sábado, 10 de julio de 2021

Un final de primavera en las Lagunas de Villafáfila para no aburrirse (Parte 1 de 2). Abubilla (Upupa epops), Alondra común (Alauda arvensis), Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica), Avefría Europea (Vanellus vanellus), Bisbita arbóreo​ (Anthus trivialis), Cigüeña blanca (Ciconia ciconia).

Evidentemente, cuando acudes a la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila (Zamora) para observar y fotografiar aves, no sólo tienes la posibilidad de hacerlo con un buen número de aves rapaces como he ido comentando en las dos últimas entradas al blog, sino también a otro un buen número de diversas especies. Unas de las primeras especies que tuve la fortuna de poder fotografiar fue a la peculiar Abubilla (Upupa epops) que atrajo mi atención con su peculiar e inconfundible canto, de cuyo sonido onomatopéyico “up-pu-pu-pu” toma su nombre científico “Upupa epops”. Sonido que la mayoría de los que leáis esta entrada ya conocéis y que consiste en un sonido repetitivo, grave, aflautado y de largo alcance.




Esa estética tan particular que le proporciona su colorido plumaje y más en particular su su larga y eréctil cresta que a modo de abanico exhibe en determinadas circunstancias, junto con su largo y curvo pico, no nos debía sorprender si tenemos en cuenta que estamos ante un ave de origen tropical que es la única representante de su género en nuestro entorno (Europa). Recordemos que la Abubilla es un ave que pertenece a un orden de aves muy coloridas, las Coraciformes (como el Martín pescador, la Carraca o el Abejaruco, entre otras), familia “Upupidos”, género “Upupa” y especie “Upupa epops”.




A estas peculiares aves las podemos encontrar en hábitats muy variados, como pueden ser las dehesas, viñedos, olivares, campos de cultivo, sotos fluviales, bosques abiertos (pinares, carrascales, etc.) y hasta en parques y jardines. Es habitual verlas comiendo en el suelo, tanto en praderas, como en barbechos, terrenos de cultivo, en los claros de los pastizales o en los estercoleros, no obstante también buscan alimento en las grietas de las cortezas de los árboles. Su alimentación es insectívora a base fundamentalmente de gusanos, lombrices y orugas, teniendo especial predilección por la oruga procesionaria del pino, así mismo les encantan los escarabajos, en especial el ciervo volante, los abejorros, el grillo topo, los ciempiés, los saltamontes, los arácnidos, mariposas, hormigas, ciempiés, moscas, etc. En algunas ocasiones (época de reproducción) pueden llegar a comer caracoles, lagartijas o pequeñas ranas.




Y a propósito de crestas otra de las aves que pude fotografiar fue a la Alondra común (Alauda arvensis), la cual habitualmente exhibe la suya fundamentalmente como señal de alerta cuando se siente descubierta.




Sin embargo, cuando considera que tras unas pequeñas hierbas está camuflada y no es descubierta, relaja la erección de esa cresta.




De la siguiente especie a la que a duras penas le pude sacar unas pocas fotografías testimoniales, fue a la Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica). Se desplazaba en pequeños grupos realizando continuos giros y cambios de dirección para poder cazar insectos al vuelo que constituyen la base de su alimentación (escarabajos, saltamontes, libélulas, mariposas nocturnas). En otras ocasiones les pude observar mientras se cernían, para a continuación abatirse sobre alguna presa (gusanos, arañas y lombrices...) que habían detectado en la superficie de la vegetación. La Pagaza piconegra no se zambulle en picado para pescar como los charranes, sino que se alimenta cazando insectos al vuelo, pescando en la superficie del agua y rebuscando en los campos húmedos para atrapar anfibios, pequeños mamíferos y otros pequeños animales.




Se trata de un ave estival en nuestro país (abril-noviembre) que inverna en África y que presenta un gran parecido con el Charran patinegro (Sterna sandvicensis) siendo su principal rasgo diferencial su pico corto, robusto, completamente negro y perfectamente adaptado al tipo de alimentación insectívora que lleva (parecido a la de los fumareles) y que le permite asentarse en ciertos hábitats interiores, tanto en el periodo reproductor como durante las migraciones, que no son ocupados por otros charranes. Tienen la cabeza muy redondeada y con un capirote negro que incluye al ojo dentro de él y que por su parte posterior llega hasta la base de la nuca. La mitad inferior de la cara por debajo del capirote es de color blanco.




La Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) es un ave de la familia "Laridae" (gaviotas) que se puede encontrar en todos los continentes menos la Antártida. Anteriormente era denominada "Sterna nilotica". Popularmente son conocidas como charranes o gaviotines y acostumbran a vivir en ambientes marinos (costeros) de casi todo el mundo. En nuestro país la Pagaza piconegra habitualmente cría en colonias en alrededores de lagunas salobres o de agua dulce y en las riberas de los ríos, tanto en la costa como en el interior. Fuera de la época de cría también frecuenta las marismas y estuarios.




El significado etimológico de su denominación científica (Gelochelidon nilotica) podríamos decir que es el de” Golondrina que ríe y que tiene relación con el río Nilo” y proviene del término “Gelochelidon” (del griego, "gelao": risa) debido al sonido de sus gritos imitando la risa, y del griego, "khelidon": golondrina) haciendo referencia a su silueta y forma de vuelo, ya que recuerdan a los de una gran golondrina. Además, su denominación específica "nilotica", hace referencia a la localidad de procedencia del ejemplar que tomó Gmelin en 1789 en las riberas del río Nilo en Egipto, como patrón descriptivo para las características de la especie.




Tienen un tamaño mediano y de aspecto esbelto. Durante el verano por la parte superior son de color gris ceniza, excepto el obispillo y la cola que son blancos, al igual que los flancos y las partes inferiores. Las alas son largas (más anchas en la base), así como más redondeadas y menos anguladas que las del Charran patinegro. Por la parte inferior son blancas. Las plumas primarias son de color negruzco. La cola es corta, ligeramente ahorquillada y cuando está en reposo no sobrepasa la punta de las alas. Cuando está posado se puede apreciar que tienen las patas bastante largas, los dedos palmeados y de color negro.




Otra de las protagonistas de mi visita a Villafáfila fue la Avefría Europea (Vanellus vanellus) cuya presencia me sorprendió dado lo avanzado de la temporada. En España son un número escaso las residentes todo el año y a ellas se les unen para invernar un cuantioso contingente de ejemplares procedentes de Europa central y occidental, que huyendo de las olas de frío, llegan a partir de noviembre y permanecen hasta el mes de marzo. 




Cuando le vemos volando es un pájaro inconfundible. Se pueden apreciar sus grandes alas, largas y redondeadas (mano muy ancha y uniforme) en las que se distinguen dos contrastadas franjas de color blanco y negro en su parte inferior. Su vuelo es pausado y con un batir de alas bastante lento que se ha comparado con el volar de las mariposas. 




Este ejemplar que pude localizar en tierra tenía pinta de ser un ejemplar joven que tienen en general la coloración de su plumaje más parduzca y menos contrastada. Las plumas del manto, las escapulares y las coberteras tienen todo el borde de color ocre, lo cual les da un aspecto escamoso. La franja pectoral es más estrecha y parda y el blanco de la garganta se introduce en forma de una mancha vertical en la zona central superior del babero. Casi no presentan marcas faciales y las plumas de la cresta las tienen aún más cortas que la de las hembras. 




Otra de las especies que pude fotografiar fue a un Bisbita arbóreo​ (Anthus trivialis) que atrajo mi atención cuando entonaba su potente y melodioso canto desde una rama de un árbol. Previamente me había regalado una exhibición de su vuelo característico, propio de la época de celo, ascendiendo en vertical y bajando lentamente "en paracaídas" mientras emite su agradable y persistente canto.




Se trata de ave estival en nuestro país en donde podemos ver a la subespecie "trivialis". Cría en el tercio norte peninsular y pasa los inviernos en África. El paso primaveral se desarrolla entre marzo y mayo, con máximo en abril; el otoñal, mucho más notorio y desplazado hacia el oeste, tiene lugar entre finales de agosto y principios de octubre, con máximo en septiembre. Los ejemplares en paso que podemos ver en todo el territorio peninsular, proceden de Europa occidental y se dirigen al continente africano.




A modo de curiosidad comentar que cuando he podido observar con detalle las fotografías de éste ejemplar, me ha llamado la atención la presencia de una parásito (garrapata) adherido a la base de su pico.




Inevitablemente, encontrándote en primavera y en tierras castellano leonesas, no podía faltar la presencia de la gran Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) a la que le pude realizar alguna que otra fotografía mientras se alimentaba en un campo de cereal.




Se alimenta fundamentalmente de langostas, saltamontes, escarabajos así como ranas, renacuajos que captura en charcas, tritones, lagartijas, culebras de agua, lombrices de tierra, culebras, peces, gusanos e insectos. De forma ocasional comen algún roedor o pollos de otras aves, sin olvidarnos de los vertidos de los basureros que frecuentan.




Al ser una especie eminentemente sociable, su hábitat lo tienen cerca de viviendas humanas, campos de labranza y lugares donde pasta el ganado. También, y cada vez de forma más frecuente, es habitual encontrarlas en grupos numerosos residiendo durante todo el año en lugares próximos a vertederos a cielo abierto. Vuelven cada año al mismo nido aportando nuevas ramas sobre la estructura preexistente con lo cual el peso es tan desmesurado al cabo de los años que se han llegado a producir derrumbamientos de tejados, especialmente de iglesias.



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