Hace ahora unos días (09/oct/2020) tuve la fortuna de poder observar a una pareja de Morito común (Plegadis falcinellus) cuando me desplazaba con mi vehículo por la carretera que conduce al cabo de Peñas (Asturias), a la altura de la localidad de Ferrero.
Fue por pura casualidad que, según circulaba, me fijara en dos siluetas negras que a muy escasos metros de la carretera, se desplazaran lentamente con la cabeza agachada alimentándose entre la crecida hierba de un prado situado al lado de unas viviendas.
No esperaba poder
encontrar esta extraña especie de ave zancuda en un ámbito urbano y muy cerca
de una carretera con cierto tránsito de vehículos, pero ante la duda de si
serían algún ave de corral suelta, o incluso unos cuervos o cornejas, dada la altura de la vegetación por la que se
movían, decidí parar y observarlos con más tranquilidad.
Efectivamente, se trataba de una pareja de moritos que muy confiados se alimentaban de manera un tanto compulsiva en un pequeño prado. Toda una sorpresa al tratarse de una especie de ave zancuda no muy habitual por tierras asturianas, aunque en mi caso ya había tenido la oportunidad hace unos años de poderla observar en la cercana localidad de Verdicio, así como en otros lugares como Gijón y Villaviciosa, pero no por eso me dejaba de sorprender.
Tras comprobar su comportamiento sumamente confiado, pude situarme en una localización relativamente cercana, en la que la potente luz del sol del mediodía no me produjera un molesto contraluz y a su vez me permitiera, en la medida de lo posible, apreciar con el máximo detalle la iridiscencia de sus bellos plumajes.
Más tarde, tuve la compañía de otro buen aficionado a la fotografía de aves con el que pude compartir una muy agradable sesión fotográfica, dada la gran colaboración y confianza que en todo momento nos proporcionaron los moritos.
Tan solo había un posible inconveniente para poder realizarles un interesante reportaje fotográfico, y consistía en que en sus desplazamientos alimentándose por el prado, cada vez se acercaban más a la carretera y el paso de los vehículos que circulaban por allí, les producía un sobresalto que se acompañaba de un amago de vuelo.
Afortunadamente, tan sólo quedaba en eso, pequeños saltos de desplazamiento que incluso me proporcionaron la oportunidad de poderlos fotografiar con las alas desplegadas y poder apreciar así toda su belleza.
Desde que me inicié en esta afición de la fotografía de aves, he tenido la oportunidad de poder fotografiar a las tres especies de ibis que, de una manera u otra, podemos observar en libertad en nuestro país: el Morito común, el Ibis eremita y el más extraño, Ibis sagrado.
He querido aprovechar éste reciente avistamiento para adjuntar alguna de las imágenes más representativas de estas tres enigmáticas especies y poderlas comparar.
Existen
testimonios de tres especies de ibis en el antiguo Egipto: el Ibis eremita o
religioso, (Geonticus eremita), el Ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus) y el
Morito común, (Plegadis falcinellus) al que en inglés se le denomina
vulgarmente como “ibis brillante o lustroso” (glossy ibis). Curiosamente, el
Ibis sagrado, que hasta 1850 fue un ave común en Egipto, en la actualidad
prácticamente se ha extinguido en ese país.
Tratándose de esta familia (Threskiornithidae), es casi obligatorio recordar que en el antiguo Egipto al Ibis se le asocia con el dios Dyehuty (nombre egipcio) o Thot (nombre griego). Se le consideraba el dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, dominio de sueños, el tiempo, hechizos mágicos y símbolo de la Luna. Se le representaba como un ser humano con cabeza de un ibis (Morito).
En el antiguo Egipto existen testimonios en pinturas, relieves y esculturas de las tres especies de ibis, siempre con cuerpo humano y cabeza de ibis: el Ibis sagrado, el Morito y el Ibis eremita. Las imágenes de este último son fáciles de reconocer por la forma del cuerpo, patas cortas, pico largo y curvado y el típico penacho de plumas en la nuca.Centrándonos en el Morito común (Plegadis falcinellus) decir que es un ave zancuda que pertenece al Orden de las Ciconiiformes como las cigüeñas o las garzas y de la misma familia que las espátulas (treskiornítidos). El término “ibis” es el nombre común que se le da a unas 30 especies distintas de aves zancudas, con el cuello largo y el pico curvado hacia abajo, pertenecientes a la familia “Threskiornithidae”.
El nombre de su género, “Plegadis”, procede de la palabra griega plegados, que significa «hoz», en alusión a la forma curvada característica del pico de estos ibis. Una etimología similar a la de su nombre específico, “falcinellus”, que es el diminutivo de la palabra latina falx que también significa «hoz».
Tienen un tamaño
de entre 55-65 cm de longitud, con una envergadura que puede alcanzar los 95
cm. El peso puede llegar hasta los 500 gr. No existe dimorfismo sexual en esta
especie.
Durante la primavera-verano (época de reproductiva) el adulto reproductor presenta un plumaje con un color que oscila entre el castaño rojizo oscuro y el bronce, con tintes purpúreos y verdosos y con brillos metálicos iridiscentes que son más numerosos y multicolores en las plumas de las alas y en las del dorso.
Las cobertoras alares son rojizas y las plumas primarias de las alas de color negro con brillo verdoso.
En la cara tiene una especie de antifaz con la forma de un triángulo horizontal que está formado por una piel de color de color azul cobalto. Además presenta unas líneas blancas muy llamativas que bordean la comisura del pico que en ésta época es de color naranja grisáceo.
Por su parte en la época no reproductiva el color del adulto se vuelve mucho más apagado, de color pardo oscuro, casi negro, con el pico más oscuro y sin las líneas blancas en su borde, y con numerosas pintas blancas alargadas en el cuello y la cabeza.
El antifaz se vuelve de color oscuro pero está bordeado por una ancha línea de color grisáceo azulado.
Durante esta época
su largo, fino y curvado pico (de hasta 13 cm) se vuelve de color verdoso
grisáceo con la mitad distal ligeramente
rosácea.
Los ojos son
pequeños y de color negro.
Las patas son
largas y de color parduzco carnoso claro, a veces con tintes verdosos.
La cola es corta.
Fuera de la época reproductiva son de color pardo oscuro, casi negro, pero con un rayado blanquecino en la cabeza y en el cuello.
El antifaz se
vuelve de color oscuro pero está bordeado por una ancha línea de color grisáceo
azulado.
Durante esta época
el pico se vuelve de color grisáceo con la
mitad distal ligeramente rosácea.
Las patas se oscurecen y adquieren tonos de color bronce.
En el caso de los ejemplares jóvenes presentan un plumaje aún más pardo y sin brillo (más apagado) que el de los adultos no reproductores y sin apenas los reflejos iridiscentes de color púrpura.
Tienen un rayado blanquecino en la cara y en el cuello similar al de los adultos fuera de la época reproductiva aunque menos definido.
Su pico es más corto y es de color rosáceo con algunas zonas negruzcas, especialmente en su base y en el extremo.
El antifaz de su
cara no está bordeado por la línea de color grisáceo azulado que lucen los
adultos.
Las patas son de color negruzco.
Cuando lo vemos en vuelo presenta un aspecto muy alargado y estilizado, con el cuello y las patas extendidos y la cabeza ligeramente caída. Bate las alas más rápidamente que las garzas. Las imágenes en vuelo que aparecen a continuación, son de archivo, no actuales.
Normalmente forma pequeños bandos y suelen colocarse en formación de V.
El Morito común tiene una amplia distribución pero muy fragmentada. Esta presente en el sur y este de Europa, África, centro y sur de Asia, Filipinas, Indonesia, Nueva Guinea y Australia, así como en Norteamérica e islas del Caribe.
Se reproduce muy localmente en el noroeste de África, noroeste de Italia, Austria, Hungría y los Balcanes, alcanzando Asia a través del sur de Rusia. Las mayores colonias parecen estar en la costa rusa del Mar Negro.
En nuestro país la
mayor parte de los ejemplares son residentes habituales mientras que otra parte
inverna en África. Su número se incrementa durante la época reproductiva merced
a los individuos procedentes de Europa.
En la actualidad la mayor colonia reproductiva se encuentra en las marismas del Parque Nacional de Doñana, y cada año lo hace en mayor número. También se reproduce en el delta del Ebro, en el Paraje Natural del Brazo del Este, en las marismas de la provincia de Sevilla y, esporádicamente, en localidades levantinas (Alicante) e incluso extremeñas. Se trata de un ave migratoria y dispersiva que además realiza movimientos nómadas.
Su hábitat preferido son los humedales costeros, albuferas, marismas, carrizales, deltas de los ríos y arrozales.
Se alimentan en aguas poco profundas principalmente de insectos y sus larvas, gusanos, sanguijuelas, pequeños peces, ranas, renacuajos, crustáceos y moluscos. Se mueve con lentitud, recogiendo la comida al introducir el largo y curvado pico en el fango o la arena.
Recientemente se ha podido comprobar que los moritos presentes en el delta del Ebro, han incorporado el caracol manzana (Pomacea maculata) a su dieta y, por tanto, puede ser un aliado natural para reducir el impacto del molusco invasor en los cultivos de arroz que se está extendiendo por el delta desde hace unos años,.
El periodo de reproducción abarca entre los meses de abril y mayo. Habitualmente forman colonias, normalmente junto a las garzas o cigüeñas blancas.
Ambos sexos construyen
el nido que consiste en una pila de material entretejido, tapizado con materia
vegetal aún verde, de unos 30 centímetros de diámetro y 5-8 de profundidad. Lo
ubican generalmente sobre árboles o arbustos y también dentro de los
carrizales.
La puesta se compone normalmente de 3-6 huevos y la incubación dura 21 días aproximadamente. Los pollos abandonan el nido cuando tienen 2 semanas de edad. Su plumaje se desarrolla en unos 28 días, pero están en el nido o los alrededores unos 50 días, cuando lo abandonan con sus padres para acceder a las zonas de alimentación. Al parecer, la alimentación de las crías se realiza de forma comunal por lo que los pollos son alimentados por otras aves que no son sus padres.
Aunque la población española de esta especie está en continua progresión en los últimos años, la principal amenaza que presenta es la alta concentración de las parejas reproductoras (el 90% en una única localidad), ya que lo hace sensible a cualquier incidencia local (natural o antrópica). Además, la posible reducción de la superficie dedicada al cultivo del arroz por cambios en la Política Agraria Comunitaria podría ser un factor de regresión. La contaminación supone una amenaza importante, ya que en la colonia de Doñana, muy próxima a la zona del vertido tóxico de Aznalcóllar, se detectaron en 1998 niveles muy altos de cadmio en todos los pollos. Por otro lado, los fitosanitarios aplicados al arrozal pueden provocar intoxicaciones.
El Morito común está incluido en el Libro Rojo de las aves de España (2004) en la categoría de “Vulnerable” y aparece como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Precioso articulo y fotografías. Soy aficionado y ando también mucho por cabo Peñas, pero no tuve la suerte de verlo. Enhorabuena.
ResponderEliminarPues muchas gracias jcaceres, me alegro que te guste. Espero poderte saludar personalmente algún día que coincidamos pajareando.
EliminarMagnifico reportaje, buenas fotografías, acompañadas con buena información.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias Jesús, me alegro que te guste. Saludos.
EliminarHola. Hay una pareja por la ría del Eo. Se agrupan con las Garcillas Bueyeras todas las tardes en un espigón en Figueras. Justo antes q caiga la noche levantan el vuelo hacia Castropol.
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario. Lástima no poder ir a verlos por el dichoso confinamiento. Saludos.
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