viernes, 14 de septiembre de 2018

Su majestad, la reina de todas las aves. Águila real (Áquila chrysaetos). Águila negra.

A primeros de este mes de septiembre de 2018, cuando estaba realizando una pequeña ruta de senderismo junto con otras cuatro personas por la denominada Sierra Oeste de Madrid, pude identificar a lo lejos la silueta inconfundible de una joven Águila real, que en la parte más alta de la ladera de un monte, se desplazaba volando muy bajo e inspeccionando el terreno en busca de algo de alimento que echarse al pico. 



Como lamentablemente suele ocurrir en estos casos, en esa ocasión no llevaba ni mis prismáticos, ni mi equipo fotográfico, con lo que me quedé con las ganas de poderla observar más cerca e incluso inmortalizarla en alguna fotografía, aunque la verdad es que se encontraba a bastante distancia. 



Se desplazaba majestuosamente, de un lado a otro, a ras del terreno, siguiendo el borde de un cortado de esa montaña y dejándose llevar por el discreto viento reinante y por las corrientes térmicas de la zona que la elevaban suavemente en espiral hasta hacerla aparecer, de vez en cuando, en el horizonte azul, lo cual facilitaba notablemente su correcta identificación. 



Repetía una y otra vez un pequeño recorrido por la ladera de esa montaña en la que abundaban pequeños grupos de rocas graníticas que alternaban con numerosos matorrales a base fundamentalmente de jaras, escobas, enebros, majuelos, escaramujos y zarzamoras, así como otras pequeñas plantas aromáticas como el tomillo, romero o la manzanilla. El paisaje en esa zona tan sólo estaba salpicado de alguna que otra encina o pino albar. 



Tras lamentar una y otra vez el no llevar mis prismáticos y equipo fotográfico y ver como repetía los itinerarios por ese pequeño valle, decidí volver otro día por si sonaba la flauta y el águila se mantenía por la zona, y en su caso, observarla más de cerca e intentar fotografiarla de alguna manera. 



Y dicho y hecho, volví al día siguiente, pero ya sin compañía y dotado de mi equipo habitual de pajareo, con la esperanza de volverla a ver, y si no se me lograba, seguir disfrutando del maravilloso paisaje situado en esa denominada Sierra Oeste de Madrid, a unos 1.400 msnm. 



Al poco de llegar tuve la fortuna de poderla localizar posada en lo más alto de un grupo de rocas situado en la zona más elevada y lateral de una especie de semicirco montañoso que allí se forma y en cuyo fondo discurre un bonito y caudaloso río. 



Decidí entonces asumir el difícil reto de intentar conseguir alguna imagen decente de esa majestuosa ave que se encontraba a una notable distancia en lo más alto de la montaña, para lo cual inicié un dificultoso ascenso entre piedras, rocas y abundantes y espinosos matorrales que dejaron abundantes huellas en la piel de mis brazos y piernas. 



Evidentemente, al poco de iniciar mi dificultosa ascensión, monte a través y por lo más vertical de la ladera, el águila se trasladó al otro extremo de ese semicirco en donde se volvió a posar en lo más alto de otro grupo de rocas. 



Mi intención era ascender a media altura y permanecer allí escondido tras algún matorral o roca, para que cuando el águila iniciase su rutina de revisión de la zona de búsqueda de alimento, tenerla algo más cerca y poderla tomar alguna imagen decente. 



La verdad es que la tarea de intentar fotografiar a esta maravillosa ave en su entorno natural, sin hides, aporte de alimento o utilización de otro artilugios que ni me imagino, es una tarea prácticamente imposible, pues en mi modesta experiencia se trata de una rapaz sumamente recelosa y dotada de una vista rabiosamente potente, que enseguida te “ficha” y rehuye de acercarse a tu posición a toda costa.




Digo esto porque para conseguir las fotografías que aquí presento me llevo casi una semana de costosas subidas y bajadas por distintos terrenos muy irregulares y pedregosos, así como un buen número de estrategias para pasar desapercibido escondido y echando un montón de horas de espera, aunque eso sí, disfrutando de la soledad de la montaña, de sus maravillosos paisajes y sobre todo de sus magníficos aromas en el que claramente predominaba, el peculiar olor de las jaras en días soleados. 



Pero como acostumbro a decir en ocasiones similares, sin lugar a dudas me mereció la pena, ya que el ver acercarse al Águila real a tu posición es un espectáculo que se te queda grabado y que tardare mucho tiempo en olvidar. Por otra parte las imágenes más o menos decentes que pude obtener a lo largo de esos días, me van a permitir dedicar una entrada a mi blog del Águila real, cosa que siempre había deseado y que me parecía prácticamente imposible conseguir por métodos tradicionales de observación en su medio natural y sin hides, cebas u otros tipos de reclamos o recursos. 



Tras ese buen número de horas de espera y observación, pude darme cuenta que se trataba de su territorio de caza habitual y que además constituía una clara zona de paso de otras grandes rapaces típicas de la zona como es el caso del Buitre leonado, Buitre negro y de la también impresionante, Águila imperial ibérica, a las que, al igual que al Águila real, pude fotografiar a una distancia relativamente corta. 





En el caso concreto del Águila real, al final conseguí realizarle un buen puñado de fotografías más o menos testimoniales. Se trata aun de un ejemplar joven que probablemente se asentó en ese territorio tras emanciparse de sus padres. No obstante, el último día de observación, apareció en esa zona otro ejemplar distinto que aparentaba ser algo mayor que el primero y que tan solo permaneció en la zona unos minutos, posiblemente tras escuchar los graznidos que la más joven lanzaba desde su posadero. 




El Águila real (Áquila chrysaetos) pertenece a la familia “Accpitridae”, género “Aquila” y ostenta el record de ser el águila ibérica más poderosa y de mayor tamaño de las águilas ibéricas, ya que vienen a medir entre los 85 y los 95 cm de longitud, en el caso de las hembras. Su envergadura oscila entre los 2 m y los 2.5 m (hembras) y su peso entre los 4,5 y los 6,5 Kg (hembras). Al igual que ocurre con otra grandes rapaces, no existe dimorfismo sexual en esta especie aunque las hembras son ligeramente más grandes que los machos. En la Península Ibérica la subespecie de Águila real que podemos observar es la “Aquila chrysaetos homeyeri”, mientras que en el norte de Europa habita la subespecie “Aquila chrysaetos chrysaetos” que es algo mayor, más clara y con los matices más marcados. 



Cuando la vemos en vuelo podemos apreciar como su silueta tiene las alas largas y anchas, con su borde posterior muy redondeado y con un estrechamiento llamativo en la axila y en la mano interna, así como una cola larga. 



En el caso de los ejemplares adultos vistos por encima y a distancia, presentan una coloración general, parda muy oscura con matices rojizos, que se acentúa en el dorso de las alas y en la espalda, siendo las partes inferiores del cuerpo también pardas, aunque algo más claras. Las plumas de vuelo (supracoberteras medianas y grandes internas) y la cola son ligeramente más pálidas (blanquecinas). 



Si nos fijamos en las alas por debajo cuando el ave planea, podemos apreciar que presentan un plumaje de color totalmente marrón oscuro, algo más pálidas que por encima, salvo una zona más clara que se aprecia en el nacimiento de las plumas de vuelo (primarias y secundarias), formando como una línea diagonal a través del ala. 



La cabeza es de color marrón oscuro con tonos pardos rojizos en la nuca y en la parte posterior del cuello. Al igual que sucede con otras águilas las plumas de la parte posterior de la cabeza, así como las de la nuca, se pueden erizar en determinadas circunstancias. 



El pico es grande, fuerte, está curvado hacia abajo con forma de gancho y es de color gris azulado con el extremo de color negro. La cera del pico es de color amarillo. Las comisuras también son de color amarillo y se prolongan hasta la misma altura que el borde anterior del ojo. 

GREFA
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Los ojos son grandes y tienen el iris de color avellana. 

GREFA
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La cola es larga, ancha y tiene el borde redondeado. La base de la cola es de un color llamativamente más claro (blancuzco), presentando algunas franjas grises, mientras que en su extremo (puntas de las rectrices), destaca una franja más oscura, casi negra. 



Las patas son fuertes, están cubiertas (muslos y tarsos hasta el nacimiento de los dedos) por unas calzas o “pantalones” de plumas de color marrón amarillentos, a veces algo blanquecinas. Están dotadas de unas fuertes garras provistas de unas uñas grandes y afiladas de color negro. 

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El plumaje de adulto no lo alcanza hasta el quinto o sexto año de vida, y naturalmente, pasa antes por varios estados de transición en los que hay una considerable variación en el color, lo que origina confusión al calcular las edades. 



Los jóvenes, sobre todo en su primer año de vida, tienen en general un color mucho más oscuro, casi negro, y cuando los vemos en vuelo, destacan unas grandes manchas de color blanco en el centro de las alas (primarias y secundarias), así como en la base de las plumas rémiges, que a través de sucesivas mudas se van oscureciendo con la edad, hasta que finalmente predomina en ambas el color pardo. 




El color blanco de la base de la cola, siempre está rematado por una banda terminal negra.




Aunque estos caracteres son visibles tanto por encima como desde abajo, las manchas blancas son menos extensas en el dorso de las alas, ya que prácticamente sólo alcanzan a la base de las plumas primarias, mientras por debajo en algunas juveniles llegan casi hasta el cuerpo.



El color del iris de los ojos es mucho más oscuro que el de los adultos, pero tanto la cera del pico como las patas, son también amarillas. 



Cuando la vemos en vuelo, las alas no dan la sensación de ser rectangulares sino muy bien graduadas con los bordes posteriores ondulados. La cola es ancha pero no corta, siendo la más larga entre las águilas y casi tanto como la anchura de las alas. 



Su vuelo es muy poderoso, dando pocos pero profundos y lentos aleteos y escasos planeos. En visión frontal se puede apreciar como sus alas llegan a formar una amplia “V” más o menos marcada. Se dice que es la más elegante de todas las grandes águilas y que mantiene el ritmo y un perfecto control de sus acciones, aun con el más fuerte viento en contra. 




Es frecuente verla elevarse en espiral ascendiendo a alturas considerables, hasta que en pocos minutos llega a ser nada más que un punto oscuro en el cielo. Posteriormente se lanza hacia abajo planeando y tranzando en el aire una amplia curva, para a continuación, elevarse de nuevo con la misma facilidad y detenerse en su nuevo posadero con gran suavidad. 



Sus vuelos pueden llegar a ser muy rápidos, llegando a realizar picados para cazar o simplemente posarse en el suelo. Se estima que a veces esos picados llegan a casi los 200-250 km/h acercándose a las velocidades que alcanza el Halcón peregrino. 




Debido a que el Águila real posee unas fuertes patas terminadas en unas garras bien desarrolladas, un potente pico ganchudo, una gran fuerza y velocidad y una potente vista capaz de localizar la presa a cientos de metros de distancia, ya desde la Edad Media ha sido y es una de las aves más utilizada en cetrería, especialmente en Asia Central, donde se la utiliza incluso para cazar zorros, lobos e incluso antílopes. De lo que nadie duda es que el Águila real es la más potente y poderosa de todas las aves existentes. No tiene competencia en su medio y es capaz de enfrentarse a cualquier especie que ose plantarle cara. 



Tal como pude comprobar personalmente, se trata de una especie discreta y silenciosa, aunque en ocasiones puede emitir un silbido fino y aflautado parecido al del Busardo ratonero, tanto en vuelo como cuando está posada, y que le sirven entre otras, para delimitar su territorio o en época de celo. 



El Águila real se distribuye por los cuatro principales continentes del hemisferio norte: Europa, Asia, África y América del Norte, faltando únicamente en Oceanía. En Europa se la puede encontrar en Francia, Italia, Grecia, así como los Balcanes, zona costera Yugoslava, los Cárpatos, los Alpes, Rusia y Noruega hasta casi el Cabo Norte, así como Finlandia y Escocia. Están reconocidas varias subespecies. 


En la Península se trata de una especie residente que ocupa los principales sistemas montañosos peninsulares siendo más numerosa en los Pirineos, Sistema Ibérico, Extremadura y sierras del Centro y Sur (Cazorla y Segura). En la Cordillera Cantábrica, antaño su más importante reducto, ha disminuido drásticamente. Falta en amplias zonas de ambas Mesetas, en Galicia y en la depresión del Guadalquivir. En nuestro país vive la subespecie “Aquila chrysaetos homeyeri”, mientras que en el norte de Europa habita la subespecie “Aquila chrysaetos chrysaetos”.


Su hábitat es algo variable, se encuentran tanto en las zonas montañosas o de serranías con relieve accidentado y presencia de cortados rocosos y cantiles donde nidificar. También se la puede encontrar en las llanuras poco habitadas, páramos y zonas de monte bajo, siempre que haya terreno quebrado y zonas tranquilas para criar. Rehuye de masas forestales extensas. Los individuos reproductores son sedentarios, mientras que los jóvenes e inmaduros realizan movimientos dispersivos.



Su dieta se compone principalmente de mamíferos (conejos, liebres), reptiles (lagartos y ofidios), aves (perdices, córvidos, palomas…) y también de las crías de animales de mayor tamaño como son los rebecos, ciervos, cabras montesas, jabalíes, zorros, lobos, etc. e incluso adultos viejos o enfermos. También pueden incluir la carroña en su dieta si escasea la comida. El peso máximo que pueden levantar con sus garras es de 2,5 kg, por lo que si la presa es grande y la localizan enriscada intentarán despeñarla y bajarán posteriormente a por el cadáver.



En cuanto a la reproducción, decir que su periodo reproductivo lo realiza entre los meses de marzo y abril. Las águilas reales son monógamas (se suelen emparejar de por vida). 



Se trata de una rapaz esencialmente rupícola, que casi siempre instala sus nidos en las zonas montañosas con roquedos o en los desfiladeros con cantiles rocosos, salientes, cornisas u oquedades. En los terrenos más llanos anidan en árboles altos como son los pinos, encinas o alcornoques. 



El nido consiste en una sólida estructura de palos y ramas secas, tapizada con hierbas e incluso lana, que puede alcanzar 2 m de altura y hasta 1,5 m de diámetro, siendo normalmente mayores los emplazados en árboles. Ambos progenitores se encargan de su construcción durante unas cuatro a ocho semanas, aunque es la hembra la que hace la mayor parte del trabajo. Cada pareja suele tener en su territorio varios nidos que reutiliza periódicamente. Cada año cambian de nido utilizando uno de los varios que han construido en la misma. 



La puesta se compone normalmente de 1-2 huevos. La incubación es llevada a cabo exclusivamente por la hembra y dura 45 días aproximadamente. Ambos adultos ceban a los pollos hasta que cumplen 30 días, y a partir de ese momento se alimentan por sí solos. 



Normalmente, como sucede con otras rapaces, practican el cainismo que consiste en que la cría que nace primero es la que sobrevive ya que la otra cría más débil muere asesinada por su hermano, otras veces son los mismos padres los que no alimentan a la cría más débil. La cría superviviente abandona el nido cuando tiene unos 50 días de edad. Tras abandonar el nido, los jóvenes permanecen ligados a los adultos unos tres meses más, para luego dispersarse. 



Se ha podido comprobar que un Águila real en libertad puede vivir 20 años. En cautividad ha alcanzado hasta 46 años, pero un promedio de 15 años es lo corriente. 



Las principales amenazas que sufre esta maravillosa especie de ave rapaz son la pérdida de hábitat por construcción de infraestructuras, obras públicas o urbanizaciones, así como la caza ilegal o los venenos dispersados en cotos de caza. Tampoco podemos olvidar las abundantes electrocuciones en tendidos eléctricos, tanto de adultos reproductores como de jóvenes en dispersión y las molestias derivadas de algunas actividades humanas, como la escalada, el senderismo, la pesca deportiva o la realización de trabajos forestales, que con cierta frecuencia ocasionan descensos del éxito reproductor. El Águila real se incluye en el Libro Rojo de las aves de España (2004) como “Casi amenazada” y está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. 



No quiero terminar esta entrada sin reflejar el enorme simbolismo que el Águila real tiene y ha tenido desde la antigüedad, ya que este ave ha sido relacionada al valor y a la fuerza, debido a su velocidad en el vuelo y a la inaccesibilidad de sus nidos. Tanto en las mitologías griega y romana el águila real se convirtió en el símbolo de Zeus y Júpiter, es decir los dioses más importantes. También se usó como emblema del imperio romano, y símbolo religioso y militar. Cuando una legión se ponía en marcha, un soldado llamado aquilifer marchaba con un estandarte que contenía una imagen del ave. 

Ganimedes y Zeus
     Aquilifer romano 


Posteriormente se utilizó en Bizancio, donde la retrataron como bicéfala: una cabeza representaba al imperio caído y el otro al nuevo. Carlomagno empleó este símbolo, así como también lo hicieron los Habsurgo en la Edad Media y muchas familias nobles para sus escudos. 

Emblema del emperador Carlos I de España
Escudo de Albania

Montenegro 
        Imperio bizantino 

                                                                   
                                                                          Imperio austriaco 

La historia del águila real como símbolo siguió con Napoleón en su Primer Imperio francés, estuvo presente en la Independencia de Estados Unidos, fue elegida para las banderas de México y Albania. También fue escogida para representar al Apóstol San Juan y hasta en el escudo de Alemania en contraposición al águila imperial del nazismo. 

Escudo del Primer Imperio francés
        Federación rusa                                                                                   
                                
                                                 
                                                       Escudo Nacional de México 

Escudo de Alemania
  Escudo de Albania 


En la Iglesia católica, el águila real es el símbolo del apóstol más joven, San Juan. Cuando el papa Alejandro VI concedió el título de Reyes Católicos a los monarcas de España en 1496, también les autorizó a añadir a su escudo el águila de San Juan. El ave ha permanecido en el escudo español durante distintos periodos de la historia de España, el último de las cuales fue durante el Franquismo. La Ley Orgánica 33 de 1981 suprimió el águila real del escudo nacional.

Imperio austriaco
        Águila de San Juan 


                                                            
                                                       Bandera de España entre 1945 y 1977 


4 comentarios:

  1. Muy interesante todo el artículo pero sobre todo muy curioso la última parte de la simbología. Un saludo.

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  2. Muchas gracias César. Tú como siempre, tan amable. Saludos.

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  3. Siempre impresionante de ver el Águila Real. Muy buenas fotos. Justamente ayer vi una que me pasó a escasos 4 metros por encima. No me dio tiempo ni a coger la cámara. Los datos sobre la simbología geniales. Un saludo

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  4. Muchas gracias por tu comentario Guillermo. La verdad es que si es bastante impresionante ver a corta distancia a esta maravilla de ave. Lástima que no te diera tiempo, pero seguro que breves lo conseguirás. Saludos.

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