martes, 23 de enero de 2024

La gran dama blanca y sus acompañantes. Garceta grande (Ardea alba). Garceta común (Egretta garzetta). Garza real (Ardea cinerea). Garcilla bueyera (Bubulcus ibis).

Hace ya unos días he tenido la fortuna de poder disfrutar de la cercana presencia de la “gran dama blanca” como a mí me gusta denominar a la Garceta grande (Ardea alba).




El lugar donde a lo largo de tres días consecutivos (9-10-11/01/2024) he podido observar y fotografiar las evoluciones de ésta elegante garza, ha sido el embalse de Trasona en el concejo de Corvera (Asturias).




Como muchos de vosotros ya conoceréis, ese embalse es un magnífico espacio natural de un gran valor ornitológico en el que destaca, entre otras, la presencia habitual de varias especies de anátidas y garzas. Importante también es su gran valor paisajístico y el ser un referente para la práctica de actividades deportivas como el piragüismo, el remo y la pesca, siendo sede del Centro de Alto Rendimiento y Tecnificación Deportiva. En él se entrenan algunos de los olímpicos más conocidos en piragüismo, como Saúl Cravioto y Cristian Toro o en remo, como Alberto Domínguez, Rubén Álvarez o Jaime Ríos.




Pues bien, a lo largo de esos tres diferentes días y durante largos periodos de tiempo, pude disfrutar cómodamente sentado en mi vehículo de las evoluciones que ésta gran garceta realizaba en una de las cercanas orillas de ese embalse. Allí me brindó todo un repertorio de actividades que, de la mejor manera posible, trate de fotografiar.




Además, en ese mismo y privilegiado lugar de observación también pude observar y fotografiar a otras tres de las garzas habituales en ese entorno que, a escasos metros de la protagonista principal de ésta entrada, realizaban también sus tareas cotidianas. Me estoy refiriendo a la Garceta común (Egretta garzetta),…




… la Garza real (Ardea cinerea)​,…




… y la Garcilla bueyera (Bubulcus ibis), lo cual me permitió plasmar sus diferentes tamaños y anatomías.




A la Garceta grande la podríamos calificar como una esbelta y elegante garza con un color blanco níveo en todo su plumaje que tan solo contrasta con el color negro de sus patas, el amarillo anaranjado de su gran pico, y el amarillo de sus ojos.




Es de un tamaño algo menor que el de una Garza real, pero al ser su cuello y sus patas más largos, parece algo mayor.




Claro que en lo referente a su cuello la podemos observar con él mismo totalmente replegado…




... medio desplegado…




... o, desplegado en su totalidad.




Cuando la vemos en vuelo la imagen característica es verlas con el cuello recogido excepto al inicio y final del mismo.




Como decía anteriormente, tener la posibilidad de observar a una corta distancia a ésta bella especie de ave zancuda sin que en ningún momento de vea intimidada por la presencia humana, te permite fotografiar las principales actividades cotidianas que habitualmente realiza.




Ni siquiera la presencia muy próxima de las piraguas parecía intimidarla y estar relativamente familiarizada con su paso cercano a sus diferentes ubicaciones.




Su actividad habitual más relevante era en todo momento la de buscar alimento en una zona de aguas someras en la que abunda la vegetación palustre.




Caminando lentamente de un lado a otro por la orilla de esa zona del embalse, en otras muchas ocasiones se la podía apreciar remover con una pata el fondo de lodo para provocar el movimiento de sus potenciales presas y poderlas atrapar de un certero picotazo. ¡Todo un espectáculo!




En otras muchas ocasiones realizaba cortos desplazamientos dando saltos con sus grandes alas totalmente desplegadas para conseguir el mismo efecto, lo que me permitió realizarle un buen puñado de fotografías en las que se puede apreciar en todo su esplendor la belleza de su plumaje.




Alternaba también esa cercana zona de caza, para alimentarse con otra algo más lejana de mi posición, pero más próxima al paso de las piraguas...,




... pero teniendo un poco de paciencia y esperando tranquilamente su regreso, este no tardaba mucho en producirse.




Esas idas y venidas me permitieron poderla fotografiar en vuelo con cierta facilidad, una y otra vez.




En otra ocasión decidió trasladarse a la orilla de la zona de pradera del club náutico desde donde entran y sale los piragüistas y por donde transcurre un paso peatonal que cruza de lado a lado el embalse.




Allí, en el interior de una especie de garita muy próxima a esa pradera, pude fotografiarla a unas distancias aún más cortas sin que se viera incomodada en ningún momento, pero con el gran inconveniente de tener un contraluz importante, aunque algo se consiguió.




Entre sus actividades cotidianas habituales no podían faltar la de la limpieza y acicalamiento de su bello plumaje que llevaba a cabo cada poco tiempo.




Pero sin duda los momentos más esperados para mí fueron aquellos en los que, tras una tensa espera quedándose inmóvil observando la superficie del agua, lanzaba violentamente picotazos al agua para conseguir atrapar algún trofeo de caza.




Una maravilla poder observar y fotografiar esos momentos y sobre todo, cuando sus picotazos resultaban exitosos, cosa que no siempre ocurría.





La Garceta grande es un ave zancuda de patas y cuello muy largos lo que le da ese peculiar aspecto esbelto y “elegante”. Vienen a medir alrededor de 1 m de longitud con una envergadura que oscila entre 1,45 y 1,70 m y un peso medio de unos 950 gr. No hay dimorfismo sexual en esta especie.




Su tamaño es un poco menos que el de la Garza real (1m de longitud y una envergadura que puede alcanzar los 2 m), pero tiene las patas y el cuello más largos.




Guarda un gran parecido con la Garceta común (Egretta garzetta) en lo referente al color totalmente blanco de su plumaje, aunque con un tamaño ostensiblemente menor (miden unos 65 cm de longitud y pueden alcanzar 1 m de envergadura) como se puede apreciar en éstas imágenes en las que aparecen juntas ambas especies.




Su plumaje es de color blanco en su totalidad y en época nupcial se adornan con unas características plumas largas en la garganta y en la base del cuello, estando ausentes en la zona de la nuca, lo que la diferencia de las otras garcetas o garzas que si las presentan es esa época.




En la espalda estas plumas ornamentales resultan particularmente largas y desflecadas y se prolongan, a modo de manto, sobre las plumas de vuelo y la cola, siendo habitual ver esos penachos de plumas sucios debido a su arrastre por el agua.




Esas plumas ornamentales son de apariencia suave y frágil, y debido a ello, a finales del siglo XIX y principios del XX, estuvieron de moda para usarlas de adorno en los sombreros femeninos. Como consecuencia de esto, la caza de estas aves y de otras similares, aumentó y como estas plumas sólo crecen durante la temporada de cría, atrapaban a estas aves en los nidos sin preocuparse por los juveniles, que eventualmente también perecían. Estuvo muy cerca de extinguirse, pero afortunadamente la moda cambió.




Cuando vuela, su largo cuello habitualmente lo mantiene angulado o replegado en forma de "S", pero suele caminar con él estirado.




En la cara, la única zona que no es blanca es una franja entre el pico y los ojos que es de color verdoso amarillento y que va desde la base de la mandíbula superior hasta el ojo, englobando a este y que constituye un rasgo identificativo característico de esta especie que la diferencia de otras garcetas que no la tienen. Durante la temporada de cría esta franja cambia a un color verde esmeralda mucho más intenso.




Los ojos tienen el iris de color amarillo con una gran pupila negra.




El pico es largo, fuerte y de color amarillo anaranjado. Durante la época nupcial se oscurece hasta volverse casi negro.




Las patas son largas y de color negro pero durante la época reproductiva las tibias y parte del tarso pueden aclararse volviéndose anaranjadas rojizas.




El joven, por su parte, es similar al adulto no reproductor, con las tibias de color amarillo verdoso y el pico amarillo.




Las garcetas grandes al volar baten las alas lentamente y esto unido a su intenso y uniforme color blanco, les da un aspecto de que estás ante como unas aves de gran tamaño.




La imagen característica en vuelo es verlas con el cuello recogido, el pico amarillo anaranjado y las alas arqueadas, mientras que las patas sobresalen largamente por detrás de la cola con los pies de color negro.




Son aves silenciosas, salvo en las colonias de cría. A veces, durante el vuelo o ante amenazas, emiten un graznido seco “gyaa” nasal.




Se alimentan fundamentalmente de peces, anfibios y reptiles, complementando esta dieta habitual con pequeñas aves, pequeños mamíferos, moluscos, crustáceos, lombrices e insectos acuáticos.





Cuando no vuelan se las acostumbra a ver paradas o caminando lentamente en la orilla de los ríos y lagos o en estuarios de poca profundidad. Es posible que pesquen desde fuera del agua o internándose en ella en zonas en donde la profundidad sea desde apenas la tierra húmeda, hasta zonas donde el agua le llegue hasta el pecho.




Su técnica de pesca es la de acechar a sus presas con el pico apuntando hacia el agua y cuando la presa se pone a tiro, mediante un movimiento rapidísimo, estiran el cuello proyectando el pico sobre ella como si fuera un arpón.






A menudo la vemos pescando sola o en grupos de su propia especie o en compañía de otras garzas blancas y aves acuáticas. Cuando esta pesca la hacen en compañía, no pocas veces se producen conflictos con las otras aves, debido a que les gusta robar lo que las otras pescan.





Sus hábitats son zonas palustres, riberas de los ríos, lagunas, embalses, albuferas, arrozales y salinas.




Se distribuyen por África, América, Asia y Oceanía. Se conocen varias subespecies, siendo la subespecie “alba”, la que habita en nuestro territorio.


Afortunadamente, en España, hay cada vez más residentes habituales, sobre todo en lugares como el delta del Ebro, las marismas del Guadalquivir o la albufera de Valencia. A ellas también se les unen durante el invierno y cada vez en mayor número, aves procedentes de Europa, todo ello coincidiendo con su reciente recuperación poblacional en Europa. Acostumbran a invernar en la cuenca del Mediterráneo. También las podemos observar durante los pasos migratorios camino del continente africano.


La reproducción tiene lugar entre los meses de abril y mayo. Pueden criar en colonias junto a otras especies de garzas o individualmente. Ambos sexos construyen el nido en los árboles próximos a los humedales o entre los cañaverales o vegetación palustre. Esos nidos construidos a base de ramas y palos de hasta 1 m de diámetro y unos 20 cm de altura que revisten de hojas y hierba, suelen ser usados durante varios años. La puesta se compone de 3 a 5 huevos. La incubación dura 25 días aproximadamente y los pollos son cuidados por ambos progenitores. Las crías abandonan el nido a los 30-40 días de edad.




En la actualidad, una vez salvada la época en la que sus plumas estaban de moda, las principales amenazas que tiene esta especie es, como ocurre con otras aves ligadas a esos hábitats, la reducción o alteración de áreas inundadas, la destrucción de la cobertura vegetal, la contaminación del medio y la caza furtiva.




En 1953 la Garceta grande en vuelo fue elegida como símbolo de la prestigiosa National Audubon Society estadounidense, una de las sociedades conservacionistas más antiguas del mundo, que había formado parte de las campañas para evitar las matanzas de garzas por sus plumas. Como resultado de las medidas de conservación, su población se ha recuperado allí desde entonces. Su silueta también se representa en las monedas de Brasil, Bielorrusia y Nueva Zelanda. Es además el símbolo de la National Audobon Society.

                

                                       

La Garceta grande figura en la categoría “De interés especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario