martes, 9 de enero de 2018

Limpieza y mantenimiento de una maquinaria casi perfecta. Halcón peregrino (Falco peregrinus). Ferre Palomberu.

La semana pasada publiqué un extenso reportaje de un Halcón peregrino pegándose un buen atracón a consta de una paloma que acababa de cazar. Esa misma tarde, mientras estaba revisando las fotografías que le pude realizar en ese lance para prepararlas para su publicación, pensé que estaría bien completar ese reportaje con alguna imagen más “amable” de esa prodigiosa ave.




La idea era conseguir alguna que otra fotografía de un ejemplar de Halcón peregrino en reposo o volando pero esta vez, a poder ser, que se tratara de un ejemplar adulto, en vez de uno joven como el de ese reportaje.



Para intentar conseguir ese objetivo, justo a la mañana siguiente, decidí acercarme a un acantilado costero, cerca de la zona de Gijón donde había estado el día anterior, y en donde en alguna que otra ocasión había localizado un ejemplar adulto, que desde hace tiempo está establecido en ese territorio.



Hacía un precioso día soleado con poco viento y algunas nubes bajas que contrastaban con un cielo azul intenso. La temperatura al sol era bastante agradable. Pero sin duda, lo más impresionante era la belleza del paisaje, con la inmensidad del mar de frente, y en los laterales las olas chocando contra las rocas de los acantilados, o rompiendo a lo lejos en las diversas playas que desde allí se divisan. El olor a mar era intenso y desde ese alto promontorio se podían observar a varias gaviotas planeando e incluso algún que otro alcatraz adulto raseando las olas en plena migración tardía. 




Con cierta frecuencia también se podían divisar el paso de pequeñas y coloridas embarcaciones de pescadores de bajura, que iban dejando estelas de color blanquecino que rompían la uniformidad del color verde azulado del mar.




Como podréis comprender, ya solo con todas esas circunstancias, merecía la pena acercarse a ese precioso lugar a pasar la mañana aunque no pudiera ver al Halcón peregrino.




Pero mi experiencia en esto del pajareo es que, al igual que hay veces que no te comes una rosca, otras parece que los astros confluyen de tal manera que te llega a parecer increíble la suerte que te acompaña. Digo esto porque nada más llegar a la punta más septentrional de ese acantilado, para sentarme tranquilamente a divisar el paisaje antes descrito, veo que a no más de unos 3-4 m de mi posición está posado un precioso ejemplar de Halcón peregrino, justo al borde del precipicio.




Se trataba, como podéis contemplar en las fotografías, de un ejemplar adulto que a pesar de mi proximidad, no se inmuto y permaneció en su atalaya observando el bonito panorama que tenía a su alrededor. 




Es relativamente frecuente encontrar a algún Halcón peregrino pasando gran parte del día posado en rocas o en ramas de árboles secos, no lejos del lugar donde van a anidar y adoptando una curiosa postura sosteniéndose sobre una pata y con la otra medio recogida o totalmente oculta en el plumaje. En esta situación permanecen en situación de alerta, pero inmóviles durante largos periodos de tiempo, únicamente se limitan a realizar giros con la cabeza mirando inquisitivamente cualquier cosa que les llame la atención o se mueva, aunque sea de forma imperceptible. 




Lo increíble, al menos para mí, es que me aceptara como cualquier cosa, a pesar de mi proximidad y estando a un nivel un poco superior a él. El caso es que, con el mayor sigilo posible, yo me senté en el suelo rocoso y tras preparar la cámara de fotos, comencé a fotografiarle a placer pensando que esa situación tan privilegiada, no podría durar mucho.




Casi, casi, no me atrevía ni a pestañear, ni siquiera a mover la cabeza para quitar la vista del visor de la cámara, mientras contemplaba a ese prodigio de la naturaleza que horas antes había estado observando bien cerca, alimentándose de una paloma.




Los minutos iban transcurriendo poco a poco y a mí me dio por imaginarme como era la vida de ese bello animal que tenía al lado. Una vida corta que según tengo entendido puede alcanzar hasta los 12 años en casos excepcionales, pero que normalmente el promedio de vida de los halcones sexualmente maduros no supera los 2-3 años.




Eso sí, una vida en la cima de la pirámide de la cadena trófica, en la que prácticamente no tiene más enemigo en la naturaleza que el propio hombre o a lo sumo el Búho real, el Águila real o el Águila-azor perdicera, que suelen compartir hábitat con él, pero no en las latitudes donde se encuentra este.




Los halcones una vez que se hacen jóvenes, abandonan el territorio paterno y buscan otro que no esté muy lejos de su lugar de nacimiento y que no esté dominado por otros congéneres. La distancia media de dispersión se ha estimado en unos 63 km, con lo cual es muy posible que el joven protagonista de la entrada anterior, estuviera emparentado con este ejemplar adulto, dada la proximidad de sus territorios. 




En la Península Ibérica el Halcón peregrino es sedentario, aunque los halcones que se reproducen en zonas del norte de Europa emigran hacia el Sur, siguiendo con preferencia una tendencia al Sudoeste.




Una vez que ha encontrado un territorio adecuado en el que tenga una buena disponibilidad de alimento, se establece en la zona y su vida independiente consistirá en revisar varias veces al día su dominio para evitar la entrada de otros intrusos y buscar las presas idóneas que le aporten el alimento diario suficiente. 




En el caso que nos ocupa, al estar ubicado en un hábitat eminentemente costero, sus presas ya no serán tanto las palomas domésticas, como en el caso del joven protagonista de la entrada anterior, sino fundamentalmente las gaviotas, o las limícolas, anátidas o paseriformes que se encuentran en migración y que abundan por esa zona.




Pero claro, para poder llevar a cabo esa caza diaria de esas presas es fundamental mantener en óptimas condiciones esa “maquinaria” casi perfecta de la que está dotada esta espectacular y bella especie. 




A todo esto, según seguía imaginándome como sería la vida de ese Halcón peregrino que descansaba tan cerca de mí, el protagonista de esta entrada comenzó poco a poco a realizar lo que a mí me ha gustado denominar “tareas de limpieza y mantenimiento” de esa magnífica maquinaria con que le ha dotado la naturaleza y que no nos olvidemos es capaz de alcanzar velocidades en el vuelo de caza de 200 a 300 km por hora, e incluso llegar por momentos a velocidades de más de 400 km por hora, como se ha podido comprobar recientemente empleando métodos de medición más modernos. Tiene el récord de velocidad en el reino animal.




Tuve el placer de permanecer cerca de él durante más de una hora, mientras realizaba sus rutinas de “limpieza y mantenimiento” y a lo largo de ese tiempo me fue enseñando todas y cada una de las maniobras en que consistían esas rutinas. A todo esto, yo permanecía inmóvil, observando cada movimiento a través del visor de mí cámara y disparando fotos como si no hubiera un mañana.




A lo largo de toda esta larga sesión fotográfica, pude descubrir un montón de distintas facetas de una belleza, que a mí particularmente, me parecían espectaculares y que me recordaba a las sesiones fotográficas a las que con frecuencia se tienen que someter l@s modelos de belleza o l@s artistas de cine. 




Lo que al principio parecía un ave que permanecía prácticamente inmóvil, realizando tan solo ligeros giros de la cabeza para controlar con la impresionante agudeza visual con la que está dotado (de ahí lo del famoso “ojo de halcón” utilizado en el deporte), cualquier movimiento de un pequeño animal por lejos que esté, poco a poco y no sin echar una buena dosis de paciencia, fue iniciando una serie de posturas y maniobras que me hicieron disfrutar de lo lindo observándolas y pudiéndolas fotografiar tan de cerca. 




Una vez que me tenía perfectamente controlado, clavando sus ojos en mi persona de una manera que llega casi, casi a intimidar, y que se diera cuenta de que no suponía un peligro para él, comenzó con las maniobras de ejercicio de pico. 




Para ello, abría y cerraba el pico como si estuviese bostezando, tal vez para enseñarme con detalle su estructura corta y curvada hacia abajo, con forma de gancho y de color negro azulado en su extremo y algo más claro en su base. En él pude observar con claridad el denominado “diente de halcón” que consiste en un saliente ubicado en la parte inferior de la mandíbula superior y que les sirve para rematar a sus presas, ya que les facilita la acción de romperles la columna vertebral en la zona del cuello.




En otro momento determinado, esa apertura del pico y la elevación del cuello, me hizo recordar el aullido de un lobo. 




También tuvo la deferencia mostrarme el interior de su boca hasta lo más profundo de su garganta. En ese momento me imagine la última visión que tendrían sus víctimas antes de ser en devoradas.




Un poco más tarde se inició en una larga rutina de lo que he querido denominar como “estiramientos de cuello”. Hacia un lado, hacia el otro.



Después, hacía delante y hacía atrás.



Forzando la torsión hasta adoptar posturas casi imposibles.



Llegando a torsionar el cuerpo completo, hasta casi formar una pelota con plumas. ¡Todo un contorsionista!



Y es que mantener unos músculos, tendones y ligamentos elásticos es fundamental para un ave de estas características.



Tras esa primera sesión de estiramientos, procede la realización de un primer ahuecamiento general de plumas, que deje penetrar bien la brisa marina, e incluso soltar alguna pelusilla desprendida o algún resto de polvo o impureza adquirida en los vuelos.




Llegaba a adoptar unas posturas inclinadas hacia delante con todas las plumas ahuecadas que impresionaba bastante, sobre todo cuando recuerdas lo estilizado de la figura que adopta con las alas casi o totalmente plegadas junto al cuerpo, en sus vuelos en picado, tal y como si fuera un auténtico proyectil.




Nada que ver esas posturas tan aerodinámicas con estas otras posturas, que a mí particularmente, me parecieron espectaculares y que una vez más ponía de manifiesto la gran belleza de esta ave. 




Como podréis ir comprendiendo, mi situación ante semejante espectáculo y a una distancia tan corta, era la de no creerme lo que estaba viendo y además tener la suerte de poder fotografiarlo a placer. 




Momentos después llegó la hora de ejercitar con las plumas de la cola, desplegando y plegando sus plumas para verificar su correcto funcionamiento dado el papel tan importante que desempeñas como auténtico timón de vuelo o para frenar las caídas en picado antes de impactar sobre sus presas.




A continuación el despliegue y estiramiento de las partes más importantes de esta impresionante aeronave, me estoy refiriendo obviamente, a sus largas y puntiagudas alas que le permitirán realizar un vuelo ágil, potente y muy característico, alternando rápidos aleteos y largos planeos. 




Primero la izquierda.




Después la derecha.




Y para finalizar, el despliegue de las dos alas a la vez, ejercitando los movimientos de vuelo.




De nuevo una nueva sesión de ahuecamiento general de plumas para soltar tensiones.




Tan sólo le quedaba para finalizar las revisiones de todas las partes de su anatomía, el comprobar el buen funcionamiento de sus patas, realizando elevaciones de las mismas. Primero una, y luego la otra.




En esta exhaustiva revisión no podía faltar la revisión del estado de sus impresionantes garras con las que tendrá que dar el golpe maestro a sus presas.




A continuación inició un periodo de reposo en el que aprovecho, para de vez en cuando, lanzarme su penetrante mirada a modo de rayos láser, como queriéndome decir que me estaba controlando. Brutales, esas miradas.




En el largo periodo de reposo, en el que de vez en cuando se daba un baño de sol, se encontraba tan a gusto y relajado que incluso se permitió echarse un sueñecito recuperador.



Tras ese merecido descanso, comenzó la segunda fase del mantenimiento que se centró en la minuciosa limpieza de las plumas de cada una de las partes de su anatomía. Empezamos por una minuciosa revisión y limpieza de la zona caudal, lo cual comportaba la adopción de unas posturas bastante complicadillas si se quiere llegar a todas las zonas más distales.




Lógicamente, al ser la zona más íntima y contaminada, requiere un detallado y minucioso repaso de cada una de sus plumas.




Pero si hay un elemento clave del buen funcionamiento y comportamiento en vuelo, esas son las alas.




Fundamental repasar cada pluma, tanto de los “flaps” como de los “slats”, la buena maniobrabilidad depende de ellos.




Hay que realizar una completa limpieza tanto del exterior, como del interior de las alas.




No nos podemos olvidar de la zona de las escapulares para tener una buena aerodinámica en los picados con las alas plegadas sobre el cuerpo.




El plumón de los flancos, de la zona pectoral y de la garganta, también merece un buen repaso, si lo que queremos es vernos guapos y encontrar pareja cuando llegue el momento.




Lo que pasa, es que no es nada fácil acceder a la zona de la garganta y tenemos que adoptar unas posturas de lo más estirado.




Para ir terminando, importante repaso a la zona del vientre. 




Y un repaso fundamental del buen estado de las garras, como si fuera a la manicura.




Y ya que hemos comprobado el buen estado de las garras, no viene mal para acabar esta completísima sesión, darse una buena ración de rascado general.




Y como no, terminar adoptando unas cuantas y trabajadas poses para que mi persistente observador compruebe lo guapísimo que he quedado tras esta amplia sesión de limpieza y mantenimiento.




Actuaba como si estuviese delante de un espejo y le gustase observarse adoptando posturitas y sacando pecho.




Bueno, bromas aparte, comentar la maravillosa sesión que pude disfrutar esa mañana con esta prodigiosa y preciosa ave y que tardaré bastante tiempo en olvidarme de ella.




Tras mi prolongada estancia en la zona en tan buena compañía, pensé que al levantarme para marchar, iba a ser inevitable que el halcón se levantara de su atalaya y alzara el vuelo, pero mi sorpresa fue que ni se inmuto y permaneció impasible en el mismo lugar.




Ya cuando me marchaba de la zona y estaba a unos cuentos metros más distante, quise comprobar si se había movido y mi sorpresa fue que seguía allí y que dirigiendo una vez más, su penetrante mirada hacia mí, inicio un buen número de sonidos guturales característicos, que a mí me parecieron una especie de despedida sonora y que me llegó a impresionar (se puede apreciar en las fotos como articula el sonido, semi abriendo el pico).




Pero la traca final vino un poco después, cuando ya estaba bastante distante de la zona y discurría caminando por un estrecho sendero por el que se accede al acantilado, pude entonces ver como a muy escasos metros me hacía dos o tres pasadas en vuelo circular sobre mi cabeza.




Fue todo un espectáculo, verle tan cerca sobrevolándome y permitiéndome sacarle alguna foto testimonial en la que se puede apreciar una vez más toda su belleza y poderío.




Tras esa emotiva despedida que culminaba todos los deseos y expectativas que me había marcado, el halcón se marchó de la zona dejándome un tanto pasmado por esa espectacular despedida.




¡Hasta la próxima amigo!


4 comentarios:

  1. Impresionantes fotografías de una de mis aves favoritas!!!
    Se ve que lo disfrutaste un montón.
    Enhorabuena!

    Un Saludo desde León

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  2. Gracias "maestro". No me extraña nada de qué sea una de tus aves favoritas, es un autentico prodigio de la naturaleza y permanecer a su lado, tan cerca y pudiéndole fotografiar a placer, es toda una experiencia. Como tú bien sabes, el mérito no es mío, sino de la belleza del ave. Saludos.

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  3. Menudo "book" que le hiciste a esta estrella de los cielos.
    Me ha impresionado los colores tan bonitos que has sacado.
    De mayor quiero hacer fotos así de buenas, jeje
    Un saludo

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    1. Gracias amigo. El merito es de la belleza de la propia ave, todo un prodigio de la naturaleza y un privilegio haber podido estar a su lado y poderle fotografiar a placer. Saludos.

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