viernes, 24 de abril de 2020

El más pequeño de los pájaros carpinteros europeos y su gran poder de camuflaje. Pico menor (Dryobates minor). Piquetín.

En los últimos días del pasado mes de febrero, en uno de mis ocasionales viajes a la comunidad de Madrid, tuve la oportunidad de desplazarme a la denominada Sierra Noroeste de esa comunidad y en concreto a la hermosa localidad de San Lorenzo del Escorial. 




Un lugar conocido por mí desde hace años y en el que consigo en muchas ocasiones observar y, en la medida de lo posible, fotografiar aves que difícilmente puedo localizar en mi lugar habitual de residencia en el Principado de Asturias. 




Fue precisamente allí, en un magnífico entorno paisajístico, de bosque de roble melojo, fresnos y alguna presencia de arces de Montpellier, enebros y sauces, donde ya había tenido otros encuentros con este simpático pájaro carpintero y en esta ocasión quise volver a intentarlo. 




Tarea ésta nada fácil de lograr, dado su pequeño tamaño y su impresionante capacidad de camuflaje, mimetizándose con el entorno que le rodea. También es de destacar su gran agilidad para adoptar posturas totalmente acrobáticas.




Tras varios intentos de búsqueda por diversas zonas, tuve la fortuna de encontrarme con la hembra que ahora os presento la cual me permitió realizarle alguna que otra fotografía decente. 




Siendo consciente de que a finales de febrero los ejemplares de Pico menor acostumbran a ir marcando el territorio intensificando su característico tamborileo, reanude la búsqueda por la zona donde había tenido el encuentro con esa hembra con la intención de conseguir ver a un ejemplar macho, y efectivamente, tuve la enorme satisfacción de encontrarme con un ejemplar macho al que igualmente le pude sacar un buen puñado de fotografías, eso si, no con pocas dificultades. 




Además, pude darme cuenta que ese macho estaba anillado con una anilla metálica en su pata izquierda, probablemente llevada a cabo por algún anillador local y cuya lectura completa no he sido capaz de conseguir. 




En lo referente a su pequeño tamaño decir que el Pico menor (Dryobates minor) está considerado como el pájaro carpintero más pequeño de Europa. En éste sentido y para que nos podamos hace una idea, comentar que sus hechuras son de una longitud de entre 14-16 cm y una envergadura de unos 24-29 cm, es decir es un poco más grande que un Gorrión común, aunque a primera vista aparente ser mayor (Gorrión común: 14-15 y 21-25,5 respectivamente). 




En nuestro país, aparte del protagonista de esta entrada, el Pico menor que recientemente ha cambiado del género pasando del de “Dendocropos” al de “Dryobates” (Lista de aves de España de la SEO/BirdLife 2019), podemos observar siete especies más de pájaros denominados carpinteros: el Pico mediano (Dendocropos medius), el Picamaderos negro o Pito negro (Dryocopus martius) que ostenta el record de ser el de mayor tamaño, el Pico picapinos (Dendrocopos major), el Pico dorsiblanco (Dendocropos leucotos), el Torcecuello euroasiático (Jynx torquilla), el Pito real (Picus viridis) y el Pito real ibérico, o simplemente Pito ibérico (Picus sharpei) que se separa del “Picus viridis”, adquiriendo éste el rango de especie. 




Es precisamente su pequeño tamaño, junto con la falta de las grandes manchas blancas de las plumas escapulares, lo que enseguida te hace diferenciarlo del Pico mediano y del Pico picapinos.




Su cuerpo, como podréis observar, es rechoncho y corto. 




La cabeza es pequeña, redondeada con el pico corto, negruzco, puntiagudo y ligeramente curvado hacia arriba. Se trata de un pico fuerte y poderoso que utilizan a modo de cincel para poder taladrar  las maderas más resistentes para lo cual han tenido que desarrollar mucho los músculos del cuello. 




En general, los denominados pájaros carpinteros tienen un cráneo protegido para no sufrir daños al golpear la madera en busca de larvas de insectos, comunicarse o construir sus nidos. Para evitar lesiones cerebrales debidas a los impactos repetidos, su cráneo se ha adaptado y está compuesto por huesos esponjosos llenos de pequeñas cámaras que alojan aire y que amortiguan los impactos cuando taladran el tronco de los árboles a un ritmo de unos 15-20 golpes por segundo. Además, el tamaño de su cerebro es pequeño y el espacio entre el cráneo y el cerebro de estas aves es muy reducido, con lo cual la masa cerebral no se sacude con los golpes.




La nuca, la parte superior de la espalda y el obispillo son de color negro. 




El dorso negro está listado de barras blancas.




La frente es pardo blancuzca y el píleo es rojo poco brillante en los machos y blanco sucio en las hembras. En ambos casos, están bordeados de negro.




La cara es de color beige y los ojos tienen el iris de color pardo rojizo. 




En la base de la mandíbula inferior nace una estrecha raya negra que se va ensanchando y a los lados del cuello es ya una mancha extensa de forma irregular, pero nunca llega al píleo, dejando una gran discontinuidad blanca.




La garganta, pecho y vientre son de color pardo claro (cremoso) con estrías finas negras en los lados y flancos. 




Las alas tienen el dorso negro cruzado por anchas franjas blancas horizontales. 




La cola tiene las dos parejas de rectrices centrales de color negro y las dos exteriores de cada lado de color blanco con bandas negras. Carecen de la característica mancha roja o rosácea en la zona anal que si tienen los otros picos. 




Las patas y los pies son de color gris verdoso, acabando en unas fuertes uñas curvadas. Al igual que los demás pícidos, tienen zigodactilia, esto es, tienen dos dedos hacia delante y dos hacia atrás, lo cual, junto con la presencia de unas fuertes, curvadas y afiladas uñas, les permite tener una mejor sustentación.




Los jóvenes presentan un patrón parecido a los machos, pero el blanco de su plumaje es muy sucio con más abundancia de estrías negruzcas (flancos y pecho), la frente está punteada de negro y sube hasta casi la mitad del píleo que está menos definido que en los adultos.




Como su nombre común indica, el Pico menor es el más pequeño de los picos, pero también es el de los colores menos llamativos, teniendo las barras algo difusas y mezcladas. 




Lo que me sigue impresionando de este pequeño pájaro carpintero es su gran capacidad de camuflaje, siendo capaz de mimetizarse totalmente con el entorno que le rodea. 




A diferencia de los otros picos, el Pico menor pasa mucho tiempo en las ramas más altas, verticales y finas de los árboles, en vez de en los troncos y ramas gruesas. Para mejorar la sujeción al tronco en la posición vertical en la que se suelen mover estas aves, se aprovechan tanto de las afiladas uñas de sus dedos (zigodactilia), como de la rigidez de las rectrices de su cola , la cual se comporta como si se tratara de una tercera pata.




Además, a diferencia de otros picos, se trata de un pájaro sumamente inquieto que normalmente permanece muy poco tiempo parado en un mismo lugar. En otras ocasiones, cuando detecta la presencia de una posible amenaza, permanece totalmente inmóvil durante tiempo camuflándose perfectamente con el entorno que le rodea.




Todo ello, como podréis comprender, dificulta en gran manera su localización y el poderlo fotografiar de manera más o menos aceptable. Una vez posado, me costaba verdadero esfuerzo poder enfocarle bien, dado el mimetismo que tenía con la corteza del árbol donde reposaba. Además, la fatiga de tener que soportar el pesado equipo fotográfico a pulso durante rato, enfocando a las ramas más altas de los árboles, llega a ser importante y necesitas descansar cada poco tiempo.




Para poder encontrarle es importante seguir el canto, el cual es muy parecido al del Pico picapinos con el que comparte sus hábitats, aunque, según dicen los expertos, sus sonidos son más rápidos y agudos. También es más rápido su tamborileo, pero eso sí, algo más débil, probablemente debido a su menor tamaño. Casi siempre suelen alternar el tamborileo con su llamada característica.



Acostumbran a habitar en arboledas de hoja caduca, bosques de robles, castaños, quejigos, encinas, alcornoques y bosques existentes a las orillas de los ríos como fresnedas, alisedas y choperas. Suelen estar ausentes en los bosques de coníferas. Normalmente su hábitat no sobrepasa los 1.400 m.s.n.m. 




Tanto el Pico menor como cualquiera de los otros pájaros llamados carpinteros, están íntimamente ligados a la madera, ya que de ella consiguen alimento y en ella construyen sus nidos.




Se alimentan de insectos y sus larvas, especialmente de escarabajos xilófagos (comedores de madera) que encuentran en las cortezas de los árboles. También pueden comer frutos silvestres. 




A este respecto, es interesante recordar que durante muchos años tuvieron la mala fama de "secar los árboles", algo nada más lejos de la realidad y que definitivamente, se ha ido corrigiendo en los últimos tiempos. Muy por el contrario, estas aves son muy beneficiosas para los bosques en los que habitan, ya que acaban con infinidad de insectos y larvas que dañan a los árboles, aunque a diferencia de otros pícidos, evitan en lo posible taladrar la madera con su pico en busca de las galerías en las que se encuentran los insectos y prefieren comerse a los que están sobre la superficie de la corteza y en las ramas. Actualmente su presencia está considerada como un excelente bioindicador de la salud de nuestras mejores masas forestales. 




El Pico menor se distribuye ampliamente en 11 subespecies en todo el Paleártico occidental y septentrional, hasta la costa de Asia y el Pacífico. En la cuenca mediterránea se distribuye de una forma más fragmentada. En Centroeuropa se suele encontrar la subespecie “hortorum”, mientras que en el sur del continente la más habitual es la “Dryobates minor buturlinus” que agrupa entre otras a la “hispanus” que es la que vive en la Península Ibérica. 


En nuestro país donde son residentes habituales, parece presentar tres núcleos reproductores principales: uno en torno a la Sierra de Béjar (entre Salamanca, Cáceres y Ávila), otro en el Norte, pareciendo especialmente abundante en Euskadi, aunque también en La Rioja, Navarra y valle alto del Ebro, y por último, un tercero en Cataluña. Aparte se distinguen pequeños núcleos a lo largo del valle del Duero, en Asturias (zona central), sierra de Guadarrama, sierras de Las Villuercas y San Pedro, alcornocales del suroeste de Badajoz y sierra de Aracena. 


Su periodo de reproducción va desde el mes de mayo hasta principios de julio. Una vez formada la pareja, macho y hembra taladran un agujero en un tronco apropiado (madera seca o árboles enfermos), para lo que han de dedicar de 12 a 16 días de intenso trabajo, sobre todo a costa del macho. La puesta comienza a principios de mayo y consta de tres a ocho huevos que son incubados por ambos sexos durante 11 o 12 días. Los pollos son alimentados por ambos progenitores y abandonan el nido en las primeras semanas de julio. No existen segundas puestas, aunque sí puestas de reposición si la primera se malogra.




El principal problema de estas aves es la pérdida de hábitat como consecuencia de la tala directa y de la sustitución del bosque autóctono caducifolio o mediterráneo por cultivos de coníferas y eucaliptos. Otra amenaza grave, que significa la pérdida o abandono de abundantes nidadas y una merma de las fuentes de alimentación, viene causada por la práctica silvícola de eliminar los troncos viejos o caídos en las áreas forestales. El Pico menor está incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría "De interés especial".