Un año más he tenido la
oportunidad de poder realizar un completo reportaje fotográfico de esta
espectacular ave cuya observación es todo un privilegio y hace las delicias de
cualquier aficionado a las aves y a la fotografía de ellas en particular.
Como en otras ocasiones, para mí
un lugar ideal para poder disfrutar plenamente de este bello espectáculo son
las diversas lagunas y humedales de la llamada “La Mancha Húmeda” que no por
casualidad ya en 1981 entró a formar parte integrante de la Red Internacional
de Reservas de la Biosfera.
Llegar a una de sus numerosas
lagunas y encontrarte con decenas de flamencos es toda una experiencia y si
además, como ha sido el caso, cuentas con la colaboración de que haga un espléndido
día con un cielo completamente azul, la combinación se convierte en un gran
aliado para poder pasar un estupendo día y disfrutar plenamente observando y
fotografiando a esta y otras muchas especies de aves acuáticas.
Nada más llegar me llamó
poderosamente la atención encontrarme con un grupo tan numeroso de flamencos
(casi un centenar) y observar sus estilizadas e inconfundibles siluetas de
suaves colores blanco y rosáceo que contrastaban con el azul del agua y del
cielo y que se rompían de vez en cuando, al desplegar algún ejemplar sus alas y
exhibir su fuerte color bermellón y negro.
Sus cuellos y patas
extremadamente largas, su pico muy grueso y curvado hacia abajo y sobre todo el
espectacular colorido del plumaje de los individuos adultos les proporcionan
una elegancia espectacular.
Las patas de los ejemplares
adultos son rosadas, más largas que el cuerpo del animal, y el tobillo se
encuentra en el medio de la pata; la rodilla se encuentra cerca del cuerpo y no
es visible externamente.
Como la mayoría ya sabréis, los
individuos jóvenes o inmaduros se diferencian bien de los adultos por carecer
del tinte rosado de aquéllos y ser en conjunto pardo grisáceos, pues las plumas
blancas están rayadas de ese color. También carecen del color bermellón de las
alas y las patas son grises.
Los dos sexos son parecidos
siendo los machos algo más grandes, pero la fiabilidad de la determinación del
sexo no es tal si se hace simplemente por la vista.
El plumaje primaveral de los
adultos es básicamente blanco teñido ligeramente de rosa vivo, en especial en
la cola y obispillo. Las plumas primarias y secundarias de las alas son negras
y el resto es rosa brillante oscuro casi bermellón.
No es de extrañar que la
denominación común de flamenco derive del "flamear" de sus alas
cuando vuela. Un bonito espectáculo que al que resulta difícil acostumbrarse y
máxime si tienes la oportunidad de poder fotografiarlos de cerca.
Es precisamente en vuelo cuando
mejor apreciamos la gran longitud de estas aves, con sus largos cuellos y patas
estiradas, al igual que las espátulas, las cigüeñas o las grullas, lo que les
proporciona una figura muy estilizada.
Es habitual verlos desplazarse en
bandadas más o menos numerosas y manteniendo una formación en hilera ondulante,
muy vistosa.
También llama poderosamente la
atención la diferencia aparente de tamaño entre los que están descansando o
durmiendo y los que se mantienen activos o despiertos. A ello contribuye
notablemente sus largos cuellos compuestos de 19 vértebras cervicales
alargadas, que les proporciona una gran capacidad flexibilidad y torsión y que
habitualmente lo tienen doblado en forma de “S” y en muchas ocasiones,
inclinado para abajo para poder sumergir la cabeza en el agua.
Cuando vemos volar a individuos
adultos, podemos apreciar que aunque la mayor parte del plumaje de su cuerpo es
rosa claro, este se hace más intenso en las plumas coberteras e infra-coberteras alares, llegando en primavera, a ser de color un rosa carmesí que
contrasta notablemente con el color negro de sus plumas primarias y
secundarias.
Se sabe que el color rosa de su
plumaje es debido a su alimentación rica en alfa y beta carotenos que obtienen
de los microorganismos que componen su dieta. El flamenco tarda seis años en
alcanzar la madurez sexual, por lo que poco a poco van acumulando los pigmentos
carotenoides que le harán tener un plumaje colorido, tan importante para el
cortejo.
Son extraordinariamente
gregarios, llegando a juntarse miles de parejas en las zonas de cría.
Otro comportamiento bastante
habitual es ver a los bandos de ejemplares adultos desplazándose caminando de
un lado a otro de la laguna con los cuellos extremadamente estirados y comunicándose
verbalmente entre ellos emitiendo unos sonidos nasales y guturales muy similares
a los que emiten los ánsares comunes (gansos) y que en casos de grupos
numerosos, como el que nos ocupa, llega a provocar un ruido considerable. Curioso
resulta saber que los padres pueden reconocer a su propio polluelo entre miles,
tan solo con escuchar la vocalización del pequeño.
Son aves bastante longevas pudiendo llegar a vivir hasta 20-30 años aproximadamente. Los individuos en cautiverio pueden llegar a vivir hasta 50 años.
Llamativo también resulta ver
como mantienen en una zona separada del resto del grupo de adultos, a los
individuos más jóvenes, en lo que se ha llegado a denominar como “guardería
infantil".
Con frecuencia se les puede
observar interactuando entre ellos chocando sus espectaculares picos y
entrelazando sus larguísimos cuellos, dando la impresión de que van a llegar a
hacerse un nudo con ellos.
Pero si hay algo que a mí
especialmente me llama la atención de estas enormes aves que llegan a medir entre
1,25 y 1,45 m y a tener una envergadura de entre 1,25 y 1,45 m, es el verlos
despegar desde el agua, dando enormes zancadas, como si corrieran por encima
del agua, para coger carrerilla y poder así alzar el vuelo. En este sentido, hay
que tener muy en cuenta que a pesar de su gran envergadura, su peso oscila tan
solo entre los 0,8 y 1,9 Kg.
Son aves bastante longevas pudiendo llegar a vivir hasta 20-30 años aproximadamente. Los individuos en cautiverio pueden llegar a vivir hasta 50 años.
Estéticamente tampoco es nada
desdeñable verlos posarse en el agua tras el vuelo, para ello despliegan sus
larguísimas patas palmeadas que traían estiradas y pegadas al cuerpo cuando
volaban y despliegan totalmente sus coloridas alas para así frenar y amortiguar
su caída.
Verles tomar contacto con el agua
me recuerda a los pasos de las bailarinas de ballet, pero bueno esto tan solo son
apreciaciones mías.
En esta ocasión también me ha
llamado la atención ver algún individuo que para alimentarse se calaba en el agua introduciendo la cabeza y totalmente su largo cuello, así como prácticamente la
mitad de su cuerpo dentro de ella. Parecían vulgares patos.
Lo habitual, como la mayoría ya
sabréis, es que para alimentarse lo realicen en aguas someras y tan solo sumerjan
parcial o totalmente la cabeza en el agua, mientras van removiendo el fondo con
los pies.
A la vez van realizando los
característicos movimientos de balanceo lateral de la cabeza, consiguiendo de
esta manera, ir llenando su adaptado pico con agua terrosa mezclada con
pequeños invertebrados acuáticos, que quedan retenidos en la boca después de
expulsar el agua con la lengua, cosa que hacen a un ritmo de tres o cuatro
succiones y expulsiones por segundo.
Las materias nutritivas quedan
retenidas en estas láminas a modo de peines y con la ayuda de una lengua
extremadamente sensible expulsa el agua y la arena. Su alimentación está
formada a base de materia vegetal, pequeños microorganismos vivos, peces
diminutos, moluscos, crustáceos e insectos.
Su alimentación es a base de
pequeños microorganismos vivos, materia vegetal (semillas y algas), peces
diminutos, pequeños crustáceos o moluscos y larvas e insectos adultos.
Su hábitat preferido son los
humedales salinos y o salobres, salinas, albuferas y marismas con aguas someras
y en espacios muy abiertos. En ocasiones se les ve en zonas de tratamiento de
aguas residuales.
Se distribuyen por África, Asia y parte meridional de Europa (Mediterráneo).
En España su distribución está
asociada a los humedales de aguas salinas o salobres, ya sean costeros o del
interior, del litoral mediterráneo (incluidas las Baleares), marismas del
Guadalquivir, Andalucía y Castilla-La Mancha. En Canarias resulta accidental. En
nuestro país se da la más extensa distribución mundial del flamenco común.
Su número aumenta en invierno a
expensas de las aves procedentes de Europa que se quedan para invernar, pero la
mayoría lo hacen en África y sólo algunos ejemplares permanecen todo el año.
En nuestro país anidan en la laguna de Fuente de Piedra (Málaga), Doñana, marismas del Odiel, la laguna salada de Pétrola (Albacete), cabo de Gata, delta del Ebro, salinas de san Pedro del Pinatar (Murcia) y litorales de Baleares.
Realizan un llamativo cortejo en grupo, sincronizado, abriendo las alas, acicalándose
ritualmente, levantando el cuello y girando la cabeza de un lado a otro.
El periodo de cría lo realizan
entre los meses de abril y mayo. En esas fechas se reúnen formando grandes
colonias. Suelen reproducirse por primera vez a partir de los cinco años de
edad.
Construyen con barro unos
característicos nidos con forma de cono truncado en los que la hembra deposita uno o dos huevos, que son
incubados por ambos sexos durante unos treinta días.
Los pollos permanecen algunos
días en el nido, pero son bastante precoces y pronto lo abandonan para
agruparse en “guarderías”, donde quedan al cuidado de unos pocos adultos
mientras la mayor parte de los progenitores se aleja de la colonia en busca de
alimento.
Para reproducirse precisan de la
existencia de humedales con aguas someras, de nivel generalmente constante a lo
largo de todo el periodo reproductor, y con islas o zonas terrestres emergidas
a salvo de predadores.
El principal riesgo al que se
enfrenta la especie reside en la concentración de la mayor parte de su
población reproductora en unos pocos enclaves de cría, por lo que cualquier
incidencia o situación ambiental adversa puede acarrear el fracaso reproductor
de una parte importante de la población en una temporada determinada.
Una primavera con escasas lluvias
puede causar una desecación más temprana del humedal en el que se asienta la
colonia, lo que puede hacer fracasar la reproducción, bien por falta de
alimento o por la predación de perros, zorros o jabalíes, que, ante la ausencia
de agua, pueden acceder fácilmente a las isletas donde se sitúan los nidos. En esa época reproductiva no solo son muy sensibles a las injerencias por factores naturales, sino también a las provocadas por el ser humano.
El Flamenco común se incluye en
el Libro Rojo de las aves de España como “Casi amenazado” y aparece en la
categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
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