jueves, 10 de enero de 2019

La belleza y fotogenia del pato de superficie más pequeño de Europa. Cerceta común (Anas crecca). Coríu irlandés.

Tras haber “sobrevivido” a las múltiples celebraciones navideñas en las que no han faltado los excesos de comilonas e incluso algún que otro viaje familiar, hace unos días decidí retomar poco a poco la afición y dedicar algunas horas a la observación y fotografía de un pequeño pato de superficie del que podemos disfrutar fácilmente en la ría de Avilés y por el que siento una gran afinidad, dada la estética tan particular que tiene, en especial los machos de la especie.




Me estoy refiriendo a la Cerceta común (Anas crecca), una especie de anátida que tiene la buena costumbre de visitarnos todos los años en la temporada de otoño/invierno en las aguas de la ría de Avilés, a donde empiezan a llegar a partir del mes de septiembre y que abandonarán ya bien avanzada la primavera para reproducirse en sus lugares de cría.




Desde el paseo que discurre en paralelo por la cola de la ría se pueden observar y fotografiar fácilmente a un buen número de estos pequeños patos sin que se sientan intimidados. Verlos evolucionar en sus diversas actividades cotidianas, como son la interacción entre distintos ejemplares y/o distintos sexos, la alimentación, el descanso, o la que a mi particularmente más me gusta observar y fotografiar, que no es otra que la del baño, limpieza y arreglo de su bello plumaje.




Es precisamente en esta última tarea, en la que este pequeño pato adopta unas increíbles posturas dignas del mejor contorsionista y en las que se pueden apreciar con más detalle los diversos matices de su bella anatomía.




Aunque obviamente, no estemos hablando de una especie rara, ni tan siquiera escasa, para un aficionado a la fotografía de aves es un verdadero placer poder captar con tú cámara de fotos esas poses y disfrutar posteriormente en la pantalla del ordenador de la estética y fotogenia de esas increíbles posturas que, tal vez porque estamos acostumbrados a verlas, no las valoremos en su justa medida.




También resultan más que interesantes ver a esta anátida desplazarse por el agua en zonas donde los reflejos del agua proporcionan a las imágenes un bello escenario por el que se desplazan. Todo ello a pesar de la escasa luz solar que, a duras penas, consigue llegar hasta la superficie del agua, dada la abundante vegetación y de arbolado que se desarrolla en ambas orillas de la ría.




Afortunadamente en el Principado de Asturias la presencia de la Cerceta común es bastante amplia tanto en los lugares donde las podemos encontrar y que luego veremos, como en su número, pues parece que su presencia va cada año en aumento en contraposición con sus “primos” los patos denominados buceadores de los que cada año, lamentablemente, se contabilizan menos en Asturias.




Como viene siendo ya costumbre en las entradas de mi blog, aprovecho la realización y publicación de este reportaje fotográfico para revisar las principales características de esta especie de anátida. Para ello, quiero empezar recordando que cuando hablamos de la Cerceta común (Anas crecca) nos estamos refiriendo al pato de superficie que está considerado como el más pequeño de Europa y por tanto de todos los que nos visitan en nuestro país.




Su denominación científica “Anas crecca” (Linnaeus, 1758) proviene del término latino “anas-atis”: ánade, pato y del sueco “kricka” que es un término onomatopéyico que viene a significar “pato que hace “cryc” en referencia a una llamada característica que emiten los machos.




Tan solo miden entre los 34-38 cm de longitud y los 53-59 cm de envergadura. Su peso viene a rondar los 395 gr. De no ser presa de enfermedades, depredadores o cazadores, la Cerceta común logra una longevidad de unos 10 a 15 años. Existe un claro dimorfismo sexual en esta especie.




Al hablar de la morfología de los machos y al igual que ocurre en otras muchas especies, tenemos que diferenciar dos tipos de plumaje, el nupcial, mucho más llamativo y el de eclipse, menos vistoso y muy parecido al que presentan los individuos jóvenes y las hembras adultas.




Los machos con el plumaje nupcial, que presentan durante todo el año excepto en verano, tienen la parte anterior del dorso y los flancos de un color blanquecino finamente vermiculado en negro y el resto del dorso de color pardo-grisáceo con algunas manchas marrones poco contrastadas.




En la parte central de los flancos, presentan una franja horizontal blanca que se corresponde con las plumas escapulares de las alas cuando el pato tiene plegadas las alas.




El espejuelo alar (plumas secundarias de las alas), es ancho y de color verde metálico en su mitad interior, negro en la exterior, con el borde anterior ancho y de color castaño pálido o crema y el posterior más estrecho y blanco. Estando el pato posado se le descubre muy poco el espejuelo verde, ya que con frecuencia queda oculto por las plumas escapulares grises y largas.




La parte inferior del cuello y el pecho son blanquecinos o cremosos y están muy moteados de oscuro. 




Las partes inferiores son de color blanco amarillento o cremoso y la zona caudal vista lateralmente es negra con un triángulo de color crema claro incluido dentro del negro.




Pero los rasgos más característicos que presentan los machos con este plumaje nupcial, están en la cabeza que es de color castaño rojizo y que engloba al píleo, la frente, la mitad inferior de la cara, la garganta y la parte superior del cuello. 




En los laterales de la cara presentan una llamativa franja ancha a modo de antifaz de color verde botella oscuro, pero brillante, que se inicia justo por delante del ojo, al cual engloba, y a continuación se dirige hacia atrás y se incurva hacia abajo llegando hasta el cuello donde acaba en punta.




El antifaz en su parte inferior tiene la mitad anterior, por debajo del ojo, bordeada por una línea blanca; bordeando toda su parte superior hay otra línea blanquecina que describe un semicírculo y se prolonga hacia adelante donde también bordea a la base del pico.




La coloración general de los machos con este plumaje nupcial, se intensifica más aún durante el período reproductivo.




El pico es plano, algo estrecho y redondeado en su extremo. Es de color pardo o marrón oscuro, casi negro.




Los ojos son pequeños y tienen el iris de color marrón oscuro.




Las patas son de color pardo grisáceo y tienen los dedos palmeados.




La coloración general de las hembras por la parte superior y los flancos es parduzca sombreada, rayada en diferentes tonos y con algunos puntos y rayas blancos. Tiene un gran parecido con el de las hembras del Ánade azulón o de la Cerceta carretona, aunque estas tienen un tamaño mayor y son de tonos algo más claros.




En este plumaje, destaca el espejuelo, que como en los machos, también es en un tercio de color verde brillante y negro en el resto.




En la cabeza tienen el píleo de color pardo oscuro y la cara y el cuello más claros.




En la cara tienen una brida incompleta de color marrón por delante del ojo y una lista ocular marrón por detrás de él. 




El pico es de color pardo oscuro (más claro que en los machos) y puede tener manchas negruzcas. 




Los jóvenes también son de coloración general parduzca y se parecen notablemente a las hembras, aunque son algo más oscuros, con los flancos y el vientre más listados de oscuro. El espejuelo es más pálido y sobre todo se nota que carecen del tinte crema o castaño del borde anterior.




Tras la época reproductora, durante el verano, los machos adultos lucen el llamado plumaje de eclipse que es poco vistoso y se asemeja bastante al de las hembras, aunque algo más oscuro por su parte superior y dorso de las alas. 




Otra característica llamativa de la Cerceta común es la habilidad que tienen para levantar ágilmente el vuelo desde el agua, de forma casi vertical, cuando se sienten amenazadas. 




Cuando vuelan, fuera de la época de cría, es frecuente verlas formando bandos compactos y realizando rápidas maniobras aéreas, girando juntas y realizando frecuentes picados, pareciéndose su forma de volar, a la que tienen las aves limícolas, dada la gran coordinación que muestran cuando vuelan en bandada.




Debido a todas estas habilidades, a la Cerceta común se la considera el mejor volador de nuestros patos, sin embargo, en contraste con esa gran capacidad voladora, es un pato bastante torpe en tierra firme. 




Cuando la vemos en vuelo, en la Cerceta común se pueden apreciar sus alas estrechas y puntiagudas y con una ancha y corta banda blanca en el centro de la parte superior del ala, que es similar en ambos sexos, aunque es más ancha distalmente (cuneiforme) en las hembras adultas y en los jóvenes. También destaca en vuelo, la mancha pálida-crema de la parte inferior y lateral de la cola. 




En cuanto al canto, decir que el macho emite como llamada un silbido metálico corto y muy musical similar a un “triit-triil”. También, cuando el macho persigue a la hembra, emite “crek-ekekek” de cuyo sonido onomatopéyico toma se denominación científica (Anas crecca) como comenté al principio. La hembra grazna un “piiht pat pat” tenue y nasal, con la primera nota más alta y las demás descendentes. 

La Cerceta común tiene una distribución mundial bastante amplia (paleártica) alcanzando a Eurasia y África. En Eurasia alcanza desde Islandia hasta el este de Siberia (península de Kamchatka), y desde la franja costera subártica, hasta la costa oeste del mar Negro. En Europa está presente en casi todos los países, aunque es en el norte (Finlandia) donde podemos encontrar las poblaciones más numerosas. 


En España, sin embargo, se reproduce de forma muy escasa y localizada, siendo los únicos enclaves utilizados regularmente, las riberas del río Louro (Pontevedra), el lago de La Ercina (Asturias), y las lagunas glaciares de las sierras Cebollera (La Rioja) y de Urbión (Soria). En Asturias, años atrás se han registrado reproducciones esporádicas en algunas localidades como el Embalse de San Andrés (Gijón), el Embalse de La Furta (Corvera) y en la Ría de Villaviciosa. 


Durante el invierno su número aumenta de modo considerable resultando bastante habitual por toda la Península y ambos archipiélagos, aunque con mayor abundancia en las marismas del Guadalquivir, el delta del Ebro y la laguna de Gallocanta. Los ejemplares que invernan en la Península Ibérica proceden sobre todo del norte de Europa, Rusia e incluso de Siberia y Europa central, en inviernos muy fríos. 




Sus hábitats preferidos pequeños humedales, tanto naturales como artificiales, de aguas dulces o salobres y con abundante vegetación palustre como son los humedales, marismas, albuferas, lagunas, ríos, estuarios y embalses. 




La Cerceta común se alimenta principalmente en aguas someras y su dieta se compone principalmente de hierbas, plantas acuáticas, rizomas y semillas que obtiene rastreando el fondo con el pico mientras bascula, o al tiempo que camina "pastando" en las orillas con la cabeza parcialmente hundida en el fango, desplazándola de un lado a otro y rebuscando y dando caza a los diferentes invertebrados que encuentra a su paso. Durante el verano suele complementar su dieta con pequeños invertebrados, como moluscos, pequeños crustáceos, gusanos o larvas de insectos acuáticos. Es por tanto un pato omnívoro. 




En el cortejo nupcial sumerge el pico en el agua, se levanta en la superficie y luego arquea el cuello para hundir el pico otra vez.  El periodo de reproducción lo realizan entre los meses de abril y junio. 




Las hembras construyen el nido en pequeñas depresiones del suelo a la cual recubren con materia vegetal y plumón y que generalmente están ubicadas bien resguardados entre la vegetación, pero siempre cerca del agua. La puesta se compone normalmente de 8-12 huevos. La incubación es llevada a cabo por la hembra y dura 25.30 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, a las pocas horas de nacer abandonan el nido. 




En cuanto a sus principales amenazas a las que está sometida esta especie, decir que se trata de una especie muy sensible a las molestias humanas, sobre todo las derivadas de actividades de ocio al aire libre, a lo que se une el sobrepastoreo de ganado vacuno, con el riesgo que implica para los nidos. También son muy sensibles a alteración de sus hábitats y sin olvidarnos que es una especie muy castigada por los cazadores. La Cerceta común se encuentra incluida en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “Vulnerable”.

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