jueves, 3 de enero de 2019

Un mensajero del dios egipcio Thoth. ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus).

En mi reciente visita a las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel (Cantabria) en la que llevaba el propósito fundamental de poder observar y fotografiar al macho de Eider común, tuve tiempo suficiente para poderme dar una vuelta por los principales enclaves de la zona (observatorio de La Arenilla, alrededores del Monasterio de Montehano, puerto pesquero, las charcas del Sorbal, observatorio de Bengoa, etc.) y poder disfrutar, como siempre que he ido allí, de un gran número de distintas especies de aves, fundamentalmente acuáticas, que se desenvuelven a escasos metros de las zonas de tránsito. 



Dado que, tal como comenté en mi anterior entrada, el macho de Eider común con su cohorte de hembras se hizo de rogar y no lo pude ver hasta bien entrada la tarde, me dedique a observar y fotografiar a un buen número de aves que descansaban o se alimentaban en aquellas aguas y allí pude contactar con un par de aficionados que me comentaron que aparte del macho de Eider común y sus seis hembras acompañantes, otro de los visitantes curiosos desde hace ya unas semanas, era un ejemplar de Ibis sagrado que estaba siendo buscado con bastante interés por parte de ellos y que no habían conseguido localizarle. 



Me pareció bastante curiosa la aparición de esa extraña especie y en ningún momento se me pasó por la cabeza poder localizar a ese Ibis sagrado por lo que proseguí mi circuito habitual de observación de aves que comencé en el observatorio de La Arenilla para luego pasar a los alrededores del Monasterio de Montehano, puerto pesquero, las charcas del Sorbal (frente al penal del Dueso) y observatorio de Bengoa. 



Fue precisamente en una senda que partiendo desde la carretera que se dirige a Argoños (CA-141) llega al observatorio de aves de Bengoa, donde en una de las charcas que había en un lateral pude observar a un pequeño grupo de garcetas comunes posadas en una de las orillas y a las que prácticamente no preste atención, pero que al cabo de unos minutos, decidí rectificar mi marcha y retroceder, porque me había parecido ver alguna garceta distinta. 



Efectivamente, allí estaba compartiendo espacio con las garcetas el Ibis sagrado que destacaba entre ellas por su mayor tamaño y sus partes anatómicas negras y en especial su largo y curvado pico. Una ubicación un tanto extraña, pues a escasos metros de ese lugar se encontraban trabajando unos operarios, con retroescavadora a todo trapo incluida, realizando labores de reacondicionamiento del observatorio de aves de Bengoa y los niveles de ruido eran importantes.



La verdad es que verlo cerca sin estar buscándolo en especial, impresiona bastante, ya que te das cuenta de lo rara y extraña que es esta ave. En mi caso concreto, enseguida lo relacione con el antiguo Egipto, donde estaba considerado un animal sagrado (de ahí su denominación común) y lo que su presencia allí representó en su día esta ave zancuda. 



Como la mayoría de vosotros ya sabréis, el Ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus) es un ave que en nuestro país está considerada oficialmente como una especie exótica invasora. Sus avistamientos han ido en aumento desde las primeras observaciones de 1989 y se relacionan con movimientos dispersivos de la población de millares de ejemplares introducida en Francia, o debidos a escapes de núcleos zoológicos. En nuestro país se han registrado algunas reproducciones esporádicas y se procedió a su erradicación, especialmente desde que se observó su intento de reproducción en la colonia de moritos (Plegadis falcinellus) del Centro de Visitantes José Antonio Valverde del Parque Nacional de Doñana, ya que podría competir por los lugares de reproducción (al menos) con esta especie autóctona.



El Ibis sagrado es una especie que está creando un problema en Europa desde los años 80 al formar numerosas poblaciones silvestres a partir de ejemplares procedentes de escapes de zoológicos. Especialmente preocupante es el caso de Francia (Atlántico francés, valle del Loira) donde existe una población silvestre de más de 5.000 ejemplares y más de 1.100 parejas reproductoras. 


Las primeras observaciones en España se produjeron a partir de 1989 en las islas Canarias orientales y posiblemente estuvieron relacionadas con escapes desde núcleos zoológicos. Posteriormente se ha podido observar en distintas comunidades como Galicia, Asturias, Cantabria, Cataluña, Comunidad de Madrid y Valenciana, Islas Baleares, Islas Canarias e incluso en Andalucía, aunque sólo en algunas se ha confirmado su reproducción. Parece ser que el claro aumento de observaciones que en los últimos años se ha dado en nuestro país, tendrían que ver con la población introducida en Francia. 



El Ibis sagrado era considerado un animal sagrado para los egipcios. Creían que era un mensajero del dios Thoth (dios de la Sabiduría, el conocimiento y maestro del tiempo), ya que su aparición coincidía con las grandes crecidas del Nilo, es decir, riqueza para la agricultura y además control a las temidas plagas de langostas. Además, los antiguos egipcios la consideraban un ave benefactora ya que interpretaban que mataba a las serpientes venenosas que aterrorizaban a la población. 




Thoth está representado en numerosos murales y jeroglíficos como un humano con la cabeza de un Ibis sagrado y en consecuencia estas aves también eran consideradas la encarnación de ese dios en la tierra.



Dado que el ibis era el símbolo del dios Thot, en los lugares de enterramiento (tumbas de faraones, entre otras) se han encontrado numerosos ejemplares embalsamados y momificados. Los ibis sagrados también tenían en el Antiguo Egipto templos dedicados, los cuales estaban a su entera disposición con jardines y estanques. Los egipcios conocieron tres tipos distintos de Ibis,”: el Ibis eremita o religioso, “Geonticus eremita”, el Ibis sagrado “Threskiornis aethiopicus” y el Morito común o Ibis brillante, “Plegadis falcinellus”. El Ibis sagrado, que hasta 1850 fue un ave común en Egipto, en la actualidad prácticamente se ha extinguido en ese país. 


El Ibis sagrado (Threskiornis aethiopicus) pertenece al orden de las aves pelecaniformes (antes incluida en el orden Ciconiiformes y se conocían como Plataleidae), familia de los tresquiornítidos (Threskiornithidae) y género “Threskiornis”. La etimología de su denominación científica (Threskiornis) proviene del término griego “threskeia, -as”: respeto y adoración de la divinidad, más el de “ornis”: pájaro. Además, “aethiopicus” proviene del término griego “aithiopikos”: de Etiopía. Dentro de la familia de los tresquiornítidos (Threskiornithidae) existen dos subfamilias: la “Threskiornithinae” (ibis) y la “Plateinae” (espátulas). 



Se trata de unas aves de buen tamaño, con una longitud de 65 a 75 cm, una envergadura de 112-124 cm y un peso de aproximadamente 1,5 kg. No hay dimorfismo sexual en esta especie, aunque las hembras son algo más pequeñas que los machos. Su expectativa de vida es de hasta los 20 años. 



El plumaje de todo el cuerpo es de color blanco, excepto un penacho de plumas negras ornamentales que le cuelgan en la zona posterior y que pueden confundirse con la cola. 



También es de color negro la piel de su pequeña cabeza y largo y curvo cuello que, prácticamente, están desprovistos de plumas. 



Presentan un largo y delgado pico que es más ancho en su base, está curvado hacia abajo y es de color negro. 



Los ojos son muy pequeños, oscuros, casi negros. 



La cola es corta pero ancha, tiene forma de trapecio y es de color blanco tanto por la parte superior como por la inferior. 



Las alas son largas y redondeadas; son de color blanco con las escapulares y las puntas de las plumas primarias y secundarias de color negro. 



Las patas son largas de color negro y terminan en dedos unidos por una membrana interdigital vestigial, casi inexistente. 



Los jóvenes carecen de las plumas ornamentales negras en la zona posterior y tienen la garganta y la parte anterior del cuello de color blanco. 



En lo referente a su comportamiento destacar que son aves de costumbres diurnas y gregarias que con frecuencia se les puede ver en compañía de otras aves de similares hábitos alimenticios como las cigüeñas, garzas, grullas o los marabúes. Al anochecer también se asocian con otras aves para guarecerse en los árboles. 



Al igual que las espátulas, las cigüeñas y las grullas cuando vuelan lo hacen con el cuello estirado y siempre en formación de ‘V’, lo que reduce la resistencia del viento para las aves que van detrás. 



La distribución del Ibis sagrado se extiende por la mayor parte de África subsahariana, donde resulta común o muy común, y en el oeste de Madagascar. Antiguamente crió también en Egipto e Irak. En Europa existe una población reproductora de cierta importancia y en expansión que está circunscrita al litoral atlántico de Francia y que se formó a partir de aves escapadas de un zoológico en Bretaña. 


Se trata de una especie que puede comportarse como nómada o migradora ya que los ibis sagrados que viven al norte del ecuador se mueven hasta varios cientos de kilómetros hacia el norte durante la estación de las lluvias. 



Sus hábitats son muy diversos pero tienen preferencia por en las orillas de los ríos, de los lagos, en los campos de cultivo, e incluso en los vertederos de basura. 



Se alimentan de pequeños mamíferos, anfibios, reptiles, peces, crustáceos, moluscos, insectos, gusanos, huevos de otras aves, carroña y basuras. 



Su periodo de reproducción abarca entre los meses de junio y agosto. En esta época se agrupan en grandes colonias asociándose con frecuencia con otras especies de aves. Sitúan sus grandes nidos en lo alto de los árboles y para su elaboración emplean palos y ramas. 



La puesta se compone normalmente de 2-4 huevos y la incubación dura 21 días aproximadamente y es efectuada por los dos miembros de la pareja. Los pollos abandonan el nido cuando tienen unos 32 días de edad y se reúnen en grupos propios (guarderías). Antes del segundo mes de vida se independizan completamente. 



La introducción de especies exóticas invasoras supone un grave problema para el equilibrio de los ecosistemas y la conservación de la biodiversidad, pudiendo provocar diversos tipos de impactos en caso de que lleguen a establecerse, entre los que cabe destacar:



1.- El impacto ecológico: Depredación sobre insectos y anfibios nativos, algunos amenazados, así como sobre aves reproductoras en medios acuáticos. Competencia con aves nativas acuáticas que se reproducen en árboles (garcetas, garcillas bueyeras, cormoranes, moritos y espátulas) por el alimento y las zonas de reproducción. En las zonas de cría, provoca afecciones a la vegetación natural existente. Pueden llegar a modificar el hábitat, aumentando el grado de eutrofización de los humedales. 



2.- El Impacto económico: Pueden afectar a las zonas de aprovechamiento de salinas.



3.- El Impacto sanitario: Riesgos de colisión con aeronaves en las inmediaciones de los aeropuertos. Posible papel en la diseminación de patógenos.



El Ibis sagrado, está incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras (Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto) el cual, en el apartado de medidas de control, dice textualmente: "Control y eliminación de los individuos asentados en el medio natural, principalmente cuando forman nuevos núcleos de cría asociados a humedales naturales" por su potencial colonizador y ser una amenaza grave para las especies autóctonas. 

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