miércoles, 23 de noviembre de 2016

El gran espectáculo de la migración de las grullas. Grulla común (Grus grus).

A cualquier aficionado a la naturaleza y en especial a la fotografía de aves, hay dos espectáculos naturales que no puede dejar de observar y/o fotografiar en cuanto a migraciones postnupciales se trata y que desde mi particular punto de vista, tal vez sean las más características.





Una de ellas, la del Alcatraz atlántico,(enlace a migración del Alcatraz atlántico) se realiza por el mar y constituye un verdadero espectáculo del que podemos disfrutar observándolo cada año en los más marcados salientes costeros de Asturias o si se prefiere, y uno está preparado para ello, en las múltiples salidas en barco que cada año se organizan ex-profeso en diversos puntos de las costa cantábrica y donde además, se pueden observar a un buen número de otras especies en migración o de aves pelágicas. 





La otra migración a la que quiero dedicar hoy esta entrada, es la de la Grulla común (Grus grus) que realiza por vía terrestre y que cada año congrega en torno a ella a miles de aficionados a las aves o simplemente a la naturaleza de nuestro país y de diversos puntos de Europa y que se ha convertido en un gran atractivo turístico.





Esa expectación básicamente se debe que se trata de unas aves de gran tamaño (1,30 m de longitud y una envergadura que alcanza los 2,45 m) y que en esa época tienen un comportamiento muy gregario (sus bandadas pueden llegar hasta los 400 individuos durante la migración), lo cual convierte el paso migratorio en rigurosa y peculiar formación en “V”, en un fenómeno de lo más vistoso a lo que contribuye el hecho de que las grullas, al igual que las espátulas, las cigüeñas y los flamencos, cuando vuelan lo hacen con el cuello estirado.





Pero el espectáculo no es solo visual, también lo es sonoro, debido a su llamativo canto en vuelo consistente en unos potentes “trompeteos” que son emitidos continuamente por todos los componentes y que puede escucharse a considerable distancia (hasta 5 km), mucho antes que verlas. Al parecer, la emisión de esos sonidos les ayuda a mantener la cohesión del grupo y a no perderse. 





Son también muy llamativas las entradas y salidas masivas de sus dormideros habituales, donde se llegan a congregar miles de ejemplares a la vez y donde, a finales del invierno, inician sus vistosas “danzas” de apareamiento. 





No es de extrañar que todos los años se organice en Extremadura el Festival de las grullas, que este año tendrá lugar el 26 de noviembre, en Moheda Alta (Navalvillar de Pela) en la provincia de Badajoz y que en la laguna aragonesa de Gallocanta se haya realizado ya (05 noviembre) la 19ª Fiesta de las grullas en la que dan la bienvenida a la llegada de estas aves. Tanto en una como en la otra, hay una gran afluencia de aficionados y curiosos.





El apogeo del paso migratorio de las grullas lo podemos observar desde mediados de octubre a mediados de marzo o como bien refiere la sabiduría popular "para el Pilar llegan y para San José no quedan". 





En contra de lo que ocurre con otras migraciones de aves, la causa de que las grullas lleguen a España en el otoño-invierno no se debe a que no toleren el frío, ya que las grullas son unas aves que resisten con facilidad las bajas temperaturas y, de hecho, las que residen en Gallocanta tienen que soportar las durísimas heladas del frío clima continental de Teruel. La realidad, es que si las grullas salen del norte de Europa con la llegada del invierno, es porque la nieve cubre allí sus principales fuentes de alimentación.





Las grullas utilizan tres rutas migratorias. La europea occidental que conecta el sur de Escandinavia con Centroeuropa, la península Ibérica y el norte de África y que es utilizada por unas 130.000 aves. La central o báltica, en la que aproximadamente unas 140.000 grullas intentan llegar a África desde Polonia atravesando Serbia e Italia. Por último la oriental, utilizada por un número indeterminado de grullas, parte de Estonia y Rusia, atraviesa Turquía y Egipto llegando hasta Etiopía.




Si nos ceñimos a la denominada ruta occidental, las grullas que han partido de los lugares más habituales de concentración como son el lago Homborsgasjön (Suecia), la isla Öland (Báltico) o Rügen (Alemania), deben atravesar Alemania y realizarán su primera parada de descanso en el lago de Champagne (Francia) donde reponen fuerzas para poder seguir su largo viaje de unos 4.000 km hasta llegar a nuestros cuarteles de invierno donde se alimentaran en las dehesas con una dieta que incluye bellotas, cereales y plantas forrajeras (cebada, trigo, girasol, maíz...).





A continuación, realizarán una nueva parada en Capiteux antes de abordar el trayecto más duro del viaje que lo constituye el tener que sobrepasar el cordón montañoso de los Pirineos, lo cual lo realizan fundamentalmente por el paso de los Pirineos occidentales, entre Navarra y Aragón y desde ahí se dirigirán a la laguna de Gallocanta, entre Zaragoza y Teruel.





A través de esta denominada ruta occidental, en el otoño llegan a España más de 150.000 grullas y ya en nuestro país, la laguna de Gallocanta se ve como un oasis en medio de la nada. Su situación estratégica y sus dimensiones canalizan cada año la friolera de 20.000 a 60.000 ejemplares. El record de concentración con más ejemplares, está datado el 9 de marzo de 2013 con 135.000 aves censadas. 





Parte de ellas se quedarán en esta laguna hasta febrero, mientras que otras siguen viaje hacia las dehesas extremeñas. Una corriente migratoria secundaria se dirige al oeste, hacia Villafáfila, donde se alcanza un pico máximo de paso en noviembre y donde, al igual que en Gallocanta, parte de los migrantes se afinca y otra parte continúa su periplo con rumbo sur. 





Desde esta laguna de Gallocanta, las grullas se distribuirán por la Península. En Aragón (Gallocanta) se quedará hasta febrero un 16% de las que llegaron. Hasta Castilla-La Mancha llegaran un 18% (Tablas de Daimiel y Cabañeros) y hasta Andalucía (La Janda en Cádiz) un 10% del total. Una corriente migratoria secundaria se dirige desde Gallocanta al oeste, hacia Villafáfila, donde se alcanza un pico máximo de paso en noviembre y donde, al igual que en Gallocanta, parte de los migrantes se afinca y otra parte continúa su periplo con rumbo sur.





Pero es sin duda Extremadura con un 53% la comunidad a la que más individuos llegan (unos 139.000, es decir, el 30-40 % de la población europea occidental). No obstante el 70% de las grullas de Europa occidental vienen a España cada año para pasar el invierno en un paso incesante de octubre hasta principios de diciembre. 





A principios del siglo XX, la mayoría las grullas cruzaba el Estrecho de Gibraltar para invernar en África, pero hace más de medio siglo se mudaron al suroeste de la península Ibérica, probablemente a raíz de la extensión de las prácticas agrícolas en las dehesas y hoy en día la zona de invernada marroquí acoge hoy sólo a unos cientos de aves.





Esta migración apenas toca Asturias, pero a tan solo dos horas de coche podemos disfrutar de ella en las lagunas zamoranas de Villafáfila. A modo de curiosidad y a pesar de que los avistamientos de grullas ha sido bastante escaso en Asturias, todavía conservo alguna foto que el día 09 de diciembre de 2013, pude realizar a un ejemplar joven que sorprendentemente apareció en una de las praderas de Verdicio (Gozón), y que para mí constituyo toda una agradable sorpresa.





La laguna de Gallocanta (Aragón) está situada en una posición estratégica en las rutas de migración de las aves, lo cual la hacen un lugar privilegiado para la observación de diversos tipos de aves y de las grullas en particular. Está situada en una meseta de 1.000 m de altitud y sus 14 km cuadrados de extensión, la convierte en la reserva de aguas salinas más grande de Europa. La profundidad de sus aguas varía en función de las fluctuaciones climáticas pero no acostumbra a sobrepasar los 2 m de altura. 





El hecho de que las grullas hagan escala en lagunas como Gallocanta durante su viaje, no se debe a la necesidad de agua, sino de refugio. Usan las lagunas o las colas de los embalses como dormidero. Allí se agrupan y buscan protegerse de depredadores como zorros y jabalíes. Su refugio ideal son las islas. De no haberlas, duermen en el agua, que sigue ofreciéndoles todavía una barrera de protección, pues están menos expuestas que en campo abierto.





En Extremadura, considerando conjuntamente las áreas de campeo, de alimentación y los dormideros, se estima que la superficie ocupada por esta especie estaría en torno a 1.830.000 ha, lo que representa el 44 % de la superficie de la región extremeña.





El viaje de retorno hacia las áreas de cría, a partir de febrero, siguen una ruta más canalizada por el Este de la Península Ibérica, eludiendo las lagunas zamoranas y canalizándose en Gallocanta y en el cercano embalse de La Sotonera, en Huesca, donde se han contabilizado hasta 50.000 grullas en esas fechas.





En España durante la migración otoñal (de octubre a diciembre) la espectacularidad del paso de grullas al dormidero es mayor que durante el paso primaveral (de marzo a abril), ya que las concentraciones de estas aves son más numerosas. Además hay que tener en cuenta que estas se alimentan durante el día y realizan su entrada en pocos minutos antes del ocaso.





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