viernes, 7 de febrero de 2020

Diversidad, belleza y buena compañía en la ría de Villaviciosa. (Parte 3). Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica). Papuazul.

Entre las diversas especies de aves que pude fotografiar durante la segunda semana de enero de 2020 en el entorno de El Cierrón (Villaviciosa) en compañía de buenos amigos, habría que destacar a las agachadizas chicas, y como no, a un precioso pajarillo que concitaba la atención de la mayoría de los aficionados a la observación y fotografía de las aves que allí coincidimos, el Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica).




Cosa que no es de extrañar ya que, desde mi particular punto de vista, se trata de uno de los miembros ilustres del selecto grupo de las pequeñas aves más bellas y fotogénicas que podemos encontrarnos en nuestro país.




Aunque lo tengo fotografiado en otras ocasiones e incluso en ese mismo entorno, nunca lo había fotografiado en la temporada invernal y he podido comprobar, como por otra parte es lógico, que en esta época su comportamiento es mucho menos confiado, exponiéndose al descubierto mucho menos que en la época prenupcial en la que acostumbra a desplazarse a sus territorios montanos de cría, donde con frecuencia se exhibe en lo más alto de la vegetación, para así marcar su territorio y exhibir sus llamativos y bellos cánticos.




Como prueba de ese carácter bastante tímido y escondidizo, acostumbraba a moverse caminando rápidamente entre la espesura de la vegetación, cosa que hizo que su observación y el poderlo enfocar para fotografiarlo adecuadamente, se dificultara en gran manera. 




Una tarea, esa de pasar inadvertido entre los tallos de la vegetación, ardua y difícil en el caso que nos ocupa, dada la espectacular y conspicua pechera que el macho de esta especie exhibe y que ha propiciado su denominación popular o común de Pechiazul. 




Había que tener paciencia y esperar a que, como es su costumbre, realizara unas pequeñas paradas en su rápido caminar en las que aprovechaba para “otear el horizonte”, estirando al máximo sus patas y cuerpecillo y exhibiendo su precioso pecho, para poderle realizar las tomas en diferentes posturas y poder plasmar en ellas su enorme belleza. Esa característica forma de moverse por el suelo, me recordaba a la que realizan los zorzales. Hay que recordar que antiguamente al Ruiseñor pechiazul se le incluía dentro de la familia de los zorzales (Turdidae).




A lo largo de esos días pude detectar la presencia de dos diferentes machos, uno con un colorido más conspicuo que el del otro, pero en cualquier caso, ambos lucían su esbelta figura con su colorido pecho azul y su medalla blanca incluida. Fotografiar a las hembras es mucho más complicado, ya que son muy discretas y permanecen la mayor parte de su tiempo escondidas en lo espeso de la vegetación, exponiéndose menos que los machos. 




El Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) es un paseriforme perteneciente a la familia “Turdidae”, género “Luscinia”. Su denominación científica proviene del término “Luscinia”= Ruiseñor y “svecica”= sueco.




Son unas aves pequeñas que vienen a medir unos 14 cm de longitud, con una envergadura que ronda los 20-22 cm y un peso de unos 20 gr aproximadamente. Como ya comentamos anteriormente y veremos a continuación, existe un claro dimorfismo sexual en esta especie. 




En el caso de los machos en la época reproductiva, que es cuando lucen sus más llamativas galas, presentan las partes superiores y el píleo de color pardo grisáceo oscuro. 




Lo más característico de este pájaro es sin duda la presencia de un babero de color azul brillante que comienza en la garganta y acaba con forma semicircular en la parte baja del pecho. Bordeándolo por debajo, presentan una ancha franja anaranjada. En ocasiones, entre ambas zonas, se puede apreciar la existencia de una estrecha banda negra y otra muy fina blanca. También ocasionalmente y dependiendo de la subespecie que se trate, tienen una mancha o medalla blanca o rojizo anaranjada, situada en el centro del babero. 




Las alas son cortas, anchas y redondeadas y también pardo grisáceas oscuras. Las partes inferiores son de color grisáceo blanquecino 




Las mejillas son pardo grisáceas oscuras y en la cara destaca la presencia de una delgada ceja de color crema o blanquecino que va desde la base del pico hasta más atrás del ojo. También poseen unas bigoteras teñidas de azul, que en algunas subespecies se funden con la garganta, igualmente azulada.




Los ojos son grandes, con el iris de color marrón muy oscuro y están rodeados por un fino anillo periocular ligeramente blanquecino. 




El pico es cónico, puntiagudo y de color negruzco 




La cola es larga y al desplegarla se puede apreciar que tiene forma de abanico con ambos lados de la base (parte superior) de color herrumbroso anaranjado y negruzca o pardo muy oscuro en el extremo.



Las patas son finas, largas y de color marrón parduzco. 




Después de la época reproductiva, su coloración en general se torna menos llamativa. La garganta se vuelve blanquecina y el babero disminuye tanto de tamaño como de intensidad de su coloración, llegando en ocasiones (según individuos) a limitarse tan solo a una mancha oscura. El píleo y las mejillas se vuelven más oscuros. 




La coloración de las hembras es en general menos llamativa. Tienen la garganta de color blanquecino o beige y tanto el babero azul como la franja naranja que la bordea, están poco marcados y menos definidos. Esta coloración varía con la edad, pareciéndose más a la de los machos según se van haciendo mayores. 




En el caso de los individuos jóvenes, presentan una coloración en general más oscura que la de los adultos, especialmente la cara y el píleo que es negruzco. Al igual que las hembras, la garganta es blanquecina y presentan un babero incipiente de color negruzco que está moteado o algo estriado en el pecho. Presentan la línea superciliar blanca y la coloración naranja de la base de la cola, aunque en menor extensión que los adultos.




Llegados a este punto, quiero comentar que el Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) puede presentar una notable variabilidad en la coloración de su plumaje y en su biometría, por lo que en la actualidad se han llegado a describir hasta 11 diferentes subespecies. En Europa occidental se reconocen tres: “L. s. svecica”, “L. s. cyanecula y “L. s. nannetum”. También entre ellas, recientemente se ha reconocido a la “Luscinia svecica azuricollis”, que es la subespecie endémica en la Península Ibérica (cordillera cantábrica y sistema central) y cuyo rasgo identificativo principal es el de carecer de la medalla blanca en el centro del babero azul. 


Durante los pasos migratorios en nuestro país podemos observar a las subespecies “L. s. cyanecula”, que nidifica en el centro y Este de Europa y a la “L. s. nammetum”, que proviene de la costa atlántica francesa. Ambas subespecies son migradoras de corta a media distancia e invernan en el litoral atlántico de la Península ibérica y de África, por lo que habitualmente las podemos observar en los pasos migratorios en Asturias, donde incluso en ocasiones pueden llegar a invernar. 




Tanto la “L. s. nammetum” como la “L. s. cyanecula” presentan la medalla blanca y sólo se pueden diferenciar por medio de su captura y medición adecuada (biometría). Es precisamente por las capturas que hasta ahora se han realizado, por lo que perece que la “L. s. nammetum” es más habitual en nuestras latitudes durante el paso primaveral (prenupcial), mientras que la “L. s. cyanecula” lo es en el otoño (paso postnupcial). A la subespecie “Luscinia svecica svecica” se la conoce también como el Ruiseñor pechiazul “de medalla roja”. Se trata de una migradora de largas distancias y en la actualidad está considerada en España como rareza (SEO/BirdLife).




En cuanto a la distribución del Ruiseñor pechiazul, decir que está presente no sólo en Europa sino también en Asia y África. Durante la época estival se extiende por latitudes medias y altas de casi toda Asia. También coloniza la mitad norte de Europa, especialmente la Península Escandinava, y hacia el sur solo aparece en algunas regiones montañosas. Además hay poblaciones en Alaska. En invierno se instala en las sabanas africanas, el sur de Oriente Próximo, Arabia Saudí, Pakistán e Indochina. 


En nuestro país se distribuye como nidificante por el Sistema Central, fundamentalmente en las sierras de Guadarrama y Gredos, así como por la Cordillera Cantábrica (Palencia, Asturias y Zamora) y los Montes de León. Las no nidificantes son habituales durante el período estival, luego regresan a África para invernar; no obstante también hay ejemplares procedentes de Europa que acuden a la Península Ibérica para invernar. 

SEO Bird/Life
Su hábitat durante la temporada primaveral se encuentra principalmente en zonas de montaña (1500 a 2500 msnm) con brezos, piornos y praderas húmedas, así como en zonas de montaña con jaras y encinas. En temporada invernal se encuentran en los márgenes y en las desembocaduras de los ríos del interior y también en los humedales litorales. En el Sistema Central ocupa preferentemente la vertiente norte, mientras que en la Cordillera Cantábrica y en los Montes de León resulta algo más común en la vertiente sur. 




Su alimentación es fundamentalmente insectívora (escarabajos, pequeños coleópteros, insectos acuáticos, larvas, dípteros y hormigas), aunque durante el otoño también comen frutos carnosos y semillas.




Comen al descubierto y mueven la cola arriba y abajo o a los lados, desplegándola y mostrando muy claramente la mancha castaño rojiza de la parte superior de las tres rectrices exteriores. 




En temporada primaveral los machos cantan posados a descubierto en lo alto de piornos, brezos o arbustos. También lo hacen en los vuelos nupciales en los que ganan altura reclamando continuamente, con la cola abierta al máximo y dejándose caer revoloteando en forma de paracaídas, al estilo de la Alondra común. 




Investigadores de la Universidad de Salamanca han estudiado a la subespecie “Luscinia svecica azurcollis” y han visto que pueden llegar a emitir más de 50 cantos diferentes, siendo capaces de llevar a cabo un proceso de "aprendizaje" e imitación de cantos de otras muchas aves canoras. 




El periodo de reproducción lo llevan a cabo entre los meses de mayo y junio. En esa época la hembra construye el nido con forma de cuenco profundo y ubicado en el suelo, en zonas de vegetación baja, entre la espesura de los matorrales; para su elaboración emplean pequeñas ramas, tallos, hierbas secas, raicillas y musgo, luego lo recubren con pelos y hierba fina. La única puesta se compone habitualmente de 4-6 huevos. La incubación, llevada a cabo por la hembra, dura 13-15 días aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 16 días de edad. 




Las principales amenazas para esta especie derivan de las alteraciones de nuestros paisajes alpinos por culpa del sobrepastoreo, la desecación de arroyos para captar agua que alimente a los cañones de nieve artificial, la urbanización ocasionada por las propias estaciones de esquí, y las actividades de ocio no reguladas (senderismo, acampada, etc). En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas aparece como “De interés especial”.

2 comentarios:

  1. Interesantísima y detallada información de una de las aves mas espectaculares que podemos disfrutar en la península. Enhorabuena José Ignacio

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  2. Muchísimas gracias por tú amable comentario. Todo un verdadero halago viniendo de ti. Saludos cordiales.

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