domingo, 25 de octubre de 2020

Pasando de la pluma al pelo con el animal más emblemático del Parque Nacional de los Picos de Europa. El Rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva). Robezu.

En la entrada que publico hoy me voy a referir a la visita que la semana pasada (16/10/2020) realicé a uno de los entornos de montaña que cada cierto tiempo me gusta frecuentar y que nunca me defrauda, ya sea por la presencia de especies de aves alpinas o de alta montaña, de las que solo podemos disfrutar de su observación en esas altitudes, la de aves rapaces singulares o incluso la de otros bellos y mucho más grandes animales como es el caso del protagonista de esta nueva entrada al blog, el Rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva), más conocido en Asturias como Robezu.


El maravilloso entorno de montaña al que me estoy refiriendo es el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, situado en la zona meridional y central de Asturias, limitando al sur con la provincia de León y que ocupa parte de los concejos de Lena, Quirós y Teverga. No es de extrañar que esté catalogado desde el 11 de julio de 2012 por la Unesco como reserva de la biosfera.



La verdad es que en esta visita era consciente de que no era la mejor época para poder observar aves propias de la alta montaña, pero tan solo con poder disfrutar de un día soleado en ese soberbio entorno, con unas vistas magníficas y poder realizar algo de ejercicio, merecía la pena el desplazamiento.



Además, como acostumbra a ocurrir todos los años, en breves vendrán las grandes nevadas por la zona y el puerto por el que se accede (La Cubilla) es uno de los que primero se cierra al tráfico rodado en Asturias, permaneciendo durante meses en esa situación, así que quería hacer esa visita antes de su posible cierre.



Como me gusta hacer en las visitas que ocasionalmente realizo a la montaña, llegué cuando estaba despuntando el día y mi primera sorpresa fue poder ver las zonas más elevadas cubiertas de un pequeño manto de nieve que añadía un nuevo plus a la belleza que de por sí ya ofrece la zona.



Eso sí, el frío no estaba nada mal ya que el termómetro marcaba los cero grados, aunque afortunadamente, el viento era muy escaso. Ya se me había olvidado lo que era ver los chupones de hielo o los abundantes charcos que había por la zona totalmente helados y que irresistiblemente, necesitas pisotear como lo haría cualquier niño.



Poder observar el lento amanecer en ese entorno, con esas maravillosas vistas y en total soledad, es una maravilla que intente captar con mi cámara de fotos y que recomiendo realizar a cualquier amante de la naturaleza.


Tras caminar en terreno llano varios kilómetros, decidí abandonar la pista ganadera que por allí discurre y lentamente ir ascendiendo en diagonal y progresivamente por una tendida ladera a las pequeñas cimas (La Almagrera) que bordean la majada de La Meruxal de Arriba a pie del pico de La Mesa (1.918).



Aunque el desnivel era considerable y la nieve dificultaba el ascenso por momentos, las vistas que se pueden observar (hacia el sur) de los Puertos de La Bachota (o de la Vachota), la zona de Pajares, la Sierra del Aramo y, como no, el Valle del Huerna, son grandiosas.



Unas vistas que se incrementan aún más en su parte última, donde tendremos la ocasión de distinguir a nuestra reina, Peña Ubiña (2.417 msnm) y sus cumbres circundantes, así como el impresionante valle de Tuiza en donde podemos ver a lo lejos los pueblos de Tuíza de Arriba (Tuíza Riba), Tuíza de Abajo (Tuíza Baxu) y Riospaso.



Fue precisamente desde allí, cuando pude ver y fotografiar un nutrido grupo de rebecos que se habían desplazado desde las cumbres nevadas a la zona de la majada, donde no había llegado la nieve y podían  pastar tranquilamente.


Estaba acostumbrado a verlos en anteriores ocasiones desplazándose por las zonas más empinadas y elevadas de las cumbres vecinas, donde abundan las rocas calizas y realizando increíbles equilibrios.


Dado que los rebecos tienen muy desarrollado el sentido del oído, el de la vista y, sobre todo, el del olfato, no tardaron mucho en detectar mi presencia y aunque yo me encontraba a una considerable distancia, decidieron, poco a poco, ir desplazándose a las zonas más elevadas donde se podían sentir más seguros.


Fue a partir de entonces, cuando decidí realizar una muy lenta aproximación a ellos (impuesto también por las dificultades de la nieve) para intentar conseguir ganarme su confianza y poderles realizar un reportaje fotográfico que mereciera la pena.


Como viene siendo costumbre en las publicaciones de mi blog, me gusta documentarme lo mejor posible sobre la especie que presento, lo cual me permite conocerla mejor y de paso, si a alguien le interesa, difundir no sólo fotografías de animal, sino también alguna que otra información que pueda resultar de interés.


En lo referente a la clasificación taxonómica y a su distribución actual, decir que el Rebeco es un mamífero ungulado que pertenece a la subfamilia “Caprinae”, dentro de la familia “Bovidae” (como el Muflón, la Cabra montesa y el Arruí) y concretamente al género “Rupicapra”.


Hasta los años ochenta todos los rebecos europeos se consideraban parte de una misma población genética, sin embargo, actualmente se reconocen dos especies diferentes: “Rupicapra pirenaica” presente en el suroeste de Europa y “Rupicapra rupicapra” que se distribuye por el resto de Europa y en el Cáucaso. Además, se reconocen un total de 10 subespecies agrupadas en esas dos especies y cada una está confinada en un sistema montañoso. En lo que a nosotros nos interesa conocer, dentro de la especie R. pirenaica, que como mencioné anteriormente, agrupa a los rebecos del suroeste de Europa, se distinguen las subespecies “parva” (Cordillera Cantábrica), “pirenaica” (Pirineos) y “ornata” (Abruzzos).


Como hemos visto, el Rebeco es un miembro de la subfamilia de los caprinos y por lo tanto se asemeja a una Cabra montés o íbice ibérico (Capra pyrenaica), pero son más estilizados y pequeños que ellas. Pueden llegar a medir 1,20 m. de longitud y alcanzar los 75 cm de altura a la cruz. Su peso puede llegar a los 35 Kg. Apenas existe dimorfismo sexual en esta especie aunque los machos son más grandes y pesados que las hembras.


El Rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva) es la subespecie que presenta la menor talla entre todos los rebecos del mundo. Ha estado presente en toda la cornisa cantábrica durante miles de años, ya que aparece representado en el Cuaternario, en cuevas como la de Tito Bustillo o Balm.


El carácter anatómico más significativo de estos mamíferos es la presencia en ambos sexos de una cornamenta que está formada por dos cuernos finos, de color negro o pardo muy oscuro, de sección prácticamente circular y sin nudosidades o quillas conspicuas, sino tan solo unas hendiduras y unos anillos de crecimiento anual llamados medrones. 


No hay gran diferencia en el tamaño de los cuernos aunque los de los machos son algo más grandes (hasta 16 cm), más robustos y algo más curvados que los de las hembras (hasta 13 cm). A diferencia de los cérvidos no cambian la cornamenta, la suya es permanente  y crece anualmente.


Los cuernos están implantados en la parte superior del cráneo sobre las órbitas oculares, y crecen perpendiculares y rectos en sus dos tercios de longitud en vista lateral (en los adultos) y después se curvan bruscamente hacia atrás y abajo en forma de garfio. 


Cuernos muy juntos en su base, sobre todo en los machos. Ese y su mayor perímetro basal son los mejores atributos para diferenciar cráneos de machos y hembras.


En vista frontal los cuernos se separan ligeramente desde la base en forma de V. Los cuernos crecen anualmente, con tasas de crecimiento rápidas desde primeros de marzo y lentas durante el invierno, produciendo la segmentación de los mismos, aunque este patrón no puede ser observado a distancia.


Detrás de la base de los cuernos poseen dos glándulas cutáneas parietales, que semejan un ombligo ligeramente protruído sobre todo en los machos durante el celo. En esta época esas glándulas parietales de los machos emanan un olor cabruno-almizclado característico que utilizan para marcar las puntas de las ramas de los arbustos y delimitar su territorio (también lo hacen con la orina).


Otro carácter útil para la determinación del sexo a distancia es la relación entre el tamaño corporal y la longitud y grosor del cuello. En los machos el cuello es más robusto dando la impresión de ser más corto y menos estilizado que el de las hembras.

Los machos durante la primavera y el verano por la parte superior son de color pardo-rojizo con una línea negra en el dorso que está formada por unas crines que son más largas que las de las hembras. En la temporada invernal el pelaje de la parte superior se vuelve más grisáceo y menos rojizo.


Si los vemos en vista frontal, en la parte anterior tienen un dibujo de color marrón oscuro o negro en forma de delantal negro o marrón muy oscuro que se inicia en la base de las orejas y se extiende por el cuello, el pecho y la parte frontal de las patas delanteras hasta las rodillas pero que en su zona central deja un espacio libre en forma de V de color ocráceo o canela que abarca parte de la zona anterior del cuello, la garganta y la mandíbula inferior. El vientre es de color pardo claro.


La cabeza es de color pardo-rojizo con una ancha franja de color pardo-negruzco en la cara a modo de máscara que se inicia en la base de cuernos, baja hacia al ojo donde se ensancha para englobarlo dentro de ella y luego desciende en diagonal llega hasta llegar al hocico.

Por delante del ojo tienen una pequeña franja alargada de color castaño a modo de ceja. 


La mandíbula inferior, por debajo del antifaz, es de color cremoso-blanquecino. 


En la parte anterior de la cara tienen una franja de color canela que va desde la base de los cuernos hasta la nariz.


La punta del hocico durante el verano es blanquecina (pardo-rojiza en invierno) con la nariz negra.


Durante el invierno, los flancos del cuerpo y la parte baja de los costados toman un tinte pardo muy oscuro o casi negruzco. El vientre también se hace más pálido y por la parte inferior son de color blanquecino. La parte anterior del cuello es blanquecina.


Tienen unas manchas blanquecinas en los glúteos aunque la zona perianal es negruzca. En invierno esas manchas de los glúteos se vuelven blanco-amarillentas.



Las orejas son grandes, con un pelaje de color negruzco por la parte posterior y canela-ocráceo por delante. Las pueden mover de forma independiente para detectar los posibles peligros sin tener que mover la cabeza.


Los ojos son grandes y son de color ámbar.


Las patas son largas y acaban en unas pezuñas de color negro que están formadas por dos dedos centrales más grandes en forma de cascos que son los que se apoyan en el suelo y dos dedos externos que son muy pequeños y no tocan el suelo.


Las pezuñas son de color pardo-negruzco y están muy bien adaptadas para caminar por las rocas y por el hielo gracias a unas almohadillas que poseen en la zona central, además tienen una membrana interdigital que actúa como una raqueta y les permite caminar con mayor facilidad sobre la nieve.


La cola es muy corta, mide unos 4 cm y es de color pardo-rojizo muy oscura por arriba y desnuda por debajo.


Las hembras tienen los colores menos contrastados que los machos y las crines que tienen en el dorso son más cortas que las de ellos.


En general el color del pelaje de los ejemplares jóvenes es más homogéneo que en los adultos, sin tanta delimitación del diseño facial, del delantal, flancos y miembros.


Tienen una coloración más grisácea, salvo la parte anterior del cuello que es de color cremoso-rojizo y la zona del vientre y la zona caudal que son blanquecinas.


En la cara también tienen la franja negruzca que lucen los adultos pero está menos contrastada; por debajo de ella la parte inferior de la cara es de color cremoso-rojizo.


La longevidad de los rebecos (datos de media y máxima) es en los machos de 9 a18 años y en las hembras de 10 a 21 años.


Desafortunadamente la estima de la edad en vivo y a distancia sólo permite una grosera aproximación a la clase de edad, cabritos del año, igüedos de un año y adultos de 2 o más años de edad.


El método más práctico y rápido para estimar la edad de animales adultos es el recuento de los medrones de crecimiento de los cuernos. Es una técnica sencilla, pero requiere la captura del animal o el cráneo con los cuernos intactos, ya que no puede aplicarse a distancia. Su recuento es una buena herramienta para estimar los años de vida del animal.


Actualmente el Rebeco se distribuye por el área meridional de Europa en varios núcleos aislados: la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, los Apeninos, los Alpes, los Balcanes, las montañas de Transilvania, el Cáucaso y Anatolia.


En nuestro país el Rebeco se distribuye por la Cordillera Cantábrica (Rupicapra pyrenaica parva) y por los Pirineos (Rupicapra pyrenaica pirenaica). La subespecie “Rupicapra pyrenaica parva” se distribuye exclusivamente por las montañas de la Cordillera Cantábrica, desde el límite de Asturias y Galicia al occidente de Cantabria, principalmente en terrenos de Asturias, Cantabria, León y Palencia.


Éste se caracteriza por tener un tamaño ligeramente inferior que el de la subespecie pyrenacica, también llamado Sarrio. Además, éste último se caracteriza porque tiene los cuernos más gruesos y largos, uy porque durante el verano es de color ocráceo y durante el invierno de color negruzco. También porque tiene la cola de color negro.


Su hábitat preferido son las zonas de alta y media montaña. Durante el verano se encuentran en los prados alpinos, en los roquedos, en las laderas de umbría y en los neveros. A lo largo del invierno se encuentran en cotas más bajas, normalmente en las zonas soleadas de los límites superiores de los bosques, en los prados que se encuentran por encima de los bosques y en las vertientes de montaña que son más cálidas.


Se mueven con una increíble facilidad por los riscos calcáreos siendo todo un espectáculo ver sus carreras, saltos y emocionantes trepadas por colgados neveros, desplomadas paredes y voladas cornisas.


Tienen una alimentación herbívora, alimentándose preferentemente de hierbas, plantas herbáceas, hojas, brotes y cortezas de los arbustos y plantas leñosas, acículas de las coníferas, flores, frutos salvajes, musgos y líquenes. 


De todos los ungulados es uno de los más activos durante el día, sólo en los meses más calurosos del verano limita su actividad a las primeras y últimas horas del día, pasando el tramo central descansando en las laderas más frescas orientadas al norte.


La hembra dirige al rebaño y al menor incidente emite un silbido característico que pone en pie de carrera al resto del rebaño


El Rebeco cantábrico tiene el celo entre los meses de octubre y noviembre. Los machos son solitarios mientras que las hembras viven con las crías y en verano forman grandes grupos a los que se unen los machos durante la época del celo. En esa época se producen las peleas entre los machos por hacerse con un harén de hembras. Los machos son polígamos. La gestación dura unos 5 meses y medio. Los partos se producen entre mayo y junio. En cada parto suelen tener una sola cría, excepcionalmente dos.


La población cantábrica de Rebeco debió sufrir ya a lo largo del siglo XIX una regresión que obligó a la creación del Coto Real de los Picos de Europa a principios del siglo XX. Sin embargo, la regresión debió acentuarse durante la Guerra Civil, quedando reducida a poco más de una centena. Desde entonces la reducción de la presión cinegética y la creación de diferentes espacios naturales protegidos que solapan su área de distribución han permitido la recuperación de la especie.


El Rebeco es una especie sin detractores y con buena reputación, pues apenas afecta a la agricultura y a la ganadería,  es una especie representativa de los ecosistemas de alta montaña.


El Rebeco es el animal más emblemático del Parque Nacional de los Picos de Europa, siendo el único mamífero salvaje, que se deja ver con frecuencia.

2 comentarios:

  1. Magnífica entrada. Los paisajes preciosos y las fotografías de los rebecos con la helada fantásticas. Enhorabuena. Un saludo.

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    1. Muchas gracias Jose. A ver cuando se me logra poder realizar entradas tan estupendas como las tuyas. La última del lobo (Esos otros lobos) es una pasada. Experiencias como esa tuya no se deben olvidar en la vida. Saludos y buen día. ¡CUIDATE!

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