Decía yo en aquella entrada que tan sólo podía presentar la media naranja de esa especie, una bonita hembra, porqué las visitas de machos por estas latitudes acostumbran a ser más raras y mucho más, ver a la pareja junta.
Confiaba entonces en una próxima ocasión, en la que pudiera completar aquella entrada, con imágenes de algún macho, que a poder ser, fuera tan amable y confiado como lo había sido la hembra que entonces presentaba.
Pues bien, dos meses después, hemos podido observar en el mismo lugar, a un individuo macho, que a diferencia del caso de la hembra, permaneció menos tiempo con nosotros y no se sintió tan confiado como la hembra, por lo que no le he podido realizar unas fotografías medianamente decentes, pero si testimoniales de su presencia por estas latitudes.
Y claro, no podía dejar pasar esta oportunidad para publicar unas cuantas fotografías que completen la entrada iniciada a finales de enero de este año y a la que, si tenéis interés, podéis acceder en este enlace.
Además, aprovechando la circunstancia de que acabamos de pasar la Semana Santa (cuaresma), me parece interesante hacer mención a una curiosa costumbre arraigada hasta el siglo XIX en algunas partes Francia y que relataron Alexander Wilson y Charles Luciano Bonaparte, en su libro “La historia natural de las aves de los Estados Unidos”.
Resulta que, en esa época, la Iglesia Católica aceptaba al Negrón común como un sustituto del pescado y por lo tanto, como un alimento permitido durante todos los viernes del año (en especial, los viernes de cuaresma), en los que no estaba permitida la ingesta de carne, en conmemoración del día de la semana de la crucifixión del Señor. Recordar que el cuarto mandamiento de la Iglesia Católica dice: “Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”.
El Negrón común, durante la época invernal, abandona sus frías áreas de cría en el norte de Europa (islas Británicas, norte de Escandinavia, norte de Rusia e Islandia) y pasa el invierno al sur de sus áreas de cría.
En ese periodo migratorio, acostumbran a desplazarse en grandes grupos y es frecuente verlos a escasos kilómetros de la costa, posados tranquilamente entre las olas y sumergiéndose en grupo en busca de comida.
Se da la circunstancia de que, en las costas del norte de Francia, estos patos se sienten atraídos por un determinado tipo de almeja autóctona de esa zona, por lo que, tan pronto como el primero de ellos percibe las conchas, hace un receso para sumergirse en busca de ellas y el resto sigue el ejemplo e igualmente se dedican a bucear en busca de esos moluscos.
Esta circunstancia la aprovechaban los pescadores de la zona, que situaban sus redes flotando horizontalmente entre la arena y el nivel del agua, en el área donde se dan estas almejas y conseguían así que se enredasen en ellas los negrones, cuando buceaban para alimentarse.
Esa práctica de la pesca del Negrón común, se vio muy extendida en esa época, debido a que la Iglesia Católica permitía su consumo en esos días (todos los viernes del año) de “abstinencia de carne”, dado su sabor a pescado.
Anécdotas aparte, comentaba yo en aquella entrada que los machos de Negrón común, haciendo honor a su nombre, son de color totalmente negro, siendo el único pato de este color sin ninguna parte blanca en su anatomía (si la tienen, el Negrón careto y el Negrón especulado).
Lo más destacable en su anatomía es su pico de color negro en el que destaca un abultamiento a modo de joroba que, partiendo de la base de la mandíbula superior, llega hasta su zona media (culmen) y que es de un llamativo color amarillo-anaranjado.
En vuelo, las primarias son contrastadamente más pálidas. La cola es larga, bien visible cuando nada y ligeramente apuntada.
La cabeza es redondeada y los ojos son pequeños y de color pardo-rojizo oscuro. Las patas son de color marrón oscuro y tienen los dedos palmeados.
Y hasta aquí esta breve entrada que viene a complementar a la de la hembra de Negrón común.
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