Existen en el mundo un buen puñado de especies de collalbas de las que no voy a hacer mención en este momento, pero en nuestro país tan sólo podemos hablar de tres especies habituales, la C. negra (Oenanthe leucura), la C. gris (Oenanthe oenanthe) y la C. rubia (Oenanthe hispánica), que desde mi punto de vista, es sin duda la más guapa y llamativa de las tres.
Acostumbrado a observar en Asturias cada primavera/verano a la más habitual en esta zona, la Collalba gris, este año he tenido la oportunidad de observar y fotografiar en la Sierra Norte de Madrid a esta bella y confiada collalba que ya se encontraban mudando el plumaje.
La Collalba rubia (Oenanthe hispanica) es una especie de ave paseriforme migratoria de la familia “Muscicapidae”, anteriormente clasificada en la familia “Turdidae” de la que están descritas dos subespecies: la Collalba rubia occidental (O. h. hispánica) propia de Europa Occidental mediterránea y el Magreb, y la Collalba rubia oriental (O. h. melanoleuca), en Europa Oriental mediterránea y Oriente Próximo.
La subespecie hispánica (nominal), se reproduce en nuestro país y se encuentra bien repartida por toda la región mediterránea, pero entre otros sitios que luego veremos, falta en Asturias, de ahí que para mí haya sido un muy entrañable encuentro.
Me pareció una especie mucho más confiada que la Collalba gris y que se exponía mucho más que ella, posando muy a menudo en lo alto de los matorrales, rocas y arbustos que abundaban por la zona e incluso en lo alto de tendidos telefónicos, para desde allí lanzar sus repetidos cantos territoriales.
Como muchos de vosotros ya sabréis, el nombre común de la collalba se debe al color blanco de la cola (“colla” “alba”) y el obispillo que se hacen muy visibles en vuelo, pero que habitualmente permanecen ocultos en reposo. Por su parte el nombre científico (Oenanthe hispánica) tiene un origen curioso: “Oenanthe” viene del griego antiguo “Oen” (vid) y “ante” (flor): es decir, “flor de la vid” haciendo alusión a que estas aves regresan en su migración al mediterráneo cuando las vides florecen.
Se trata de una paseriforme bastante pequeña y más esbelta que su pariente más parecida, la Collalba gris, con la que es fácil confundir sobretodo en el caso de las hembras si las observamos a distancia. Su longitud es de entre los 14-15 cm, con una envergadura que puede llegar a los 27 cm. Su peso puede llegar a los 22 gr. Se estima que su longevidad puede llegar hasta los 5 años. En esta especie existe un claro dimorfismo sexual.
En el caso de los machos en la temporada de primavera verano lucen su plumaje más vistoso (nupcial) con un color ocre claro con tintes rojizos en el dorso, que se convierte en blanco cremoso en la zona del obispillo como comenté anteriormente.
Por la parte inferior también son de color blanquecino (muy blanco visto a distancia) con tintes cremosos que son más intensos (ocráceos) en la zona del pecho.
El píleo y la nuca son del mismo color ocráceo claro que el del dorso.
En cuanto a la cara decir que presentan un antifaz negro que parte de la base del pico e incluye a las auriculares y al ojo en todos los casos. La frente es de color blanco.
En algunos casos, ese antifaz puede llegar a abarcar la zona de la garganta, mientras que en otros esta es de color blanco cremoso como el del resto de las partes inferiores. En base a esto podemos hablar que en esta especie los machos son dimórficos ya que unos tienen la garganta negra, los denominados “variedad gorginegra” y otros tienen la garganta blanca la “variedad gorgiblanca”.
Las alas son anchas, algo redondeadas y al igual que la cara, son de color negro, lo cual produce un gran contraste entre estas y el color blanco del cuerpo, la frente y la cola. En cualquier caso, en esta especie el negro de las alas nunca se llega a fusionar con el negro de la cabeza o garganta.
Su pico es corto, fino, puntiagudo y de color negro.
Tienen el iris de los ojos de color pardo oscuro y están rodeados por un fino anillo periocular de color negruzco.
Como su nombre común indica, una de las principales características de esta especie es su larga cola que como comenté al principio, es de color blanco con una franja terminal de color negro que se ensancha en los laterales y que le da la forma de “T” invertida, ya que el color negro de las rectrices centrales llega hasta la base de la cola, mientras que las rectrices externas son de color blanco.
Las patas y los pies son de color negro.
En el caso de las hembras por la parte superior son de color pardo con tinte rubio con un gran parecido con las hembras de su pariente la Collalba gris (dorso gris azulado).
Las partes inferiores son de color blanco ocráceo.
A diferencia de los machos, en el caso de las hembras, las alas son de color pardo oscuro.
La cola posee el mismo dibujo que la de los machos (de “T” invertida), pero las rectrices centrales y los bordes de las restantes son marrones o pardo oscuro y la franja terminal de la cola es también de color pardo oscuro en vez de negras.
El pecho es de color anaranjado amarillento.
En la Collalba rubia la lista superciliar o ceja, es de color amarillento (blanco en la gris) y el antifaz de color pardo.
En las hembras también existen dos variedades en función de la coloración de la garganta, en un caso blanquecina y en el otro más negruzca. Estos rasgos son muy apreciables en los machos y mucho menos en las hembras.
Tanto en el caso de los machos como en el de las hembras, la variedad de garganta blanca es más frecuente en el oeste y la de garganta negra más en el este.
Según se va aproximando el otoño, tanto machos como hembras, pierden brillantez y contraste en el plumaje, recuperándolo en diciembre-enero.
Los jóvenes por la parte superior son de color crema pálido con punteado pardo que les da una apariencia de moteados.
Las plumas auriculares son algo más oscuras que el resto de la cara. La garganta es blanca o beige muy clara y el pecho algo más oscuro, teniendo las puntas de las plumas parduzcas.
Las alas son como las de las hembras adultas, pero también presentan un moteado blanquecino.
La cola es como la de los adultos.
Acostumbran a emitir su canto desde un posadero alto, una roca, un arbusto bajo o la rama de un árbol aislado y siempre en lugares soleados, huyendo de zonas sombrías y húmedas.
Debido a su agudeza se puede escuchar a mucha distancia y consiste en una sucesión de estrofas rápidas y chirriantes, con trinos acelerados y agudos. También emite reclamos cortos, que incluyen cierta variedad de silbidos y chasquidos.
La Collalba rubia se distribuye como reproductora por los países circunmediterráneos del sur Europa, así como en Oriente Medio y el noroeste de África.
Se trata de un migrante que tiene sus áreas de invernada en el África subsahariana (franja del Sahel). El paso prenupcial lo realizan desde marzo hasta mayo, con máximos a principios de abril, mientras que el posnupcial se prolonga de agosto a octubre, con máximos a finales de agosto.
Como comenté anteriormente, están descritas dos subespecies: “O. h. hispánica” (zona occidental de su distribución) y “O. h. melanoleuca” (extremo más oriental). En nuestro país podemos encontrar a la subespecie “O. h. hispánica”, que como reproductora se encuentra bien repartida por toda la región mediterránea, con las zonas de mayor abundancia en el centro y el sureste (La Mancha, Comunidad Valenciana, Andalucía) y que falta en Galicia, Cantábrico, así como en zonas de montaña del Sistema Ibérico (Pirineos), en Baleares, Canarias y Ceuta (está presente en Melilla).
Tiene preferencia por hábitats situados en alturas inferiores a los 2.000 m (en terrenos más bajos que la Collalba gris) y en terrenos abiertos y secos (zonas áridas y soleadas) como son las estepas, páramos, zonas con matorrales bajos, terrenos abiertos con arbolado disperso, dehesas, colinas con rocas y campos con árboles frutales, almendros, viñedos u olivares, siempre que tengan cercados de piedra en sus inmediaciones.
El vuelo suele realizarlo bastante cerca del suelo, sobretodo dentro del territorio de caza. Se desplaza volando desde cualquier elemento que destaque en altura desde el suelo y acostumbra utilizar los arbustos más altos como posaderos, desplazándose de uno a otro de los que ya tiene costumbre de utilizar.
La Collalba rubia busca oteaderos cerca del suelo desde donde buscar alimento que se compone fundamentalmente a base de insectos y sus larvas, arácnidos, moluscos.
También en verano, antes y durante la migración, suelen alimentarse de bayas y frutos silvestres.
También en verano, antes y durante la migración, suelen alimentarse de bayas y frutos silvestres.
El periodo reproductivo lo realiza entre los meses de abril y julio pudiendo llegar a realizar dos puestas al año.
Construyen un nido en el suelo, con forma de copa, normalmente bajo el cobijo de una piedra o un arbusto y en los agujeros de los taludes; para su elaboración utilizan hierbas secas, pequeñas raíces y musgo, después lo tapizan con hierba y pelos.
La puesta se compone habitualmente de 4-6 huevos. La incubación es llevada a cabo por la hembra y dura 14 días aproximadamente. Ambos padres alimentan a los pollos y las crías abandonan el nido cuando tienen unos 12 días de edad, aunque siguen siendo atendidas por los padres hasta los 20 días de su nacimiento, cuando se independizan.
Aunque en la actualidad la Collalba rubia es una especie relativamente frecuente y bien distribuida en nuestro país, parece ser que en los últimos años está teniendo unas tendencias poblacionales regresivas, probablemente debidas a la alteración o destrucción de sus hábitats de cría, bien por la intensificación agrícola o por la reforestación de tierras marginales, a lo que se pueden haber añadido las severas y repetidas sequías en sus zonas de invernada. Está considerada “Casi Amenazada” en el Libro Rojo de las aves de España (2004) y como “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
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