sábado, 16 de septiembre de 2017

El más grande de nuestros zorzales. Zorzal charlo. “Turdus viscivorus”. Malvís berizu.

De los cuatro zorzales que habitualmente podemos observar en nuestro país: Zorzal común, Zorzal alirrojo, Zorzal real y Zorzal charlo, en esta entrada voy a tratar de éste último, que es el de mayor tamaño de los cuatro y que podemos observar con cierta facilidad dada su amplia distribución en nuestro país.



Es el más grande, alargado y esbelto de los cuatro, ya que a diferencia del resto, cuando le vemos posado en el suelo, como suele ser habitual, acostumbra a permanecer en una posición erguida, con la cabeza levantada y la cola hacia abajo, tocando a menudo el suelo, lo mismo que las alas que también entreabre y deja colgando. 



Esta característica de su particular pose erguida, a menudo constituye un aspecto importante a la hora de diferenciarle a distancia del Zorzal común, con el que guarda un mayor parecido. Las otras diferencias principales con el Zorzal común, lo constituyen su corpulencia, el color más pálido y la forma y distribución de sus abundantes motas en la zona del pecho.



Es un ave paseriforme perteneciente a la familia “Turdidae”, género “Turdus” que vienen a medir unos 30 cm de longitud, con una envergadura de aproximadamente 47 cm y un peso de unos 120 gr. Se estima que su longevidad puede alcanzar los 10 años. En esta especie no se aprecia un dimorfismo sexual.



Antes de continuar con su descripción anatómica, no quiero dejar de comentar que su denominación científica “Turdus viscivorus” proviene del término latino “viscivorus” (comedor de “viscum”) que viene a significar algo así como, tordo comedor de muérdago ("Viscum album"), ya que el Zorzal charlo es de las pocas especies capaces de alimentarse de la pegajosa baya de esta planta parásita, de la que la mayoría de las aves no se alimenta dada su toxicidad. 



Obviamente, esta característica convierte al Zorzal charlo en el máximo responsable de diseminar, a través de sus excrementos, las semillas del muérdago en las diferentes ramas de los arboles que parasita y facilitar de esa manera, el que pueda nacer un nuevo ejemplar de muérdago.



Por su parte, la denominación común de Zorzal charlo, proviene de su característico grito de alarma, “charr-charrl” que algunos han encontrado un cierto parecido con el emitido por una carraca o una ametralladora, o incluso al sonido que se emite al pasar una pieza de madera sobre las púas de un peine. 



Las partes dorsales son de color pardo grisáceo, con el obispillo más pálido.



Por la parte anterior se puede apreciar que la garganta es blanquecina y está ampliamente moteada con pequeñas líneas negras, mientras que el pecho es de color ocráceo pálido con gran cantidad de grandes motas de color pardo negruzco con forma acuñada o acorazonada invertida y unas manchas grises de forma irregular en los lados del pecho.



Por la parte inferior son de color blanquecino amarillento y también presenta una gran cantidad de grandes motas de color pardo negruzco y forma más o menos redondeada que están distribuidas de manera variable.



Las alas son anchas y redondeadas. Tienen la parte superior de color pardo y la inferior de color blanco en la zona de las axilas, característica ésta que cuando les vemos en vuelo permiten distinguirlo con facilidad de otros zorzales. Las plumas primarias y las secundarias son de color pardo negruzco con los bordes grisáceos blanquecinos.



La cara presenta con un diseño irregular con zonas marrones blanquecinas y grisáceas, así como una mancha de color marrón oscuro con forma de paréntesis en la zona de las auriculares, que delimita una zona vertical más pálida en la mejilla.



El pico es medianamente largo, algo fino pero fuerte, puntiagudo y es de color pardo negruzco, con la base de la mandíbula inferior rosa amarillento.



Los ojos son grandes, con el iris de color pardo y están rodeados por un anillo periocular de color blanquecino.



La cola es larga y de color pardo con la punta de las rectrices externas de color blanco.



Las patas son medianamente largas y tanto ellas como los pies son de color pardo amarillento claro.



Los individuos jóvenes presentan un plumaje más apagado en general y por la parte superior son más pardos, menos grises y tienen motas de color beige, blanco y marrón. Las motas de la parte inferior son más pequeñas que las de los adultos y están ausentes en la zona media de la garganta y el mentón. Tienen puntos blancuzcos en la cabeza.



Su canto habitual acostumbran a emitirlo desde la zona más alta de los árboles y arbustos, más raramente en el suelo. Consiste en una secuencia muy melodiosa que se la ha comprado con la del Mirlo común (“Turdus merula”), aunque menos aflautado y algo más rápido, repetitivo y melancólico. Enlace canto



Habitualmente emite un reclamo a modo de traqueteo seco, bastante estridente, de apariencia mecánica: “zer-r-r-r-r”. La señal de alarma posee las mismas características, pero su secuencia es más rápida y nerviosa tipo “charr-charrl”, de donde toma su nombre vulgar. Enlace reclamo.



Su vuelo es rápido, directo y con ondulaciones largas. Es precisamente en el aire cuando se hace especialmente visible su larga cola con las puntas de las dos rectrices externas de cada lado blancas y la región axilar de color blanco (pardo dorado en el Zorzal común), que permiten distinguirlo con facilidad de otros zorzales.



El Zorzal charlo (“Turdus viscivorus”) está distribuido por casi toda Europa (excepto en Córcega y Cerdeña), Asia y la mitad occidental de Asia (hasta el oeste del Himalaya) y la franja mediterránea del norte de África. La población ibérica es abundante en los bosques de la Cordillera Cantábrica, pero disminuye su densidad notablemente en el resto del país.


En nuestro país tiene una amplia distribución territorial, ya que se extiende por casi todas las áreas boscosas o parcialmente arboladas de la Península, siendo abundante en los bosques de la Cordillera Cantábrica, pero disminuyendo su densidad notablemente en el resto del país, en especial en las regiones más áridas y desarboladas del valle del Ebro, las dos Castillas, el sur de Extremadura, Levante y el valle del Guadalquivir. No cría ni en las Islas Baleares, ni en las Canarias, ni en Ceuta y Melilla, aunque sí aparece en estos lugares (salvo en Canarias) como invernante.


Se trata de una especie residente habitual a la que durante el periodo invernal su número aumenta debido a las aves que llegan procedentes del norte y centro de Europa (principalmente Alemania, Países Bajos) para permanecer en ella durante esta época del año. La migración en otoño ocurre de septiembre a octubre principalmente por la noche, mientras que la migración de la primavera es de abril a mayo, mayormente de día. 



Como mencionaba antes, su hábitat preferido son los ambientes forestales, tanto abiertos como cerrados y en especial los robledales, hayedos y pinares de montaña, así como dehesas de encinares, alcornocales y quejigares, sobre todo si tienen sotobosque y agua en sus inmediaciones. También se les puede encontrar en parques y jardines urbanos. Puede habitar desde áreas situadas al nivel del mar hasta regiones de hasta los 2.000 msnm, pero se reproduce preferentemente por encima de los 1.000 msnm. 



Normalmente permanecen mucho tiempo posados en el suelo donde buscan su alimento y es habitual verlos realizando cortas carreras, parándose a intervalos y ladeando la cabeza para observar y detectar alguna presa con la que alimentarse. Permanecen quietos, completamente inmóviles unos instantes, para a continuación recorrer otro trecho, esta vez en una serie de rápidos saltos.



Su dieta se compone fundamentalmente de insectos y sus larvas, arácnidos, lombrices, caracoles y otros invertebrados que complementan, fundamentalmente durante la época de otoño e invierno, con semillas, frutos silvestres (del Saúco, Tejo, Hiedra, Serbal, Espino, Enebro, etc.), frutas (cerezas, manzanas, ciruelas, higos, peras, etc.) y bayas, especialmente las del muérdago.



En cuanto a su comportamiento, decir que tienen un carácter tímido y escondidizo, pero a pesar de esa timidez son muy agresivos atacando a otros pájaros que compiten con ellos por algún alimento. Durante el otoño e invierno son muy gregarios concentrándose muchos y juntándose a otras especies de zorzales. Por el contrario, antes de la cría se les suele ver en solitario, en parejas o como mucho, en pequeños grupos. 



El periodo de reproducción va desde el mes de febrero al de junio y durante este período se vuelven muy agresivos pudiendo atacar a los pájaros intrusos que se acerquen a la zona de nidificación, o incluso a las personas.



Construyen el nido (sobre todo las hembras) con forma de copa, normalmente en las horquillas de los árboles. Para su elaboración utilizan diversos materiales vegetales como pequeñas ramitas, raicillas, hierbas, musgo, líquenes, plumas, papeles y plásticos y lo refuerzan con barro, luego tapizan el interior con hojas y hierbas.



La puesta se compone habitualmente de 3-5 huevos y pueden llegar a efectuar 2-3 puestas, en la misma temporada. La incubación es llevada a cabo por la hembra y dura dos semanas aproximadamente. Las crías abandonan el nido cuando tienen unos 15 días de edad, aunque siguen siendo alimentadas por ambos progenitores durante unos 14 días más hasta que se independizan.



Inciden negativamente sobre esta especie la pérdida y modificación del hábitat, la expansión urbanística y la intensificación agrícola, ya que suponen una reducción, tanto de sus fuentes de alimento, como de sus lugares de cría. El Zorzal charlo es una especie muy castigada por los cazadores, en especial en el País Vasco.

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