viernes, 29 de mayo de 2020

La Garza imperial, un ave mimética, sigilosa y de estilizada silueta. Garza imperial (Ardea purpurea). Garcia roxa.

La Garza imperial reaparec en nuestras costas cada primavera procedente del continente africano, a diferencia de su prima la Garza real (Ardea cinera) que en su mayor parte es residente en la Península. 




Esperemos que estas reapariciones perduren durante muchos años y digo esto porque, aunque se trata de una ardeida que se incluye en el Libro Rojo de las aves de España dentro de la categoría de “Preocupación menor”, al parecer la Garza imperial es una de las especies que se verán particularmente afectadas por el cambio climático. 




A este respecto, comentar que un equipo de investigación encargado por la Agencia Británica de Medio Ambiente y la Royal Society for the Protection of Birds (RSPB) para investigar el futuro desarrollo de la distribución de las aves reproductoras europeas sobre la base de modelos climáticos, supone que a finales del siglo XXI el área de distribución de la Garza imperial cambiará significativamente. 




La RSPB considera que las garzas imperiales, que en la actualidad tienen un área de distribución bastante meridional en Europa (Francia, España, Portugal, Italia), a medida que el cambio climático vaya evolucionando las va ir empujando hacia los países del norte de Europa (septentrional) e incluirá el sur de Inglaterra, Dinamarca y los países que bordean la costa sur del Mar Báltico. 




Según estas previsiones, el sur de la Península Ibérica, Grecia y partes de Rumanía y Bulgaria ya no ofrecen posibilidades de supervivencia adecuadas para esta especie. Su pronóstico es que alrededor de las tres cuartas partes del área de distribución actual ya no estarán pobladas por la Garza imperial. 




Pero como me da la impresión de que a finales del siglo XXI no vamos a poder ser testigos de ese cambio de su área de distribución, mientras podamos, con la llegada de la primavera debemos aprovechar para que, si surge la oportunidad, intentemos observar y fotografiar a esta majestuosa ave. 




Una tarea nada fácil de conseguir pues como muchos de vosotros ya sabréis, se trata de una ardeida muy mimética y sigilosa lo cual dificulta notablemente su localización cuando se encuentra posada entre la vegetación palustre que frecuenta.




Además, esta garza cuando se siente amenazada y quiere pasar desapercibida en el carrizal, adopta la llamada postura “de la estaca”; se limita a quedar inmóvil y a estirar al máximo su larguísimo cuello hacia arriba, manteniendo también el pico vertical, como si se tratara de una caña más, y realizando tan solo movimientos laterales de la cabeza de vez en cuando para controlar su entorno. 




Por ello, debido a la inmovilización, a su estilizado contorno, con su cabeza mirando hacia tu posición y la coloración de su plumaje, si intentas adivinar su localización a cierta distancia puede llegar a ser francamente difícil conseguirlo.




Al contrario que su congénere, la Garza real, que acostumbra a posarse habitualmente en terrenos descubiertos y formando grupos numerosos, la Garza imperial es ave muy solitaria, de hábitos crepusculares y que como mucho se la ve formando parejas, siendo en general de costumbres muy reservadas, que procura no alejarse de zonas donde crecen abundantemente los carrizos o vegetación acuática adecuada para ocultarse. 




La Garza imperial perteneciente a la familia Ardeidae, genero “Ardea”, tiene una longitud de unos 70-90 cm con su cuello extendido, una envergadura que ronda entre los 120-138 cm y sin embargo es muy esbelta, y para su tamaño solo pesa entre 0,5 y 1,3 Kg. Apenas existe dimorfismo sexual en esta especie. 




En comparación con su congénere la Garza real (Ardea cinera) es más pequeña y de unas tonalidades de color más oscuras que permite diferenciarlas fácilmente tanto en reposo como en vuelo. 




De aspecto muy esbelto y estilizado debido fundamentalmente a su largo cuello el cual es más delgado y lo suele mantener en posición más ondulada que el de la G. real, por lo que hace recordar los movimientos de una culebra. 




La cabeza es más estrecha, sin apenas frente, dando la impresión de que se fusiona con el pico. 




El píleo, la parte posterior de la cabeza y la parte posterior del cuello son de color negro con irisaciones verdosas del que parten un par de plumas negruzcas ornamentales en la parte posterior de la cabeza que cae por detrás del cuello. También tienen unas largas plumas filamentosas ornamentales en la base del cuello, junto al pecho, y otras en las alas que le cuelgan por los flancos cuando las tienen plegadas. 




Los laterales del cuello son de color pardo rojizo oscuro con una banda de color negruzco longitudinal que los recorre en su parte media hasta los laterales del pecho. En paralelo y por delante de esta línea oscura, hay una franja vertical blanquecina, con algunas líneas verticales negras discontinuas, que abarca la garganta y toda la parte anterior del cuello hasta el pecho. 




La cara también es de color pardo rojizo oscuro y en ella tienen una fina línea negruzca que se inicia en la base del pico y se dirige hacia atrás para unirse al color oscuro de la parte posterior del cuello. 




Los ojos muy vivos, son amarillos con una gran pupila negra. 




El pico es de color pardo amarillento en la base y anaranjado en el resto, pero con tonos negruzcos en la parte superior, siendo en comparación con el de la G. real, más largo y afilado. 




El vistoso plumaje del cuerpo alterna tonos grisáceos azulados oscuros en el dorso y cobertoras alares, con matices castaños púrpuras de los hombros, pecho y los flancos. La parte inferior de las alas es de color pardo rojizo y la cola es corta. 




Las patas son amarillentas o pardo-amarillentas, excepto en la parte anterior donde tiene tintes negruzcos. Los dedos son muy largos.




Los jóvenes tienen un plumaje menos contrastado que los adultos, sin las líneas del cuello y con un aspecto general pardo ocráceo leonado.




Se trata de un ave bastante silenciosa que en vuelo emite un “frack” o “kraek” repetido. Cuando se ve insegura o temerosa emite un graznido repetido, tipo “queck”.



Como el resto de las ardeidas, la Garza imperial en vuelo lleva el cuello recogido pero más angulado (en “quilla”) que el de la Garza real, alas curvadas y patas estiradas hacia atrás sobresaliendo por debajo del extremo de la cola y, a menudo, con los largos dedos extendidos y separados (la Garza real acostumbra a llevarlos plegados y juntos). Su vuelo es lento y pausado. Casi nunca se posa en los árboles, y prefiere descansar en lugares más cerca del suelo. 




El área de distribución de la Garza imperial en Europa es bastante meridional estando también presentes en el sur y este de Asia, así como norte y sureste de África. Se reconoce la existencia de varias subespecies. En España se reproduce la subespecie “A. purpurea”. 




En nuestro país son habituales durante el período estival, llegan en el mes de marzo parar criar y regresan al África subsahariana en agosto-octubre. También se las ve durante los pasos migratorios.




Las áreas de cría más importantes en la Península se localizan en las marismas del Guadalquivir y del Odiel (Andalucía), el Delta del Ebro (Cataluña), entorno de los ríos Manzanares, Henares y Jarama (Parque Regional del Sureste en Madrid), la albufera de Valencia y las cuencas de los grandes ríos Ebro y Guadalquivir y, en menor medida, las del Tajo y el Guadiana. Existen, además, algunos núcleos de menor entidad en las comunidades de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra, Murcia y Cantabria. Cría también en Mallorca, en tanto que en Canarias resulta muy escasa. El reportaje fotográfico que ahora os presento, al igual que los de las entradas anteriores, lo pude realizar en la primavera de 2019 (21-25 mayo) en el P.N. de El Hondo (Alicante). 




Su hábitat suelen ser marjales, zonas encharcadas, carrizales, y en general, humedales con abundante vegetación palustre como riberas de grandes los ríos, albuferas, arrozales y marismas. 




Se alimenta principalmente (65%) de peces de mediano tamaño (pez gato, percasol, carpas y barbos), que cazan al acecho escondida inmóvil entre la vegetación de la orilla. Además ingieren moluscos, crustáceos, insectos acuáticos y terrestres (escarabajos, saltamontes), anfibios, reptiles, e incluso pequeños roedores.




Una importante fuente de alimentación la constituyen los cangrejos americanos, por lo que realiza una labor fundamental a la hora de acabar con esta especie alóctona y depredadora. Se trata por tanto de un colaborador perfecto para eliminar especies exóticas invasoras que son muy peligrosas ya que son más potentes que nuestras especies autóctonas y son muy caníbales y desplazan y atacan a nuestras especies poniéndolas en peligro de extinción. 




La Garza imperial no acostumbra a cazar al descubierto y lo hace permaneciendo inmóvil entre la vegetación palustre, durante horas, mirando con atención el agua somera y acechando a sus presas. 




Medio oculta entre la vegetación, aguarda hasta que alguna presa se pone a tiro, momento en el que, mediante un rápido movimiento de su cuello, la captura con el largo pico. 




Habitualmente, al atardecer, se activa y camina rápidamente a intervalos mientras acecha, para a continuación hacerlo pausadamente pero con gran seguridad por entre los carrizos y vegetación acuática, e incluso sobre el fango blando, valiéndose para ello de sus largos dedos. 




El periodo de reproducción se realiza durante los meses de abril-mayo. Las garzas imperiales crían en colonias junto a otras especies de garzas, pero mantienen los nidos algo distanciados entre sí. Construyen un nido voluminoso en el interior de la vegetación palustre. Ambos adultos se ocupan tanto de la construcción del nido como de la incubación y crianza de los pollos. Ponen entre 3 y 6 huevos que incuban casi un mes antes de que nazcan unos desgarbados y pelones pollos. Las crías abandonan el nido al cabo de unos 15-20 días. En cuanto acaban con la nidificación, las garzas imperiales se esparcen en todas las direcciones alejándose algunas de ellas hasta cientos de kms. 




Entre sus amenazas destaca como causa principal de regresión la pérdida de lugares de reproducción por alteración de los mismos debido a dragados, canalizaciones, quemas periódicas de vegetación palustre o destrucción de carrizales. Otro factor de riesgo lo constituye la sequía en las zonas de invernada, así como el uso indiscriminado de pesticidas que provocan el envenenamiento de los peces y otros animales de los que se alimentan, lo cual repercute directamente en ellas causándoles una gran mortandad. 




La Garza imperial se incluye en el Libro Rojo de las aves de España dentro de la categoría de “Preocupación menor” y aparece como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

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