miércoles, 30 de octubre de 2019

Ya debe hacer bastante frío por allá arriba. Zorzal real (Turdus pilaris). Paniega Paniega.

Sí, me estoy refiriendo al frío que debe estar haciendo en el centro y norte de Europa porque ya la semana pasada (22/10/19) pude realizar un extenso reportaje fotográfico a varios ejemplares de Zorzal real (Turdus pilaris) que se estaban alimentando en los campos del entorno del cabo Peñas (Gozón. Asturias). 




Como muchos ya conocéis, son aves exclusivamente invernantes en nuestro país que acostumbran a aparecer por aquí en los inviernos particularmente duros, cuando las condiciones ambientales se hacen casi insoportables en extensas áreas de Europa, o cuando los frentes polares barren el norte del continente. 




Al Zorzal real se le ve muy poco en la Península Ibérica, salvo en el tercio norte donde es algo más abundante, y aparecen casi siempre cuando en sus lugares de nidificación, situados principalmente en Escandinavia y Rusia, el invierno es muy fuerte. Es entonces cuando se desplazan a regiones más al sur del continente europeo formando grandes bandos a veces junto a otras especies de zorzales. 




Sin duda su llegada se ha visto favorecida por la llegada de varios frentes fríos que recientemente han barrido nuestro territorio y que dejaron abundantes lluvias, así como la posterior llegada del anticiclón, lo cual ha favorecido la migración de abundantes especies de aves hacia sus lugares de invernada regular. 




Prueba de ello es la abundancia de paseriformes que ya abundan en nuestro territorio como los bisbitas, petirrojos o el propio Zorzal alirrojo (Turdus iliacus) que con frecuencia se asocia en los viajes migratorios con el protagonista de esta entrada y al que precisamente pude localizar el día anterior (21/10/19) en una zona próxima a donde localicé a los zorzales reales, es decir en el entorno del cabo Peñas (Gozón. Asturias). Os presento alguna fotografía testimonial de él. 




Desde mi experiencia particular, las escasas ocasiones con las que me he encontrado con el Zorzal real, han sido encuentros muy fugaces en los que tan solo pude obtener alguna foto testimonial, ya que siempre se ha comportado como un pájaro muy tímido, receloso y huidizo ante la presencia humana.




Sin duda ese comportamiento de estar en continua alerta es consecuencia de que se trata de una de las aves que con más frecuencia se les da caza, ya que la misma está permitida, tanto en España como en Europa. 




Yo inicialmente los encontré alimentándose en una zona de hierba baja desde la que, de cuando en cuando, se desplazaban a unos pequeños arbustos cercanos. En el suelo se quedaban inmóviles, adoptando una postura generalmente erguida y siempre atenta a todo lo que se movía en su entorno. Una vez localizaban a sus potenciales presas, se lanzaban bruscamente hacia ellas (gusanos, lombrices…) para engullirlas inmediatamente después. 




A este respecto quiero comentar que, según he podido leer en algún lugar, no es correcto que cuando los zorzales se encuentran en la hierba inclinando la cabeza hacia un lado, lo hagan para escuchar el movimiento de las lombrices o gusanos y poderlos localizar por el oído, sino que lo hacen porque sus ojos tienen una posición lateral.




En los arbustos continuamente trataban de mimetizarse con el entorno, permaneciendo durante largos tiempos completamente inmóviles (haciendo la estatua), habitualmente detrás de alguna rama y en posición lateral o de espaldas, aunque eso sí, sin perder ojo de mi posición un tanto estática y distante, por si acaso me movía. 




Como suele ser habitual, poco a poco fueron cogiendo confianza y alternaban las idas y venidas a la hierba con estancias más o menos prolongadas en las ramas de los arbustos, y eso sí, aprovechando los momentos en los que salía el sol para beneficiarse de su agradable calor. 




Particularmente simpáticos me parecieron los múltiples momentos en los que a pesar de querer estar en alerta, el calorcito del sol les vencía y no podían aguantar el sueño. 




Poco a poco se les iba cerrando los ojos hasta entrar en un profundo sueño del que despertaban bruscamente ante cualquier sonido extraño. 




A veces, tenían que realizar verdaderos esfuerzos para mantenerse despiertos, recordándome a como nos encontramos los humanos en muchas ocasiones cuando estamos ante el televisor. 




He podido leer, aunque sin poderlo confirmar, que una de las características más especiales del Zorzal real es su capacidad para del uso de herramientas para conseguir su alimento. Al parecer, esa habilidad la aprenden desde pequeños, lanzando piedras principalmente a modo de juego. Una vez adultos tienen la destreza de usar las piedras a manera de yunque para romper el caparazón de los caracoles y así extraer el interior blando del que se alimentan y alimentan a sus crías. 




Tampoco he podido confirmar la afirmación de que los zorzales reales, cuando sus colonias son expoliadas por cornejas, urracas y arrendajos comunes, se defienden realizando sus vuelos en picado y lanzando sobre los intrusos excrementos. Estas "bombas" fecales son muy peligrosas, ya que pueden ensuciar y encolar el plumaje del enemigo de tal forma que lo inutilice para el vuelo. Lo que sí que parece confirmarse es que cuando los zorzales están criando, el comportamiento de la colonia es agresivo contra los intrusos. 




El Zorzal real (Turdus pilaris) es un ave paseriforme perteneciente a la familia de los túrdidos (Turdidae) como el resto de zorzales o los mirlos. En general los túrdidos son unas aves de mediano tamaño. En el caso del Zoral real, su tamaño tan solo es superado -por muy poco- por el Zorzal charlo (Turdus viscivorus). Vienen a medir entre los 22-26 cm de longitud, con una envergadura que puede llegar a alcanzar los 42 cm y un peso de hasta los 135 gr. Su longevidad se estima entre los 5-8 años aproximadamente. Apenas existe dimorfismo sexual en esta especie. No se ha descrito ninguna subespecie. El Zorzal charlo es el más grande de nuestros zorzales, seguido del Zorzal real, el Zorzal común y, por último el Zorzal alirrojo. 




Presenta el dorso de color pardo rojizo con el centro negruzco (oscuro, no negro, en las hembras).




Tanto el píleo como la nuca y el obispillo son de un característico color gris pálido algo azulado. En el caso de los machos presentan una mancha oscura amplia en las plumas del píleo que es más estrecha en las hembras. 




Tanto la garganta como la zona anterior del cuello y el pecho son de color ocre anaranjado claro (herrumbroso) y están profusamente salpicados de pequeñas manchas lineales negras, con la excepción de la zona media del pecho que carece de ellas y es blanquecina.




Los flancos son de color blanco con tintes de color ocre anaranjado claro y con algunas manchas negras con forma de punta de flecha. 




Durante la época reproductiva ese color ocre anaranjado de garganta, cuello, pecho y flancos se hace más intenso. 




Las alas son anchas y redondeadas, por la parte superior son de color pardo grisáceo o rojizo y por la inferior son de color blanco al igual que en el caso del Zorzal charlo. Tienen las plumas primarias y las secundarias de color negruzco con los bordes blanquecinos. 




La cara es de color gris azulado y en ella tienen una ancha lista superciliar blanquecina que va desde la base de la mandíbula superior hasta más atrás del ojo, también tienen una bigotera blanquecina que nace junto a la base de la mandíbula inferior y se dirige hacia la garganta y una gran mancha negra entre la base del pico y el ojo (en la mejilla).




El pico es medianamente largo, algo fino pero fuerte y puntiagudo. Es de color amarillo anaranjado con el extremo ocre durante el invierno. En la época reproductiva se vuelve de un color más amarillo. 




Los ojos son grandes, tienen el iris de color marrón muy oscuro y están rodeados por un anillo periocular de color blanquecino. 




El vientre y la zona caudal inferior son de color blanco y sin manchas. 




La cola es larga y en general de color oscuro. En las hembras las plumas de la cola son de color pardo oscuro, pero no negras como en el caso de los machos 




Las patas son medianamente largas y de color marrón. 




Su canto cuando vuela en grupo consiste en unos chasquidos tipo ¡¡tchak-tchak-tchak...!!. También emite un tenue y agudo ¡¡uic!! cuando se desplaza por los campos. 




Su distribución abarca el centro y norte de Europa y la Rusia oriental. La invernada la realiza en los países meridionales del continente europeo, aunque recientemente algunas poblaciones han llegado hasta Islandia y Groenlandia. 




Se trata de una especie fundamentalmente migradora, aunque en las zonas costeras o sureñas de su área de reproducción únicamente se desplaza una parte de la población, mientras que el resto se limita a realizar movimientos de corto alcance. La invernada tiene lugar en el oeste del continente (islas Británicas e Islandia), y en los países mediterráneos de Europa y Oriente Próximo. 




En la Península Ibérica el Zorzal real es exclusivamente un visitante invernal que comienza a llegar ocasionalmente en septiembre y en gran número a partir de octubre. Las mayores entradas se producen en noviembre y con intensos fríos en diciembre y enero. Proceden, sobre todo, de Escandinavia, que recalan básicamente en el cuadrante noroccidental de la península, y, en menor medida, de países centro-europeos, que ocupan la mitad oriental.

SEO Bird/Life


Lo podemos encontrar por casi todo el territorio peninsular y en las islas Baleares, pero es más frecuente en el tercio norte y en zonas montañosas situadas por encima de los 1.300 m de altitud.




Su presencia en nuestro país es más abundante en el paso primaveral que en el otoñal. Durante la migración suelen ir en grandes bandos, a veces mezclados con el Zorzal alirrojo. 




El hábitat preferido del Zorzal real se encuentra en los bosques caducifolios y de coníferas con claros y abundante sotobosque en los que abunden las semillas, bayas y otros frutos silvestres. Es más frecuente en zonas montañosas por encima de los 1.300 m de altitud. También lo podemos encontrar en parques y jardines, pastizales, campos de cultivo, dehesas, etc.




Su dieta alimenticia es omnívora y consiste en bayas y frutos, pero durante la primavera y el verano también come insectos y sus larvas, arácnidos, lombrices, caracoles y otros invertebrados que recolecta en el suelo, removiendo la hojarasca, bajo la nieve o levantando piedras. 




Su periodo reproductivo lo lleva a cabo entre los meses de abril-julio, pudiendo llegar a realizar dos puestas al año. Pueden criar en pequeñas colonias o en solitario. La hembra construye un nido con forma de taza, normalmente en las horquillas más altas de los árboles y para su elaboración utilizan pequeñas ramitas, raicillas, hierbas, líquenes y musgo, después refuerzan su interior con barro y luego lo recubren con hierbas. 




La puesta se compone habitualmente de 5-7 huevos y la incubación, que realiza exclusivamente la hembra, dura 14 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido a las dos semanas de edad. 




Las principales amenazas que se ciernen sobre el Zorzal real pasan por la pérdida y el deterioro de las masas boscosas, así como la práctica de la caza en las regiones de invernada. No obstante, sus poblaciones no parece que corran riesgos importantes e incluso, en los últimos años, se ha detectado una cierta expansión territorial.