sábado, 30 de noviembre de 2019

Un gran bando de bellos pajarillos que vienen del frío Ártico. Escribano nival (Plectrophenax nivalis). Escribana de la Ñeve.

Todo parece indicar que este otoño está siendo un buen año para poder observar por el litoral cantábrico a la bella y singular especie de ave paseriforme que, procedente de tierras muy septentrionales, es la protagonista de esta nueva entrada a mi blog, el Escribano nival (Plectrophenax nivalis). 




Sin duda, el hecho de que se hayan registrado a lo largo de las últimas semanas sucesivos temporales que han azotado una y otra vez las costas cantábricas, ha favorecido la presencia de un mayor número de estos escribanos en comparación con lo sucedido otros años en estas fechas. 




Según he podido recopilar datos, este otoño en Asturias apareció el primer Escribano nival en el Monte Naranco de Oviedo, el 17 de octubre. Más tarde (06/11), se localizó otro ejemplar en la Punta la Vaca (Gozón), otro en Salas y uno más en LLanes (24/11). 




En la comunidad gallega, según tengo entendido, aparecieron seis ejemplares en Cariño, tres ejemplares en Arealonga (Lugo), y dos en Praia de Beo (Coruña). En Cantabria también se vieron ocho ejemplares en Tagle, cuatro en Langre y uno en el cabo de Ajo. Por último, en Guetaria (Guipúzcoa) vieron otro, e incluso uno más en el interior de Navarra (Lizoáin). 




Como veréis no están nada mal esas cifras para estar aún en otoño, sobre todo si lo comparamos con otros años precedentes. 




Pero sin duda la guinda del pastel fue la aparición hace tan sólo unos días (18/11), de un bando de quince ejemplares juntos en las proximidades de Peñas (Gozón. Asturias). Una cifra de la que no se tenían precedentes en esta comunidad. 




Yo me encontraba en las proximidades del lugar donde aparecieron fotografiando al anterior protagonista del blog, el Chorlitejo culirrojo (Charadrius vociferus), y no fue hasta el día siguiente (19/11) cuando, en compañía de buenos aficionados y amigos, nos dedicamos a intentar localizarles y fotografiarles, en la medida de lo posible. 




Digo en la medida de lo posible, porque, aunque no llovía, si estaba nublado y sobre todo había fuertes y frecuentes ráfagas de viento que, como podréis imaginar, dificultaba notablemente su observación y el poderles fotografiar adecuadamente. 




Además, en contra de lo que acostumbra a ser habitual, durante bastante tiempo se encontraban sumamente inquietos, alzándose al vuelo todo el grupo ante la mínima llamada de otros bandos de pájaros que inquietamente se movían por la zona, como era el caso de las alondras comunes y los bisbitas. 




La ventaja que tuvimos fue que al poco rato de alzar el vuelo, volvían a la zona donde les gustaba alimentarse y eso nos permitió seguir observándolos tras las balas de hierba que se encontraban cerca. 




Más tarde empezaron a relajarse y tan solo se centraban en alimentarse continuamente de las pequeñas semillas caídas en la tierra, o simplemente, a descansar e incluso echar algún que otro sueñecito. 




Tras permanecer durante tiempo observando a los diferentes componentes del bando, enseguida te podías dar cuenta de los variados plumajes que presentaban los distintos componentes del grupo. 




Había unos eminentemente claros, otros intermedios y unos cuantos más de color más oscuro. 




Por más que lo intenté, no fui capaz, como me hubiera gustado, de conseguir la fotografía que pusiera de manifiesto la presencia conjunta de los quince ejemplares. 




Lo intenté en los múltiples vuelos que al principio realizaron por la zona, pero tan solo conseguí alguna que otra pésima instantánea del grupo formado por catorce ejemplares y que, tan sólo de forma testimonial, os adjunto a continuación. 




Me resultaba sumamente complicado poderlos enfocar con mi teleobjetivo, ya que su pequeño tamaño, su dispersión y su vuelo rápido y errante, lo dificultaban notablemente. Además el cielo estaba bastante nublado, con abundantes rachas de viento y la luminosidad del objetivo no te permitía utilizar velocidades altas necesarias para esas ocasiones. 




En cualquier caso, en alguna fotografía testimonial quedó reflejada en su casi totalidad la presencia de ese bando. 




Más tarde intentaría de nuevo sacarles en grupo, pero esta vez, posados en la tierra. Una tarea más que complicada, pues el mimetismo de su plumaje entre los rastrojos de los campos de maíz, les permitía camuflarse perfectamente. 




Otra dificultad para poderlos fotografiar bien y que me llamó poderosamente la atención, fue el observar que cuando se disponen a comer, se agachan mucho, encogiendo las patas y llegando a ir prácticamente rozando con sus partes ventrales en el suelo, lo cual facilitaba su camuflaje y, lógicamente, dificultaba su observación. 




Tarea de nuevo más que difícil por la falta de agrupamiento de los quince ejemplares y el inexorable uso del único objetivo (teleobjetivo) que portaba. No obstante, echándole algo de imaginación, se puede adivinar en alguna que otra fotografía, la presencia de un bando de hasta doce ejemplares juntos y sus diferentes plumajes. 




A propósito de los diferentes plumajes, como más adelante desarrollaré, comentar que de las cuatro subespecies de Escribano nival (Plectrophenax nivalis) que se han descrito, en nuestro país, habitualmente podemos ver a la “P. n. nivalis” procedente de las costas de Escandinavia, Siberia y de zonas restringidas de Escocia y Alaska. Pues bien, al parecer en los últimos avistamientos en nuestro país, se ha detectado la presencia de varios ejemplares de la subespecie “P. n. insulae” que es originaria casi exclusivamente de Islandia, islas Feroe y Escocia y que, hasta ahora, no eran nada habituales en la Península Ibérica. 




Por lo visto, del grupo de quince ejemplares que pudimos observar en Asturias, más o menos, la mitad de esos ejemplares podían pertenecer a la subespecie “P. n. insulae”. Concretamente se trataría de los ejemplares de un color marronaceo bastante uniforme en los bordes de las plumas del dorso, que en el caso de la “P. n. nivalis” es de color grisáceo. Además, en la “P. n. insulae” el obispillo siempre es de color negro. En cualquier caso, yo no me siento capacitado, ni con la paciencia suficiente, para poderlos diferenciar bien y precisar a qué subespecie concreta pertenece cada uno de los qué hoy presento. 




El Escribano nival, es una passeriforme de la familia “Calcariidae” y del género Plectrophenax, que, como otras aves migratorias, cuando llega el invierno, abandona su lugar de nacimiento en las frías costas escandinavas, de Islandia, del norte de Escocia o de Siberia, para poder subsistir. La etimología de su denominación científica proviene de los términos: “Plectrophenax”: {gr, plektron}, objeto que golpea + {gr, phenax}, impostor. “Nivalis”: {lt, nivalis, e}, de nieve, del color de la nieve. 




Aunque su lugar de invernar preferido acostumbra a ser las costas inglesas o del centro/oeste de Europa, algunos escasos ejemplares tienen la deferencia de visitar nuestras costas cantábricas, Costa Brava o como mucho y de manera muy aislada, la mitad norte de la península. Ninguna otra passeriforme cría tan al norte. 




En líneas generales, podemos decir que son pájaros regordetes y de aspecto sólido con cabezas redondeadas, alas puntiagudas, una cola ligeramente bifurcada y patas fuertes. 




Del tamaño similar al de otros escribanos, tiene una longitud de unos 16-17 cm y una envergadura de unos 32-38 cm. Su peso puede llegar a los 40 gr. La esperanza de vida de estas aves en cautividad está cercana a los diez años, mientras que es muy probable que vivan menos de la mitad en la naturaleza. 




Esta especie tiene un claro dimorfismo sexual, además los machos son ligeramente más grandes que las hembras. 




En la época invernal, los machos en su parte dorsal son de un color marrón pardo con abundantes estrías negras. 




El píleo y la nuca son de color ocre herrumbroso. 




La cara es de color blanco con algunos tintes de color canela oscuro en su parte anterior, junto a la base del pico, la frente y las auriculares y otros tonos de color canela algo más claro alrededor del ojo y en la nuca. 




El pico es pequeño, corto y cónico, siendo en esta época de color amarillo con la punta negruzca. 




Los ojos son de un color pardo tan oscuro que parece negro. 




En la parte superior del pecho presenta un collar de color ocráceo herrumbroso que es más claro en su zona media. 




Los flancos son de color blanco con algunos tintes de color canela. 




Presentan una gran franja blanca en el lateral del ala (coberteras primarias), que es mucho más pequeña en las hembras y que contrasta con un álula negra en el extremo alar. 




Los ejemplares de machos de 1º invierno presentan una mezcla de negro y gris con el color blanco, mientras que en las hembras son totalmente oscuras, sin blanco. 




Los machos, en cualquier edad, tienen las escapulares con centros negros, que en el caso de las hembras son más estrechos de color marrón oscuro. 




Las partes inferiores y la garganta son de un blanco intenso (níveo), al igual que el obispillo y las plumas externas de la cola. 




La cola es más bien corta y está algo bifurcada; es de color negro con los bordes y las puntas de las plumas blancas y las rectrices externas blancas. 




Las patas son medianamente largas y de color negro. 




Tienen los tarsos emplumados, adaptación que les permite combatir el clima tan frío que impera en los lugares donde viven. 




Por su parte las hembras presentan las partes superiores de color pardo grisáceo con dibujos blancos. 




Las manchas blancas que tienen en las alas son bastante más pequeñas que las de los machos. 




Los jóvenes por la parte superior son de color grisáceo con estrías negruzcas. Por la parte inferior son de color castaño grisáceo con estrías más oscuras. Tienen la cabeza de color grisáceo. El pico es de color grisáceo. Tienen un marcado anillo periocular de color blanquecino. 




En vuelo, se les puede identificar fácilmente por las enormes manchas blancas que presentan sus alas. 




Habitualmente, en Asturias, suelen invernar individuos inmaduros que en general, son menos blancos, de un color marrón grisáceo con estrías negruzcas en el manto y cabeza. Por la parte inferior son de color castaño grisáceo con estrías más oscuras. Las franjas alares blancas están muy reducidas. Tienen un marcado anillo periocular blanquecino. 




En verano (época reproductiva), los machos tienen un plumaje completamente blanco tanto en la cabeza, cuello y el obispillo, como por la parte inferior y los flancos, mientras que el dorso es de color negro con dibujos blancos. También presentan un color negro en las puntas de las alas y los bordes blancos de la cola. El pico es oscuro en esa época. Las hembras en esta época de verano presentan un moteado gris difuso en píleo, mejillas y lados del pecho. El dorso es de un negro menos intenso que el de los machos. 




El Escribano nival emite un reclamo característico a base de silbidos agudos, semejantes a un traqueteo, “pir-r-r-r-rit”. El canto consiste en un trino claro e insistente, poco variado y bastante sencillo. 




Su distribución es amplia y abarca a Europa, Asia y Norteamérica. Los ejemplares europeos se desplazan hacia Centroeuropa y las islas Británicas para invernar. 


En nuestro país aparecen en escaso número pero de forma habitual en periodo invernal y fundamentalmente en las costas del cantábrico, el Atlántico norte (Galicia) y en la Costa Brava. Su paso prenupcial lo hacen entre los meses de marzo y abril y el postnupcial en otoño, entre los meses de octubre y noviembre, fundamentalmente. 

SEO Bird/Life
Están descritas cuatro diferentes subespecies pero a España sólo llegan habitualmente la subespecie “P. n. nivalis”, y en menor medida, la “P. n. insuale”: 

1.- “Plectrophenax nivalis nivalis”. Nidifica en regiones de la Europa ártica, Groenlandia, N de Escocia, y en el Ártico de América del Norte. Esta subespecie tiene la cabeza de color blanco y el dorso negro con una pequeña área blanca. 

2.- "Plectrophenax nivalis insulae". Nidifica en Islandia, islas Feroe y el NE de Escocia. Tiene la cabeza blanca con un collar negruzco, y la grupa es negra. 

3.- "Plectrophenax Nivalis Vlasowae". Cría en las regiones del Ártico Eurasiático. También tiene la cabeza blanca, la grupa mayoritariamente es de color blanca. 

4.- "Plectrophenax nivalis townsendi". En las islas Aleutianas, Kamchatka y el extremo oriental de Siberia. Se parece bastante a la subespecie P. n. Vlasowae, pero tiene un tamaño un poco más grande. 




Su hábitat durante el invierno se encuentra en las dunas, deltas de los ríos, playas y en las praderas, roquedales y campos de rastrojos de zonas costeras. Durante la primavera/verano (época de cría) se localiza en la tundra y en las montañas de Siberia y países escandinavos. 




Durante el invierno, su dieta alimenticia fundamental es a base de semillas de una gran variedad de plantas herbáceas, de las cuales también comen hojas y brotes tiernos. También se alimentan de pequeños crustáceos e invertebrados. En época de cría (primavera/verano) complementan esa alimentación con bayas, insectos (moscas, avispas, escarabajos) y arácnidos, para así poder cebar a sus crías. Antes de la migración de primavera, es extremadamente importante que estas aves aumenten su peso corporal en al menos un 25% para viajar con seguridad. 




El Escribano nival es un ave monógama que no se reproduce en nuestro país. Su zona de cría se localiza en latitudes muy nórdicas, en parajes desarbolados con abundancia de piedras, zonas de alta montaña, páramos altos y en la tundra. 




Los machos llegan a los sitios de reproducción al norte 3-6 semanas antes que las hembras. Compiten duramente entre sí para forjar un territorio donde las hembras anidan, tratando de retener el mismo territorio temporada tras temporada. Los machos durante el período reproductivo son territoriales sin embargo se reúnen en grandes bandos durante la migración. 




La reproducción se realiza desde finales de mayo hasta primeros de julio. El nido es construido por la hembra en el suelo entre las piedras o en las grietas y huecos de las paredes rocosas que le proporcionan refugio contra los vientos fríos. Construyen un nido con forma de cuenco y para su elaboración utilizan líquenes, hierba y musgo, después lo tapizan con hierba seca, pequeñas raicillas y plumas. Las crías abandonan el nido alrededor de los 14 días de edad pero siguen siendo atendidas por sus padres durante unos 12 días más. 




Pone 4 a 7 huevos en junio, incubados por la hembra durante 13-14 días. Los polluelos permanecen en el nido durante 10 a 11 días, y aprenden a volar aproximadamente a los 12 a 14 días. 




Esta especie no está incluida en el Libro Rojo de las Aves de España. A pesar del bajo número de invernantes que nos visita, su situación no parece preocupante, dado que no sufre importantes amenazas en sus áreas de reproducción. Sin embargo, el cambio climático podría reducir aún más su número en la Península. El Escribano nival está incluido en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

4 comentarios:

  1. Interesantísima la entrada sobre el escribano nival e interesantísimo tu blog. Enhorabuena José Ignacio

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  2. Muchas gracias Julio. Tú comentario es todo un halago viniendo de ti. Soy un fiel admirador tuyo. Saludos.

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