Un día soleado de la semana
pasada en el que predominaba un claro viento del este, cuando recorría la Playa
de Bañugues (Gozón-Principado de Asturias) en busca de algún ave limícola a la
que poder fotografiar, tuve un inesperado encuentro que en mis múltiples
visitas a esta playa nunca había observado allí. Se trataba de un ejemplar de
primer invierno (o joven) de Alcatraz atlántico (“Morus bassanus”).
Tras estar observando y
fotografiando las evoluciones de varios chorlitejos grandes y de dos correlimos
menudos que correteaban por las pequeñas parcelas de arena que se forman entre
la zona de roquedo, y las evoluciones de otra pareja de andarrios chicos y de
un Archibebe común, que se desplazaban subiendo y bajando de roca en roca en
busca de alimento, pude observar algo que se movía entre las rocas y que me
llamó poderosamente la atención.
Me encontraba situado a
bastante distancia y en principio a simple vista (sin usar los prismáticos), debido
a que estaba medio escondido y a su coloración bastante oscura, pensé que
podría tratarse de un ejemplar joven de una gaviota grande (G. patiamarilla o G.
sombría) que abundan por la zona y que con frecuencia se sitúan entre las rocas
a descansar.
Al poco tiempo de haberlo
visto, desapareció y según me fui aproximando a la zona vi aparecer detrás de
una roca su redonda cabeza con un largo y potente pico y unos llamativos ojos
de color gris azulado. No cabía duda, se trataba de un ejemplar del primer año (o
joven) de Alcatraz atlántico, con su característico color chocolate muy oscuro
y sin apenas contrastes, en el que se podía apreciar un moteado blanquecino generalizado
muy guapo.
La marea seguía subiendo y
ante la presencia próxima de un par de buscadores de cebo entre las rocas, el
Alcatraz en vez de intentar alzar el vuelo hacia el agua, para mi sorpresa, comenzó a desplazarse entre las rocas de una forma un tanto torpe, dado
lo agreste de la zona y su gran envergadura.
Esos torpes y dificultosos
movimientos entre las rocas, así como la extrañeza de haberse posado en una
zona tan agreste, me hizo inmediatamente pensar en la posibilidad de que
estuviera herido o atrapado por algún sedal de pesca, red o plástico, cosa que
lamentablemente ocurre con cierta frecuencia en esta y otras especies.
Tras estar observándo sus
evoluciones durante un buen rato y examinar detenidamente su anatomía y los
movimientos que cada poco hacía, llegue a la conclusión de que afortunadamente,
parecía estar sano.
Como se puede apreciar en
las fotografías, sus largas alas se desplegaban totalmente y de forma
simétrica, realizando frecuentes aleteos. Tampoco le encontré en ninguna parte
de su anatomía, heridas o elementos extraños, tipo sedal, red o plástico... que pudieran dificultar sus normales movimientos.
Hay que tener en cuenta que
el Alcatraz atlántico tiene unas alas largas y estrechas que están insertadas
muy adelante en el cuerpo, lo que les permite utilizar con eficiencia las
corrientes de aire para volar, pero que sin embargo, las tienen relativamente
poco desarrolladas en comparación con otras aves. En otras aves el peso de sus
alas representa alrededor de un 20% del peso total y en los alcatraces no
supera el 13%. Debido a esta circunstancia, los alcatraces precisan un
calentamiento previo para poder comenzar a volar.
Además la posición retrasada
en el cuerpo de sus cortas y palmeadas patas, les hacen caminar con dificultad
(tipo pato), por lo que no pueden coger carrerilla y echar a volar desde un
lugar llano.
Normalmente cuando se
encuentran posados en el agua, para reiniciar el vuelo, se giran hasta situar
su cara al viento y así, tras realizar unos potentes aleteos, conseguir levantar
el vuelo.
De lo que si son verdaderos
maestros es la de saber planear y aprovechar al máximo las corrientes de aire
llegando incluso, en situaciones de poco viento, a aprovechar mientras vuelan, el
viento producido por la parte anterior de las olas, de ahí que en sus
desplazamientos migratorios los veamos desplazarse prácticamente rozando con
sus alas la superficie marina situada entre olas. A este respecto os recomiendo
que visitéis la entrada que dedique a la migración de esta especie (enlace) en
la que pueden apreciar ese y otros aspectos (picados y zambullidas para pescar,
despegues desde el agua, diversos ejemplares de diversas edades en vuelo…).
La presencia de alcatraces
en estuarios o zonas costeras, acostumbra a producirse cuando en sus
desplazamientos migratorios, se encuentran con algún temporal marítimo importante
que se acompañe con fuertes rachas de viento, ambiente frío y un mal estado de
la mar. Este hecho lo pude constatar en enero del año pasado y le que dedique
una entrada a mi blog (enlace) en el que pude plasmar el disfrute que supuso
ver de cerca a varios alcatraces de diferentes edades, evolucionar (alimentándose,
posados, en vuelo…) dentro del puerto de El Musel (Gijón).
Pero esa no era la situación
del otro día (no hubo temporal), lo cual me hizo pensar que el posible motivo que
ocasionara la parada en tierra de este joven alcatraz, pudiera haber sido
justamente el contrario, es decir, la presencia de viento flojo del este y olas
relativamente altas que, junto con su inexperiencia y la necesidad de realizar
un descanso y una reposición de fuerzas, le hiciera desplazarse a tierra y
quedar a la espera de la mejora de las condiciones climáticas que favorecieran el
reiniciar el vuelo para poder continuar su espectacular viaje.
Lo que no es infrecuente, es
que al tomar tierra en lugares abruptos como el que nos ocupa, se puedan
producir heridas en las patas, ya que sus estrechas alas no les permiten realizar
buenas maniobras de giro, teniéndose que ayudar con las patas y la cola para conseguir
una maniobra correcta. Pero, afortunadamente, tras poderle revisar
detenidamente las patas, no parecía que fuera el caso. Por
el contrario, en el agua se posan con una sumergida plana. Pocas veces lo hacen
extendiendo las patas hacia adelante, como los pelícanos o los cormoranes.
Con lo cual tan solo le
quedaba para reiniciar su viaje, la difícil tarea de salir del enjambre de
rocas que le rodeaban, y así para poder llegar a la zona donde rompían las olas
donde poder alzar de nuevo el vuelo.
Poco a poco se fue
aproximando al agua, mientras no cesaba de realizar fuertes movimientos de sus
alas, como si de calentar motores se tratara, lo cual me permitió poder
observar de cerca su bella anatomía de la que me llamó poderosamente la
atención la detallada estructura interna de sus alas, con un plumón muy denso y
el solapamiento muy apretado de las plumas.
Los ejemplares adultos de
Alcatraz atlántico vienen a tener un peso de entre 3 y 4 kilos. El cuerpo mide
entre 87 y 100 cm de longitud y tienen una envergadura de alas de 165 a 180 cm.
Las alas, largas y estrechas, miden entre 47 y 53 cm y el pico de 9 a 11
(medido desde la cabeza).
Ni que decir tiene que el poder
retratar sus grandes y llamativos ojos fue uno de mis principales objetivos. Como
podéis ver en las fotos, tienen el iris de un llamativo color azul claro con
tintes gris claro, rodeado por un fino anillo negro y están dirigidos hacia
adelante.
Los cuatro dedos de las
patas están unidos por una membrana natatoria (forma esteganópoda), al
contrario que el resto de las aves acuáticas que sólo suelen tener los tres delanteros. El dedo posterior es fuerte
y vuelto cara dentro, lo que les permite agarrarse con seguridad en los cantiles
verticales.
Una vez que consiguió, no
sin dificultades, abandonar la zona de rocas y llegar a la línea del mar donde rompían
pequeñas olas, comenzó a realizar fuertes aleteos, que me hicieron pensar en
que su despegue sería inmediato.
Para mi sorpresa, tan solo se limitó a dejarse flotar y nadar contra corriente, sobrepasando transversalmente las pequeñas olas que llegaban, como si de un surfista con su tabla se tratara. Se fue adentrando poco a poco mar adentro hasta que se unió a un pequeño bando de gaviotas que parecían permanecer ancladas en el horizonte marino y donde ya le perdí de vista.
Para mi sorpresa, tan solo se limitó a dejarse flotar y nadar contra corriente, sobrepasando transversalmente las pequeñas olas que llegaban, como si de un surfista con su tabla se tratara. Se fue adentrando poco a poco mar adentro hasta que se unió a un pequeño bando de gaviotas que parecían permanecer ancladas en el horizonte marino y donde ya le perdí de vista.
El Alcatraz atlántico es una
especie de ave suliforme de la familia “Sulidae”
propia del Atlántico norte y el Mediterráneo. Son aves pelágicas que sólo se
acercan a tierra para reproducirse, anidar y cuidar a sus crías. Cría en
colonias de hasta 32.000 parejas (isla Bonaventure, en la costa sur de Quebec)
en ambas orillas del Atlántico norte y realiza migraciones estacionales.
En nuestro país no nidifica,
pero es una de las aves marinas más abundantes en migración por las costas
atlánticas, pudiéndose observar mejor en los cabos más salientes de las costas
cantábricas y atlánticas.
En España el paso posnupcial,
se produce (con alguna excepción) desde mediados del mes de agosto hasta
finales de noviembre, siendo en octubre cuando podemos ver el mayor número de
aves en paso por nuestras costas.
Al principio del periodo migratorio
posnupcial, desde agosto y hasta la mitad de septiembre, es habitual que la
mayoría de los ejemplares en paso por nuestras costas, sean los alcatraces jóvenes
del año acompañados de escasos ejemplares inmaduros y adultos.
Más tarde, en octubre es cuando podemos ver que la mayoría de los ejemplares en paso son adultos. Acostumbran a acercarse más a la costa cuanto peor o más duro es el tiempo atmosférico y más concretamente en función de los temporales del noroeste o de los marítimos. En Asturias los días en los que se pueden ver cifras más altas de ejemplares en paso, son los que trascurren con vientos que vienen del Oeste o del Noroeste.
Más tarde, en octubre es cuando podemos ver que la mayoría de los ejemplares en paso son adultos. Acostumbran a acercarse más a la costa cuanto peor o más duro es el tiempo atmosférico y más concretamente en función de los temporales del noroeste o de los marítimos. En Asturias los días en los que se pueden ver cifras más altas de ejemplares en paso, son los que trascurren con vientos que vienen del Oeste o del Noroeste.
La playa de Bañugues, junto
con el Cabo Peñas, la Punta de la Vaca en Luanco y la zona costera del Área
recreativa de Moniello (Gozón), son sin duda las tres zonas más interesantes de
la zona central de Asturias para la observación de aves migratorias.
Es una playa de fácil
acceso, con aguas bastante tranquilas y de unos 400 metros de ancho en el que
se alternan extensas zonas de arena en la que abundan restos de algas, con múltiples
afloramientos rocosos entre los que se forman cuando bajan las mareas, pequeñas
zonas de arena y charcas de agua que tanto gustan recorrer a las aves
limícolas.
Cuenta también esta
privilegiada playa con otro elemento que hace las delicias de muchas aves
limícolas, así como de gaviotas y hasta de un buen grupo de ánades reales
residentes fijos de la zona. Me estoy refiriendo a la desembocadura en sus
doradas arenas de un pequeño arroyo (Arroyo de Llantada) que se bifurca en
pequeños regatos antes de su llegada al mar y que habitualmente utilizan esas
aves para beber, alimentarse y darse unos buenos baños de agua dulce, que les
permiten desalinizar su plumaje y así mantenerlo en perfectas condiciones para
poder seguir sus largos periplos migratorios.
Todos estos aspectos hacen
de esta playa un lugar idóneo para la observación de aves, aunque como suele
ser habitual, no deja de tener inconvenientes para ese fin como es la frecuente
presencia de perros sueltos, deportistas, recolectores de algas y de cebos para
la pesca y hasta de algún que otro jinete que gusta de practicar en esa zona.
El Alcatraz atlántico está
catalogado en la Lista Roja de la UICN como una especie bajo preocupación
menor, por considerar que tiene un área de distribución muy amplia, alejada de
los parámetros establecidos para la catalogación como vulnerable, y que el
número de individuos es suficientemente amplio y la tendencia demográfica
parece aumentar. En España está incluido en el Listado de Especies Silvestres
en Régimen de Protección Especial.
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