jueves, 5 de diciembre de 2019

Ya esta con nosotros una de las aves más grandes y elegantes de Europa. Grulla común (Grus grus).

Como en años anteriores, cuando llega la temporada otoñal, los aficionados a la observación y fotografías de aves, inevitablemente pensamos en la migración postnupcial que miles y miles de aves inician para poder sobrellevar las bajas temperaturas y la escasez de alimento que en sus lugares de cría deberían padecer si permaneciesen en ellos durante el invierno. 




Una migración que nos permite a los aficionados el poder observar a un buen número de especies que, bien de paso hacia tierras africanas o para quedarse a lo largo de la invernada en nuestro país, de otra manera nunca veríamos y por lo tanto no podríamos apreciar con detalle su gran belleza y valorar el gran esfuerzo y determinación que un par de veces al año deben realizar esas magnificas aves en sus kilométricas migraciones. 




Desde mi particular punto de vista, si tuviera que plasmar con alguna fotografía el gran espectáculo de la migración de las aves, destacaría la que llevan a cabo a lo largo del mar, miles y miles de alcatraces atlánticos bordeando nuestras costas cantábricas y atlánticas, y que en días muy señalados podemos fotografiar con cierta facilidad desde los más marcados salientes costeros de Asturias. 




También, si se prefiere, y uno está preparado para ello, se puede observar esa migración en las múltiples salidas en barco que cada año se organizan “ex-profeso” en diversos puntos de la costa cantábrica y donde además, se pueden observar a un buen número de otras especies en migración o de aves pelágicas. 




De ese gran espectáculo que supone la migración del Alcatraz atlántico, hace ya unas cuantas semanas, y al igual que en años anteriores, pude realizar un extenso reportaje fotográfico en los que se podrían observar los diversos plumajes que exhibían en sus diferentes edades esta bellas aves. 




Difícil es no emocionarse al ver pasar cerca de tu posición a miles de estas increíbles aves, guardando la formación, planeando por la superficie de las olas de un mar embravecido o, con un poco de suerte, realizando verdaderas piruetas y “clavadas” en el mar para alimentarse del alimento necesario para poder subsistir hasta su llegada a tierras africanas. 




La otra gran migración a la que, como en años anteriores, quiero dedicar hoy esta entrada, es la de la Grulla común (Grus grus). Una gran ave que realiza su migración por vía terrestre y que cada año congrega en torno a ella a miles de aficionados a las aves o simplemente a la naturaleza de nuestro país y de diversos puntos de Europa y que se ha convertido en un gran atractivo turístico. 




Esa expectación básicamente se debe que se trata de unas aves de gran tamaño (1,20 m de longitud y una envergadura que alcanza los 2,22 m) y que en esta época tienen un comportamiento muy gregario (sus bandadas pueden llegar hasta los 400 individuos durante la migración). Su paso migratorio en rigurosa y peculiar formación en “V”, se convierte, año tras año, en un fenómeno de lo más vistoso a lo que contribuye el hecho de que las grullas, al igual que las espátulas, las cigüeñas y los flamencos, cuando vuelan lo hacen con el cuello estirado. 




Pero el espectáculo no es solo visual, también lo es sonoro, debido a su llamativo canto en vuelo consistente en unos potentes “trompeteos” que son emitidos continuamente por todos los componentes y que puede escucharse a considerable distancia (hasta 5 km), mucho antes que verlas. Al parecer, la emisión de esos sonidos les ayuda a mantener la cohesión del grupo y a no perderse.



Son también muy llamativas las entradas y salidas masivas de sus dormideros habituales, donde se llegan a congregar miles de ejemplares a la vez y donde, a finales del invierno, inician sus vistosas “danzas” de apareamiento. 




El apogeo del paso migratorio de las grullas lo podemos observar desde mediados de octubre a mediados de marzo o como bien refiere la sabiduría popular, "para el Pilar llegan y para San José no quedan". 




En mi caso concreto, este año decidí recientemente (21/11/19) desplazarme hasta la localidad zamorana de Villafáfila, en cuyas lagunas acostumbran a pararse un buen número de estas aves todos los otoños. Unas se quedan durante el resto del invierno y otras, tras un descanso por la zona, seguirán su periplo migratorio hasta tierras extremeñas. 




La verdad es que iba un tanto escéptico, ya que conocía de antemano la gran sequía que durante esas fechas estaban padeciendo en la zona, con las lagunas prácticamente secas, lo cual me hacía temer que mi viaje podría resultar un fracaso en cuanto a encontrar alguna grulla en la zona. Además, el escaso tiempo del que disponía, y la gran amplitud de las llanuras adyacentes a las lagunas, sabía que iba a dificultar enormemente su localización a no ser, que hubiese acudido acompañado o con las referencias de alguien que conozca la zona y que te oriente hacia donde suelen parar esas emblemáticas aves, pero, lamentablemente, no tenía ninguna de esas ventajas. 




Pero, en esto del pajareo, como en otras circunstancias de la vida, la fe mueve montañas y en el peor de los casos pensé que podría encontrarme, como así ocurrió, con algún grupo de avutardas, alguna rapaz curiosa como el Aguilucho pálido o el Milano real, o las tan frecuentes en esta temporada casi invernal, las avefrías o como a mí me gusta denominar, las embajadoras del frío. Por lo tanto, la visita estaba más que justificada. 




Llegue a primeras horas de la mañana y, ¡oh cielos! el primer grupo de grullas estaba posado en un campo muy cercano a la carretera principal que conduce a la localidad de Villafáfila desde Tapioles. Tras conseguir aparcar el coche en una zona ampliada del arcén, allí pude tomar, a duras penas, las primeras imágenes de ellas. 




Duraron poco en esa zona tan próxima a la carretera que, poco a poco, iba incrementando el tráfico rodado por ella, y de allí partieron hacia el interior. 




No fue hasta media mañana, cuando de nuevo tuve la fortuna de toparme con un hermoso bando de ellas que se posaba en una zona muy despejada pero de una gran belleza debido a las diversas tonalidades de color que adquirían los diversos campos de labranza y las ondulaciones del terreno. 




Allí, en compañía de un nutrido grupo de avutardas se fueron congregando poco a poco, decenas de ellas, emitiendo un verdadero “concierto” de trompeteos característicos de esta especie. 




Ya por la tarde, tras una rápida comida, pude de nuevo fotografiar bandos y bandos de grullas que me imagino, se dirigían a sus dormideros habituales y que de nuevo, y aunque el día estaba bastante nublado por la zona, me permitió plasmar en un buen puñado de fotografías sus movimientos en vuelo formando unos grandes y ruidosos grupos. Todo un espectáculo que pude contemplar en unas pocas horas. 




A la hora de editar este reportaje fotográfico, he podido darme cuenta de la presencia de al menos tres grullas diferentes anilladas con banderolas de colores en sus tibias, de las que acabo de recibir información gracias a la Asociación de Amigos de Gallocanta y en concreto de Antonio. Tras registrarlas en la base de datos del iCORA (Internetbased Crane Observatión Ring Archive), me han informado de que se trata de tres grullas de origen alemán, y que 2 de ellas ya tienen 15 años o mas y a pesar de invernar todos los años al sur de los pirineos, solamente tienen 2 avistamientos en España. La otra grulla tiene 6 años y porta GPS, pero no tenemos acceso a esos datos, como las anteriores solo tiene una observación en Salamanca y la realizo en su primer año de vida el que le coloco el GPS. Vaya desde aquí mi agradecimiento por el gran interés demostrado, el trato tan amable recibido y por su valiosa información. 




En contra de lo que ocurre con otras migraciones de aves, la causa de que las grullas lleguen a España en el otoño-invierno no se debe a que no toleren el frío, ya que las grullas son unas aves que resisten con facilidad las bajas temperaturas, de hecho, las que residen en Gallocanta tienen que soportar las durísimas heladas del frío clima continental de Teruel. La realidad, es que si las grullas salen del norte de Europa con la llegada del invierno, es porque la nieve cubre allí sus principales fuentes de alimentación. 




La Grulla común tiene en España la principal área de invernada de la población occidental, con al menos 270.000 ejemplares, un 70 % del total. España llegó a albergar hasta el 95 % de la población, pero los recientes cambios agrícolas y el cambio climático han contribuido a que muchos miles invernen en Francia en las últimas décadas. Los ejemplares que invernan en la Península Ibérica provienen fundamentalmente de Escandinavia, países bálticos, Polonia y Alemania.


Las grullas utilizan tres rutas migratorias. La europea occidental que conecta el sur de Escandinavia con Centroeuropa, la península Ibérica y el norte de África y que es utilizada por unas 130.000 aves. La central o báltica, en la que aproximadamente unas 140.000 grullas intentan llegar a África desde Polonia atravesando Serbia e Italia. Por último la oriental, utilizada por un número indeterminado de grullas, parte de Estonia y Rusia, atraviesa Turquía y Egipto llegando hasta Etiopía. 


Si nos ceñimos a la denominada ruta occidental, las grullas que han partido de los lugares más habituales de concentración como son el lago Homborsgasjön (Suecia), la isla Öland (Báltico) o Rügen (Alemania), deben atravesar Alemania y realizarán su primera parada de descanso en el lago de Champagne (Francia) donde reponen fuerzas para poder seguir su largo viaje de unos 4.000 km hasta llegar a nuestros cuarteles de invierno donde se alimentaran en las dehesas con una dieta que incluye bellotas, cereales y plantas forrajeras (cebada, trigo, girasol, maíz...). 


A continuación, realizarán una nueva parada en Capiteux antes de abordar el trayecto más duro del viaje que lo constituye el tener que sobrepasar el cordón montañoso de los Pirineos, lo cual lo realizan fundamentalmente por el paso de los Pirineos occidentales, entre Navarra y Aragón y desde ahí se dirigirán a la laguna de Gallocanta, entre Zaragoza y Teruel. 




A través de esta denominada ruta occidental, en el otoño llegan a España más de 150.000 grullas y ya en nuestro país, la laguna de Gallocanta se ve como un oasis en medio de la nada. Su situación estratégica y sus dimensiones canalizan cada año la friolera de 20.000 a 60.000 ejemplares. Si no me equivoco, el record de concentración con más ejemplares, está datado el 9 de marzo de 2013 con 135.000 aves censadas. 




Parte de ellas se quedarán en esta laguna hasta febrero, mientras que otras siguen viaje hacia las dehesas extremeñas. Una corriente migratoria secundaria se dirige al oeste, hacia Villafáfila, donde se alcanza un pico máximo de paso en noviembre y donde, al igual que en Gallocanta, parte de los migrantes se afinca y otra parte continúa su periplo con rumbo sur. 




Desde esta laguna de Gallocanta, las grullas se distribuirán por la Península. En Aragón (Gallocanta) se quedará hasta febrero un 16% de las que llegaron. Hasta Castilla-La Mancha llegaran un 18% (Tablas de Daimiel y Cabañeros) y hasta Andalucía (La Janda en Cádiz) un 10% del total. 

SEO Bird/Life
Una corriente migratoria secundaria se dirige desde Gallocanta al oeste, hacia Villafáfila, donde se alcanza un pico máximo de paso en noviembre y donde, al igual que en Gallocanta, parte de los migrantes se afinca y otra parte continúa su periplo con rumbo sur. 




Pero es sin duda Extremadura con un 53% la comunidad a la que más individuos llegan (unos 139.000, es decir, el 30-40 % de la población europea occidental). No obstante el 70% de las grullas de Europa occidental vienen a España cada año para pasar el invierno en un paso incesante de octubre hasta principios de diciembre. 




A principios del siglo XX, la mayoría las grullas cruzaba el Estrecho de Gibraltar para invernar en África, pero hace más de medio siglo se mudaron al suroeste de la península Ibérica, probablemente a raíz de la extensión de las prácticas agrícolas en las dehesas y hoy en día la zona de invernada marroquí acoge tan sólo a unos cientos de aves. 




La laguna de Gallocanta (Aragón) está situada en una posición estratégica en las rutas de migración de las aves, lo cual la hacen un lugar privilegiado para la observación de diversos tipos de aves y de las grullas en particular. Está situada en una meseta de 1.000 m de altitud y sus 14 km cuadrados de extensión, la convierte en la reserva de aguas salinas más grande de Europa. La profundidad de sus aguas varía en función de las fluctuaciones climáticas pero no acostumbra a sobrepasar los 2 m de altura. 




El hecho de que las grullas hagan escala en lagunas como Gallocanta durante su viaje, no se debe a la necesidad de agua, sino de refugio. Usan las lagunas o las colas de los embalses como dormidero. Allí se agrupan y buscan protegerse de depredadores como zorros y jabalíes. Su refugio ideal son las islas. De no haberlas, duermen en el agua, que sigue ofreciéndoles todavía una barrera de protección, pues están menos expuestas que en campo abierto. 




En Extremadura, considerando conjuntamente las áreas de campeo, de alimentación y los dormideros, se estima que la superficie ocupada por esta especie estaría en torno a 1.830.000 ha, lo que representa el 44 % de la superficie de la región extremeña. 




El viaje de retorno hacia las áreas de cría, a partir de febrero, lo llevan a cabo por una ruta más canalizada por el Este de la Península Ibérica, eludiendo las lagunas zamoranas y canalizándose en Gallocanta y en el cercano embalse de La Sotonera, en Huesca, donde se han contabilizado hasta 50.000 grullas en esas fechas. 




En España durante la migración otoñal (de octubre a diciembre) la espectacularidad del paso de grullas al dormidero es mayor que durante el paso primaveral (de marzo a abril), ya que las concentraciones de estas aves son más numerosas. Además hay que tener en cuenta que estas se alimentan durante el día y realizan su entrada en pocos minutos antes del ocaso. 




La Grulla común (Grus grus) es un ave zancuda de gran tamaño (1,20 m de longitud y una envergadura que alcanza los 2,22 m) con patas y cuello largos y con un peso de alrededor de los 6 kg. No existe dimorfismo sexual aunque los machos suelen ser algo más grandes que las hembras. 




Presentan un alargado cuerpo de un característico color gris pizarroso, parduzco y más oscuro en la espalda, que termina en una falsa cola formada por las rémiges coberteras y algunas secundarias que están modificadas, son voluminosas y cuelgan hacia abajo asemejándose a la cola de los gallos o avestruces. Por su parte, las plumas primarias y las secundarias de las alas son de color negro. 




Cuando la vemos en vuelo podemos apreciar que la cola real es corta y de color negro. En reposo esa cola queda oculta debajo de las plumas terciarias alargadas y abultadas. 




La cabeza es pequeña y presenta el píleo de color negro en su parte anterior, en la zona central tiene una gran mancha de color rojo y en su parte posterior es de color gris pizarroso, color que se continúa por la parte superior de la nuca. 




En la parte anterior de la cara, por delante del pico tiene una gran mancha negra que se continúa por la frente hasta unirse al color negro de la parte anterior del píleo. 




En la parte posterior de la cara hay una gran mancha blanca que incluye a la casi totalidad del ojo dentro de ella, esta mancha continúa hacia atrás incurvándose hacia abajo a la vez que se estrecha y se continúa por la parte posterior del cuello. 




La parte inferior de la cara es de color gris pizarroso, este color se prolonga por la parte anterior y lateral del cuello. 




El pico es recto, de tamaño medio, apuntado y de color gris verdoso, excepto en la base donde es de color rosáceo. 




Los ojos son de color rojo rubí. 




El cuello es muy largo y estrecho. 




Las patas son largas, de color negro y con los dedos no palmeados. 




Los ejemplares jóvenes tienen el dorso y la cabeza de color marrón. Carecen del color blanco, negro y rojo del adulto. Las terciarias están menos abultadas. Su pico es anaranjado y los ojos de color gris o marrón. Sus patas son de color pardo grisáceo. 




Su hábitat durante la época de cría, son los terrenos pantanosos y otros humedales, con vegetación palustre o herbácea. En invierno, las bandadas de grullas se concentran durante el día para alimentarse en cultivos cerealistas, arrozales, marismas y, en particular, dehesas de encina. A la caída de la tarde, abandonan estos enclaves y se dirigen a las áreas utilizadas como dormideros, normalmente lagunas, embalses, campos de regadío o marismas, situados en lugares tranquilos y, en general, no muy alejados de sus áreas de alimentación. 




Su alimentación es omnívora y en su dieta incluyen semillas, raíces, tubérculos, frutos. En los primeros meses de la invernada consume casi exclusivamente bellotas y, una vez agotado este recurso, se emplea en los granos de cereal que quedan en el suelo después de la cosecha. También se alimentan (época de cría) de insectos, lombrices, moluscos, caracoles, peces, anfibios, reptiles e incluso algún pequeño vertebrado. 




Su periodo de reproducción lo realizan entre los meses de mayo y junio. Durante esta época los cortejos nupciales se realizan en grupo y suelen ser muy llamativos. Construyen el nido con hojas y plantas entre la vegetación y los sitúan en las proximidades de las orillas de los lagos, lagunas, turberas y humedales próximos al mar. La puesta se compone de 2 huevos y la incubación dura 30 días aproximadamente. Las crías son nidífugas, al poco tiempo de nacer abandonan el nido. 




La principal amenaza para la población reproductora de grulla común es la pérdida o degradación de su hábitat de cría en Europa, Rusia y Asia central. En la Península también se ve afectada por la alteración del hábitat (debido a las roturaciones en las dehesas de encina o a la implantación de regadíos), así como por la persecución directa a que se ve sometida por los agricultores a causa de sus daños sobre los cultivos. 




La Grulla común se incluye en el Libro Rojo de las aves de España en la categoría de “Extinguido” (como reproductor) y aparece como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

3 comentarios:

  1. Muy interesante. Además has venido a mi tierra. Las grullas son un ave espectacular. Ahora mismo hay unas 600 (mas de la mitad menos que el año pasado)y han llegado con mucho retraso. Con respecto a las grullas anilladas,has tenido mucha suerte porque ahora cuesta mucho encontrarlas. Una es una vieja conocida. En la reserva guardan todos los historiales de las aves anilladas vistas (y yo las que pueda). Te pediría, si puede ser, ponerme en contacto contigo para ver si me puedes pasar los historiales y dárselos. Mi correo está en el blog. Muchas gracias.

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  2. Encantado de colaborar contigo y con la buena gente de la reserva a los que les envío un cordial saludo y lamento no haber conocido ese interés vuestro al respecto de las grullas marcadas. Te remito correo con los historiales.

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