Tras haber dedicado las dos últimas entradas al blog a las recientes visitas que pude realizar a ese entorno maravilloso del P. N. Las Ubiñas-La Mesa (Principado de Asturias) en el que ya habían aparecido las primeras nevadas del otoño, he caído en la cuenta de que por falta de tiempo y exceso de reportajes fotográficos con la llegada de las primeras aves limícolas por nuestras playas, no había tenido la oportunidad de compartir con los lectores del blog las imágenes que pude obtener a primeros del mes de septiembre en ese entorno y que considero pueden resultar interesantes o al menos, entretenidas.
Carretera de acceso al puerto de La Cubilla o El Palo (1.683 msnm)
Carretera de acceso al puerto de La Cubilla o El Palo (1.683 msnm)
Imagen desde La Almagrera con la vista de Tuiza de Abajo y Rospaso.
Como ya viene siendo costumbre en mis reportajes en ese entorno, no me puedo resistir a ir incluyendo alguna fotografía del paisaje de la zona que me fue acompañando durante esa jornada.
Como habitualmente hago en las visitas a esta zona, tras caminar en terreno llano varios kilómetros, decidí abandonar la pista ganadera que por allí discurre y lentamente ir ascendiendo en diagonal y progresivamente, por una tendida ladera a las pequeñas cimas (La Almagrera) que bordean la majada de La Meruxal de Arriba a pie del pico de La Mesa (1.918). Como podéis comprobar, las vistas desde allí son muy, muy guapas y no puedes evitar quedarte un buen rato contemplándolas.
Mientras estaba contemplando ese bello paisaje, enseguida vinieron a visitarme las que a mí me gusta denominar como "las embajadoras de la alta montaña". Me estoy refiriendo a las chovas, tanto piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), como piquirrojas (Pyrrhocorax Pyrrhocorax), que con sus penetrantes graznidos acapararon inevitablemente mi atención.
Se trata de una especie de aves muy gregaria a las que en esos ambientes de alta montaña habitualmente no las prestamos demasiada atención, pero que son de una belleza incuestionable. Tal vez sea debido a que en zonas más habitadas, como es el caso de áreas recreativas o estaciones de esquí, las podemos observar a escasos metros de nuestra posición y, casi, casi, poderlas dar de comer en la mano, pero nada tiene que ver cuando las vemos volar en ambientes sin la habitual presencia humana.
Aunque lamentablemente, al igual que otros córvidos, su mala reputación les precede, todos los expertos coinciden en que presentan todo un compendio de virtudes como la de ser un género de aves sumamente sociables, muy inteligentes, de fácil aprendizaje y muy evolucionadas.
A mi siempre me ha supuesto todo un reto poderlas fotografiar en pleno vuelo, ya que son unas verdaderas acróbatas que realizan muchos quiebros y grandes picados a gran velocidad (llegan a alcanzar hasta los 100 km/h), adoptando unas posturas aerodinámicas impresionantes con sus alas plegadas (parecen flechas).
Un dato curioso del que habitualmente no se habla en las guías, enciclopedias...etc. y que yo por supuesto desconocía, es que su esperanza de vida en condiciones normales, oscila entre los 15 y 20 años. Curiosamente, estas aves entran dentro del grupo de las "domesticables", cosa que, al parecer, se logra fácilmente y en esos casos su supervivencia se alarga.
Otra de las especies que en esta ocasión también pude observar y fotografiar en esa zona, fue al Buitre leonado (Gyps fulvus), que como todos ya sabéis se trata del ave carroñera más abundante en nuestro entorno, a la que estamos bastante acostumbrados a encontrarnos con ella, sobre todo en los ambientes de montaña.
La peculiaridad de ésta ocasión, consistió en que al estar en una zona bastante elevada, pude fotografiarle desde un plano elevado, distinto del habitual que acostumbra a ser desde abajo. Además, el gran espacio abierto por el que se movían aprovechando las corrientes de aire, le daban un plus a las imágenes.
Éste ejemplar en concreto, debería venir de haberse dado un buen festín, pues todavía se le podía apreciar en su cara el color rojizo de la sangre de su presa.
Sirvan éstas bellas imágenes de un grupo de caballos que disfrutaban de ese estupendo entorno, para poder cambiar a otra de las emblemáticas especies que pude fotografiar allí.
Se trataba de un bello ejemplar adulto de Alimoche común. (Neophron percnopterus) que lentamente se desplazaba por la zona en búsqueda de alimento, describiendo círculos y que me permitió tomarle unas cuantas imágenes.
Cómo ya sabréis, es el más pequeño de las cuatro especies de buitres de nuestro continente europeo (Buitre leonado, Buitre negro, Quebrantahuesos y Alimoche o Buitre blanco). Una especie que en los últimos años ha sufrido un severo retroceso poblacional, pasando de ser un ave carroñera bastante frecuente en el territorio español, a estar incluida en la actualidad, en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “En peligro”. Todo ello debido fundamentalmente a la pérdida de recursos alimentarios y a la irresponsable actuación de algunos ganaderos y cazadores que recurren a la utilización de venenos ilegales a los que esta pequeña especie es particularmente sensible.
Unas últimas imágenes de éste bello grupo de caballos que pastaban por la zona, para pasar a la siguiente especie.
La nueva protagonista con la que pude disfrutar de lo lindo, fue la Culebrera europea (Circaetus gallicus), también conocida como el Águila blanca. Se trata de una preciosa especie de ave rapaz de tamaño grande, por la que he de reconocer, tengo una especial predilección, ya que considero que se trata de una de las más bellas aves rapaces de la que, especialmente en primavera/verano, podemos disfrutar en nuestro país.
Verla aproximarse a baja altura hacia la posición donde te encuentras y reconocerla por el inconfundible color blanco moteado de sus partes inferiores y sus grandes ojos amarillos situados en posición central, emociona bastante, pues el contraste de su figura sobre un bonito fondo de cielo azul, es todo un espectáculo.
Su dominio del vuelo impresiona, sobre manera cuando la observas maniobrar moviendo suavemente las alas y realizar un pequeño giro de su larga cola para cambiar de dirección, o cuando, a pesar de su gran tamaño, permanece inmóvil en un mismo punto durante un largo rato, observando la presencia de alguna potencial presa y cerniéndose como si de un cernícalo se tratara.
Esa fue precisamente la situación en que la pude observar y fotografiar, ya que tuvo a bien permanecer cernida durante más de diez minutos a la altura de posición, lo que me permitió poder observar ese gran dominio de sus alas y en especial de su cola para permanecer prácticamente estable en una misma situación.
Preciosa cuando despliega en abanico su cola para estabilizar su posición mientras realiza pequeños y repetitivos aleteos.
Todavía queda memoria en mi retina de las imágenes que pude tomarla en las dos anteriores entradas que le dedique a ésta "pasada" de ave rapaz y de las que os pongo el enlace por si las queréis ver, cosa que os recomiendo hacer (enlace 1) y (enlace 2).
Pero sin lugar a dudas, la sorpresa de ese día fue la aparición, eso si un tanto fugaz, de un siempre esquivo Treparriscos (Tichodroma muraria).
Una de las aves más enigmáticas y escasas de cuantas habitan en Europa y de la que considero, sin temor a equivocarme, que a cualquier aficionado al pajareo le hace una ilusión muy especial encontrarse con ella.
Se trata de un extraño pajarillo que si resulta difícil encontrarle, más aún si cabe, poderle fotografiar. Digo esto porque su camuflaje es impresionante y si no llega a ser porque se movía o porque en ocasiones abría sus llamativas alas coloreadas, no hubiese habido manera de localizarle y poder seguir sus movimientos.La verdad es que las fotografías que ahora comparto no son muy de recibo por su mala calidad, pero pensándolo bien he llegado a la conclusión de que en ocasiones en que las dificultades de encontrar una especie es elevada, merece la pena publicarlas aunque he de reconocer que son francamente mejorables.
Se trata de un pajarillo al que no puedes perder de vista ya que además de ser de un tamaño bastante pequeño, no para de moverse por las grietas y paredes de unas rocas enormes.
Una característica inconfundible de este pájaro es su muy largo pico que es muy fino, está ligeramente curvado hacia abajo y de color negruzco. Se trata de un pico perfectamente adaptado a la alimentación insectívora y que le permite hurgar hasta en las cavidades más pequeñas.
Habitualmente, en sus desplazamientos revoloteando por las rocas, agita las alas desplegándolas de forma que queda bien al descubierto el color rojo carmesí de gran parte de las alas, así como las manchas blancas redondeadas sobre el negro de las primarias. Su nombre común chino significa “flor de roca”.
Se mueve con extraordinaria soltura prospectando meticulosamente las rocas, apoyándose sólo con los pies y cuando asciende por una pared vertical, va dando pasos con los pies bien apoyados en la roca y ayudándose con las alas a intervalos.
Su alimentación se compone fundamentalmente de insectos, arácnidos y también de pequeños invertebrados que captura aferrándose a las rocas, caminando a saltos e introduciendo hábilmente su largo y curvado pico en la menor grieta, huecos, fisuras y repisas con algo de vegetación, para así capturar los insectos aletargados que allí se encuentran. Hasta aquí esta larga y por otro lado variada entrada que espero os haya, cuando menos, entretenido.
Preciosa entrada con unas fotografías impresionantes. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Jose. La entrada no se si será preciosa, pero lo que si te puedo asegurar es que yo disfruté como un enano. La alta montaña nunca defrauda porque aunque no veas muchas aves siempre tiene unos paisajes espectaculares. Saludos.
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