Continuando esta serie de entradas en las que estoy queriendo compartir los reportajes geográficos que en la pasada primavera/verano he podido realizar por diversos escenarios de la Sierra N.O. de Madrid, la primera especie protagonista de ésta nueva entrada he querido que sea la del Mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli). Se trata de un precioso pajarillo poco frecuente y de tonos generales amarillo-verdosos que se diferencia del resto de las seis especies de mosquiteros que podemos observar en nuestro país, por su coloración general mucho más clara (pálida), en especial su cabeza y las partes ventrales.
Repasando las características de esta especie por aquello de ir conociéndolas mejor poco a poco, comentar que el Mosquitero papialbo es un ave Passeriforme, de la familia Sylviidae y el género Phylloscopus. Al parecer su apellido Bonelli se lo debe al de un famoso naturalista italiano que así se apellidaba.
Los mosquiteros papialbos son pájaros pequeños, con una longitud corporal de 11 cm y una envergadura alar de 18-19 cm. Su peso aproximado va de 7 a 9 gr. Pueden llegar a vivir hasta los cinco años. En esta especie no existe dimorfismo sexual aunque los machos son un poco más grandes que las hembras.
Tienen las partes superiores de color pardo grisáceo con tonos verdosos excepto el obispillo que es amarillo verdoso y puede resultar una característica inconfundible para la identificación, ya que es el único mosquitero que lo tiene de ese color. El píleo también es de color pardo-grisáceo y es más oscuro que la cara.
La cara es de color grisáceo claro con la zona de las auriculares algo más oscura y con una larga raya superciliar beige blancuzca poco marcada, que se inicia en la base de la mandíbula superior, pasa por encima del ojo y se prolonga bastante por detrás de él. Los ojos son de color marrón y están rodeados de un anillo periorbital de color blanquecino.
El pico es corto, fino y puntiagudo. Es de color pardo oscuro con la base de la mandíbula inferior y la parte lateral mucho más claros.
La garganta es blanca. Por la parte inferior son de color blanco sedoso.
Las alas son cortas, redondeadas y son del mismo color pardo-grisáceo que el del dorso. Las plumas primarias y secundarias son de color pardo, con los bordes internos de color amarillento claro en las primarias y con los bordes externos amarillentos en las secundarias.
La cola es de tamaño medio, está mínimamente bifurcada y es de color pardo con los bordes de las plumas muy estrechos y ligeramente amarillentos.
Sus frágiles patas son medianamente largas y de color pardo con un tinte gris pizarra por delante y rosáceo detrás.
Como reproductor, su distribución se restringe a la región mediterránea occidental que se extiende por el suroeste de Europa (Francia, Italia, España y Portugal) y el noroeste de África (Marruecos y Argelia). Durante la invernada ocupa una amplia franja subsahariana, desde Senegal hasta la cuenca del lago Chad.
En España nidifica de manera extensa y continua en la mitad norte peninsular, aunque de forma más localizada en Galicia, las cordilleras cantábrica, de Guadarrama y Gredos así como en el valle del Ebro. En la mitad sur de la Península queda restringida a sierras y sistemas montañosos (Sistemas Bético y Penibético, sierras levantinas). Falta en Baleares y Canarias.
Como comentaba anteriormente, se trata de un ave migrante transahariana, cuyos cuarteles de invernada se sitúan en África tropical. El paso prenupcial se detecta entre marzo y mayo (con máximos a finales de abril) y el posnupcial se extiende de julio a septiembre (con el mayor número de aves a principios de agosto).
Su hábitat preferido son los bosques caducifolios en zonas de montaña y en especial los de roble del norte peninsular (especialmente melojares o rebollares y quejigales) que estén situados en altitudes de entre 1.000 y 1.500 m, aunque ocasionalmente se les pueda encontrar desde a nivel del mar como hasta los 2.000 m de altitud (Pirineos, Sierra Nevada). Evitan el sotobosque espeso.
Se alimentan de pequeños insectos y sus larvas, así como de arácnidos y de otros pequeños invertebrados que suele obtener en las ramas de los árboles y en pleno vuelo. Durante el otoño y el invierno también comen bayas.
Su canto lo constituye un trino breve, sonoro y vigoroso, de una sola nota, que ejecuta con rapidez. Prefiere cantar desde las ramas más altas, pero también a baja altura en árboles aislados y permaneciendo posado un buen rato y no moviéndose inquieto como otros mosquiteros El reclamo es un sonoro silbido bisilábico: tu-ui.
La segunda especie qué voy a compartir en ésta entrada es el Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca). Se trata de una bonita especie de ave paseriforme que debido a la gran filopatría de los machos, todos los años no sólo vuelven a la misma zona donde nacieron, sino que además muestran una gran fidelidad por el territorio (la oquedad o caja nido) donde criaron en años anteriores. Los machos suelen llegar antes que las hembras a los lugares de cría.
El Papamoscas cerrojillo es una especie que habita principalmente en los bosques de robledales maduros, aunque también, pero en menos medida, en encinares, hayedos o pinares de pinos silvestres.
Durante la época de cría, se caracteriza por estar moviéndose continuamente realizando frecuentes sacudidas de las alas para poder exhibir sus llamativas manchas blancas y agitando la cola de arriba abajo con bastante frecuencia.
Son unos hábiles cazadores de insectos, siendo habitual verles utilizar los posaderos en la ramas más bajas de árboles o arbustos y desde allí lanzarse al suelo para cazarlos e inmediatamente después, dirigirse al nido construido en un agujero de un árbol o en una caja nido, con una gran variedad de insectos, que no sin dificultad y de manera incesante, van capturando en los alrededores de su “hogar”.
Se trata de una passeriforme perteneciente a la familia Muscicapidae y al género Ficedula de unos 12-13 cm de Longitud, 21-24 cm de envergadura y un peso que puede llegar a los 15 gr. Su longevidad puede llegar a los cinco años. En esta especie existe un claro dimorfismo sexual.
En primavera, durante el periodo nupcial, cuando cría, es cuando se distinguen muy bien los machos de las hembras. Después de criar y haber realizado la muda en el verano para iniciar la migración otoñal a los cuarteles de invierno, es difícil diferenciar los sexos pues el plumaje es muy similar en machos y hembras.
En plumaje primaveral los machos por la parte superior son de color negro o marrón oscuro según su edad y las variaciones genéticas individuales.
Por la parte inferior son de color blanco y de ahí, la denominación de “hypoleuca” (blanquecino por debajo) de su denominación científica.
La cabeza tiene el píleo, la nuca y algo más de la mitad de la parte superior de la cara de color negro, mientras que la frente, parte inferior de la cara y garganta son de color blanco.
Curiosamente, el tamaño esa mancha blanca en la frente de los machos, es uno de los ornamentos mejor estudiados en esta especie, ya que la variación intra-poblacional en el tamaño de esa mancha es alta y entre las conclusiones que su estudio ha llegado, está la de que los machos que presentan una mancha de mayor tamaño se emparejan antes que los demás y presentan mayor paternidad extra-pareja que los machos con manchas de menor tamaño.
Además, en un estudio en el que se manipuló experimentalmente el tamaño de la mancha en los machos (aumentándolo o reduciéndolo), se encontró que las hembras pusieron huevos de menor tamaño cuando la mancha de su pareja era pequeña.
En conjunto, todos estos resultados sugieren que la mancha blanca en la frente es atractiva para las hembras y que juega un papel importante en la selección sexual, no sólo durante el emparejamiento sino también durante el periodo de cuidado parental.
Los ojos son grandes, de color negro y están rodeados de un fino anillo periocular de color blanquecino. Tienen el pico fino, muy pequeño y de color negro.
El obispillo está moteado de blanco y gris y no es muy visible. La cola es corta, estrecha y de color negro por la parte superior y blanco por la inferior.
Las alas son cortas, anchas, redondeadas y tienen una amplia mancha blanca muy visible tanto con ellas desplegadas como cuando el pájaro está posado, lo mismo que el color marrón oscuro de las plumas primarias.
Las patas son largas, muy delgadas y de color negro.
Por el contrario, después de criar y haber realizado la muda en el verano para iniciar la migración otoñal a los cuarteles de invierno, ambos sexos se asemejan tanto que a veces, resulta difícil diferenciarlos. En esa época los machos son de color pardo oliváceo claro por la parte superior, mientras que el color blanquecino de la garganta, el pecho y el resto de las partes inferiores se vuelven de un blanco más ocre.
Lo que sí que permanece infaliblemente en todos los machos es la mancha de la frente que habitualmente en las hembras falta del todo o como mucho tienen una pequeña mancha blanca o beige.
La cola es de color pardo negruzco con las rectrices externas blanquecinas. En las alas tienen una franja de color blanco ocráceo que se corresponde con las plumas terciarias. Las plumas primarias son de color marrón oscuro.
Se ha podido comprobar que las hembras que presentan el rasgo de la mancha blanca en la frente, que es más típica de machos, tienen una mayor capacidad competitiva de esas hembras para conseguir las escasas zonas de nidales y que entre ellas, se dan más casos de usurpadoras de otros nidos construidos por otras hembras.
La hembra tiene un plumaje menos destacado, de color pardo oscuro uniforme por encima con un margen blanco en las plumas secundarias internas de las alas, que forman con las alas cerradas una banda paralela no nítida, sino manchada de beige.
Como bien indica su denominación nombre común, su alimentación es insectívora y está basada en moscas, mosquitos y otros insectos voladores de pequeño tamaño como, escarabajos voladores, mariposas y polillas; ocasionalmente lombrices y gusanos.
Para capturar sus presas, es habitual verlos lanzarse repetidamente, desde sus posaderos situados en las ramas bajas de los árboles o arbustos, al suelo y a continuación regresar a la misma rama. También es característico verlos capturar insectos en vuelo, realizando para ello, rápidos y ágiles movimientos acrobáticos en el aire. No obstante, también se alimentan de frutos y bayas cuando están en paso otoñal por España hacia las zonas de invernada.
La dieta de los pollos es exclusivamente insectívora, siendo las orugas de mariposas y las polillas, las presas mayoritarias que los padres llevan al nido.
Al Papamoscas cerrojillo lo podemos encontrar tanto en el norte y centro de Europa, como en la mitad occidental de Asia y en África.
En España, tiene una distribución irregular en el Norte y escasa en el Mediterráneo. En la zona Cantábrica falta en Galicia y escasea en Pirineo Navarro y País vasco. En el Centro, cría en el Sistema Central y comarcas del Sistema Ibérico. Es rara en Andalucía y falta en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. Se han descrito varias subespecies. En nuestro país podemos observar a la subespecie “P. c. iberiae” en la época estival y durante los pasos migratorios.
Aparecen en la primavera, a partir de la segunda quincena de abril, y su paso se incrementa en el mes de mayo. Van llegando poco a poco, tras pasar el invierno en el África subsahariana. En la migración otoñal los podemos ver desde finales de agosto a mediados de septiembre, en su paso con dirección al oeste de África, donde permanecerán durante el invierno.
Su hábitat preferido para criar está en los bosques frondosos de robledales maduros (albares, melojares…), encinares, hayedos y pinares de pino silvestre de montaña entre los 1.000 y los 1.500 m de altitud, aunque durante el paso migratorio, también se les puede ver en otros hábitats como en huertos, jardines y parques.
Hablando de pajarillos con un bello plumaje, no quiero dejar de incluir a éste precioso galán de Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) que muy cerca de los anteriores protagonistas emitía continuamente sus melodiosos trinos para cortejar a una también bella dama que rondaba por la zona. Como podeis apreciar, en esta especie existe un claro dimorfismo sexual.
Mucho más discreto, pero también bello, es el plumaje de las hembras que lucen unas partes superiores de color pardo, salvo el obispillo que es de color verde amarillento. Durante la época reproductiva su capirote es de color pardo grisáceo. El color blanco de las franjas de las alas y de la cola es menos intenso que el de los machos. Por la parte inferior son de color pardo más claro.
Los machos con su plumaje nupcial resalta por sus tonalidades salmón en el vientre, el pecho y las mejillas; su píleo y nuca presentan colores grises-azulados. Por la parte superior son de color marrón avellana, excepto el obispillo que es de color verde oliva como el de las hembras.
Además, en primavera exhiben una banda negra en la frente, justo encima de la mandíbula superior del pico, que es de base ancha y no muy largo.
Las alas son cortas y anchas; en la zona de los hombros son de color pardo grisáceo con una gran franja blanca, el resto es de color negruzco con otra franja blanca en las coberteras mayores, salvo las plumas primarias y las secundarias que son de color pardo negruzco con los bordes de color amarillo verdoso. El pico es cónico, puntiagudo y de un color gris azulado plomizo.
Si las tres anteriores especies de paseriformes se caracterizaban, entre otras, por su enorme belleza, la siguiente especie la podemos considerar, sin temor a equivocarnos, como el pájaro de nuestro entorno con el canto más bello y el plumaje más discreto, me refiero al Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos).
Obviamente, la mejor época para poder fotografiar y escuchar los mejores canticos del Ruiseñor común es durante el periodo nupcial (primavera) cuando despliega todas sus dotes de cantor para poder atraer a la hembra.
Un canto en el que no cabe discusión a la hora de considerarlo como el más bello y espectacular de los cánticos de nuestras aves canoras y del que podemos disfrutar habitualmente en primavera tras su retorno de los cuarteles de invierno en el África tropical. El canto del ruiseñor está tan bien valorado a nivel popular, que no es nada extraño que a las personas que cantan bien se les diga que cantan como un ruiseñor.
Fuera de esa época nupcial (verano) el poderlos observar y fotografiar en sus hábitats habituales resulta una tarea mucho más complicada ya que suelen permanecer ocultos en la espesura de los matorrales o las ramas más frondosas de los árboles y tan solo acostumbran a dejarse ver fugazmente cuando cambian de posadero o cuando se mueven sigilosamente entre la densa vegetación. Los pajareros solemos decir que el Ruiseñor común es un ave mucho más fácil de escuchar que de ver.
Cualquier aficionado al pajareo que fuera de la época nupcial quiera observar o fotografiar al Ruiseñor común, debe saber que se tiene que armar de paciencia pues a pesar de saber que se encuentra dentro de un pequeño matorral, zarza o en alguna rama baja de algún árbol, su habilidad para permanecer oculto entre la vegetación es impresionante y pone a prueba al más paciente de los observadores.
A ello contribuye notablemente la simplicidad del colorido de su plumaje que resulta sumamente críptico, por lo que como ocurre en alguna que otra especie, su detección se realiza fundamentalmente por su peculiar canto.
Un canto que curiosamente realizan incansablemente tanto por el día, cuando en ocasiones llegan a establecer competiciones con otros machos, como incluso durante la noche, para así intentar atraer a las hembras con sus melodiosos, aflautados y tristes cantos. Por esta última característica, no es de extrañar que su nombre en varios idiomas incluya la palabra "noche". De hecho, en inglés su nombre “Common Nightingale” se podría traducir como el “galán nocturno que canta”.
Se han llegado a describir dos tipos de cantos diferentes del ruiseñor. Durante el cortejo, el canto de estas aves es fuerte y sonoro y puede oírse con mayor insistencia durante el amanecer y durante la tarde. Después del apareamiento y ya más cerca de la llegada del verano, los sonidos emitidos son menos vigorosos, pero más sostenidos, destacándose una enorme variedad de sonidos suaves y de una gran riqueza musical.
Los machos profieren un canto muy elaborado e inconfundible por su musicalidad, variedad y por la fuerza con que es emitido. El comienzo del canto es con unos piídos suaves, que van emitiendo con intensidad y frecuencia crecientes, tipo “puiii-puiii-puii-puii-puii”, para a renglón seguido romper con sonoras notas tipo “choqui-choqui-choqui” muy sonoro y un “piu” aflautado y piante, primero lento y luego alcanzando un crescendo. Cada nota la repite de tres a ocho veces in crescendo, hasta que cambian de nota, o bien producen un chasquido o gorjeo con el que rematan la melodía bruscamente.
El nombre científico del Ruiseñor común es el de “Luscinia megarhynchos”, que proviene del término latino “luscinia”: de “lucius”, delicia, delicioso (por el canto) y del griego “megarhynchos”: de “megalos, -e, -on”, grande y de “rhyngchos, -ou”, hocico o pico. Actualmente se le encuadra dentro de la familia de los “Muscicapidae”, aunque anteriormente era clasificado como un miembro de la familia “Turdidae”.
Su tamaño viene a ser de unos 16 cm de longitud pudiendo alcanzar los 26 cm de envergadura. Su peso puede llegar a los 27 gr. Su longevidad puede alcanzar hasta los siete años, aproximadamente. Existe un discreto dimorfismo sexual consistente en que las hembras tienen una coloración más rojiza en la cola y en el obispillo que los machos. Se han descrito varias subespecies.
Todo lo que tiene de exhibicionista el canto del Ruiseñor común queda compensado por la simpleza de su plumaje ya que no es un ave que se destaque notoriamente por sus aspectos morfológicos, sólo su plumaje de un marcado color pardo ligeramente rojizo por su parte superior (incluyendo la cabeza) y en las plumas supracobertoras y las de la cola, puede destacarse como característica fundamental.
El plumaje de la garganta es de color blanquecino y tanto el pecho como los flancos son de color grisáceo blanquecino con tintes parduzcos. La parte inferior es grisácea blanquecina. Las alas son cortas, anchas y redondeadas.
La cola es larga, está ligeramente redondeada en su extremo y por la parte superior es de color pardo rojizo intenso, pero la pareja central de rectrices tienen un tono más apagado, menos rojizo.
El pico es pequeño, fino y puntiagudo. Su coloración es pardo oscuro, excepto en la base da la mandíbula inferior que es más clara.
Los ojos son grandes, con el iris de color marrón muy oscuro y están rodeados por un fino anillo periocular blanquecino.
Las patas son medianamente largas y de color carne o pardo rosáceo.
Su área de distribución para reproducirse (primavera/verano) abarca a la mitad meridional de Europa y Asia, desde Turquía hasta el mar Caspio.
Es un ave migratoria originaria de Europa y Asia, pero que elige el continente africano para pasar el invierno boreal. En la primavera retorna a su hábitat natural con el fin de aparearse.
Las poblaciones europeas son migradoras totales y entre los meses de agosto y octubre se produce el paso otoñal por España para poder pasar la temporada invernal en África occidental y central.
En nuestro país están presentes en toda la Península, Baleares, Ceuta y Melilla, aunque resulta muy escaso en la mitad norte de Galicia y en la vertiente septentrional de la Cordillera Cantábrica. También se enrarece en la parte más alta de las montañas y en algunas zonas totalmente deforestadas de la depresión del Guadiana, el valle del Ebro y el sureste árido.
Su hábitat preferido son los lugares con elevada humedad, frescos y de umbría por ello se encuentran en las arboledas de vaguadas, en los carrizales y en las riberas de los ríos, arroyos, lagos y lagunas con densa vegetación herbácea y arbustiva. También resulta frecuente en los linderos y en los claros de los bosques con abundante sotobosque y matorrales e incluso en los parques y jardines.
Su alimentación es fundamentalmente insectívora a base de escarabajos, hormigas, mosquitos, arácnidos y gusanos. A finales del verano, y ya en plena migración, completa su dieta y acumula reservas grasas con la ingesta de frutos y bayas.
Y hasta aquí, esta tercera parte de las aves que a lo largo de la pasada primavera/ verano he podido realizar yendo de pajareo por la Sierra N.O. de Madrid. Espero qué os haya gustado.
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