viernes, 21 de agosto de 2020

Esos ojitos claros que me encandilan. Curruca mirlona occidental (Sylvia hortensis). Xiblata.

Será una obsesión mía más de las que ya tengo, pero he de reconocer que los encuentros que hasta ahora he tenido con esta curruca, me han producido una satisfacción especial. La verdad es que desde siempre me ha encantado poder observar, y aún más conseguir fotografiarla, a este pájaro.




Se trata, como muchos de vosotros ya conoceréis, de una de las currucas más esquivas y escondidizas, de ahí que no proliferen muchas fotografías de ella en la red y que sea bastante desconocida por el aficionado medio al pajareo y en especial en Asturias y en la cornisa cantábrica, mi zona principal de pajareo, donde su presencia es insignificante. Estas fotografías están tomadas en la Sierra NO de Madrid.




Por eso mismo cuando la logras localizar y sobre la marcha la consigues identificar por el que el que tal vez sea el rasgo más significativo de la especie, es decir, por la palidez del iris de sus ojos que contrastan notablemente sobre la caperuza negra, la satisfacción, al menos para mí, es muy grande. 




Una vez visualizadas y editadas el conjunto de fotografías que recientemente he podido realizar a esta bella y peculiar especie de curruca y viendo que son lo suficientemente aceptables para compartirlas con los seguidores a mi blog, procedo, como ya viene siendo habitual en la mayoría de las entradas de mi blog, a realizar una revisión más o menos completa de las características y curiosidades de este bello pájaro, para así poderlo conocer mejor y compartir con quien le interese esa información y las fotografías que voy logrando no sin dificultades. 




Pues bien, la Curruca mirlona occidental (Sylvia hortensis) que poco se diferencia de la oriental (Sylvia crassirostris), pertenece como todas las currucas, al orden de la paseriformes, familia “Sylviidae” y especie “hortensis”. 




Por lo poco que he podido averiguar, el posible (solo posible) origen de la denominación científica de esta extensa familia “Sylviidae” proceda del vocablo “Silvius” que viene del griego, del cual se desprende un relato que marca la Odisea que tuvo que vivir una madre que debió huir a la selva con la finalidad de evitar que le fuesen hacer algún mal a su hijo, y después de darlo a luz en este hermoso paisaje la madre decidió por llamarlo “Silvius”. Estos eventos fueron referentes de su suma importancia en la mitología griega. 




Por su parte, el también posible (de nuevo, solo posible) origen de la denominación de la especie como “hortensis” se derive de “hortensis” y “hortus” que en latín está relacionado con jardín. Como luego veremos, se trata de un pájaro que se reproduce en bosques de hoja caduca y matorrales altos, huertos, jardines abandonados y cinturones ribereños. 




Su denominación común en español como “Curruca mirlona” hace referencia a su canto, similar al de un Mirlo común (Turdus merula). 




Se trata de la curruca de nuestro entorno de mayor tamaño y corpulencia ya que pueden alcanzar una longitud de unos 15 cm, con una envergadura de alrededor de 25 cm y un peso que puede llegar a los 28 gr. Existen unas pequeñas diferencias entre ambos sexos. 




Los machos adultos son de color gris oscuro con matices parduscos por la parte superior, mientras que el pecho y los flancos son de color blanquecino con matices ocres rosados pálidos y el vientre también blanco, pero con tintes grisáceos y sin estar moteado como en la Curruca mirlona oriental. 




Pero tal vez, lo más característico de ellas es la cabeza que es de color negro grisácea que engloba los ojos de color pálido y que se separa del resto del cuerpo blanquecino por una marcada línea oblicua que parte de la raíz del pico y pasando por debajo del ojo y las auriculares, llega hasta la nuca. 




El capirote es también oscuro y tiene la capacidad de erizarlo ligeramente en ciertas ocasiones. 




La garganta es blanquecina y el gris de la cara por su parte delantera (frente, bridas y auriculares), contrasta con el del resto de la cabeza, al ser más oscuro, casi negro, englobando a los ojos a modo de un antifaz. 




Las alas en la zona de los hombros son de color gris oscuro. Las plumas primarias y las secundarias son de color pardo-negruzco con los bordes blanquecinos. Como típico migrante tropical, tiene las alas relativamente largas (primarias) y apuntadas. 




El pico es potente; ancho en la base, largo, puntiagudo y está algo curvado en su extremo. Es de color gris pizarra, casi negro, con la base de la mandíbula inferior gris y el culmen y el extremo negruzco. 




Los ojos tienen el iris de color blanquecino o amarillo pálido y están rodeados de un anillo periorbital de color algo negruzco. 




La cola es larga, cuadrangular, de color gris negruzco y con las rectrices externas de color blanco. 




Las patas son relativamente cortas, bastante fuertes y de color gris pizarra. Pies fuertes, del mismo color y con uñas cortas, fuertes y curvadas hacia abajo. 




Por su parte, las hembras en general son más pálidas y grisáceas que los machos (menos oscuras). Suelen presentar poco contraste entre las partes superiores y la cabeza, todas de un gris pardusco pálido. 




Tienen la cabeza y las partes superiores de un color más gris parduzco. Pecho y flancos con tonalidades de color ante. 




Las bridas y auriculares conspicuamente oscuras (gris negruzco oscuro). Anillo ocular mezclando plumas blancas y grises 




Los jóvenes tienen un parecido mayor con las hembras pero la parte superior es de un color pardo más oscuro que el de ellas. Las partes ventrales son de color ante pardusco. A diferencia de ellas carecen del color negro en la cabeza y el iris es siempre pardo grisáceo oscuro. 




Su vigoroso canto tiene un gran parecido con el del Mirlo común (Turdus merula), de ahí le viene el nombre de mirlona y consiste en un gorgojeo melodioso y aflautado de tonos graves y ritmo lento que repite con insistencia. 




Sus avisos de peligro son, al igual que los de otras currucas, un repetitivo chasqueo tipo “¡¡teck, teck…!!!”, que va alternando con un “¡¡trrrr, trrrr…!!!”.



Están distribuidas fundamentalmente por el suroeste de Europa (Península Ibérica, Italia y sur de Francia) y en el noroeste de África (norte de Marruecos, Argelia y Túnez). Las zonas de invernada se sitúan al sur del Sáhara, entre Senegal y Chad. 




En nuestro país, como especie reproductora, tienen una amplia distribución por todo su territorio, sobre todo por la región mediterránea occidental, pero de forma muy escasa en la cornisa cantábrica, Galicia, litoral mediterráneo y en las zonas desarboladas de ambas Mesetas. Se encuentra ausente en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. 




Su número se ve notablemente aumentado durante el período estival y durante los pasos migratorios hacia sus zonas de invernada en el sur del Sáhara. El paso prenupcial se produce entre marzo y junio, con máximos a primeros de mayo, mientras que el postnupcial se registra entre julio y octubre, con máximos en septiembre. 




Sus hábitats preferidos son las zonas boscosas poco densas y abiertas como dehesas, pinares, encinares, alcornocales, olivares, etc. También y a diferencia con el resto de currucas, no frecuentan los matorrales y arbustos cerrados, prefiriendo moverse por las ramas y copas de los árboles. Se distribuye desde el nivel del mar hasta los 1.500 metros de altitud (Sierra Nevada), aunque resulta escasa por encima de los 1.000 metros. 




Habitualmente se mueve a cortos saltos, pero a menudo permanece quieta por largos periodos de tiempo, como vigilando. De vez en cuando efectúa bruscos saltos; vuelo pesado y seguro, con batidos poco profundos. 




La base de su alimentación es de tipo insectívora; arañas, orugas, saltamontes, chinches, lepidópteros, etc., que complementa ocasionalmente con bayas y frutos silvestres (moras, saúcos, lentiscos, etc.). 




Desde finales de abril hasta el mes de julio podemos observar a las Currucas mirlonas emparejadas y delimitando sus territorios de cría e iniciando conjuntamente la construcción del nido que con forma de un pequeño cuenco, sitúan a baja altura en la espesura de un arbusto o árbol. Para su construcción utilizan pequeñas ramas, tallos secos, raicillas y hierbas secas que después tapizan con plumón vegetal y pelos. 




Acostumbran a realizar una única puesta por temporada año y solo de manera ocasional pueden hacer dos. La puesta se compone habitualmente de 3-6 huevos y la incubación que lleva a cabo fundamentalmente la hembra, dura 12-13 días aproximadamente. Las crías son cuidadas y alimentadas por ambos padres y abandonan el nido cuando tienen unos 12 días de edad pero siguen siendo atendidas por los padres durante aproximadamente, una semana más. 




A la Curruca mirlona no se la considera una especie amenazada, ni se conocen con precisión sus problemas de conservación en España ni en los cuarteles de invernada. Lógicamente, la desaparición de dehesas y otro tipo de bosques abiertos, la construcción de infraestructuras, el desarrollo urbanístico y la intensificación agrícola o ganadera pueden influir en la pérdida de su hábitat. El Catálogo Nacional de Especies Amenazadas la clasifica como “De interés especial”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario