domingo, 3 de septiembre de 2023

Siendo testigo de cómo perpetua la especie un gran acróbata del bosque. Trepador azul (Sitta europaea).

A mediados del pasado mes de abril tuve la fortuna de poder observar con gran facilidad a ésta emblemática especie de ave forestal que nos tiene acostumbrado a posar adoptando unas posturas de lo más acrobático agarrado a la corteza de los árboles. Me estoy refiriendo al Trepador azul (Sitta europaea).



El lugar del encuentro fue una preciosa zona boscosa de árboles caducifolios de la Sierra Noroeste de Madrid en donde le he podido observar en anteriores primaveras anidando en algunas oquedades de los árboles, en los nidos abandonados de los pájaros carpinteros (Pico picapinos, Pico menor o Pito real) o en las cajas nido que abundan en esa zona.



Para un aficionado a la fotografía de aves, constituye todo un reto conseguir fotografiar a esta interesante especie dado su comportamiento habitual trepando rápidamente por los troncos y ramas de los árboles, tanto si trepan por ellos hacia arriba como si lo hacen cabeza abajo. Obviamente, ese comportamiento es el que ha dado origen a su denominación común.



Seguro que si decides observar a ésta especie no te vas a aburrir, ya que ese carácter sumamente inquieto te hace estar siguiéndola de árbol en árbol sin parar, y si decides hacer un reportaje fotográfico de ella, vas a tener que armarte de paciencia persiguiéndola continuamente mientras ella parece estar jugando contigo al escondite, pues tiene la fea costumbre de situarse habitualmente en la cara del árbol opuesta al observador.



Eso sí, cuando aparece y lo tienes en el visor de la cámara, el disfrute está asegurado, pues a la belleza de las cortezas de muchos de los árboles caducifolios en los que acostumbra a moverse y que a menudo están adornadas de bonitos líquenes, se añaden las continuas poses acrobáticas que continuamente te ofrece cuando se paran durante su recorrido por los troncos y que consiste en tener el cuerpo pegado al tronco mientras que el pecho se separa de él en un ángulo próximo a los 90º.



Suben por los troncos de los árboles de forma característica, como a impulsos y apoyándose únicamente en sus patas y no en la cola como los agateadores. Lo mismo sube que rodea horizontalmente el tronco o desciende por él cabeza abajo. No inicia la ascensión necesariamente desde la misma base del árbol, sino que como trepa en cualquier dirección, cuando considera que ha dejado terminada su búsqueda por el tronco, vuela a otro próximo donde se conduce de igual manera.



Para realizar estos desplazamientos, hacen uso de la potente musculatura de sus patas y de sus uñas aceradas. Para ello ponen un pie adelante y se aferran firmemente con el otro a la corteza del árbol, técnica que les permite descender cabeza abajo. Esto, a diferencia de los agateadores y los pájaros carpinteros, les sirve para no tener que ayudarse de la cola para sujetarse y usar los dos pies al mismo tiempo. También frecuentan el suelo donde caminan a saltos.



La novedad en la observación de ésta pasada primavera fue la de tener el privilegio de presenciar la conducta que adoptaba una pareja de ésta especie durante el cortejo nupcial.



Eran los primeros días del mes de abril (10/04/2023) y enseguida pude percatarme de la actitud que adoptaba el macho de la especie cortejando a una hembra con la que, normalmente, ha permanecido unido todo el año.



Los trepadores azules son monógamos, y una pareja ocupa un territorio de cría en el que también pasa el invierno



Adoptaba unas posturas características entreabriendo las alas y dejándolas caer ligeramente para permitirle mostrar toda la brillantez del color castaño de los flancos a la vez que desplegaba la cola para conseguir que las manchas blancas de las rectrices quedasen bien expuestas.



Además, el macho no paraba de emitir constantemente su penetrante canto con la cabeza elevada para coquetear con la hembra y delimitar su territorio de cría.



Son unos pájaros muy territoriales y muy agresivos con otras aves e incluso con los de su misma especie.



Ante tal exhibición del macho la hembra no pudo resistirse y acudió de lo más solícita a la llamada del macho.



También ella comenzó a adoptar unas posturas sugestivas para atraer la atención del macho y tras aproximarse el uno al otro...




 ... iniciaron una rápida y un tanto aparatosa cópula que tan sólo duro unos segundos.





Tras un breve descanso y sin abandonar la misma rama en donde estaban, iniciaron una nueva cópula.







Incluso tuve la fortuna de poder presenciar una tercera cópula en el mismo lugar y a escasos metros de mi posición, aunque en esta ocasión con algo más de dificultad. Todo apuntaba a que la preservación de la especie se estaba asegurando.





El Trepador azul es una paseriforme perteneciente a la familia “Sittidae” y al género “Sitta”, de la que en España podemos observar dos subespecies; la S. e. caesia que se detecta en los Pirineos y en otras regiones del norte (Asturias) y la S. e. hispaniensis que se circunscribe al centro y sur peninsular.



Se trata de un ave pequeña con una longitud de entre los 12-14 cm y pueden alcanzar los 22-27 cm de envergadura. Su peso puede llegar a los 25 gr. Tienen una longevidad de hasta tres años. Existe un ligero dimorfismo sexual en esta especie.



Ambos sexos tienen todo el dorso, incluida la parte superior de la cabeza, las alas y la cola de color azul grisáceo. Por la parte inferior son de color blanquecino con tonos anaranjados, pero en el caso de los machos son más intensos, llegando a adquirir un color castaño rojizo que alcanzan a los flancos y a las plumas que cubren la cara inferior de la cola.



La cabeza es grande y el cuello es muy corto, casi inexistente. En la cara tienen una larga y estrecha lista facial de color negro que la atraviesa por completo, ya que va desde la base del pico hasta la parte inferior y lateral de la nuca y que incluye al ojo dentro de ella. Por encima de esta franja, la cabeza es de color gris azulado y por debajo, la cara y la garganta, son blanquecinas.



El pico es largo, fuerte y con la punta muy afilada. Es de color pizarra oscuro, excepto en la base de la mandíbula inferior que es gris pizarra más claro.



Los ojos son grandes y tienen el iris de color pardo grisáceo oscuro.



La cola es corta y cuadrada, por la parte superior tiene las rectrices centrales de color azul grisáceo y las rectrices laterales negras mientras que por la parte inferior es blanquecina con tonos castaño rojizos.



Las plumas primarias y secundarias de las alas son de color negro.



Las patas son cortas, robustas, de color pardo amarillento y están provistas de unas uñas afiladas que utilizan para poder aferrarse firmemente a la corteza de los árboles.



Las hembras por la parte inferior son más blanquecinas y tienen los tonos anaranjados menos intensos que los de los machos. No presentan las manchas castaño rojizas en los flancos ni en la parte inferior de la cola.



Los jóvenes en la parte superior tienen tonos parduzcos y además tienen los colores más apagados que los adultos. Como en el caso de las hembras, los jóvenes apenas tienen los tonos castaño rojizos en los flancos y parte inferior de la cola.



Es un pájaro ruidoso y en su variado repertorio emite diferentes tipos de cantos, como un “chuic-chuic-chuic ...” y, en caso de excitación o alarma, una larga serie de fuertes sonidos continuos, “tuit”, en rápidas repeticiones.



Su distribución es fundamentalmente por las zonas templadas de Europa y Asia y el norte de África. En Europa es un ave muy común, excepto Finlandia y gran parte de Noruega y Suecia. Falta también en Irlanda, Islandia y Escocia y escasea en la costa mediterránea.


En España son residentes habituales aunque pueden desplazarse a latitudes y altitudes inferiores según la época del año. En Baleares se les encuentra raramente y no están presentes en Canarias.


Su principal hábitat son los pinares, abetales y los bosques caducifolios (robles, quejigos, hayas) y mixtos de montaña, con árboles maduros y ambientes húmedos o frescos, con nula o escasa sequía estival, que son propios de la mitad septentrional del país. En el sur resultan más escasos y habitan en bosques más secos (alcornocales, encinares) que se encuentran en áreas de montaña frescas de menor altitud, llegando incluso hasta el nivel del mar en el suroeste de la península.



Su alimentación se compone de arácnidos e insectos y sus larvas (coleópteros, lepidópteros y dípteros que encuentra en los troncos y ramas de los árboles. En otoño e invierno su dieta se complementa con semillas, frutos silvestres y frutos de cáscara dura como son los piñones, las avellanas (“rompiablanes”), hayucos, bellotas e incluso las nueces. Tiene costumbre de sujetar frutos secos entre la corteza de los árboles para luego perforar su cáscara y comérselos.



Es frecuente que almacene reservas de alimentos en sitios ocultos, como por ejemplo, semillas en fisuras de la corteza de los árboles.



Puede capturar algunas presas durante el vuelo y extraer trozos de corteza para atrapar insectos, aunque no puede excavar en madera sana como lo haría un pájaro carpintero.



El periodo reproductivo normalmente se realiza entre los meses de abril y mayo, aunque a veces crían antes y entonces pueden llegar a realizar dos puestas. Es un ave monógama, y la pareja protege su territorio durante todo el año.



La hembra es la responsable de la mayor parte de la construcción del nido en las oquedades de los árboles, en los nidos abandonados de los pájaros carpinteros (Pico picapinos o Pito real) o en las cajas nido. Para ello recubre la cavidad con trozos de corteza de pino y hojas secas y si el orificio de entrada es demasiado grande lo reducen de tamaño utilizando para ello barro, arcilla o estiércol.



Por tratarse de un ave estrictamente forestal, los incendios y las explotaciones forestales, que impiden el desarrollo de grandes árboles, inciden negativamente en esta especie. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se considera como “De interés especial”.

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