sábado, 27 de abril de 2019

Un pajarillo poco habitual y complicado de fotografiar. Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus). Carricera de los xunclos.

El Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) es un pequeño pajarillo poco habitual en nuestro país en general (sólo en pasos migratorios) y bastante escaso en su paso prenupcial por Asturias. Esta circunstancia unida a que presenta un plumaje sumamente críptico y a que normalmente se mueve de manera inquieta por hábitats de abundante vegetación palustre, hace que no resulte nada fácil localizarle y aún más poderle enfocar para fotografiarlo, ya que la espesura de carrizos o juncos por los que se desenvuelve a las mil maravillas, lo dificulta notablemente, máxime cuando sopla algo de viento y los tallos no paran de moverse. 





Aparte de esto, por lo que he podido comprobar personalmente, se trata de un pajarillo tímido, de hábitos muy discretos, que no le gusta exhibirse en lo alto de la vegetación como lo hacen otros de sus parientes, sino que acostumbra a moverse por la parte más baja de esos tallos de la vegetación palustre (carrizos, juncos...). 




Tan sólo ocasionalmente se elevan en vuelos verticales muy fugaces sobre la vegetación para, casi inmediatamente, descender de nuevo para esconderse en la espesura de la vegetación sin que apenas te dé tiempo para verle y enfocarle. 




Tras enterarme de su presencia el día 14/04/2019 en un carrizal adyacente a la playa de Verdicio (José Antonio Cañal), el día 18 de abril decidí darme una vuelta por la zona para ver si era capaz de localizarle y poderle fotografiar. Una tarea ésta un tanto complicada, ya que a las dificultades antes mencionadas, ese día concreto estaba bastante nublado (ISOS altas para conseguir velocidades de obturación elevadas) y soplaba lo suficientemente el viento como para que supusiera otra dificultad añadida. 





Afortunadamente no todo fueron dificultades, pues tras una prolongada búsqueda lo pude localizar y realizarle un buen puñado de fotografías. Además, la buena noticia fue que lo pude localizar gracias a que ese día el Carricerín común estaba bastante excitado y estuvo emitiendo su característico canto durante buen rato, lo que me facilitó notablemente su localización. 





Y no sólo eso, sino que esos cantos los acompañaba de movimientos muy nerviosos, desplegando su cola reiteradamente y realizando pequeños temblores de sus alas. 




Estos aspectos me hicieron pensar en la posibilidad de que estuviera realizando un típico cortejo prenupcial, ya que además pude comprobar en un momento dado y con gran sorpresa mía, que en realidad había no uno, sino dos ejemplares distintos que se movían por la misma zona. 




Soy consciente de que la posibilidad de que anidara en la zona es muy, muy improbable, ya que no se han comprobado casos de nidificación en Asturias desde al menos 1999 (Gijón) y por tanto, lo lógico es que se trate de migrantes prenupciales, pero no obstante, la ilusión siempre existe. 




El hecho de poder hacer un cierto seguimiento de la permanencia en la zona de esta especie y sobre todo, la de ratificar la presencia allí de esa pareja de carricerines comunes, hizo que volviera a buscarlos en otra ocasión (día 22/04) y ese día de nuevo, pude comprobar la existencia de dos ejemplares distintos. 





En esta segunda ocasión pude escuchar mucho menos los canticos, sin embargo les observé desplazándose en pareja para posarse juntos en una misma zona en la base de los carrizos y permanecer allí durante largos periodos de tiempo. 





No nos olvidemos de que el canto tiene las funciones de atraer una compañera, más que la de mantener a los demás machos, y normalmente cesa en el momento en que encuentra compañera. 




Entrando en materia para conocer mejor a esta escasa paseriforme palustre que solo se observa en España durante los pasos migratorios (sobre todo en el postnupcial), decir que el Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) pertenece a la familia “Acrocephalidae” y género “Acrocephalus” que vienen a medir unos 13 cm de longitud. Su envergadura ronda los 21 cm y su peso puede llegar a los 12 gr aproximadamente. Su esperanza de vida media se estima en unos dos años. En esta especie no existe dimorfismo sexual ni se han descrito subespecies. 





Su plumaje por la parte superior es de color pardo oliváceo con listas difusas de un color pardo más oscuro en el manto, lo que les facilita notablemente para mimetizarse entre la vegetación. 





Por su parte, el obispillo es liso y adquiere unas tonalidades de un color pardo rojizo que contrasta bien con el dorso y la cola. 




Característico de esta especie es la forma apuntada que adquiere su cabeza, a lo cual contribuye el hecho de que su frente sea algo aplanada. 





En este punto quiero señalar que la etimología de su denominación científica como “Acrocephalus schoenobaenus” proviene de los términos griegos “acros” (ἄκρος-α-ον): agudo, alto, elevado, puntiagudo, más “cefale” (κεφαλή-ῆς): cabeza, en clara referencia a esa forma característica de su cabeza. También “schoenobaenus” proviene de “schoenus-i”: junco (del gr. σχοίνον-ου : junco, cuerda) y de “βαίνω”: moverse, andar, en referencia a su hábitat. Es decir, “pájaro con la cabeza de forma apuntada y que se mueve por los juncos”. 




Los bordes del píleo son de un color pardo oliváceo oscuro (casi negruzco) y delimitan una zona central con listas difusas de color pardo oliváceo más claras. 





Lo más llamativo de la cara de este pájaro es la presencia de una destacada lista superciliar, bien definida, de color de color cremoso blanquecino, que se inicia en la base de la mandíbula superior, pasa por encima del ojo y se prolonga hasta la nuca donde se difumina pero que es igual de ancha en toda su longitud, o en todo caso, un poco más ancha en la región postocular. 




La zona de las mejillas es de color ocráceo y en la cara también presentan una lista facial de color marrón que está formada por una brida poco definida entre la base del pico y el ojo y una lista ocular por detrás de él que llega hasta la zona amarillenta de las auriculares. 





Su pico es recto, medianamente largo, delgado y puntiagudo. Es de color pardo rosáceo con el culmen negruzco y presenta unas pequeñas cerdas en las comisuras. 




Los ojos son de color pardo rojizo y están rodeados en su parte inferior por una línea blanca en forma de media luna. 





La garganta es de color blanquecino cremoso. 





El pecho es liso sin pintas y los flancos son de color pardo amarillento. 






Las alas son medianamente largas, anchas y ligeramente puntiagudas. Presentan unas listas de color pardo oscuro sobre un fondo de color pardo oliváceo similar al del manto. Las plumas primarias y las secundarias son de color pardo oscuro con los bordes más claros. 





Las partes inferiores son de color blanco ocráceo. 




La cola es larga, ancha, tiene el extremo ligeramente redondeado y es de color pardo terroso. 





Las patas son medianamente largas y de color pardo grisáceo. 




Los jóvenes se parecen a los adultos pero tienen algunas pequeñas pintas de color marrón oscuro en el pecho. Los ojos tienen un color grisáceo verdoso. 




Su canto es vigoroso, acelerado y consiste en una mezcla de notas roncas y raspantes, trinos, silbidos y, en ocasiones, imitaciones de otros pájaros palustres. 





Habitualmente canta oculto entre la vegetación o al descubierto sobre el tallo de un carrizo o en vuelos breves, probablemente como manifestación de celo. Como notas de alarma emite un matraqueo repetido tipo ¡tec-tec-tec-tec! 




El Carricerín común se distribuye fundamentalmente por el centro y el norte de Europa, siendo más escaso y localizado en los países del sur, en el entorno del Mediterráneo. También se distribuye por el oeste de Siberia, Turquía, Cáucaso y Kazajstán. Es un migrador de larga distancia, que partiendo de sus zonas de cría de Europa y Asia traviesa el Sahara para llegar a sus cuarteles invernales africanos. 




Aunque en España parece que no se reproduce actualmente, no se descarta su cría ocasional en algunas localidades costeras del norte peninsular. En los últimos años se ha comprobado la nidificación de unas pocas parejas en algunos humedales costeros vascos y en Navarra. 

SEO Bird/Life



En nuestro país se observan únicamente durante los pasos migratorios, desde finales de febrero hasta primeros de mayo en el prenupcial, y entre finales de julio y principios de noviembre en el posnupcial. La migración primaveral transcurre por una ruta más oriental que la otoñal. Se trata de un migrante transahariano que inverna en el África subsahariana. 




Su hábitat principal durante los pasos migratorios, se encuentran en zonas con abundante vegetación ribereña palustre como son los carrizales, los masiegales, juncales y espadañales, así como ambientes con vegetación típica de las riberas de ríos y arroyos (saucedales, tarayales…). Durante la cría también ocupa zonas alejadas del agua, zarzales, arbustos e incluso en plantaciones y tierras cultivadas (arrozales, cultivos de alfalfa…). 




Su alimentación es principalmente a base de insectos y sus larvas, arácnidos, lombrices y pequeños caracolillos. Ocasionalmente también pueden consumir materia vegetal (frutos, semillas, flores, polen…). 





Su periodo de reproducción lo llevan a cabo entre los meses de mayo y julio, pudiendo llegar a realizar 2-3 puestas por temporada. La hembra construye un nido con forma de taza profunda entre la vegetación ubicada en los márgenes de los humedales, raramente sobre el agua y lo fijan entre los tallos de las plantas palustres. 





Para su elaboración utilizan las hojas secas de los carrizos, raicillas, musgo y hierbas, luego lo tapizan con hierbas, telarañas, pelos y plumas. La puesta se compone habitualmente de 5-6 huevos. La incubación dura 13 días aproximadamente y es llevada a cabo sobre todo por la hembra. Las crías son cebadas por los dos sexos y abandonan el nido alrededor de los 14 días de edad. 





Al Carricerín común no se le considera una especie amenazada en España. Aunque no cría ni inverna aquí, este pájaro sí resulta relativamente común y bien distribuido durante los pasos migratorios. La desaparición de diversas zonas húmedas ibéricas ha supuesto la eliminación de algunas importantes zonas de reposo durante la migración. Otros factores limitantes incluyen condiciones ambientales adversas en sus áreas de invernada africanas, mostrando una gran sensibilidad hacia las sequías en la región subsahariana. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas aparece como “De interés especial”.