A lo largo de esta extraña y
atípica temporada otoñal, en la que lamentablemente estamos comprobando una
notable disminución de aves limícolas en nuestras costas, he tenido la
oportunidad de realizar un amplio reportaje fotográfico a una de estas escasas
aves que de momento he podido observar en una de nuestras playas asturianas
(Bañugues).
No por el hecho de que se trate
del archibebe más abundante de los cuatro que habitualmente podemos ver en
nuestros litorales (A. común, A. oscuro, A. claro y A. fino) deja de ser, desde
mi punto de vista, un ave zancuda con una belleza y elegancia muy particular de
la que he tenido la fortuna de poder disfrutar a corta distancia.
Y es que, a esa especial belleza
y elegancia se le añadía un entorno maravilloso como es la parte del pedrero de
esta playa, en la se combinan el color oscuro de sus antiguas rocas y las
pequeñas charcas que se forman entre ellas y que le proporcionan unos brillos y
reflejos que cualquier aficionado a la fotografía sabe valorar.
Como muchos ya sabéis, el Archibebe
común es un ave de carácter tímido y un tanto huidizo, por lo que tras
avistarle entre el pedrero, realice una larga y paciente espera, guardando una
distancia considerable con el ave para que cogiera confianza y no se sintiera
inseguro.
Una vez conseguida su confianza,
yo era consciente de que la inexorable subida de la marea haría que fuera la
propia ave la que se aproximara a mi posición, y fue entonces cuando pude disfrutar de lo lindo viendo sus
evoluciones, yendo de un lado para otro buscando algún alimento que echarse al
pico.
Su forma de alimentarse es muy
característica siguiendo la línea de la orilla siempre al mismo ritmo, picando
en el limo, bien en la superficie o clavando el pico en el mismo fango a una
pequeña profundidad.
Cuando en ocasiones encontraba
ese ansiado alimento, la tarea no le resultaba nada fácil, ya que sus capturas
no estaban por la labor de dejarse deglutir, con lo cual la lucha se prolongaba
durante un buen rato.
Con tanto trabajo de ir y venir
de un lado para otro, subiendo y bajando rocas y rebuscando alimento por todas
las esquinas, resultaba muy gratificante verle echar un sueñecito recuperador.
También en todo ese ir y venir
pude ir observando, y en muchos casos fotografiando, las múltiples variaciones
que de su aspecto fue realizando para adaptarse a cada situación concreta y que
pasaba por tener un aspecto súper estilizado, estirando el cuello a tope, a
otro mucho más recogido, o hasta rechoncho diría yo, que en ocasiones adoptaba.
Qué decir de sus conspicuas y
largas patas que resaltaban de una sorprendente manera con el fondo oscuro del
pedrero, o con los brillos del agua e incluso con los tonos suaves de la arena
de la playa y que en ocasiones adoptaban unas posturas propias de un modelo de
revista.
Tal como decía en el título de
esta entrada, es de reseñar que aparte de ser el archibebe más común o abundante
en España, el Archibebe común es el único que se reproduce en ella, aunque eso sí, en escaso
número.
El Archibebe común pertenece al
grupo de las “Charadriiformes”, familia “Scolopacidae” y género “Tringa”. Se
trata de un ave limícola de tamaño mediano, con un parecido importante con el
Archibebe oscuro “Tringa erythropus” pero con un aspecto menos estilizado que
le proporciona sus patas y pico más cortos que aquel. Tienen un tamaño de entre
24-27 cm de longitud y una envergadura de entre 47-53 cm. Su peso puede llegar
a los 170 gr. No hay dimorfismo sexual en esta especie. Se reconocen varias
subespecies, pero en la Península y Baleares cría la subespecie “A. totanus”.
Como en otras especies de este
género, a la hora de describir los rasgos característicos de esta limícola
tenemos que distinguir claramente dos tipos de plumaje; el de otoño-invierno y
el más llamativo de primavera-verano o nupcial.
En ambos tipos de plumaje podemos
apreciar que tienen el dorso pardusco oscuro, con un abundante moteado grisáceo
que en verano se convierte en más negro lo que le hace contrastar más.
El obispillo tiene forma
puntiaguda (de cuña) y siempre es blanco, como podemos observar cuando les
vemos volar. En el caso del Archibebe oscuro, esta mancha blanca tiene forma ovalada, como
de “cigarro puro”.
Presentan los laterales del
cuello, los flancos y el pecho muy listados de un color pardo más oscuro.
Las partes inferiores son de color blanco sucio con una cantidad variable de moteado y barreado marrones.
Un rasgo muy característico de
esta especie y que sirve para diferenciarla de su congénere el Archibebe
oscuro, es que presentan una ancha banda blanca en la zona posterior de las
alas y que es especialmente visible cuando las extienden.
Tienen la cara con un número
variable de manchas y rayas de color pardo oscuro y en ella destaca una brida
gruesa de color negruzco que va desde el pico hasta la parte anterior del ojo.
También destacan en la cara sus
grandes ojos y con el iris color marrón muy oscuro y que están bordeados con un
marcado anillo peri ocular blanco.
Su pico es largo (más corto que
el del Archibebe oscuro), delgado y recto. Es de color rojo naranjado en la mitad anterior y
negro en la mitad distal. En el Archibebe oscuro solo es de color rojizo la primera
mitad de la mandíbula inferior.
La cola es corta, estrecha y en
ella destacan unas franjas horizontales grises sobre el fondo que es de color
blanco. En vuelo puede apreciarse que los dedos de las patas sobresalen solo un
poco (mucho más en el Archibebe oscuro).
Las patas son largas (más cortas
que las del Archibebe oscuro) y son de un color rojo naranjado que se intensifica
(más brillante) en la época estival.
Durante la temporada de otoño-invierno
presentan en general unas tonalidades más claras y uniformes que las que lucen
en primavera-verano, predominando más los tonos grisáceos y con menos presencia
del barrado en sus partes superiores y pecho. También en esta época tienen más
blanquecinas sus partes inferiores.
Por su parte, los individuos
jóvenes tienen las plumas de las partes superiores más oscuras que las de los
adultos y con un punteado blanco en sus bordes. El cuello y el pecho es marrón con
un barrado oscuro. El color de sus patas es anaranjado amarillento y el pico de
un color rojo mucho más apagado. Ambos
aspectos pueden llevar a crear confusiones con otras especies.
Tienen un carácter social mezclándose
con frecuencia con otros limícolas, llegando a formar en ocasiones bandos considerables.
Ese carácter social se pierde durante la época de cría, en que las parejas
prefieren anidar por separado.
Su reclamo es inconfundible y consiste
en un típico “tiu-tiu”, en tono alto y muy melancólico. La llamada de alarma
consiste en un repetitivo “caiip-caiip-caiip”. Es frecuente verles emitir su
canto en vuelo, un "tül- tül-tül-tül-tuliiu-tuliiu-tuliiu" y un
"liio-liio-liio" sonoro y musical.
El vuelo es fuerte y bastante
errático, normalmente no alejándose mucho del lugar. Cuando le vemos volar, se
puede apreciar muy claramente la cola rayada transversalmente de blanco y gris
y el obispillo o rabadilla blanca es muy notoria, lo mismo que el color blanco
de la mitad posterior de las alas.
El Archibebe común tiene una
distribución paleártica, criando en Eurasia desde Islandia, Islas Británicas,
Escandinavia y Europa central y hacia el Este por Rusia y Siberia. También cría
en algunos puntos de la Francia atlántica y mediterránea y en Italia.
En nuestro país son residentes
habituales y durante los pasos migratorios (marzo-mayo y julio-octubre) su
número se amplía debido a la llegada de algunos ejemplares europeos sobre todo
en la costa atlántica andaluza (bahía de Cádiz) y el Mediterráneo (delta del
Ebro). A nuestro territorio acuden además, individuos invernantes de toda
Europa occidental.
En España existen núcleos de reproducción
en Andalucía occidental, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, el
sureste ibérico, las islas Baleares y, ocasionalmente, Aragón, Galicia y
Extremadura.
El hábitat preferido del
Archibebe común son las aguas costeras, saladares, humedales interiores,
lagunas y marismas.
Su dieta se compone habitualmente
de pequeños invertebrados que recogen, bien de la superficie del agua o calando
el pico en el fango y entre sus presas favoritas figuran los gusanos de arena y
fango, lombrices, moluscos, insectos, crustáceos (pequeños cangrejillos) y ocasionalmente
de alguna materia vegetal.
Estos limícolas aparentemente
detectan su presa por la vista, pero a veces meten el pico entreabierto en el
limo, por lo que parece que también el tacto tiene su influencia a la hora de
comer.
Su periodo reproductivo abarca
los meses de abril a finales de junio. Su nido lo excavan en alguna pequeña
depresión en el suelo, entre la vegetación de poca altura y lo recubren con
hierba seca. Lo acostumbran a situar en terrenos húmedos próximos a ríos,
lagunas y marismas.
La puesta se compone normalmente
3-5 huevos y la incubación viene a durar unos 25 días aproximadamente. Las
crías son nidífugas, a las pocas horas de nacer abandonan el nido.
Las principales amenazas para
esta especie la constituyen la pérdida y transformación de sus hábitats como
consecuencia de la intensificación agrícola, la roturación de pastizales perimarismeños
(delta del Ebro y las marismas del Guadalquivir) y el abandono de salinas
tradicionales.
También hay que tener en cuenta
la posible depredación por parte de gatos, perros, ratas y gaviotas, así como
las molestias sufridas durante la reproducción. La especie está incluida en el
Libro Rojo de las aves de España como “Vulnerable”, y está incluida en el
Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial.
Magnífico reportaje. Siempre aprendo un montón con todos los que haces
ResponderEliminar