Al inicio de mis recientes vacaciones de verano, tuve la oportunidad de poder pajarear unos días por la Sierra N.O. de Madrid en donde conseguí fotografiar un buen número de aves que ahora comparto con los que os animéis a ver mi blog. La primera de ellas es el imponente Buitre negro (Aegypius monachus) que me sobrevoló durante unos instantes y me dio la oportunidad de poderle realizar alguna fotografía mientras, como es costumbre, se dejaba llevar por las corrientes de aire planeando.
Acompañándole a modo de escolta pude fotografiar a varios ejemplares de Buitre leonado (Gyps fulvus). Se trata de unas rapaces que también son unas grandes planeadoras, con lo que consiguen recorrer una gran cantidad de kilómetros diariamente en busca de alimento sin realizar un gran esfuerzo.
Me sobrevolaron a no mucha altura, y en este caso...
... dando algún que otro aleteo.
La verdad es que impresiona un poco verles volar tan cerca sin perturbarse lo más mínimo.
A otra especie de ave que pude fotografiar volando cercana al grupo de los buitres, fue al Cuervo grande (Corvus corax) que habitualmente acostumbran a ir en parejas o en grupos familiares.
Como ya sabréis, se trata de una de las aves más inteligentes de nuestro entorno y a la que no prestamos mucha atención, tal vez por el intenso color negro de su plumaje sin otros colores que lo contrasten.
Otra de las rapaces habituales por la zona es el Milano real (Milvus milvus) que realizaban sus habituales acrobacias.
Entre el orden de las paseriformes qué comúnmente conocemos como pájaros y que la mayoría son aves cantoras, pude disfrutar enormemente observando y fotografiando a varias especies que además, dada la época que se trataba (primavera), me amenizaron con sus continuos cánticos. Un buen ejemplo de ello fue el Carbonero común (Parus major).
Luciendo sus mejores galas propias de la época reproductiva, se conoce que son unos pájaros bastante territoriales llegando a ser algo agresivos, incluso con los miembros de su especie.
Al parecer esa agresividad es mayor en los individuos que tienen la franja negra de la zona inferior más gruesa.
Un familiar suyo de la familia de los páridos es el Carbonero garrapinos (Periparus ater). Se trata de un pájaro cuyo hábitat preferente, tal como su denominación común dice, se encuentra preferentemente en los lugares donde abunden los pinares de pino silvestre y en general las coníferas, así como en bosques de encinas y robles, parques y jardines.
En esos bosques de coníferas se comporta como un pajarillo muy fácil de detectar por su incesante y característico reclamo. Este nos permitirá localizarle fácilmente en las ramas altas de los pinares.
De un tamaño (aprox. 12 cm) algo menos que el Carbonero común, pero mayor que el Carbonero palustre (Poecile palustris) con el que se podría llegar a confundir a no ser porque éste último carece de la mancha blanca en la nuca que si luce el Carbonero garrapinos.
Como puede apreciarse en las fotografías, presenta un plumaje de tonos apagados, con mejilla y nuca blanquecina, garganta y cabeza negras.
Las partes superiores son de color gris azulado y en las alas se aprecian bastante bien dos rayas o barras blanquecinas.
El pecho, los flancos y el vientre son de tonos ocráceos.
El pico es negro y el iris pardo.
La cola está un poco escotada.
Las patas y pies son gris plomo o azuladas.
Se cuelgan de las ramas y en las coníferas busca el alimento picoteando la base de las acículas y el interior de las piñas.
Según la Real Academia Española, garrapiñar, es quitar algo de algún sitio agarrándolo, y esto es justo lo que hace este carbonero, rebuscando con el pico los pequeños insectos y arañas de los pinos.
En su exhaustiva búsqueda de alimento llega a realizar auténticas acrobacias.
Se alimenta fundamentalmente de insectos: coleópteros y sus larvas, dípteros, larvas y huevos de lepidopteros, himenópteros y hemípteros. También come una buena cantidad de semillas, sintiendo especial atracción por las de gran contenido en grasa y por supuesto por las de coníferas.
Otra de las especies de paseriforme que por la que siento una gran predilección y que pude fotografiar, fue al Gorrión molinero (Passer montanus).
Inicialmente pude encontrar a una entrañable pareja del que está considerado como el más pequeño de todos los gorriones europeos.
Luciendo su característico capirote de color castaño oscuro (teja) que se extiende por la nuca, así como la gran mancha negra que destaca vivamente en la blanca mejilla.
Además a diferencia con su pariente el Gorrión común presenta un collar blanco, que se interrumpe en la nuca.
Los jóvenes, hasta finales del verano, se diferencian de los adultos por sus mejillas de color blanco sucio, carentes de mancha negra.
En ésta especie de gorrión, a diferencia de otras, no existe un dimorfismo entre ambos sexos, por lo que resulta imposible diferenciarlos en el campo.
Me supuso una gran satisfacción tener un encuentro con ésta emblemática especie de gorrión, a la que no estamos muy acostumbrados a observar en Asturias.
En general, el Gorrión molinero se comporta de manera más nerviosa que el gorrión común y permanece menos tiempo en el suelo.
Su hábitat preferido son los campos de cultivo con arbolado disperso, sotos y eriales. También frecuenta vegas, olivares, parques, huertos y periferias de pueblos y ciudades, a condición de que cuenten con algún arbolado, ya que este es el gorrión más forestal de todos los presentes en nuestra fauna.
Se alimentan de materia vegetal y animal en proporciones que varían según la estación del año y la región. La dieta vegetal se compone, mayoritariamente, de semillas de diferentes plantas silvestres y cultivadas, aunque también consume frutas y bayas.
La dieta animal la constituyen todo tipo de invertebrados de pequeño tamaño que busca en el suelo, entre la hojarasca o sobre la vegetación herbácea. En primavera y verano aumenta su consumo de invertebrados con los que son cebados los pollos, fundamentalmente larvas de todo tipo, saltamontes y escarabajos. Al parecer, su denominación común alude a su preferencia por los granos de cereal que molían las ruedas de los antiguos molinos españoles.
Hablando de gorriones, no quiero dejar de publicar a otras dos especies que también pude fotografiar en esos días. El primero de ellos, éste Gorrión común (Passer domesticus) alimentándose de semillas.
El segundo que también pude fotografiar, eso sí, a duras penas, fue a este Gorrión chillón (Petronia petronia) que era portador de una anilla metálica.
Termino ésta extensa entrada con algunas guapas fotografías de una Paloma torcaz (Columba palumbus) adulta que me permitió acercarme bastante a la posición que ocupaba en la rama de un árbol.
Siempre me ha impresionado la robustez de esta paloma que es muy común y extendida por toda la geografía española. Se trata de la más grande de todas las palomas que habitan en la Península Ibérica.
Cómo podéis apreciar en las imágenes, posee un cuerpo grisáceo, pecho robusto prominente y rosado, y una cabeza muy pequeña en relación al cuerpo y que es de un color gris azulado algo más oscuro que el del dorso.
Los ojos son de un color blanco ligeramente verdoso y tienen una característica gran pupila negra.
Finalizo con un par de curiosidades de esta especie de paloma. La primera es que para beber sorben el agua y no tienen necesidad de elevar la cabeza y echarla hacia atrás como hacen la mayoría de las aves. La segunda es que alimentan a las crías regurgitando la llamada “leche de paloma” o “leche de pichón” que es una sustancia lechosa que segregan las células reticulares del buche, el cual se ha modificado previamente a la época de cría.