan la península durante los pasos migratorios (febrero-abril y agosto-octubre). En nuestro país se concentra la mayor población del sureste de Europa y tiene la gran importancia de proporcionar lugares de reproducción, de invernada y puntos de reposo durante su migración.


Solo algunos ejemplares permanecen en nuestro país todo el año, sobre todo en las marismas de Doñana y su entorno, así como en determinados embalses de Extremadura (destaca el de Orellana, en Badajoz) y en el valle del río Tiétar (Ávila-Toledo-Cáceres), pero la gran mayoría se dirige a África para invernar.




La Cigüeña negra en nuestro país cría sólo en cinco comunidades autónomas: Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid y en 13 provincias: Ávila, Badajoz, Cáceres, Ciudad Real, Córdoba, Jaén, Huelva, Madrid, Salamanca, Segovia, Sevilla, Toledo y Zamora. La población extremeña (Cáceres 33% y Badajoz 17%) es la más importante dentro de la península, con cerca del 50% (49,74%) del total, seguida de la andaluza con más del 25% (26,55%). Ambas comunidades acumulan el 76% de la población estatal.


Sus hábitats preferidos durante la temporada invernal se encuentran en los prados húmedos, marismas, arrozales, riberas de embalses, etc. En la época de reproducción prefieren zonas boscosas y roquedos serranos (cortados rocosos fluviales) pero siempre con agua en sus proximidades.




La especie está asociada en época de reproducción a zonas boscosas, cortados fluviales y roquedos serranos, relativamente próximos a zonas húmedas. El medio forestal que ocupa es variable: en Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Salamanca destacan las dehesas de alcornoque; en Ávila, Segovia y Madrid, los pinares. En invierno se observa en áreas marismeñas, arrozales, riberas de embalses, etc.




Se alimentan fundamentalmente de pececillos, pequeños mamíferos, crustáceos (cangrejos de río americano), anfibios, reptiles, e insectos.




El área de nidificación de la Cigüeña negra se encuentra limitado al cuadrante suroccidental de la Península Ibérica. Su periodo de reproducción abarca entre los meses de abril y junio. En esa época, a diferencia de su pariente la Cigüeña blanca, no nidifica en zonas próximas al ser humano, sino que elige lugares recónditos de las sierras y bosques donde construye sus nidos generalmente en los cortados rocosos o en árboles de gran porte como son los alcornoques, los pinos, o los robles, y siempre teniendo no muy lejos alguna laguna, charca, río o marisma.




El nido es una gran estructura de ramas, reforzada con tierra y hierbas, y rellenada típicamente con musgo y algo de hierba, papel, etc. Son reutilizados habitualmente y pueden alcanzar un gran tamaño. En la construcción participan ambos sexos.




La puesta se compone normalmente de 3-5 huevos de color blanco y la incubación, llevada a cabo por ambos progenitores, dura 40 días aproximadamente. Los pollos son cuidados por ambos padres, uno de los cuales permanece siempre con ellos durante los primeros 10-15 días. En unos 63-71 días completan el desarrollo del plumaje y vuelan. Se independizan rápidamente.




La Península Ibérica cuenta con 386 parejas (346 parejas seguras y 40 probables) de cigüeña negra en todo el territorio, según datos del último censo de SEO/BirdLife (2017). En ese censo se pone de manifiesto la estabilidad de las poblaciones extremeñas y andaluzas, pero alerta del declive de la especie en el resto de comunidades y provincias periféricas, lo que supone el "primer síntoma de alarma" sobre potencial declive de la especie y donde se enfrenta a un futuro un tanto incierto. La población europea según el último censo de BirdLife Internacional (2017) es de entre 9.800-13.900 parejas, de ellas, la población española es muy escasa y tan solo representa un 5%.


Las principales amenazas que están descritas para esta especie son las perturbaciones que se producen en torno al nido, ya que es muy sensible sobre todo cuando nidifica en árboles (55,65% de los casos), en comparación a cuando lo hace en roquedos. La cercanía de personas que realizan actividades de recolección, gestión forestal –por ejemplo eliminación de restos, descorches, repaso de caminos y cortafuegos–, la ganadera, así como la ejercida por escaladores y senderistas, pueden causar el fracaso durante la incubación o dar lugar a una mayor vulnerabilidad de los pollos ante diversos depredadores o inclemencias.




También constituyen una importante amenaza la degradación de su hábitat de nidificación, que habitualmente está ligada a la presión urbanística, y la construcción de infraestructuras (grandes vías de comunicación, embalses, etc.), así como los tendidos eléctricos y vallados, donde se producen electrocuciones y colisiones, y la muerte por cazadores furtivos.




A favor de su conservación, hasta ahora solo han establecido planes de recuperación en las comunidades de Castilla y León y Castilla-La Mancha. Está pendiente de la publicación de su aprobación y puesta en marcha en Extremadura. El estudio y seguimiento de la especie resulta muy insuficiente, dado que sus tendencias poblacionales y la evolución de sus parámetros reproductivos son prácticamente desconocidos. Se incluye en el Libro Rojo de las aves de España (2004) en la categoría de “Vulnerable” y aparece como “En peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

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